Hay que salvar el Torneo Federal

Los equipos de la Patagonia son los más perjudicados. A las grandes distancias y los altos costos, se le agrega el desprecio de los representantes de Ligas al norte del Colorado que no quieren venir a jugar. Hay maltratos y desigualdades por parte de la AFA que tiene que bajar subsidios a los clubes.

La AFA debe destinar fondos y financiar el torneo más integrador del país. Con el actual esquema, los clubes morirán indefectiblemente.
13 ENE 2016 - 21:22 | Actualizado

La AFA ha puesto toda su atención en un gravísimo problema: el Campeonato Nacional 1975. Ya se sabe que el torneo se dividirá en dos zonas de 16 equipos cada una. A los que se agregan los 20 equipos metropolitanos. De ese total, como se deduce, hay 12 equipos movibles: 6 que van al interior y otros 6 del interior que vienen a la Capital, Rosario, La Plata o Santa Fe. Decirlo así –aunque parezca simple- ya está sugiriendo un complejísimo movimiento. Y este movimiento tiene un único y fundamental sustento: el dinero. Vale la pena que sigamos hablando de cifras. Hoy en día mover un equipo de Córdoba –plaza que por su ubicación no es de las más caras- significa para Belgrano o Talleres gastar 254.000 pesos viejos por persona para viajar en avión a la Capital. Multiplicado por 25 –número promedio que compone una delegación- representan 6.350.000 pesos por partido fuera de su cancha, lo que debe agregar comidas, meriendas, micros, hotel y otros gastos comunes. Además, obviamente, los sueldos y los premios. Esto para un equipo cordobés. Para Gimnasia y Esgrima de Jujuy o Bartolomé Mitre de Posadas o Cipolletti de Río Negro, ese gasto el del traslado- habrá que incrementarlo en casi medio millón más por viaje.

Para no abundar en cifras que mareen, digamos que el Nacional costará aproximadamente unos dos mil millones cien mil pesos. Y la sola mención de este costo está provocando un estudio para saber si se puede llevar a cabo el campeonato. Habrá muchos recursos para subsidiarlo: el año pasado, por ejemplo, se vendieron 125.000 entradas por fecha, de donde se dedujo el 25% para un fondo fijo que permitiera el mantenimiento del torneo. A 3.200 pesos viejos cada boleto, suponiendo que este se venda más o menos lo mismo, no alcanzará para sobrellevar el gasto demandado. ¿Y entonces? Si el PRODE es un producto del fútbol, el PRODE debe servir para que el fútbol viva. Allí puede estar la solución. Que es como decir un aporte de los fondos del PRODE –Brasil lo hace con su prolongado y complejo campeonato nacional- para que el campeonato pueda realizarse. Si el subsidio no viene por ese lado, pensamos que la AFA chocará contra una muralla inexpugnable. El punto muerto o girar alrededor de un círculo vicioso es, a esta altura, una actitud negativa. El Campeonato Nacional es, por sobre todas las cosas, un movimiento futbolístico de integración. Es el país futbolístico que se une a la competición. Es el cultivo de los valores que salen a la luz –y si no ahí está la selección del interior que formó Menotti con resultados magníficos- y es, además, un campeonato sólidamente identificado con los aficionados de todo el país. La consigna es salvarlo. El PRODE tiene los fondos; la AFA, la instrumentación; todos, las ganas de que se salve”.

Esta editorial denominada “Hay que salvar al Nacional” fue realizada en el Nº 2.909 del 9 de julio de 1975 en la legendaria revista “El Gráfico” y escrita por su director editorial, Carlos Fontanarrosa y si bien la historia monetaria y el incentivo del PRODE no son los mismos en estos tiempos modernos, el debate sigue siendo el mismo a pesar que ya pasaron 40 años. El Nacional de ese año lo ganó River, obteniendo el bicampeonato y participaron 32 equipos. Veinte directamente afiliados a la AFA y 12 indirectos y divididos en cuatro grupos a doble rueda y un interzonal. Por la Región Patagónica, jugó Cipolletti de Río Negro.

Insostenible

Lo concreto es que la dura realidad que viven los clubes indirectamente afiliados repercute violenta y perjudicialmente en su voluntad de participar en los denominados Torneos Federales, que de Federales no tienen nada. Altísimos costos en viajes, arbitrajes, controles antidopaje que muchas veces no se hacen, veedores afistas, sueldos y premios y pésimos arbitrajes, conspiran contra aquella entidad que efectúa desesperados esfuerzos para participar de un certamen que, a todas luces, es deficitario y con escaso interés por parte de las autoridades futbolísticas nacionales que, más allá de las promesas, no hacen demasiado para que esa triste realidad cambie.

