Por Rolando Tobarez / Twitter: @rtobarez
Con pedidos de prisión que al cierre de esta edición oscilaban entre los 4 y los 8 años por parte del fiscal federal Horacio Arranz, ayer se iniciaron los alegatos finales en el complejo juicio a 12 acusados de comprar y vender droga en Playa Unión.
Pero antes, dos de los imputados decidieron hacer una breve declaración, por primera vez en el proceso, en el Casino de Oficiales de la Unidad 6. De esta forma, ante el Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia, Martín y Maximiliano Chingoleo Maese aseguraron no tener nada que ver con la causa.
Versiones
El primero dijo que no conocía al resto de los acusados: sólo a los hermanos Gonzalo y Nicolás Ivanovich, y a Ricardo Mariño. “La única razón por la cual estoy acá es por prestarle plata a Mariño, porque nunca vendí droga y no tengo absolutamente nada que ver”. Su hermano, en cambio, aseguró que el inicio del juicio generó “un cambio drástico” en su vida.
“Consumía mucho y estaba realmente enfermo; tuve la voluntad de internarme y rehacer mi vida”. Pero pese a esta confesión, les dijo a los jueces que nunca comerció estupefacientes.
Antes de estas intervenciones de último momento, los jueces Pedro de Diego, Nora Cabrera de Monella y Enrique Guanziroli escucharon a la última testigo que quedaba: Liliana Carbonari, psicóloga responsable de la comunidad terapéutica CADES. Allí se internó Maximiliano Chingoleo, luego de un pedido de ayuda urgente de su padre.
“Por su adicción habían notado en él un cambio de hábitos y de costumbres, en el marco de una disfunción familiar importante”, explicó la profesional. Esto ocurrió en junio de 2012, antes de los allanamientos que lo involucraron.
Detalles
Ante la consulta del defensor Fabián Gabalachis -que había pedido el testimonio- Carbonari precisó que el joven estuvo aislado un año y atravesó un tratamiento de rehabilitación de tres etapas. Y aunque hubo “momentos difíciles” en el proceso, Chingoleo logró ser externado.
En pareja, con trabajo estable en una pesquera y con un nene de 6 meses, hoy tiene un seguimiento quincenal con controles sorpresivos: una suerte de Evatest que detecta si consumió sustancias, sea droga o alcohol.
Ante la consulta del tribunal, Carbonari aclaró que el CADES es la única comunidad de Chubut dedicada a la rehabilitación de adictos. El dato avala la preocupación de los tres jueces por la expansión del narcotráfico y el tratamiento de sus víctimas.
Hoy a las 10 seguirá el alegato de Arranz y luego de las defensas.#
Por Rolando Tobarez / Twitter: @rtobarez
Con pedidos de prisión que al cierre de esta edición oscilaban entre los 4 y los 8 años por parte del fiscal federal Horacio Arranz, ayer se iniciaron los alegatos finales en el complejo juicio a 12 acusados de comprar y vender droga en Playa Unión.
Pero antes, dos de los imputados decidieron hacer una breve declaración, por primera vez en el proceso, en el Casino de Oficiales de la Unidad 6. De esta forma, ante el Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia, Martín y Maximiliano Chingoleo Maese aseguraron no tener nada que ver con la causa.
Versiones
El primero dijo que no conocía al resto de los acusados: sólo a los hermanos Gonzalo y Nicolás Ivanovich, y a Ricardo Mariño. “La única razón por la cual estoy acá es por prestarle plata a Mariño, porque nunca vendí droga y no tengo absolutamente nada que ver”. Su hermano, en cambio, aseguró que el inicio del juicio generó “un cambio drástico” en su vida.
“Consumía mucho y estaba realmente enfermo; tuve la voluntad de internarme y rehacer mi vida”. Pero pese a esta confesión, les dijo a los jueces que nunca comerció estupefacientes.
Antes de estas intervenciones de último momento, los jueces Pedro de Diego, Nora Cabrera de Monella y Enrique Guanziroli escucharon a la última testigo que quedaba: Liliana Carbonari, psicóloga responsable de la comunidad terapéutica CADES. Allí se internó Maximiliano Chingoleo, luego de un pedido de ayuda urgente de su padre.
“Por su adicción habían notado en él un cambio de hábitos y de costumbres, en el marco de una disfunción familiar importante”, explicó la profesional. Esto ocurrió en junio de 2012, antes de los allanamientos que lo involucraron.
Detalles
Ante la consulta del defensor Fabián Gabalachis -que había pedido el testimonio- Carbonari precisó que el joven estuvo aislado un año y atravesó un tratamiento de rehabilitación de tres etapas. Y aunque hubo “momentos difíciles” en el proceso, Chingoleo logró ser externado.
En pareja, con trabajo estable en una pesquera y con un nene de 6 meses, hoy tiene un seguimiento quincenal con controles sorpresivos: una suerte de Evatest que detecta si consumió sustancias, sea droga o alcohol.
Ante la consulta del tribunal, Carbonari aclaró que el CADES es la única comunidad de Chubut dedicada a la rehabilitación de adictos. El dato avala la preocupación de los tres jueces por la expansión del narcotráfico y el tratamiento de sus víctimas.
Hoy a las 10 seguirá el alegato de Arranz y luego de las defensas.#