Irán condenó duramente las ejecuciones en Arabia Saudita

Un día después de que Arabia Saudita ejecutara a un reconocido clérigo chiita opositor y que manifestantes de esa rama del islam atacaran las embajadas sauditas en Irán e Irak, el presidente iraní, Hasan Rohani, calificó hoy de "injustificable" el asalto, mientras el Ayatollah, Ali Jamenei, prometió "un castigo divino" por la muerte del clérigo saudita.

03 ENE 2016 - 11:40 | Actualizado

Ayer, en un hecho inesperado, la monarquía conservadora sunnita e islamista de Arabia Saudita ejecutó a 47 condenados a muerte de forma simultánea con sables y fusiles. Las víctimas eran principalmente extremistas sunnitas, muchos de ellos miembros de Al Qaeda, pero también incluyeron a cuatro disidentes chiitas, entre ellos Al Nimr.

El jeque chiita fue una de las caras visibles de las protestas antigubernamentales de 2011 y 2012, inspiradas en los levantamientos conocidos como la Primavera Árabe, que por entonces sacudían a muchos de los países vecinos, inclusive derrocando a longevos gobernantes autoritarios.

Las autoridades sauditas acusaron al jeque Al Nimr de "lanzar una guerra contra Dios" a través de sus críticas feroces a una monarquía que gobierna desde los años 30 uno de los países más ricos en petróleo del mundo y uno de los aliados más incondicionales de Estados Unidos en Medio Oriente.

Anoche cientos de manifestantes iraníes atacaron e incendiaron la embajada saudita en Teherán, la capital, y el consulado saudita de la ciudad de Mashhad en protesta por la ejecución de Nimr Baqir al Nimr, un jeque y líder de una de las familias chiitas más importantes de ese país.

"Antes que nada se considera un insulto al régimen y perjudicial para la reputación de la República Islámica de Irán", sentenció Rohani, un dirigente que desde su asunción a moderado las posiciones y, especialmente, la retórica de Teherán frente al mundo.

El mandatario recordó que los ataques de anoche "causaron daños a la embajada y el consulado de Arabia Saudita que, legitima y legalmente deben estar bajo la protección de la República Islámica de Irán. No es justificable de ningún modo", escribió en un comunicado oficial, reproducido por la agencia de noticias EFE.

Poco después el fiscal de Teherán, Abas Yafari Dolatabadi, informó a la prensa que 40 sospechosos ya habían sido detenidos por el ataque a las sedes diplomáticas sauditas, según la agencia de noticias local Mehr.

Sin embargo, el máximo líder de la República Islámica, el Ayatollah Ali Jamenei, se concentró hoy en repudiar la ejecución de Al Nimr.

"Sin lugar a dudas, el injusto derrame de la sangre de este mártir inocente actuará de forma rápida y los políticos sauditas se enfrentarán a un castigo divino", aseguró Jamenei en un comunicado publicado en su pagina web .

La ejecución de al Nimr fue un "error político del gobierno saudí", concluyó el máximo dirigente de la República Islámica, la potencia regional chiita que desde los años 80 disputa el liderazgo religioso y geopolítico de la región con la monarquía sunnita más poderosa de Medio Oriente, Arabia Saudita.

"Este clérigo oprimido ni alentaba a la gente a un movimiento armado y ni había llevado a cabo una conspiración oculta, sino lo único que hacía era criticar abiertamente", recordó Jamenei, pese a que Irán también ha sido un ejemplo de censura y persecución sistemáticas a la oposición política.

03 ENE 2016 - 11:40

Ayer, en un hecho inesperado, la monarquía conservadora sunnita e islamista de Arabia Saudita ejecutó a 47 condenados a muerte de forma simultánea con sables y fusiles. Las víctimas eran principalmente extremistas sunnitas, muchos de ellos miembros de Al Qaeda, pero también incluyeron a cuatro disidentes chiitas, entre ellos Al Nimr.

El jeque chiita fue una de las caras visibles de las protestas antigubernamentales de 2011 y 2012, inspiradas en los levantamientos conocidos como la Primavera Árabe, que por entonces sacudían a muchos de los países vecinos, inclusive derrocando a longevos gobernantes autoritarios.

Las autoridades sauditas acusaron al jeque Al Nimr de "lanzar una guerra contra Dios" a través de sus críticas feroces a una monarquía que gobierna desde los años 30 uno de los países más ricos en petróleo del mundo y uno de los aliados más incondicionales de Estados Unidos en Medio Oriente.

Anoche cientos de manifestantes iraníes atacaron e incendiaron la embajada saudita en Teherán, la capital, y el consulado saudita de la ciudad de Mashhad en protesta por la ejecución de Nimr Baqir al Nimr, un jeque y líder de una de las familias chiitas más importantes de ese país.

"Antes que nada se considera un insulto al régimen y perjudicial para la reputación de la República Islámica de Irán", sentenció Rohani, un dirigente que desde su asunción a moderado las posiciones y, especialmente, la retórica de Teherán frente al mundo.

El mandatario recordó que los ataques de anoche "causaron daños a la embajada y el consulado de Arabia Saudita que, legitima y legalmente deben estar bajo la protección de la República Islámica de Irán. No es justificable de ningún modo", escribió en un comunicado oficial, reproducido por la agencia de noticias EFE.

Poco después el fiscal de Teherán, Abas Yafari Dolatabadi, informó a la prensa que 40 sospechosos ya habían sido detenidos por el ataque a las sedes diplomáticas sauditas, según la agencia de noticias local Mehr.

Sin embargo, el máximo líder de la República Islámica, el Ayatollah Ali Jamenei, se concentró hoy en repudiar la ejecución de Al Nimr.

"Sin lugar a dudas, el injusto derrame de la sangre de este mártir inocente actuará de forma rápida y los políticos sauditas se enfrentarán a un castigo divino", aseguró Jamenei en un comunicado publicado en su pagina web .

La ejecución de al Nimr fue un "error político del gobierno saudí", concluyó el máximo dirigente de la República Islámica, la potencia regional chiita que desde los años 80 disputa el liderazgo religioso y geopolítico de la región con la monarquía sunnita más poderosa de Medio Oriente, Arabia Saudita.

"Este clérigo oprimido ni alentaba a la gente a un movimiento armado y ni había llevado a cabo una conspiración oculta, sino lo único que hacía era criticar abiertamente", recordó Jamenei, pese a que Irán también ha sido un ejemplo de censura y persecución sistemáticas a la oposición política.


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