Murió el cineasta galo Jacques Rivette

El cineasta francés Jacques Rivette, quien perteneció al movimiento de la "nouvelle vague", murió hoy a los 87 años, según destacó la agencia DPA.

29 ENE 2016 - 10:32 | Actualizado

El cineasta francés Jacques Rivette, una de las principales figuras de la Nouvelle Vague, a veces opacado por figuras más activas como Jean-Luc Gordard, François Truffaut y Claude Chabrol, falleció hoy en París a los 87 años, informó la prensa gala.

Nacido Pierre Louis Rivette en la ciudad de Rouen, el 1 de marzo de 1928, se fascinó desde pequeño por el cine que veía en los pocos cines que había en su comunidad, donde se nutrió de las comedias de Hollywood y comenzó a admirar a su coterráneo Jean Renoir, lo que lo llevó a fundar en su primera juventud un cineclub en su ciudad natal.

Alumno de la Sorbona, en París, y frecuentador de los cafés intelectuales de la segunda posguerra, donde conoció al futuro realizador Éric Rohmer, con el que fundaron en 1950 la revista "La gazette du cinéma", primer paso para integrarse a la redacción de "Cahiers du cinéma", donde ya figuraban Truffaut y Godard y de la que más tarde fue redactor jefe.

Como cineasta e integrante de la Nouvelle Vague, un movimiento característico de fines de los 50 y principios de los 60, heredero del neorrealismo italiano y coetáneo del el Free Cinema británico y otras movidas en el Este europeo, supo interpretar el aire de ese tiempo con un tipo de narración muy personal, donde lo artístico y lo técnico se diferenciaban de lo normal, como se vio en "Paris nos pertenece" (Paris nous appartient), que comenzó en 1958 y terminó en 1961.

Ya había rodado un puñado de cortos, todos en el emblemático blanco y negro de los intelectuales, a partir de "Aux quatre coins", de 1949, en los que se notaba una búsqueda no muy diferenciada de las de sus amigos y colegas, pero caracterizada por rumbos laberínticos, algún artificio teatral y una manifiesta oscuridad.

Mientras Truffaut y Godard rodaban "Los mocosos", "Los 400 golpes", "Disparen sobre el pianista" y "Jules y Jim" el primero y "Sin aliento", "Una mujer es una mujer" y "Vivir su vida", el segundo, Rivette tuvo que esperar a 1966 para realizar "La religiosa", sobre Diderot, ya en colores, con la diva Anna Karina y algunas escenas que motivaron su prohibición en Francia y otros países, porque mostraba ciertos modales entre las monjas de un convento que se suponían inapropiados.

Esa censura alcanzó al Río de la Plata y en la Argentina se conoció a principios de los años 70, un tanto porque además de las repercusiones judiciales que pusieron a Rivette en una situación que nunca había imaginado, su fama se hinchó porque el filme terminó aclamado por los jóvenes del Mayo francés, que lo tomaron como referente por su osadía.

Alejado de toda tentación comercial, a la que sus colegas de movimiento hicieron algunos guiños -hay que agregar a Louis Malle, al incalificable Alain Resnais, a la lírica Agnès Varda y al oportunista Roger Vadim-, el director fallecido tuvo al cine como elemento de investigación, incluso al no preocuparse demasiado por el público.

"El amor loco" (L'amour fou), de 1969, duraba nada menos que 252 minutos y "Out 1, Noli me tangere", de 1970, obligaba a estar 12 horas y nueve minutos pegado a la butaca: en el primer caso para narrar las desavenencias de un director y una actriz, pareja en la vida real, arriba y abajo del escenario, y en el segundo caso para fomentar el encuentro de dos marginales tras el fogueo revolucionario de Mayo y la confusión entre revolución y terrorismo.

Con esas premisas se fue alejando de ese público al que lo unía indiferencia mutua y sin embargo siguió filmando; hizo "Céline et Julie von on bateau" (1974), "Le pont du Nord" (1981), con Bulle Ogier, Pascale Ogier y Pierre Clémenti, "L'amour par terre" (1984), con Jane Birkin y Geraldine Chaplin, "La belle noiseuse" (1991), con Michel Piccoli, Birkin y Emmanuelle Béart, "Juana de Arco" (1996), con Sandrinne Bonnaire y André Marco, y la postrera "36 vues du Pic Saint Loup" (2009), con Birkin y Sergio Castellitto, entre otros títulos, pero la mayoría no se vio fuera de Francia y muchos cinéfilos dudaban sobre ese director tan particular aún vivía o no.

