Tillería, jefe de la Brigada: “El atentado en mi casa pudo ser una tragedia”

Luego de que su vivienda fuera baleada, el policía admitió que “no sé cómo iba a seguir viviendo si le pasaba algo a mi hijo”. Cómo vive ahora.

14 SEP 2014 - 22:33 | Actualizado

La madrugada del viernes 5 de setiembre, desconocidos balearon la vivienda de Andrés Tillería, jefe de la Brigada de Investigaciones. No hay detenidos aún. Tillería, quien a finales de la década del ’90 fue herido de gravedad en servicio, visitó “El Día G” que emite Canal 3, y admitió que “no son fáciles mis días en la actualidad porque siento que se disgregó la familia, por seguridad uno debió tomar medidas y poner a resguardo sus seres queridos”.

“Tengo que ver qué voy a hacer con esta situación porque la vida no es poco, yo corrí riesgos, sé lo que se siente y lo que significaría dejar a mis deudos con un montón de proyectos”, dijo el Policía. “Como todo ser humano quiero vivir tranquilo y en paz, persigo la felicidad, quiero ver crecer a mis hijos, que sean personas de bien como lo fuimos yo y mi padre”.

El efectivo señaló que la profesión “me llevó a esta situación y a este compromiso que para nada le esquivo, todo lo contrario, pero hay sentimientos de por medio, y está sobre todo lo más sagrado: la vida de mis hijos, que en ese momento sentí realmente que podría haber ocurrido algo terrible, una tragedia. ¿Cómo vivo yo si hubiera pasado algo a mi hijo?”.

El ataque ocurrió a oscuras y según cuenta Tillería “había con seguridad 9 disparos y vi algunos roces después, así que entre 9 y 12 disparos hicieron. Nos habíamos acostado, mi hijo estaba en la habitación que balearon y por esos designios había cerrado la habitación con llave, de manera que cuando escuchó los disparos no puedo acceder a la ventana con acceso a la vía pública; así que considero un milagro que el haya tomado la decisión involuntaria de cerrar”.

El titular de la Brigada indicó que cuando vio “los dos disparos que ingresaron realmente dije ´No puede ser, esto es el colmo, es una pesadilla´; me sentí superado. Soy un tipo que sigue adelante, no me quedo, pero con los días voy tomando cada vez más conciencia”. Tillería agregó que “me siento como a veces que tengo claro que seguir, pero otras veces me obnubilo”.

Se trabaja desde la fuerza para identificar a los autores, pero en su caso vive “en un lugar bastante vulnerable, siendo policía vivo cerca de un barrio donde pululan ciertos personajes a los cuales combatimos y esos días habíamos hecho allanamientos en esos sectores vecinos al lugar donde vivo”. Pero no limitó esa situación como la única posible.

“Miedo no tengo, yo sigo viviendo ahí hasta que se aclare qué voy a hacer, y he estado en situaciones peligrosas. Temí por lo que pudo haberle ocurrido a mi hijo”, agregó.

En julio de 1997, cuando prestaba servicios en Corcovado, fue atacado con un arma de fuego y apuñalado por la espalda. “Uno vivió situaciones y sabe que está en riesgo; es la profesión que uno abrazó y siempre es un desafío seguir adelante”. En cuanto a la diferencia con lo ocurrido en su casa, el policía indicó que “son situaciones distintas; aquella vez fui físicamente atacado, recuperarme de una puñalada en el hígado que afectó el pulmón, el dolor fue muy grande y sentir que vas a perder la vida. Mientras me llevaron a Esquel pasó un largo tiempo en que perdí sangre y tuve hipotermia, pero al final la sensación es similar”.

Otra mirada

El jefe de la Policía, Luis Buttazzi, quien también participó del programa, dijo que el hecho genera un impacto negativo. “El policía está acostumbrado a diario a observar estas cuestiones en el otro, pero el problema es cuando sucede en uno. Y esto se agrava cuando se llega a la parte privada, cuando uno observa que esa violencia, esas agresiones, más allá del personal involucran a la familia y el domicilio, donde se supone que hay una cierta privacidad. Cuando uno comienza a hilar e hilvanar hipótesis y ve lo que sucedió, cómo y en qué contexto, es una situación muy particular, muy delicada y grave”.

