Los republicanos toman el Congreso y ponen a Obama contra las cuerdas

El Partido Republicano saboreó un triunfo electoral que superó todos los pronósticos, luego de tomar control total del Congreso y de gobernaciones históricamente demócratas en unos comicios que constituyen el mayor revés para el presidente Barack Obama, cuando aún restan dos años para el fin de su mandato.

06 NOV 2014 - 9:37 | Actualizado

El nuevo líder de la mayoría republicana en la cámara alta, el senador Mitch McConnell, también prometió tratar de convertir un gobierno dividido en una fuerza que permita resolver los problemas que preocupan a los votantes y que supere el estancamiento político que caracterizó a Washington en los últimos dos años.

"No hay duda de que los republicanos tuvieron una buena noche", dijo un debilitado mandatario en conferencia en prensa en la Casa Blanca, luego de que los comicios de ayer dieran renovados poderes a los republicanos para revisar sus reformas y políticas, muchas de las cuales quieren enmendar, derogar o corregir.

"A todos los que han votado, los he oído. (...) Es tiempo de encargarnos de nuestras obligaciones", agregó, mencionando áreas, como el comercio, la construcción de rutas y puentes, en las que podría haber una cooperación pero advirtiendo al mismo tiempo de posibles vetos y prometiendo decretos si el Congreso no actúa.

"El Congreso aprobará algunas leyes que yo no pueda firmar. Estoy bastante seguro de que adoptaré decretos que no le gustarán a algunos en el Congreso", señaló.

Los resultados de las elecciones fueron contundentes y de gran trascendencia: los republicanos tomaron control del Senado, que estaba en manos demócratas desde 2006, ampliaron su dominio de la Cámara de Representantes y ganaron gobernaciones tradicionalmente demócratas.

Cuando Obama, de 53 años, inauguró su Presidencia, en 2009, el Senado y la Cámara de Representantes eran demócratas. En 2010 los republicanos lo despojaron de la Cámara Baja, y ahora consumaron su avance tomando el control absoluto del Congreso.

La nueva dinámica política obligará a ambos partidos a repensar sus enfoques respecto a la reforma migratoria que reclama la cada vez más importante minoría latina, cuestiones presupuestarias, nominaciones presidenciales, gasto público, rol del Estado en general, salud, y muchas otras cosas, según analistas.

En otra conferencia de prensa, una hora antes de la de Obama, en su estado de Kentucky, McConnell, de 72 años, sonrió y bromeó con periodistas un día después de concretar la ambición de su vida.

Tanto Obama como McConnell dijeron que mantuvieron una agradable conversación telefónica durante la jornada.

"En nuestro sistema, el presidente es el jugador más importante", ya que puede vetar leyes o persuadir a los legisladores de su partido a llegar a un compromiso con la oposición respecto de algunas proyectos legislativos, dijo el senador republicano.

Abriendo un probable y temprano frente de disputa en torno a la inmigración, Obama dijo que, si el Congreso no actúa antes de fin de año, ordenará por decreto una reducción de las deportaciones de trabajadores inmigrantes que viven ilegalmente en Estados Unidos, una de las medidas que exigen los latinos.

Poco antes, McConnell le advirtió, justamente, evitar cualquier medida unilateral.

"Decir 'si ustedes no hacen lo que yo quiero lo voy a hacer yo mismo' es como agitar una bandera roja frente a un toro", advirtió el senador republicano.

McConnell también mencionó el comercio y los impuestos como áreas susceptibles de generar acuerdos y compromisos.

"No habrá ningún cierre del gobierno ni default de la deuda nacional", aseguró, dejando en claro que no coincide con algunos legisladores del movimiento ultraderechista y republicano Tea Party, que apoyaron uno u otro de esos escenarios en el pasado o que podrían hacerlo en el futuro.

McConnell asumirá en enero como líder de la mayoría en el Senado, y junto al presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, fijará la agenda legislativa.

"Cuando Estados Unidos elige un gobierno dividido, no creo que eso signifique que no quieren que hagamos nada. Significa que quieren que hagamos cosas por el país", dijo McConnell.

En su conferencia, Obama también dejó en claro que no aceptará una derogación de su reforma del sistema de Salud de 2010, el máximo logro legislativo de su Presidencia, que los republicanos intentaron revocar sin éxito en los dos últimos años.

