Oscar Ebene, la leyenda del artesano

El taller es su vida. Es su hogar, su pan, su pasado y su futuro. Es su bálsamo y su calvario, su cielo y su infierno, su infancia y su madurez, sus amigos y sus hijos. En ese mundo de pinzas, calibres y destornilladores, descansan sus recuerdos y se proyectan sus utopías.

El motor de su vida. Oscar Ubaldo Ebene en su ámbito, el taller. Desde allí se gestó una historia de éxitos ligada siempre al automovilismo .
14 MAY 2016 - 21:24 | Actualizado

Por Esteban Gallo

La vida de Oscar Ubaldo Ebene se escribe en ese universo de fierros intimidantes que él moldea con manos de orfebre. Es un maestro con todas las letras, un innovador en permanente movimiento, un artista que hizo de su taller el escenario de sus sueños y de sus fantasías.

Oscar nació en Puerto Madryn el 22 de septiembre de 1934 en una casa ubicada en Roque Sáenz Peña al 300. Al poco tiempo la familia, también integrada por sus hermanos Américo Ricardo y Héctor Guillermo, se radicó en Sacanana, un paraje ubicado a pocos kilómetros de Telsen. En ese lugar, su padre Américo tenía un taller mecánico y se encargaba de la reparación de carros y de los primeros automóviles que llegaban a la zona.

Cuando Oscar había cumplido los seis años retornaron a Puerto Madryn e instalaron el taller mecánico en la calle Roque Sáenz Peña, a pocos metros del lugar donde había nacido. Salía de la escuela y corría presuroso al taller asimilando los conceptos básicos de la mecánica. A los 15 años ya había armado su primer coche de carrera, un monoposto Fiat motor 1911 y dos años más tarde su primer automóvil de competición. Oscar se encargaba de todo, del motor, del chasis, de la chapa y pintura del auto y de manejarlo en pista.

Desde mediados de la década del 50 participó de las carreras del tipo TN Anexo J que se disputaban en la zona. Oscar era el más joven de los competidores y enfrentaba a pilotos de la talla de Guillermo Quintana, “Toto” González, “Lito” Taules, Juan Fernández, Américo Blanco, “Pepe” Russo y los hermanos Andrés y “Perico” Sancha.

Mientras corría se enamoraba y en 1956 contrajo matrimonio con Gloria Pallardó.

A partir de 1960 la competencia automovilística alcanzó un nivel superior en materia de organización, con circuitos y campeonatos estables.

Ebene obtuvo numerosos triunfos y se alzó con varios campeonatos, superando a competidores de renombre, entre los que se encontraban José San Cristóbal, Humberto Remussi, Rómulo Fanelli y Ramón Artiles. También se impuso en la Vuelta a la Bandera, que unía a todas las localidades del Valle con Puerto Madryn.

Oscar era un conductor de manejo pulcro, característica propia de un mecánico-piloto, que perseguía con ahínco la victoria pero cuidando cada parte del auto. Y como manejaba coches muy bien hechos, no necesitaba hacer ninguna locura.

Su última etapa como corredor se produjo en Bahía Blanca donde se radicó a finales de la década del 60 hasta principios de los años 70.

Las motos y el karting fueron otras dos pasiones de Oscar Ebene. Y como ocurría con los autos, se encargaba de armar las máquinas y de correrlas. En el motociclismo obtuvo importantes victorias en las categorías 100 y 125 centímetros cúbicos compartiendo circuitos con Héctor Gallardo, Loureiro, Hugo Bimboni y “Papi” Fernández.

El furor del karting se desató a comienzos de la década del 60 y las primeras piezas se comenzaron a vender en Motos Madryn que pertenecía a “Pichón” Elizalde.

Las competencias se desarrollaban en Comodoro Rivadavia, Trelew, Madryn, Gaiman y Viedma. Al principio se corría en circuitos callejeros y posteriormente se armaron kartódromos en las distintas ciudades de la región. La gente deliraba con esos motores a dos tiempos y con los corredores que brindaban una exhibición de destreza y temeridad. Ebene se cansó de ganar competencias en todos los lugares que visitó, incluida su última etapa en Bahía Blanca.

Como preparador y mecánico, parecería una obviedad decir que Oscar Ebene es una figura de tamaño colosal. Alcanzaría con subrayar que todos los autos que él preparó, obtuvieron triunfos, en todas las categorías en las que incursionó.

