Violadores: el banco de datos tiene sólo el 20% de los ADN de condenados

Es porque en al menos 150 casos los fallos no están firmes. También hay tardanzas burocráticas en recibir la muestra.

03 ENE 2016 - 22:18 | Actualizado

Por Rolando Tobarez / Twitter: @rtobarez

Aunque ya posee 177 muestras, el Registro de Datos Genéticos del Poder Judicial de Chubut posee apenas el 20 por ciento de los ADN de violadores condenados. El dato lo reveló la directora de la Oficina de Registros Judiciales, Alicia Pugh.

Sucede, por un lado, que en Chubut hay unas 150 condenas por este delito que no están firmes. Recién cuando lo estén, el ADN de esos culpables llegará al banco de datos. Aunque esos fallos sean impugnados se presume que no serán absueltos ya que rara vez un delito sexual se revierte en una apelación. A lo sumo cambia la pena. Por otro lado, el 60 por ciento de las causas que sí están firmes todavía no aportaron la muestra de ADN al Registro de violadores, por tardanza propias del sistema.

Si se suman los 150 expedientes en los que muy probablemente la culpabilidad se confirme gracias a la prueba científica, más el 60 por ciento cuyo material genético no está disponible culpa de la burocracia, se tiene que el Registro tiene un porcentaje bajo con relación a lo que debería.

Pugh explicó que incluso, alguna de esas 150 condenas puede que ya estén firmes pero esa constancia no llegó a la Oficina. “Por ejemplo, si queda firme en el Superior Tribunal de Justicia y luego devuelve la causa a la Oficina Judicial y a la Secretaria de Ejecución y allí se empieza a ejecutar la pena, ahí tenemos un lapso importante donde la causa ya está firme y no tengo constancia”. Además hay expedientes más antiguos en los que por dificultades en los sistemas o porque el proceso informático no está tan automatizado, todavía manualmente no se informó que el fallo está firme.

-¿En su Oficina cuándo consideran que está firme?

-Sucede que un gran porcentaje queda firme en el STJ, pero después queda una instancia más que es la Corte Suprema de Justicia de la Nación y no siempre tomamos conocimiento desde el sistema judicial de que se presentó un recurso de queja allí, porque eso sale del circuito, es un recurso extraordinario aparte y no corre con la causa. El condenado presenta un recurso de queja en la Corte. Si se lo acepta entonces no está firme, pero no siempre se sabe, al menos dentro de nuestro circuito normal de información.

Que una sentencia quede firme también depende de la perseverancia del imputado para apelar ante instancias superiores. Puede suceder que la condena a un violador quede firme ante la Cámara en lo Penal y el acusado no insista ante el Superior.

“La gran mayoría de las causas quedan firmes enseguida porque son juicios abreviados –explicó Pugh-; si es abreviado tiene la conformidad del fiscal y del damnificado, el juez dicta la pena y ya está, no se recurre”.

Si la condena por abuso sexual fue en un debate en juicio oral y público, y la Cámara confirma o modifica la pena, también el proceso suele terminar ahí. “La gente condenada por abuso sexual lo que más cuida es la exposición pública; prefieren acordar en un abreviado o con la sentencia de primera instancia que seguir expuestos al escarnio público y eterno. Prefieren que no se sepa”. No pasa lo mismo, por ejemplo, con los delitos económicos o patrimoniales, cuyos imputados suelen escalar hasta la última instancia de apelación posible.

“Estadísticamente podemos ver en los datos que si hay un ADN con un porcentaje de certeza de que el imputado es el abusador, el acusado no llega a ninguna instancia porque es una prueba contundente. Es un dato objetivo: si se logra hacer un ADN desde el principio, no se discute más. La prueba científica condena antes de entrar a debate”.

En cuanto al 60 por ciento de condenas firmes cuya muestra de ADN aún no llegó al Registro, su envío depende de los jueces de ejecución y de las oficinas judiciales. Esto implica que de cada diez abusadores con condena firme, el Registro sólo cuenta con la información de cuatro.

“No los tenemos y los operadores judiciales se van a enojar, pero es cierto –explicó-; los vamos teniendo con demora, a medida que tenemos los viejos aparecen sentencias nuevas, entonces si bien vamos achicando la brecha, falta que el sistema nos mande más”.

Pugh graficó que “hay oficinas que mandan más, otras menos; hay cuerpos médicos que se activan más rápido y toman las muestras y otros que duermen y no las mandan”.

-¿Quién lo tiene que mandar?