29 ENE 2016 - 10:32

El cineasta francés Jacques Rivette, una de las principales figuras de la Nouvelle Vague, a veces opacado por figuras más activas como Jean-Luc Gordard, François Truffaut y Claude Chabrol, falleció hoy en París a los 87 años, informó la prensa gala.

Nacido Pierre Louis Rivette en la ciudad de Rouen, el 1 de marzo de 1928, se fascinó desde pequeño por el cine que veía en los pocos cines que había en su comunidad, donde se nutrió de las comedias de Hollywood y comenzó a admirar a su coterráneo Jean Renoir, lo que lo llevó a fundar en su primera juventud un cineclub en su ciudad natal.

Alumno de la Sorbona, en París, y frecuentador de los cafés intelectuales de la segunda posguerra, donde conoció al futuro realizador Éric Rohmer, con el que fundaron en 1950 la revista "La gazette du cinéma", primer paso para integrarse a la redacción de "Cahiers du cinéma", donde ya figuraban Truffaut y Godard y de la que más tarde fue redactor jefe.

Como cineasta e integrante de la Nouvelle Vague, un movimiento característico de fines de los 50 y principios de los 60, heredero del neorrealismo italiano y coetáneo del el Free Cinema británico y otras movidas en el Este europeo, supo interpretar el aire de ese tiempo con un tipo de narración muy personal, donde lo artístico y lo técnico se diferenciaban de lo normal, como se vio en "Paris nos pertenece" (Paris nous appartient), que comenzó en 1958 y terminó en 1961.

Ya había rodado un puñado de cortos, todos en el emblemático blanco y negro de los intelectuales, a partir de "Aux quatre coins", de 1949, en los que se notaba una búsqueda no muy diferenciada de las de sus amigos y colegas, pero caracterizada por rumbos laberínticos, algún artificio teatral y una manifiesta oscuridad.

Mientras Truffaut y Godard rodaban "Los mocosos", "Los 400 golpes", "Disparen sobre el pianista" y "Jules y Jim" el primero y "Sin aliento", "Una mujer es una mujer" y "Vivir su vida", el segundo, Rivette tuvo que esperar a 1966 para realizar "La religiosa", sobre Diderot, ya en colores, con la diva Anna Karina y algunas escenas que motivaron su prohibición en Francia y otros países, porque mostraba ciertos modales entre las monjas de un convento que se suponían inapropiados.

Esa censura alcanzó al Río de la Plata y en la Argentina se conoció a principios de los años 70, un tanto porque además de las repercusiones judiciales que pusieron a Rivette en una situación que nunca había imaginado, su fama se hinchó porque el filme terminó aclamado por los jóvenes del Mayo francés, que lo tomaron como referente por su osadía.

Alejado de toda tentación comercial, a la que sus colegas de movimiento hicieron algunos guiños -hay que agregar a Louis Malle, al incalificable Alain Resnais, a la lírica Agnès Varda y al oportunista Roger Vadim-, el director fallecido tuvo al cine como elemento de investigación, incluso al no preocuparse demasiado por el público.

"El amor loco" (L'amour fou), de 1969, duraba nada menos que 252 minutos y "Out 1, Noli me tangere", de 1970, obligaba a estar 12 horas y nueve minutos pegado a la butaca: en el primer caso para narrar las desavenencias de un director y una actriz, pareja en la vida real, arriba y abajo del escenario, y en el segundo caso para fomentar el encuentro de dos marginales tras el fogueo revolucionario de Mayo y la confusión entre revolución y terrorismo.

Con esas premisas se fue alejando de ese público al que lo unía indiferencia mutua y sin embargo siguió filmando; hizo "Céline et Julie von on bateau" (1974), "Le pont du Nord" (1981), con Bulle Ogier, Pascale Ogier y Pierre Clémenti, "L'amour par terre" (1984), con Jane Birkin y Geraldine Chaplin, "La belle noiseuse" (1991), con Michel Piccoli, Birkin y Emmanuelle Béart, "Juana de Arco" (1996), con Sandrinne Bonnaire y André Marco, y la postrera "36 vues du Pic Saint Loup" (2009), con Birkin y Sergio Castellitto, entre otros títulos, pero la mayoría no se vio fuera de Francia y muchos cinéfilos dudaban sobre ese director tan particular aún vivía o no.


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