Federal B

El caso más emblemático es el Federal B, en donde 40 equipos se bajaron del primer certamen del semestre llamado “Transición” donde iba a haber sólo dos ascensos. Considerado el “hijo bobo” de la AFA porque es el que más dinero hace ingresar al Consejo Federal y no vuelve nada, la mayoría de las instituciones se plantean si vale la pena participar de este campeonato que tiene más espinas que rosas. Desde más allá del río Colorado no quieren jugar contra los equipos patagónicos, como si la distancia de una u otra región no fuera la misma y a pesar de los ingentes esfuerzos (Estados provinciales mediante) de la dirigencia regional, desde los cómodos sillones del edificio de la calle Viamonte poco o nada hacen para cambiar una patética realidad: El torneo Federal B es la historia de Sísifo, aquel rey de Corinto que en la mitología griega había sido castigado para toda la eternidad llevando una piedra hasta la cima de una montaña, y antes de llegar, la piedra volvía a rodar hacia abajo, repitiendo una y otra vez el frustrante proceso.

No puede ser que una minoría ilustrada tenga razón frente a una mayoría que nunca se unifica y se muestra insensible, anárquica, desmemoriada y oportunista y ello es lo que sucede en estos certámenes. Con una zanahoria delante, sólo permite recaudar más al ente mayor del balompié nacional, sin que nada de ese dinero fluya para esos clubes del interior profundo como lo llamaba la expresidente Cristina Fernández de Kirchner y que han sido, históricamente, parte medular del nacimiento, desarrollo y éxito del bendito fútbol argentino, cuyo libro tiene páginas y páginas de gloria y ceniza, como castigados por su lejanía con el centro neurálgico de las decisiones importantes, generando una historia repetida hasta el hartazgo.

Trato desigual

La AFA no son sólo Boca, River, Independiente, Racing o San Lorenzo para nombrar a los llamados “Cinco Grandes” o las caricias no son exclusivamente a los directamente afiliados (es brutal la diferencia de trato y ayuda financiera que existen entre los equipos de las Primeras B y C Metropolitanas con los Federales). Es hora que los representantes delegados del fútbol “chacarero”, tal como lo expresara Julio Humberto Grondona, aquel que eliminara los inolvidables Torneos Nacionales por deficitarios tras 19 ediciones y donde 60 equipos de ligas locales intervinieron con disímiles performances, se pongan los pantalones largos y exijan la devolución de subsidios o reintegros si queremos un fútbol integrado desde Ushuaia a La Quiaca y de la cordillera de Los Andes al Océano Atlántico, caso contrario sólo pasarán a la historia como meros escribanos que avalaron una vergonzosa elección donde se empató en 38 votos cuando habían 75 delegados.

Ojalá que en sus momentos de reflexión, el fútbol del interior haya dejado de buscar culpables y se haya señalado, a sí mismo, como el único arquitecto de su destino. Si lo logra, habrá conseguido algo muy importante. Nada menos que la verdad. Caso contrario, no merecerá, siquiera, el desprecio, que fustiga a los perversos, mucho menos la apología, reservada a los virtuosos.

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La AFA debe destinar fondos y financiar el torneo más integrador del país. Con el actual esquema, los clubes morirán indefectiblemente.
13 ENE 2016 - 21:22

La AFA ha puesto toda su atención en un gravísimo problema: el Campeonato Nacional 1975. Ya se sabe que el torneo se dividirá en dos zonas de 16 equipos cada una. A los que se agregan los 20 equipos metropolitanos. De ese total, como se deduce, hay 12 equipos movibles: 6 que van al interior y otros 6 del interior que vienen a la Capital, Rosario, La Plata o Santa Fe. Decirlo así –aunque parezca simple- ya está sugiriendo un complejísimo movimiento. Y este movimiento tiene un único y fundamental sustento: el dinero. Vale la pena que sigamos hablando de cifras. Hoy en día mover un equipo de Córdoba –plaza que por su ubicación no es de las más caras- significa para Belgrano o Talleres gastar 254.000 pesos viejos por persona para viajar en avión a la Capital. Multiplicado por 25 –número promedio que compone una delegación- representan 6.350.000 pesos por partido fuera de su cancha, lo que debe agregar comidas, meriendas, micros, hotel y otros gastos comunes. Además, obviamente, los sueldos y los premios. Esto para un equipo cordobés. Para Gimnasia y Esgrima de Jujuy o Bartolomé Mitre de Posadas o Cipolletti de Río Negro, ese gasto el del traslado- habrá que incrementarlo en casi medio millón más por viaje.

Para no abundar en cifras que mareen, digamos que el Nacional costará aproximadamente unos dos mil millones cien mil pesos. Y la sola mención de este costo está provocando un estudio para saber si se puede llevar a cabo el campeonato. Habrá muchos recursos para subsidiarlo: el año pasado, por ejemplo, se vendieron 125.000 entradas por fecha, de donde se dedujo el 25% para un fondo fijo que permitiera el mantenimiento del torneo. A 3.200 pesos viejos cada boleto, suponiendo que este se venda más o menos lo mismo, no alcanzará para sobrellevar el gasto demandado. ¿Y entonces? Si el PRODE es un producto del fútbol, el PRODE debe servir para que el fútbol viva. Allí puede estar la solución. Que es como decir un aporte de los fondos del PRODE –Brasil lo hace con su prolongado y complejo campeonato nacional- para que el campeonato pueda realizarse. Si el subsidio no viene por ese lado, pensamos que la AFA chocará contra una muralla inexpugnable. El punto muerto o girar alrededor de un círculo vicioso es, a esta altura, una actitud negativa. El Campeonato Nacional es, por sobre todas las cosas, un movimiento futbolístico de integración. Es el país futbolístico que se une a la competición. Es el cultivo de los valores que salen a la luz –y si no ahí está la selección del interior que formó Menotti con resultados magníficos- y es, además, un campeonato sólidamente identificado con los aficionados de todo el país. La consigna es salvarlo. El PRODE tiene los fondos; la AFA, la instrumentación; todos, las ganas de que se salve”.