En realidad, Ebene nunca preparó autos de carrera para competir sino para ganar y en ese espíritu ultra competitivo germinaron las bases de su exitosa campaña.

A su talento creativo le adosó una arrolladora voluntad de superación y en la búsqueda de la excelencia, trabajó a destajo para aggiornarse a los nuevos tiempos. Desafió la mecánica de otros lugares con fierros de la casa y a fuerza de puro ingenio se ganó el reconocimiento de sus pares en distintos puntos del país y también en Chile. La diferencia radica en que mientras el resto de los mecánicos arman autos de carrera, el los desarrolla.

Decenas de pilotos pueden dar cuenta de su maestría, desde Carlos Mayo a Mario Radonich, desde Mario Briceño a Carlos de Rossi, desde “Cacho” Espinosa a Marcos Cimino. Por supuesto, sus hijos Enrique y Julio Ebene y ahora su nieto Martín.

Quique fue campeón en 600 y 128 centímetros cúbicos y Julio se coronó en Safari 4 cilindros y en moto conduciendo en 200 centímetros cúbicos Nacional.

El tiempo pasa para todos, también para Oscar que ha llegado a los 78 años.

Ahora le dicen… “El Viejo” y detrás de esa palabra cariñosa va una mueca de admiración, una alabanza a su sabiduría. El respeto que se ganó con las manos cubiertas de grasa y aceite metiéndose en el alma misma de los motores. El mecánico que entre carburadores, válvulas, bielas, cigüeñales y pistones, ganó la batalla de los fierros. El constructor que siendo testigo de todos los cambios, desde el carro al auto, supo convivir con la tecnología y con la modernidad. El perfeccionista que se anima a decir, porque tiene con qué:... “Les gané a todos y les voy a seguir ganando”.

El inventor que no descansa sobre laureles conseguidos y abre las alas de su genialidad en busca de una nueva fantasía.

Ese es Oscar Ubaldo Ebene. El artesano, el maestro, el hombre que encontró en el taller el lugar sagrado donde construyó su leyenda.#

* Este capítulo pertenece al libro EL DEPORTE TAMBIÉN ES HISTORIA, seleccionado por el Fondo Editorial 2014 de la Secretaría de Cultura de la Provincia y de inminente publicación.

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El motor de su vida. Oscar Ubaldo Ebene en su ámbito, el taller. Desde allí se gestó una historia de éxitos ligada siempre al automovilismo .
14 MAY 2016 - 21:24

Por Esteban Gallo

La vida de Oscar Ubaldo Ebene se escribe en ese universo de fierros intimidantes que él moldea con manos de orfebre. Es un maestro con todas las letras, un innovador en permanente movimiento, un artista que hizo de su taller el escenario de sus sueños y de sus fantasías.

Oscar nació en Puerto Madryn el 22 de septiembre de 1934 en una casa ubicada en Roque Sáenz Peña al 300. Al poco tiempo la familia, también integrada por sus hermanos Américo Ricardo y Héctor Guillermo, se radicó en Sacanana, un paraje ubicado a pocos kilómetros de Telsen. En ese lugar, su padre Américo tenía un taller mecánico y se encargaba de la reparación de carros y de los primeros automóviles que llegaban a la zona.

Cuando Oscar había cumplido los seis años retornaron a Puerto Madryn e instalaron el taller mecánico en la calle Roque Sáenz Peña, a pocos metros del lugar donde había nacido. Salía de la escuela y corría presuroso al taller asimilando los conceptos básicos de la mecánica. A los 15 años ya había armado su primer coche de carrera, un monoposto Fiat motor 1911 y dos años más tarde su primer automóvil de competición. Oscar se encargaba de todo, del motor, del chasis, de la chapa y pintura del auto y de manejarlo en pista.

Desde mediados de la década del 50 participó de las carreras del tipo TN Anexo J que se disputaban en la zona. Oscar era el más joven de los competidores y enfrentaba a pilotos de la talla de Guillermo Quintana, “Toto” González, “Lito” Taules, Juan Fernández, Américo Blanco, “Pepe” Russo y los hermanos Andrés y “Perico” Sancha.

Mientras corría se enamoraba y en 1956 contrajo matrimonio con Gloria Pallardó.

