“Yeso Blanco”: hablaron los acusados en el más grande juicio a narcos hecho en Chubut

Mientras la atención pública se concentraba en las detenciones de “Arenas Blancas”, los 23 acusados del megaoperativo de 2011 decían sus últimas palabras antes del fallo. Ocurrió en el Casino de Oficiales de la U-6 de Rawson. Criticaron la investigación y se declararon inocentes de los cargos.

15 SEP 2014 - 21:58 | Actualizado

A principios de octubre, el Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia fallará en la causa “Yeso Blanco”, el caso de narcotráfico más grande que se haya llevado a juicio en nuestra provincia. Hay 23 imputados, acusados de integrar una banda que vendía y almacenaba droga en Trelew, Puerto Madryn y Caleta Olivia, con conexiones en Buenos Aires. Las penas pedidas por los fiscales Horacio Arranz y Fernando Gélvez son de hasta 9 años, tras una compleja investigación.

Fueron tres meses de juicio en el Casino de Oficiales de la Unidad 6 de la capital. La semana pasada cerraron los alegatos y el último día, los acusados pudieron decir sus últimas palabras antes de la sentencia de los jueces Enrique Guanziroli, Pedro de Diego y Nora Cabrera de Monella.

Ramón Carrizo fue el primer convocado. Juró su inocencia ya que “jamás vendí droga”. Y se definió como “un humilde albañil, eso era mi vida y nunca estuve preso”.

Por su parte, Hugo Bais cuestionó duro la investigación. “Soy totalmente inocente y no se demostró nada en mi contra porque no hallaron droga en los allanamientos”. Aseguró que la acusación en su contra era “extraña” y que hubo “alevosía” en su contra de parte de Fabián Millatrúz, exjefe de Drogas Peligrosas de la Policía.

Advirtió que los medios lo condenaron antes de tiempo como un eslabón central de la banda. Y que eso sucedió gracias a datos que sólo pudieron filtrar la Policía o la Justicia Federal. “Esto no se hizo con otros imputados”, aseguró.

El imputado pidió ser asistido por un defensor público y de paso que le devuelvan una camioneta Saveiro 2004, a la que describió como “desmejorada pero que no es producto de la droga sino del trabajo”.

También se declaró inocente Sergio Hughes. Tiene 52 años y 16 hijos. “Me causaron mucho daño psicológico y tuve que vender mi casa” por sus problemas económicos. Tanta es su pobreza que “un amigo me trajo de onda” para decir sus últimas palabras en Rawson. Admitió que conoce a Eduardo Quiroga (procesado en esta causa y detenido por “Arenas Blancas”) pero sólo lo vio en reuniones donde se hizo cargo del asado.

“Nunca vendí droga, terminé el primario de grande; tenía un cachirulo, no un auto de alta gama”, le dijo Hughes al tribunal. Recordó que en un allanamiento le secuestraron 800 pesos de un alquiler y 200 dólares: “¿Me quieren dar 8 años por eso? ¿Entonces si me encontraban una tiza me daban 20 años?”. También cuestionó la pesquisa de Millatrúz. Vive en un asentamiento y compró dos heladeras para montar un negocito y sobrevivir. Aún no pudo arrancar. Sobrevive con una lancha sacando mariscos.

Sandro Valencia, boliviano, se quejó por el daño psicológico. “Les pido consideración porque soy el único sostén de mi familia”. Y el siguiente, Casimiro Ramos Reque, también boliviano, se quebró en llanto y debió ser llevado a Enfermería.

César Olmedo se mostró “en desacuerdo con los fiscales”. Fue vigilado con filmaciones y fotos por la Policía en Puerto Madryn. “Quedé involucrado por saludos de otras personas que se confundieron con pasamanos de droga. Es un delirio y nunca me detuvieron con nada, fue una fantasía que tuvieron conmigo”. Dijo que una sola persona lo mencionó en una escucha. “Están muy errados”, advirtió.

En 1998 cumplió una pena por homicidio. “Fue un error pero me hice cargo y ni se me ocurrió cometer otro delito; no me hice el exquisito para tomar cualquier trabajo con tal de sostener a mi familia”. Y dijo que “gracias a Dios” no pertenecía al grupo de narcos.

Uno de los enojos mayores se escuchó de Edith C.R., que reprochó a los investigadores que hayan mencionado su oficio de prostituta, como si fuese un demérito. “Estoy orgullosa y lo voy a hacer cada vez que alguno de mis cuatro hijos necesite algo porque ando con la frente alta”, aseguró. El más chico tiene 1 año y 8 meses. Admitió su adicción pero aclaró que en su momento le pidió al Juzgado Federal de Rawson que la incluya en un tratamiento. “Se negaron a darme una mano”, recordó.

Aseguró que jamás vendió droga. Y que cuando la allanaron le secuestraron sólo 91 pesos. Trabaja de 22 a 3, en una estación de servicio, con otras 7 chicas. Muchos camioneros. “Mi hija me pregunta dónde voy a la noche y le digo que trabajo en una panadería. A veces hago 150 pesos y cuando vuelvo compro facturas y se las dejo para que desayune. ¿Ustedes se creen que es lindo estar con un hombre cuando una no quiere?”. La droga la ayudaba a que ese rato pase rápido. “Una cuando se va con un camionero no sabe si vuelve”, concluyó. El resto prefirió no hablar.