Esta editorial denominada “Hay que salvar al Nacional” fue realizada en el Nº 2.909 del 9 de julio de 1975 en la legendaria revista “El Gráfico” y escrita por su director editorial, Carlos Fontanarrosa y si bien la historia monetaria y el incentivo del PRODE no son los mismos en estos tiempos modernos, el debate sigue siendo el mismo a pesar que ya pasaron 40 años. El Nacional de ese año lo ganó River, obteniendo el bicampeonato y participaron 32 equipos. Veinte directamente afiliados a la AFA y 12 indirectos y divididos en cuatro grupos a doble rueda y un interzonal. Por la Región Patagónica, jugó Cipolletti de Río Negro.

Insostenible

Lo concreto es que la dura realidad que viven los clubes indirectamente afiliados repercute violenta y perjudicialmente en su voluntad de participar en los denominados Torneos Federales, que de Federales no tienen nada. Altísimos costos en viajes, arbitrajes, controles antidopaje que muchas veces no se hacen, veedores afistas, sueldos y premios y pésimos arbitrajes, conspiran contra aquella entidad que efectúa desesperados esfuerzos para participar de un certamen que, a todas luces, es deficitario y con escaso interés por parte de las autoridades futbolísticas nacionales que, más allá de las promesas, no hacen demasiado para que esa triste realidad cambie.

Federal B

El caso más emblemático es el Federal B, en donde 40 equipos se bajaron del primer certamen del semestre llamado “Transición” donde iba a haber sólo dos ascensos. Considerado el “hijo bobo” de la AFA porque es el que más dinero hace ingresar al Consejo Federal y no vuelve nada, la mayoría de las instituciones se plantean si vale la pena participar de este campeonato que tiene más espinas que rosas. Desde más allá del río Colorado no quieren jugar contra los equipos patagónicos, como si la distancia de una u otra región no fuera la misma y a pesar de los ingentes esfuerzos (Estados provinciales mediante) de la dirigencia regional, desde los cómodos sillones del edificio de la calle Viamonte poco o nada hacen para cambiar una patética realidad: El torneo Federal B es la historia de Sísifo, aquel rey de Corinto que en la mitología griega había sido castigado para toda la eternidad llevando una piedra hasta la cima de una montaña, y antes de llegar, la piedra volvía a rodar hacia abajo, repitiendo una y otra vez el frustrante proceso.

No puede ser que una minoría ilustrada tenga razón frente a una mayoría que nunca se unifica y se muestra insensible, anárquica, desmemoriada y oportunista y ello es lo que sucede en estos certámenes. Con una zanahoria delante, sólo permite recaudar más al ente mayor del balompié nacional, sin que nada de ese dinero fluya para esos clubes del interior profundo como lo llamaba la expresidente Cristina Fernández de Kirchner y que han sido, históricamente, parte medular del nacimiento, desarrollo y éxito del bendito fútbol argentino, cuyo libro tiene páginas y páginas de gloria y ceniza, como castigados por su lejanía con el centro neurálgico de las decisiones importantes, generando una historia repetida hasta el hartazgo.

Trato desigual

La AFA no son sólo Boca, River, Independiente, Racing o San Lorenzo para nombrar a los llamados “Cinco Grandes” o las caricias no son exclusivamente a los directamente afiliados (es brutal la diferencia de trato y ayuda financiera que existen entre los equipos de las Primeras B y C Metropolitanas con los Federales). Es hora que los representantes delegados del fútbol “chacarero”, tal como lo expresara Julio Humberto Grondona, aquel que eliminara los inolvidables Torneos Nacionales por deficitarios tras 19 ediciones y donde 60 equipos de ligas locales intervinieron con disímiles performances, se pongan los pantalones largos y exijan la devolución de subsidios o reintegros si queremos un fútbol integrado desde Ushuaia a La Quiaca y de la cordillera de Los Andes al Océano Atlántico, caso contrario sólo pasarán a la historia como meros escribanos que avalaron una vergonzosa elección donde se empató en 38 votos cuando habían 75 delegados.

Ojalá que en sus momentos de reflexión, el fútbol del interior haya dejado de buscar culpables y se haya señalado, a sí mismo, como el único arquitecto de su destino. Si lo logra, habrá conseguido algo muy importante. Nada menos que la verdad. Caso contrario, no merecerá, siquiera, el desprecio, que fustiga a los perversos, mucho menos la apología, reservada a los virtuosos.


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