Los jueces y Ganancias: “Pagar hay que pagar”

Zaffaroni advirtió que el problema con ese impuesto se generó con un error de la Corte anterior. Su futuro y el estereotipo de los menores violentos.

14 NOV 2014 - 22:42 | Actualizado

-¿Los jueces tienen que pagar impuesto a las ganancias?

-Sí, el problema de Ganancias en el Poder Judicial es un error que cometió la Corte anterior y que no resolvimos en todos estos años, quizás por un poco de negligencia. Si en el momento que la Corte anterior decidió que no pague nadie se hubiese decidido que paguen los que ingresaban, hoy ya estaría pagando casi todo el mundo. Fue la solución de EE.UU en los ´30: se decidió la tangibilidad de los jueces pero que pagaran los que ingresen de un punto en adelante. En 20 años estaba todo el mundo pagando. Pasaron más de 20 años y ya estaría hoy todo el mundo pagando, no se hizo de esa manera. Es algo que hay que resolver, lo que pasa es que se convierte en un problema gremial, cualquiera que le van a sacar el 30 por ciento del sueldo de un día para el otro dice “No, pará”. Se puede hallar una solución que se regle en una ley para que se vaya pagando acumulativamente 10 por ciento por año hasta completar todo. Hay que resolver el problema gremial. Se hizo esa tontería si no hoy estaría resuelto. De acá en adelante veamos cómo hacer, cómo pagan los que entran, y los otros un 10 por ciento acumulativo para que en diez años lleguen a pagar todo. Son dos problemas distintos: pagar hay que pagar, y segundo, cómo hacerlo sin una quita del 30 por ciento en 24 horas. Tenemos un problema serio porque no son sólo los jueces: no paga nadie del personal. Se puede hablar con los gremios por una solución razonable.

-¿Cree en soluciones alternativas como la reparación o la conciliación? En Chubut se les hizo muy buena propaganda…

-Sí y no, depende cómo se haga. Pueden ser eficaces y algunas son muy interesantes porque involucran a la víctima. Salvo los conflictos de vida humana, el grueso del resto, los delitos contra la propiedad, son susceptibles de soluciones así. Las penas no privativas de la libertad generaron enorme entusiasmo hace 30 años y pasó un fenómeno raro: se entendía que en función de esas penas iba a disminuir el número de presos. ¿Qué sucedió? Aumentó el número de presos y además se aplicaron las penas alternativas. Aumentó la red punitiva. Sí en la medida en que hagamos algo que parece loco pero inevitablemente tendremos que hacer algún día en el mundo: la ley de cupos. Ver cuántas celdas tenemos disponibles en condiciones de dos estrellitas, para poder tener tantos presos, y punto. Y si salen más órdenes de captura, en orden de menos gravedad a algunos los mandamos a alternativas y los más graves los dejamos adentro. Es la única solución porque si no, nos come el presupuesto en hacer cárceles y todas estarán sobrepobladas. Esa es la experiencia mundial. La solución no es hacer cada vez más cárceles, si no en lugar de resolver el problema lo multiplicamos. Si queremos tener eficacia, estas soluciones alternativas deben ir acompañadas de ley de cupos. No se justifica que estemos cada día haciendo más cárceles porque los medios lo exigen o porque los políticos se asustan. Si no tenemos la ley de cupos, las soluciones alternativas son una burocracia que aumenta la red.

-¿Qué puede decir de los menores involucrados en delitos?

-No son tantos, no tenemos ese problema de incidencia en delitos violentos. Lo que tenemos es una estigmatización en toda América Latina. Por suerte no tenemos terrorismo pero siempre hay un chivo expiatorio, un estereotipo que los medios masivos tienen que fabricar. Y el pibe de barrio precario, de favela o villa miseria, es hoy el chivo de toda la violencia. El ideal sería el terrorista pero a falta de un candidato mejor. Esto viene del Evangelio, estaban Cristo y dos ladrones, era el candidato ideal; si no hubiera estado, los dos ladrones quedaban. Acá pasa lo mismo, no tenemos un candidato grande entonces dejan los pibes.

-¿Cómo se imagina el 1º de enero?

-Supongo que reponiéndome del 31 (se ríe) Volveré a la actividad académica y me voy a centrar en las universidades del conurbano. Estoy retomando los contactos internacionales que en los últimos años dejé un poco de lado.

-¿La Corte fue la experiencia que esperaba?

