Pérez Álvarez: el trotamundos del gol

Arribó a Trelew tras una seria lesión para nunca irse. Con su fina estampa de goleador, logró títulos y participaciones federales con Racing y Huracán, como jugador y como técnico. Pero su rol paternal hacia sus dirigidos, son considerados por él como su mayor trofeo.

Pérez Álvarez integró el elenco de Racing de Trelew que sucumbió en la definición del Torneo Regional 1982 ante Deportivo Roca.
22 NOV 2015 - 20:39 | Actualizado

Una crisis es una oportunidad”, reza un proverbio chino. Una adversidad puede convertirse en una gran dicha. Lesionado severamente, Marcelo Pérez Álvarez, meditó la posibilidad de dejar el fútbol en su Buenos Aires natal. Sin embargo, aceptó el convite del destino.

En 1976, aceptó una oferta para continuar su carrera en Huracán de Trelew. Y forjó una leyenda deportiva, repleta de gloria. Su motor interno fue una filosofía de vida determinada, con tres pilares determinados- compañerismo, lealtad y honor-, que le han generado un gigante respeto entre los variados futbolistas del ámbito local.

Actualmente, procura acoplar todo su bagaje técnico y conceptual en Dolavon, donde es DT desde el año pasado. Ese presente y su anaquel de pergaminos, no obstante, serían una página en blanco, si en 1976, hubiese emprendido otro rumbo.

“No me considero una leyenda del deporte ni tampoco un sinónimo de Huracán. Me considero un laburante del deporte. Es demasiado eso. A medida que pasa el tiempo uno es considerado mejor jugador de lo que fue. Siempre tuvo un rol de liderazgo. Pero todo se debe a una buena relación con los grupos de trabajo”, señaló Pérez Álvarez, con sangre uruguaya por sus venas.

“Por eso el doble apellido. Mis abuelos españoles venían de Cuba y mi padre nace en Uruguay. Allá, anotan sí o sí a los hijos con ambos apellidos”, relató.

El origen

“A mí me trajo un DT llamado Osvaldo Spizzirri, que me ubicó a través de Ernestro Grillo y “Nano” Gandulla, mis técnicos en las inferiores de Boca. Allí estuve en La Candela (NdR: el predio de entrenamiento de la época de Boca), con el “Chino” BenÍtez, Trobbiani, Potente, Suñé. Compartía la semana con gente que idolotraba, yo soy hincha de Boca. Pero el destino no me quiso allí”, comentó.

“Llegué a Trelew en junio de 1976, a pocos meses del inicios de la dictadura militar. No tenía trabajo, había dejado el fútbol a los 17 años por una lesión en la rodilla derecha. Me gustó todo y me quedé”, le comentó Pérez Álvarez a Jornada. Ese, fue el inicio de una innegable trascendencia en la región. Aquí, a base romper redes y de una particular personalidad, logró destacarse en el “Globo” y Racing, ambos de Trelew.

Con la “Academia” y Gaiman disputó Regionales. En ese contexto, evocó a una legión de futbolistas emblemáticos con quienes compartió cancha.

“Gaiman tenía un equipo extraordinario. Racing también. No me quiero olvidar de nadie, porque me tocó compartir vestuario y cancha con enormes jugadores: Volpi, arquero extraordinario, Luis y Hugo Género, René Calderón, Zulkosky, Barreiro”, puntualizó, con un dejo de nostalgia.

“En esa época, había mas fortaleza mas económica, estaba en mejor plano. Pero hubo épocas de mucho deterioro en el país. Nosotros jugábamos y recaudábamos. Actualmente, los clubes salvo excepciones, no pueden hacer una buena recaudación”, resaltó.

“Se ha perdido la pasión institucional en los clubes de marcar líneas y objetivos a largo plazo. Hay que imitar en ese sentido a J.J. Moreno. Además, el futbol local, en los últimos tiempos, está supeditado al fútbol federal. Eso hace que también se lo vea con poco entusiasmo. Los horarios varias veces son incómodos, día de semana, que inhiben y bajan al espectador. A eso se suma el fútbol televisado”, agregó.