Un sondeo a boca de urna de CNN y otras cadenas mostraron que los republicanos basaron su triunfo en electores insatisfechos con la marcha de la economía, que votaron a los candidatos republicanos para el Congreso por un margen mayor a 2 a 1.

Pese al descontento con Obama, los votantes expresaron también poco confianza en el liderazgo republicano, lo que refleja la presión que enfrentará el partido que ahora tendrá el Congreso en sus manos de acá hasta las presidenciales de 2016, por lo menos.

La impopularidad del presidente -cuya aprobación ronda un mínimo de 40%- pareció afectar a candidatos demócratas que buscaban su reelección. Los republicanos presentaron los comicios como un plebiscito sobre Obama, y la táctica pareció haber dado frutos.

Los republicanos ganaron siete escaños del Senado que estaban ocupados por los demócratas: Virginia Occidental, Dakota del Sur, Arkansas, Montana, Colorado, Iowa, y Carolina del Norte.

Con tres carreras aún sin definirse, la oposición conservadora tiene ya 52 bancas en el futuro Senado, dos más que la mayoría, que vuelve a detentar después de ocho años.

Las elecciones a senador en Virginia y Alaska todavía no arrojaron un ganador, y en Louisiana habrá una segunda vuelta el próximo 6 de diciembre entre la senadora demócrata Mary Landrieu y su retador republicano Bill Cassidy.

En la Cámara de Representantes, donde todavía faltaban definirse más de una decenas de carreras, los republicanos parecían encaminados a alcanzar o superar las 246 bancas que tuvieron durante la presidencia de Harry S. Truman, hace más de 60 años.

En cuanto a las gobernaciones -se pusieron en juego 36 de las 50-, los republicanos ganaron 24, incluyendo estados tradicionalmente demócratas como Illinois, Maryland y Massachusetts, y el oficialismo 10, mientras que dos aún no se habían definido.

Entre tantas derrotas, los demócratas tuvieron algunos premios consuelo.

En New Hampshire, la senadora Jeanne Shaheen y la gobernadora Maggie Hassan, quien días atrás hizo campaña junto a Hillary Clinton, la esperanza demócrata en las presidenciales de 2016, consiguieron su reelección.

En Pensilvania, el empresario demócrata Tom Wolf derrotó al ahora gobernador saliente republicano Tom Corbett.

06 NOV 2014 - 9:37

El nuevo líder de la mayoría republicana en la cámara alta, el senador Mitch McConnell, también prometió tratar de convertir un gobierno dividido en una fuerza que permita resolver los problemas que preocupan a los votantes y que supere el estancamiento político que caracterizó a Washington en los últimos dos años.

"No hay duda de que los republicanos tuvieron una buena noche", dijo un debilitado mandatario en conferencia en prensa en la Casa Blanca, luego de que los comicios de ayer dieran renovados poderes a los republicanos para revisar sus reformas y políticas, muchas de las cuales quieren enmendar, derogar o corregir.

"A todos los que han votado, los he oído. (...) Es tiempo de encargarnos de nuestras obligaciones", agregó, mencionando áreas, como el comercio, la construcción de rutas y puentes, en las que podría haber una cooperación pero advirtiendo al mismo tiempo de posibles vetos y prometiendo decretos si el Congreso no actúa.

"El Congreso aprobará algunas leyes que yo no pueda firmar. Estoy bastante seguro de que adoptaré decretos que no le gustarán a algunos en el Congreso", señaló.

Los resultados de las elecciones fueron contundentes y de gran trascendencia: los republicanos tomaron control del Senado, que estaba en manos demócratas desde 2006, ampliaron su dominio de la Cámara de Representantes y ganaron gobernaciones tradicionalmente demócratas.

Cuando Obama, de 53 años, inauguró su Presidencia, en 2009, el Senado y la Cámara de Representantes eran demócratas. En 2010 los republicanos lo despojaron de la Cámara Baja, y ahora consumaron su avance tomando el control absoluto del Congreso.

La nueva dinámica política obligará a ambos partidos a repensar sus enfoques respecto a la reforma migratoria que reclama la cada vez más importante minoría latina, cuestiones presupuestarias, nominaciones presidenciales, gasto público, rol del Estado en general, salud, y muchas otras cosas, según analistas.

