Una buena señal para un fútbol alicaído

El “Aeronauta” volverá a jugar un torneo que conoce y al que llegó por invitación. El fútbol comodorense intentará así recuperar terreno. El club se expresó sobre la nota presentada por Círculo Deportivo Nicanor Otamendi.

17 MAY 2016 - 22:09 | Actualizado

Sin ser el mejor, terminó siéndolo. Sin proponérselo, sin querer pero convencido de que el material humano a veces desafía la lógica del fútbol. La intimidad de Jorge Newbery no admite estrellas, ni “vedettes”, ni ceros kilómetros como premio pero tiene sí lo más importante que convierte a un plantel en un puño, una unidad.

Desde la principio del proceso Luis Ignacio Murúa, viejo sabio a la hora de saltar escalones en el fútbol del país, entendió que se podía. Y desde su llegada no descansó ni siquiera en las fiestas para ir moldeando el material.

Lo físico jugó un rol fundamental: futbolistas jóvenes, de buena condición y mucho de identidad le pusieron el cuerpo al entrenamiento. Y pocos, lejos del profesionalismo, se esforzaron el doble para estar a tono con el resto.

De hecho, el arquero Martín Tula es operario de la Sociedad Cooperativa Popular Limitada, igual que el lateral Juan Rodrigo Cárcamo. El capitán Cristhian “Chicha” Nieto y Jorge Lasso siempre tienen el bolso listo luego de trabajar en una empresa de servicios petroleros y Santiago Gaillard cambia los guantes de arquero por los de fajina como maquinista municipal.

Inicio adverso

Las pequeñas historias se fueron conociendo en un vestuario que albergó primero, lo malo. Una derrota en el debut como local frente a Florentino Ameghino y una primera fase no muy afortunada, sorteada al límite con cuestionamientos –entendibles- a la figura del cuerpo técnico. Pese a esto jamás hubo rencores, ni pedidos de cabezas.

Todo lo contrario. El “Lobo” en su intimidad comenzó a saborear las mieles de las fases superadas y de rivales que fueron creciendo en jerarquía y en kilómetros a recorrer.

Camino a la gloria

Deportivo Las Heras; un conocido Ameghino y desde ahí con los penales como distintivo. Ir a Ushuaia para enfrentar a Camioneros tuvo algo de turismo pero mucho más de fortuna: un doble cruce por la frontera de Chile y un 0-2 que se dio vuelta en casa porque las manos gigantes de Tula lo pusieron en la fase siguiente.

Todos coinciden en que All Boys de Santa Rosa fue en potencia, el rival de mayor jerarquía al que se enfrentó el “Lobo”. Por juego, manejo y experiencia, los pampeanos fueron un duro escollo que se simplificó por un buen resultado en la ida y para variar, por el azar de los penales. Círculo Deportivo de Nicanor Otamendi representaba el último escollo, el punto cúlmine de una campaña inentendible para los analistas que sólo creen en el “jogo bonito”.

El 0-1 de la ida no condicionó a nadie. La gente, el clima y una suma de cuestiones motivacionales hicieron que todo se empardara: El “Papero” se sintió intimidado por un estadio que no dejó de vibrar; por una multitud enfundada en banderas y por un escenario que desbordó a pesar de la lluvia.

Jorge Newbery terminó empujado por la ilusión de los suyos; de los humildes de La Loma y de los nuevos hinchas del Centro.

El ascenso se merecía por la conmovedora entrega de los futbolistas; por el desquite que el DT no pedía pero se dio y porque en estos tiempos de crisis también para el fútbol petrolero, la presencia de Jorge Newbery en el Federal B permite pensar que en la ciudad, la pelota sigue viva.

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17 MAY 2016 - 22:09

Sin ser el mejor, terminó siéndolo. Sin proponérselo, sin querer pero convencido de que el material humano a veces desafía la lógica del fútbol. La intimidad de Jorge Newbery no admite estrellas, ni “vedettes”, ni ceros kilómetros como premio pero tiene sí lo más importante que convierte a un plantel en un puño, una unidad.

Desde la principio del proceso Luis Ignacio Murúa, viejo sabio a la hora de saltar escalones en el fútbol del país, entendió que se podía. Y desde su llegada no descansó ni siquiera en las fiestas para ir moldeando el material.

Lo físico jugó un rol fundamental: futbolistas jóvenes, de buena condición y mucho de identidad le pusieron el cuerpo al entrenamiento. Y pocos, lejos del profesionalismo, se esforzaron el doble para estar a tono con el resto.

De hecho, el arquero Martín Tula es operario de la Sociedad Cooperativa Popular Limitada, igual que el lateral Juan Rodrigo Cárcamo. El capitán Cristhian “Chicha” Nieto y Jorge Lasso siempre tienen el bolso listo luego de trabajar en una empresa de servicios petroleros y Santiago Gaillard cambia los guantes de arquero por los de fajina como maquinista municipal.

Inicio adverso

Las pequeñas historias se fueron conociendo en un vestuario que albergó primero, lo malo. Una derrota en el debut como local frente a Florentino Ameghino y una primera fase no muy afortunada, sorteada al límite con cuestionamientos –entendibles- a la figura del cuerpo técnico. Pese a esto jamás hubo rencores, ni pedidos de cabezas.

Todo lo contrario. El “Lobo” en su intimidad comenzó a saborear las mieles de las fases superadas y de rivales que fueron creciendo en jerarquía y en kilómetros a recorrer.

Camino a la gloria

Deportivo Las Heras; un conocido Ameghino y desde ahí con los penales como distintivo. Ir a Ushuaia para enfrentar a Camioneros tuvo algo de turismo pero mucho más de fortuna: un doble cruce por la frontera de Chile y un 0-2 que se dio vuelta en casa porque las manos gigantes de Tula lo pusieron en la fase siguiente.

Todos coinciden en que All Boys de Santa Rosa fue en potencia, el rival de mayor jerarquía al que se enfrentó el “Lobo”. Por juego, manejo y experiencia, los pampeanos fueron un duro escollo que se simplificó por un buen resultado en la ida y para variar, por el azar de los penales. Círculo Deportivo de Nicanor Otamendi representaba el último escollo, el punto cúlmine de una campaña inentendible para los analistas que sólo creen en el “jogo bonito”.

El 0-1 de la ida no condicionó a nadie. La gente, el clima y una suma de cuestiones motivacionales hicieron que todo se empardara: El “Papero” se sintió intimidado por un estadio que no dejó de vibrar; por una multitud enfundada en banderas y por un escenario que desbordó a pesar de la lluvia.

Jorge Newbery terminó empujado por la ilusión de los suyos; de los humildes de La Loma y de los nuevos hinchas del Centro.

El ascenso se merecía por la conmovedora entrega de los futbolistas; por el desquite que el DT no pedía pero se dio y porque en estos tiempos de crisis también para el fútbol petrolero, la presencia de Jorge Newbery en el Federal B permite pensar que en la ciudad, la pelota sigue viva.


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