Su carrera como DT

Posteriormente, cambió los botines por el buzo de técnico, logrando similar suceso. Tanto en Huracán como en Racing, logró títulos liguistas y participación en los torneos federales de ocasión, con ambas instituciones. No obstante, sus glorias más dulces, son otras.

El cariño

“El afecto que me brindan los chicos es maravilloso. Siento orgullo y emoción. La prioridad deben ser los jóvenes de la gente grande. Me siento satisfecho, se han dado cuenta que no he pensado tanto en mí sino en ellos. Hay que manejarse sobre valores y éticos e incorporárselos al joven”, puntualizó.

“Yo cobijo pero también ellos me cobijan a mí, al responder a los que le pido. Hay ida y vuelta. No hay complicidad, sí compañerismo. Si el tipo a quien dirijo no tuviese algo, yo no podría llegarle. A mí me gusta más la semana que los partidos, es estar con los jugadores. La verdad no sé cómo puedo dejar de hacerlo. Ese es mi lugar en el mundo. Es mi vida”, sentenció el estratega.

El presente

“Ahora estoy en Dolavon, donde Tuvimos que descubrir y caminar caminos nuevos para llegar al jugador a que tomen el espíritu, el oficio de futbolista tal como lo concebimos nosotros. Hemos mantenido los criterios que manejamos. Hemos encontrado un equipo que nos convence. Yo me siento bien. Hubo un aprendizaje mutuo entre ellos y yo. Dolavon es de gente muy noble. Nos ha costado darle lo que ellos necesitaban. Pero siempre confiaron en nosotros. Y lo agradecemos”, finalizó.

El futuro

El recorrido futbolístico continúa para Marcelo Pérez Álvarez. A sus 61 años, lejos está de querer ser un recuerdo inmortalizado en el mármol del fútbol y del deporte regional. El “Loco” pretende imprimirle más combustible a una trayectoria que no quiere dejar descansar. Pérez Álvarez no quiere medallas ni estatuas. Solamente, quiere vivir con la llama encendida de la pasión.

Se conforma con mantener encendida la llama de su pasión, aquella que un día lo trasladó a Chubut para convertirse (aunque él no quiera denominarse así) como una leyenda viviente y activa del deporte, con capítulos pendientes por escribir.

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Pérez Álvarez integró el elenco de Racing de Trelew que sucumbió en la definición del Torneo Regional 1982 ante Deportivo Roca.
22 NOV 2015 - 20:39

Una crisis es una oportunidad”, reza un proverbio chino. Una adversidad puede convertirse en una gran dicha. Lesionado severamente, Marcelo Pérez Álvarez, meditó la posibilidad de dejar el fútbol en su Buenos Aires natal. Sin embargo, aceptó el convite del destino.

En 1976, aceptó una oferta para continuar su carrera en Huracán de Trelew. Y forjó una leyenda deportiva, repleta de gloria. Su motor interno fue una filosofía de vida determinada, con tres pilares determinados- compañerismo, lealtad y honor-, que le han generado un gigante respeto entre los variados futbolistas del ámbito local.

Actualmente, procura acoplar todo su bagaje técnico y conceptual en Dolavon, donde es DT desde el año pasado. Ese presente y su anaquel de pergaminos, no obstante, serían una página en blanco, si en 1976, hubiese emprendido otro rumbo.

“No me considero una leyenda del deporte ni tampoco un sinónimo de Huracán. Me considero un laburante del deporte. Es demasiado eso. A medida que pasa el tiempo uno es considerado mejor jugador de lo que fue. Siempre tuvo un rol de liderazgo. Pero todo se debe a una buena relación con los grupos de trabajo”, señaló Pérez Álvarez, con sangre uruguaya por sus venas.

“Por eso el doble apellido. Mis abuelos españoles venían de Cuba y mi padre nace en Uruguay. Allá, anotan sí o sí a los hijos con ambos apellidos”, relató.

El origen

“A mí me trajo un DT llamado Osvaldo Spizzirri, que me ubicó a través de Ernestro Grillo y “Nano” Gandulla, mis técnicos en las inferiores de Boca. Allí estuve en La Candela (NdR: el predio de entrenamiento de la época de Boca), con el “Chino” BenÍtez, Trobbiani, Potente, Suñé. Compartía la semana con gente que idolotraba, yo soy hincha de Boca. Pero el destino no me quiso allí”, comentó.