-Realmente no esperaba mucho porque tampoco era mi ideal. Para mí nunca fue un objetivo llegar a la Corte.

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14 NOV 2014 - 22:42

-¿Los jueces tienen que pagar impuesto a las ganancias?

-Sí, el problema de Ganancias en el Poder Judicial es un error que cometió la Corte anterior y que no resolvimos en todos estos años, quizás por un poco de negligencia. Si en el momento que la Corte anterior decidió que no pague nadie se hubiese decidido que paguen los que ingresaban, hoy ya estaría pagando casi todo el mundo. Fue la solución de EE.UU en los ´30: se decidió la tangibilidad de los jueces pero que pagaran los que ingresen de un punto en adelante. En 20 años estaba todo el mundo pagando. Pasaron más de 20 años y ya estaría hoy todo el mundo pagando, no se hizo de esa manera. Es algo que hay que resolver, lo que pasa es que se convierte en un problema gremial, cualquiera que le van a sacar el 30 por ciento del sueldo de un día para el otro dice “No, pará”. Se puede hallar una solución que se regle en una ley para que se vaya pagando acumulativamente 10 por ciento por año hasta completar todo. Hay que resolver el problema gremial. Se hizo esa tontería si no hoy estaría resuelto. De acá en adelante veamos cómo hacer, cómo pagan los que entran, y los otros un 10 por ciento acumulativo para que en diez años lleguen a pagar todo. Son dos problemas distintos: pagar hay que pagar, y segundo, cómo hacerlo sin una quita del 30 por ciento en 24 horas. Tenemos un problema serio porque no son sólo los jueces: no paga nadie del personal. Se puede hablar con los gremios por una solución razonable.

-¿Cree en soluciones alternativas como la reparación o la conciliación? En Chubut se les hizo muy buena propaganda…

-Sí y no, depende cómo se haga. Pueden ser eficaces y algunas son muy interesantes porque involucran a la víctima. Salvo los conflictos de vida humana, el grueso del resto, los delitos contra la propiedad, son susceptibles de soluciones así. Las penas no privativas de la libertad generaron enorme entusiasmo hace 30 años y pasó un fenómeno raro: se entendía que en función de esas penas iba a disminuir el número de presos. ¿Qué sucedió? Aumentó el número de presos y además se aplicaron las penas alternativas. Aumentó la red punitiva. Sí en la medida en que hagamos algo que parece loco pero inevitablemente tendremos que hacer algún día en el mundo: la ley de cupos. Ver cuántas celdas tenemos disponibles en condiciones de dos estrellitas, para poder tener tantos presos, y punto. Y si salen más órdenes de captura, en orden de menos gravedad a algunos los mandamos a alternativas y los más graves los dejamos adentro. Es la única solución porque si no, nos come el presupuesto en hacer cárceles y todas estarán sobrepobladas. Esa es la experiencia mundial. La solución no es hacer cada vez más cárceles, si no en lugar de resolver el problema lo multiplicamos. Si queremos tener eficacia, estas soluciones alternativas deben ir acompañadas de ley de cupos. No se justifica que estemos cada día haciendo más cárceles porque los medios lo exigen o porque los políticos se asustan. Si no tenemos la ley de cupos, las soluciones alternativas son una burocracia que aumenta la red.

-¿Qué puede decir de los menores involucrados en delitos?

-No son tantos, no tenemos ese problema de incidencia en delitos violentos. Lo que tenemos es una estigmatización en toda América Latina. Por suerte no tenemos terrorismo pero siempre hay un chivo expiatorio, un estereotipo que los medios masivos tienen que fabricar. Y el pibe de barrio precario, de favela o villa miseria, es hoy el chivo de toda la violencia. El ideal sería el terrorista pero a falta de un candidato mejor. Esto viene del Evangelio, estaban Cristo y dos ladrones, era el candidato ideal; si no hubiera estado, los dos ladrones quedaban. Acá pasa lo mismo, no tenemos un candidato grande entonces dejan los pibes.

-¿Cómo se imagina el 1º de enero?

-Supongo que reponiéndome del 31 (se ríe) Volveré a la actividad académica y me voy a centrar en las universidades del conurbano. Estoy retomando los contactos internacionales que en los últimos años dejé un poco de lado.

-¿La Corte fue la experiencia que esperaba?

-Realmente no esperaba mucho porque tampoco era mi ideal. Para mí nunca fue un objetivo llegar a la Corte.


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