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14 SEP 2014 - 22:33

La madrugada del viernes 5 de setiembre, desconocidos balearon la vivienda de Andrés Tillería, jefe de la Brigada de Investigaciones. No hay detenidos aún. Tillería, quien a finales de la década del ’90 fue herido de gravedad en servicio, visitó “El Día G” que emite Canal 3, y admitió que “no son fáciles mis días en la actualidad porque siento que se disgregó la familia, por seguridad uno debió tomar medidas y poner a resguardo sus seres queridos”.

“Tengo que ver qué voy a hacer con esta situación porque la vida no es poco, yo corrí riesgos, sé lo que se siente y lo que significaría dejar a mis deudos con un montón de proyectos”, dijo el Policía. “Como todo ser humano quiero vivir tranquilo y en paz, persigo la felicidad, quiero ver crecer a mis hijos, que sean personas de bien como lo fuimos yo y mi padre”.

El efectivo señaló que la profesión “me llevó a esta situación y a este compromiso que para nada le esquivo, todo lo contrario, pero hay sentimientos de por medio, y está sobre todo lo más sagrado: la vida de mis hijos, que en ese momento sentí realmente que podría haber ocurrido algo terrible, una tragedia. ¿Cómo vivo yo si hubiera pasado algo a mi hijo?”.

El ataque ocurrió a oscuras y según cuenta Tillería “había con seguridad 9 disparos y vi algunos roces después, así que entre 9 y 12 disparos hicieron. Nos habíamos acostado, mi hijo estaba en la habitación que balearon y por esos designios había cerrado la habitación con llave, de manera que cuando escuchó los disparos no puedo acceder a la ventana con acceso a la vía pública; así que considero un milagro que el haya tomado la decisión involuntaria de cerrar”.

El titular de la Brigada indicó que cuando vio “los dos disparos que ingresaron realmente dije ´No puede ser, esto es el colmo, es una pesadilla´; me sentí superado. Soy un tipo que sigue adelante, no me quedo, pero con los días voy tomando cada vez más conciencia”. Tillería agregó que “me siento como a veces que tengo claro que seguir, pero otras veces me obnubilo”.

Se trabaja desde la fuerza para identificar a los autores, pero en su caso vive “en un lugar bastante vulnerable, siendo policía vivo cerca de un barrio donde pululan ciertos personajes a los cuales combatimos y esos días habíamos hecho allanamientos en esos sectores vecinos al lugar donde vivo”. Pero no limitó esa situación como la única posible.

“Miedo no tengo, yo sigo viviendo ahí hasta que se aclare qué voy a hacer, y he estado en situaciones peligrosas. Temí por lo que pudo haberle ocurrido a mi hijo”, agregó.

En julio de 1997, cuando prestaba servicios en Corcovado, fue atacado con un arma de fuego y apuñalado por la espalda. “Uno vivió situaciones y sabe que está en riesgo; es la profesión que uno abrazó y siempre es un desafío seguir adelante”. En cuanto a la diferencia con lo ocurrido en su casa, el policía indicó que “son situaciones distintas; aquella vez fui físicamente atacado, recuperarme de una puñalada en el hígado que afectó el pulmón, el dolor fue muy grande y sentir que vas a perder la vida. Mientras me llevaron a Esquel pasó un largo tiempo en que perdí sangre y tuve hipotermia, pero al final la sensación es similar”.

Otra mirada

El jefe de la Policía, Luis Buttazzi, quien también participó del programa, dijo que el hecho genera un impacto negativo. “El policía está acostumbrado a diario a observar estas cuestiones en el otro, pero el problema es cuando sucede en uno. Y esto se agrava cuando se llega a la parte privada, cuando uno observa que esa violencia, esas agresiones, más allá del personal involucran a la familia y el domicilio, donde se supone que hay una cierta privacidad. Cuando uno comienza a hilar e hilvanar hipótesis y ve lo que sucedió, cómo y en qué contexto, es una situación muy particular, muy delicada y grave”.


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