“Llegué a Trelew en junio de 1976, a pocos meses del inicios de la dictadura militar. No tenía trabajo, había dejado el fútbol a los 17 años por una lesión en la rodilla derecha. Me gustó todo y me quedé”, le comentó Pérez Álvarez a Jornada. Ese, fue el inicio de una innegable trascendencia en la región. Aquí, a base romper redes y de una particular personalidad, logró destacarse en el “Globo” y Racing, ambos de Trelew.

Con la “Academia” y Gaiman disputó Regionales. En ese contexto, evocó a una legión de futbolistas emblemáticos con quienes compartió cancha.

“Gaiman tenía un equipo extraordinario. Racing también. No me quiero olvidar de nadie, porque me tocó compartir vestuario y cancha con enormes jugadores: Volpi, arquero extraordinario, Luis y Hugo Género, René Calderón, Zulkosky, Barreiro”, puntualizó, con un dejo de nostalgia.

“En esa época, había mas fortaleza mas económica, estaba en mejor plano. Pero hubo épocas de mucho deterioro en el país. Nosotros jugábamos y recaudábamos. Actualmente, los clubes salvo excepciones, no pueden hacer una buena recaudación”, resaltó.

“Se ha perdido la pasión institucional en los clubes de marcar líneas y objetivos a largo plazo. Hay que imitar en ese sentido a J.J. Moreno. Además, el futbol local, en los últimos tiempos, está supeditado al fútbol federal. Eso hace que también se lo vea con poco entusiasmo. Los horarios varias veces son incómodos, día de semana, que inhiben y bajan al espectador. A eso se suma el fútbol televisado”, agregó.

Su carrera como DT

Posteriormente, cambió los botines por el buzo de técnico, logrando similar suceso. Tanto en Huracán como en Racing, logró títulos liguistas y participación en los torneos federales de ocasión, con ambas instituciones. No obstante, sus glorias más dulces, son otras.

El cariño

“El afecto que me brindan los chicos es maravilloso. Siento orgullo y emoción. La prioridad deben ser los jóvenes de la gente grande. Me siento satisfecho, se han dado cuenta que no he pensado tanto en mí sino en ellos. Hay que manejarse sobre valores y éticos e incorporárselos al joven”, puntualizó.

“Yo cobijo pero también ellos me cobijan a mí, al responder a los que le pido. Hay ida y vuelta. No hay complicidad, sí compañerismo. Si el tipo a quien dirijo no tuviese algo, yo no podría llegarle. A mí me gusta más la semana que los partidos, es estar con los jugadores. La verdad no sé cómo puedo dejar de hacerlo. Ese es mi lugar en el mundo. Es mi vida”, sentenció el estratega.

El presente

“Ahora estoy en Dolavon, donde Tuvimos que descubrir y caminar caminos nuevos para llegar al jugador a que tomen el espíritu, el oficio de futbolista tal como lo concebimos nosotros. Hemos mantenido los criterios que manejamos. Hemos encontrado un equipo que nos convence. Yo me siento bien. Hubo un aprendizaje mutuo entre ellos y yo. Dolavon es de gente muy noble. Nos ha costado darle lo que ellos necesitaban. Pero siempre confiaron en nosotros. Y lo agradecemos”, finalizó.

El futuro

El recorrido futbolístico continúa para Marcelo Pérez Álvarez. A sus 61 años, lejos está de querer ser un recuerdo inmortalizado en el mármol del fútbol y del deporte regional. El “Loco” pretende imprimirle más combustible a una trayectoria que no quiere dejar descansar. Pérez Álvarez no quiere medallas ni estatuas. Solamente, quiere vivir con la llama encendida de la pasión.

Se conforma con mantener encendida la llama de su pasión, aquella que un día lo trasladó a Chubut para convertirse (aunque él no quiera denominarse así) como una leyenda viviente y activa del deporte, con capítulos pendientes por escribir.


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