En otra conferencia de prensa, una hora antes de la de Obama, en su estado de Kentucky, McConnell, de 72 años, sonrió y bromeó con periodistas un día después de concretar la ambición de su vida.

Tanto Obama como McConnell dijeron que mantuvieron una agradable conversación telefónica durante la jornada.

"En nuestro sistema, el presidente es el jugador más importante", ya que puede vetar leyes o persuadir a los legisladores de su partido a llegar a un compromiso con la oposición respecto de algunas proyectos legislativos, dijo el senador republicano.

Abriendo un probable y temprano frente de disputa en torno a la inmigración, Obama dijo que, si el Congreso no actúa antes de fin de año, ordenará por decreto una reducción de las deportaciones de trabajadores inmigrantes que viven ilegalmente en Estados Unidos, una de las medidas que exigen los latinos.

Poco antes, McConnell le advirtió, justamente, evitar cualquier medida unilateral.

"Decir 'si ustedes no hacen lo que yo quiero lo voy a hacer yo mismo' es como agitar una bandera roja frente a un toro", advirtió el senador republicano.

McConnell también mencionó el comercio y los impuestos como áreas susceptibles de generar acuerdos y compromisos.

"No habrá ningún cierre del gobierno ni default de la deuda nacional", aseguró, dejando en claro que no coincide con algunos legisladores del movimiento ultraderechista y republicano Tea Party, que apoyaron uno u otro de esos escenarios en el pasado o que podrían hacerlo en el futuro.

McConnell asumirá en enero como líder de la mayoría en el Senado, y junto al presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, fijará la agenda legislativa.

"Cuando Estados Unidos elige un gobierno dividido, no creo que eso signifique que no quieren que hagamos nada. Significa que quieren que hagamos cosas por el país", dijo McConnell.

En su conferencia, Obama también dejó en claro que no aceptará una derogación de su reforma del sistema de Salud de 2010, el máximo logro legislativo de su Presidencia, que los republicanos intentaron revocar sin éxito en los dos últimos años.

Un sondeo a boca de urna de CNN y otras cadenas mostraron que los republicanos basaron su triunfo en electores insatisfechos con la marcha de la economía, que votaron a los candidatos republicanos para el Congreso por un margen mayor a 2 a 1.

Pese al descontento con Obama, los votantes expresaron también poco confianza en el liderazgo republicano, lo que refleja la presión que enfrentará el partido que ahora tendrá el Congreso en sus manos de acá hasta las presidenciales de 2016, por lo menos.

La impopularidad del presidente -cuya aprobación ronda un mínimo de 40%- pareció afectar a candidatos demócratas que buscaban su reelección. Los republicanos presentaron los comicios como un plebiscito sobre Obama, y la táctica pareció haber dado frutos.

Los republicanos ganaron siete escaños del Senado que estaban ocupados por los demócratas: Virginia Occidental, Dakota del Sur, Arkansas, Montana, Colorado, Iowa, y Carolina del Norte.

Con tres carreras aún sin definirse, la oposición conservadora tiene ya 52 bancas en el futuro Senado, dos más que la mayoría, que vuelve a detentar después de ocho años.

Las elecciones a senador en Virginia y Alaska todavía no arrojaron un ganador, y en Louisiana habrá una segunda vuelta el próximo 6 de diciembre entre la senadora demócrata Mary Landrieu y su retador republicano Bill Cassidy.

En la Cámara de Representantes, donde todavía faltaban definirse más de una decenas de carreras, los republicanos parecían encaminados a alcanzar o superar las 246 bancas que tuvieron durante la presidencia de Harry S. Truman, hace más de 60 años.

En cuanto a las gobernaciones -se pusieron en juego 36 de las 50-, los republicanos ganaron 24, incluyendo estados tradicionalmente demócratas como Illinois, Maryland y Massachusetts, y el oficialismo 10, mientras que dos aún no se habían definido.

Entre tantas derrotas, los demócratas tuvieron algunos premios consuelo.

En New Hampshire, la senadora Jeanne Shaheen y la gobernadora Maggie Hassan, quien días atrás hizo campaña junto a Hillary Clinton, la esperanza demócrata en las presidenciales de 2016, consiguieron su reelección.

En Pensilvania, el empresario demócrata Tom Wolf derrotó al ahora gobernador saliente republicano Tom Corbett.


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