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15 SEP 2014 - 21:58

A principios de octubre, el Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia fallará en la causa “Yeso Blanco”, el caso de narcotráfico más grande que se haya llevado a juicio en nuestra provincia. Hay 23 imputados, acusados de integrar una banda que vendía y almacenaba droga en Trelew, Puerto Madryn y Caleta Olivia, con conexiones en Buenos Aires. Las penas pedidas por los fiscales Horacio Arranz y Fernando Gélvez son de hasta 9 años, tras una compleja investigación.

Fueron tres meses de juicio en el Casino de Oficiales de la Unidad 6 de la capital. La semana pasada cerraron los alegatos y el último día, los acusados pudieron decir sus últimas palabras antes de la sentencia de los jueces Enrique Guanziroli, Pedro de Diego y Nora Cabrera de Monella.

Ramón Carrizo fue el primer convocado. Juró su inocencia ya que “jamás vendí droga”. Y se definió como “un humilde albañil, eso era mi vida y nunca estuve preso”.

Por su parte, Hugo Bais cuestionó duro la investigación. “Soy totalmente inocente y no se demostró nada en mi contra porque no hallaron droga en los allanamientos”. Aseguró que la acusación en su contra era “extraña” y que hubo “alevosía” en su contra de parte de Fabián Millatrúz, exjefe de Drogas Peligrosas de la Policía.

Advirtió que los medios lo condenaron antes de tiempo como un eslabón central de la banda. Y que eso sucedió gracias a datos que sólo pudieron filtrar la Policía o la Justicia Federal. “Esto no se hizo con otros imputados”, aseguró.

El imputado pidió ser asistido por un defensor público y de paso que le devuelvan una camioneta Saveiro 2004, a la que describió como “desmejorada pero que no es producto de la droga sino del trabajo”.

También se declaró inocente Sergio Hughes. Tiene 52 años y 16 hijos. “Me causaron mucho daño psicológico y tuve que vender mi casa” por sus problemas económicos. Tanta es su pobreza que “un amigo me trajo de onda” para decir sus últimas palabras en Rawson. Admitió que conoce a Eduardo Quiroga (procesado en esta causa y detenido por “Arenas Blancas”) pero sólo lo vio en reuniones donde se hizo cargo del asado.

“Nunca vendí droga, terminé el primario de grande; tenía un cachirulo, no un auto de alta gama”, le dijo Hughes al tribunal. Recordó que en un allanamiento le secuestraron 800 pesos de un alquiler y 200 dólares: “¿Me quieren dar 8 años por eso? ¿Entonces si me encontraban una tiza me daban 20 años?”. También cuestionó la pesquisa de Millatrúz. Vive en un asentamiento y compró dos heladeras para montar un negocito y sobrevivir. Aún no pudo arrancar. Sobrevive con una lancha sacando mariscos.

Sandro Valencia, boliviano, se quejó por el daño psicológico. “Les pido consideración porque soy el único sostén de mi familia”. Y el siguiente, Casimiro Ramos Reque, también boliviano, se quebró en llanto y debió ser llevado a Enfermería.

César Olmedo se mostró “en desacuerdo con los fiscales”. Fue vigilado con filmaciones y fotos por la Policía en Puerto Madryn. “Quedé involucrado por saludos de otras personas que se confundieron con pasamanos de droga. Es un delirio y nunca me detuvieron con nada, fue una fantasía que tuvieron conmigo”. Dijo que una sola persona lo mencionó en una escucha. “Están muy errados”, advirtió.

En 1998 cumplió una pena por homicidio. “Fue un error pero me hice cargo y ni se me ocurrió cometer otro delito; no me hice el exquisito para tomar cualquier trabajo con tal de sostener a mi familia”. Y dijo que “gracias a Dios” no pertenecía al grupo de narcos.

Uno de los enojos mayores se escuchó de Edith C.R., que reprochó a los investigadores que hayan mencionado su oficio de prostituta, como si fuese un demérito. “Estoy orgullosa y lo voy a hacer cada vez que alguno de mis cuatro hijos necesite algo porque ando con la frente alta”, aseguró. El más chico tiene 1 año y 8 meses. Admitió su adicción pero aclaró que en su momento le pidió al Juzgado Federal de Rawson que la incluya en un tratamiento. “Se negaron a darme una mano”, recordó.

Aseguró que jamás vendió droga. Y que cuando la allanaron le secuestraron sólo 91 pesos. Trabaja de 22 a 3, en una estación de servicio, con otras 7 chicas. Muchos camioneros. “Mi hija me pregunta dónde voy a la noche y le digo que trabajo en una panadería. A veces hago 150 pesos y cuando vuelvo compro facturas y se las dejo para que desayune. ¿Ustedes se creen que es lindo estar con un hombre cuando una no quiere?”. La droga la ayudaba a que ese rato pase rápido. “Una cuando se va con un camionero no sabe si vuelve”, concluyó. El resto prefirió no hablar.


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