A partir de 1960 la competencia automovilística alcanzó un nivel superior en materia de organización, con circuitos y campeonatos estables.

Ebene obtuvo numerosos triunfos y se alzó con varios campeonatos, superando a competidores de renombre, entre los que se encontraban José San Cristóbal, Humberto Remussi, Rómulo Fanelli y Ramón Artiles. También se impuso en la Vuelta a la Bandera, que unía a todas las localidades del Valle con Puerto Madryn.

Oscar era un conductor de manejo pulcro, característica propia de un mecánico-piloto, que perseguía con ahínco la victoria pero cuidando cada parte del auto. Y como manejaba coches muy bien hechos, no necesitaba hacer ninguna locura.

Su última etapa como corredor se produjo en Bahía Blanca donde se radicó a finales de la década del 60 hasta principios de los años 70.

Las motos y el karting fueron otras dos pasiones de Oscar Ebene. Y como ocurría con los autos, se encargaba de armar las máquinas y de correrlas. En el motociclismo obtuvo importantes victorias en las categorías 100 y 125 centímetros cúbicos compartiendo circuitos con Héctor Gallardo, Loureiro, Hugo Bimboni y “Papi” Fernández.

El furor del karting se desató a comienzos de la década del 60 y las primeras piezas se comenzaron a vender en Motos Madryn que pertenecía a “Pichón” Elizalde.

Las competencias se desarrollaban en Comodoro Rivadavia, Trelew, Madryn, Gaiman y Viedma. Al principio se corría en circuitos callejeros y posteriormente se armaron kartódromos en las distintas ciudades de la región. La gente deliraba con esos motores a dos tiempos y con los corredores que brindaban una exhibición de destreza y temeridad. Ebene se cansó de ganar competencias en todos los lugares que visitó, incluida su última etapa en Bahía Blanca.

Como preparador y mecánico, parecería una obviedad decir que Oscar Ebene es una figura de tamaño colosal. Alcanzaría con subrayar que todos los autos que él preparó, obtuvieron triunfos, en todas las categorías en las que incursionó.

En realidad, Ebene nunca preparó autos de carrera para competir sino para ganar y en ese espíritu ultra competitivo germinaron las bases de su exitosa campaña.

A su talento creativo le adosó una arrolladora voluntad de superación y en la búsqueda de la excelencia, trabajó a destajo para aggiornarse a los nuevos tiempos. Desafió la mecánica de otros lugares con fierros de la casa y a fuerza de puro ingenio se ganó el reconocimiento de sus pares en distintos puntos del país y también en Chile. La diferencia radica en que mientras el resto de los mecánicos arman autos de carrera, el los desarrolla.

Decenas de pilotos pueden dar cuenta de su maestría, desde Carlos Mayo a Mario Radonich, desde Mario Briceño a Carlos de Rossi, desde “Cacho” Espinosa a Marcos Cimino. Por supuesto, sus hijos Enrique y Julio Ebene y ahora su nieto Martín.

Quique fue campeón en 600 y 128 centímetros cúbicos y Julio se coronó en Safari 4 cilindros y en moto conduciendo en 200 centímetros cúbicos Nacional.

El tiempo pasa para todos, también para Oscar que ha llegado a los 78 años.

Ahora le dicen… “El Viejo” y detrás de esa palabra cariñosa va una mueca de admiración, una alabanza a su sabiduría. El respeto que se ganó con las manos cubiertas de grasa y aceite metiéndose en el alma misma de los motores. El mecánico que entre carburadores, válvulas, bielas, cigüeñales y pistones, ganó la batalla de los fierros. El constructor que siendo testigo de todos los cambios, desde el carro al auto, supo convivir con la tecnología y con la modernidad. El perfeccionista que se anima a decir, porque tiene con qué:... “Les gané a todos y les voy a seguir ganando”.

El inventor que no descansa sobre laureles conseguidos y abre las alas de su genialidad en busca de una nueva fantasía.

Ese es Oscar Ubaldo Ebene. El artesano, el maestro, el hombre que encontró en el taller el lugar sagrado donde construyó su leyenda.#

* Este capítulo pertenece al libro EL DEPORTE TAMBIÉN ES HISTORIA, seleccionado por el Fondo Editorial 2014 de la Secretaría de Cultura de la Provincia y de inminente publicación.


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