-El juez de ejecución de la pena. A veces la muestra está sacada y es más fácil de tener. Pero cuando no, el juez de ejecución debe disponer la extracción de la muestra por parte del cuerpo médico, que se la manda al CENPAT, que nos la remite. Es el margen de trabajo que no está sistematizado, no está incorporado que los jueces de ejecución lo hagan.

-¿Por qué?

-Hay un problema serio con los jueces de ejecución. Son rotativos en el cargo y en Chubut duran un año. Eso hace que un juez que estaba y sigue estando de juez de garantías pasa a ser ejecutor de la pena. Hasta que conoce las carpetas, individualiza las causas donde faltan determinados acciones, soluciona las audiencias de habeas corpus y demás problemas, se demora. Es un tema que en Chubut no se está trabajando bien y todos los jueces asumen que es muy difícil seguir trabajando con la ejecución así. También hay mala distribución de tareas en esos jueces.

Riesgo

Que el Registro no cuente con las muestras de ADN es un riesgo. Lo demuestra el caso de Miguel Pallalaf, el violador de Yasmín Chacoma en Comodoro Rivadavia. Su rastro genético fue descubierto casi de casualidad.

“Pallalaf estaba en la base de datos porque nos impusimos como modalidad de trabajo con la creación del Registro ir a los archivos y buscar en todas las causas las conclusiones de ADN que ya estuvieran, fotocopiarlas y traerlas. Sólo por eso estaba Pallalaf; el dato no me lo mandó ningún juez, lo obtuve yo sola”. En la primera etapa de creación del Registro los datos se buscaban así, artesanalmente, yendo al archivo de causas en papel para tener información. “Los primeros 30 ADN que tuvimos en la base de datos fueron así, y entre ellos estaba Pallalaf”.

-¿Cómo se hace para tener más muestras?

-Si en todas las condenas por abuso el juez dispone que se ordene la muestra, ahorramos un paso. Podría ser una medida ya en la parte dispositiva de la primera condena, que igual no estará firme por un tiempo. Y si los jueces de ejecución tuviesen un mecanismo más ordenado o ejecutando la disposición que ya estaría en el fallo. Hoy, en las sentencias se ordena mecánicamente informar al Registro Nacional de Reincidencia y nadie lo pone en duda. De la misma manera debiera en la primera sentencia disponer tomar la muestra y elevarla al Registro.

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03 ENE 2016 - 22:18

Por Rolando Tobarez / Twitter: @rtobarez

Aunque ya posee 177 muestras, el Registro de Datos Genéticos del Poder Judicial de Chubut posee apenas el 20 por ciento de los ADN de violadores condenados. El dato lo reveló la directora de la Oficina de Registros Judiciales, Alicia Pugh.

Sucede, por un lado, que en Chubut hay unas 150 condenas por este delito que no están firmes. Recién cuando lo estén, el ADN de esos culpables llegará al banco de datos. Aunque esos fallos sean impugnados se presume que no serán absueltos ya que rara vez un delito sexual se revierte en una apelación. A lo sumo cambia la pena. Por otro lado, el 60 por ciento de las causas que sí están firmes todavía no aportaron la muestra de ADN al Registro de violadores, por tardanza propias del sistema.

Si se suman los 150 expedientes en los que muy probablemente la culpabilidad se confirme gracias a la prueba científica, más el 60 por ciento cuyo material genético no está disponible culpa de la burocracia, se tiene que el Registro tiene un porcentaje bajo con relación a lo que debería.

Pugh explicó que incluso, alguna de esas 150 condenas puede que ya estén firmes pero esa constancia no llegó a la Oficina. “Por ejemplo, si queda firme en el Superior Tribunal de Justicia y luego devuelve la causa a la Oficina Judicial y a la Secretaria de Ejecución y allí se empieza a ejecutar la pena, ahí tenemos un lapso importante donde la causa ya está firme y no tengo constancia”. Además hay expedientes más antiguos en los que por dificultades en los sistemas o porque el proceso informático no está tan automatizado, todavía manualmente no se informó que el fallo está firme.

-¿En su Oficina cuándo consideran que está firme?

-Sucede que un gran porcentaje queda firme en el STJ, pero después queda una instancia más que es la Corte Suprema de Justicia de la Nación y no siempre tomamos conocimiento desde el sistema judicial de que se presentó un recurso de queja allí, porque eso sale del circuito, es un recurso extraordinario aparte y no corre con la causa. El condenado presenta un recurso de queja en la Corte. Si se lo acepta entonces no está firme, pero no siempre se sabe, al menos dentro de nuestro circuito normal de información.

Que una sentencia quede firme también depende de la perseverancia del imputado para apelar ante instancias superiores. Puede suceder que la condena a un violador quede firme ante la Cámara en lo Penal y el acusado no insista ante el Superior.

“La gran mayoría de las causas quedan firmes enseguida porque son juicios abreviados –explicó Pugh-; si es abreviado tiene la conformidad del fiscal y del damnificado, el juez dicta la pena y ya está, no se recurre”.

Si la condena por abuso sexual fue en un debate en juicio oral y público, y la Cámara confirma o modifica la pena, también el proceso suele terminar ahí. “La gente condenada por abuso sexual lo que más cuida es la exposición pública; prefieren acordar en un abreviado o con la sentencia de primera instancia que seguir expuestos al escarnio público y eterno. Prefieren que no se sepa”. No pasa lo mismo, por ejemplo, con los delitos económicos o patrimoniales, cuyos imputados suelen escalar hasta la última instancia de apelación posible.

“Estadísticamente podemos ver en los datos que si hay un ADN con un porcentaje de certeza de que el imputado es el abusador, el acusado no llega a ninguna instancia porque es una prueba contundente. Es un dato objetivo: si se logra hacer un ADN desde el principio, no se discute más. La prueba científica condena antes de entrar a debate”.

En cuanto al 60 por ciento de condenas firmes cuya muestra de ADN aún no llegó al Registro, su envío depende de los jueces de ejecución y de las oficinas judiciales. Esto implica que de cada diez abusadores con condena firme, el Registro sólo cuenta con la información de cuatro.

“No los tenemos y los operadores judiciales se van a enojar, pero es cierto –explicó-; los vamos teniendo con demora, a medida que tenemos los viejos aparecen sentencias nuevas, entonces si bien vamos achicando la brecha, falta que el sistema nos mande más”.

Pugh graficó que “hay oficinas que mandan más, otras menos; hay cuerpos médicos que se activan más rápido y toman las muestras y otros que duermen y no las mandan”.

-¿Quién lo tiene que mandar?

-El juez de ejecución de la pena. A veces la muestra está sacada y es más fácil de tener. Pero cuando no, el juez de ejecución debe disponer la extracción de la muestra por parte del cuerpo médico, que se la manda al CENPAT, que nos la remite. Es el margen de trabajo que no está sistematizado, no está incorporado que los jueces de ejecución lo hagan.

-¿Por qué?

-Hay un problema serio con los jueces de ejecución. Son rotativos en el cargo y en Chubut duran un año. Eso hace que un juez que estaba y sigue estando de juez de garantías pasa a ser ejecutor de la pena. Hasta que conoce las carpetas, individualiza las causas donde faltan determinados acciones, soluciona las audiencias de habeas corpus y demás problemas, se demora. Es un tema que en Chubut no se está trabajando bien y todos los jueces asumen que es muy difícil seguir trabajando con la ejecución así. También hay mala distribución de tareas en esos jueces.

Riesgo

Que el Registro no cuente con las muestras de ADN es un riesgo. Lo demuestra el caso de Miguel Pallalaf, el violador de Yasmín Chacoma en Comodoro Rivadavia. Su rastro genético fue descubierto casi de casualidad.

“Pallalaf estaba en la base de datos porque nos impusimos como modalidad de trabajo con la creación del Registro ir a los archivos y buscar en todas las causas las conclusiones de ADN que ya estuvieran, fotocopiarlas y traerlas. Sólo por eso estaba Pallalaf; el dato no me lo mandó ningún juez, lo obtuve yo sola”. En la primera etapa de creación del Registro los datos se buscaban así, artesanalmente, yendo al archivo de causas en papel para tener información. “Los primeros 30 ADN que tuvimos en la base de datos fueron así, y entre ellos estaba Pallalaf”.

-¿Cómo se hace para tener más muestras?

-Si en todas las condenas por abuso el juez dispone que se ordene la muestra, ahorramos un paso. Podría ser una medida ya en la parte dispositiva de la primera condena, que igual no estará firme por un tiempo. Y si los jueces de ejecución tuviesen un mecanismo más ordenado o ejecutando la disposición que ya estaría en el fallo. Hoy, en las sentencias se ordena mecánicamente informar al Registro Nacional de Reincidencia y nadie lo pone en duda. De la misma manera debiera en la primera sentencia disponer tomar la muestra y elevarla al Registro.


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