Francia: no cede la tensión en protestas contra reforma laboral

Una nueva jornada de movilizaciones contra el proyecto de reforma laboral que pretende sacar adelante el gobierno francés se celebró hoy en un clima de creciente crispación, que degeneró disturbios en diferentes puntos del país, mientras se multiplicaron los bloqueos de plantas petrolíferas y centrales nucleares, algo que amenaza con desatar una penuria energética a poco del inicio del verano.

26 MAY 2016 - 18:54 | Actualizado

El pulso que los principales sindicatos y el Ejecutivo del primer ministro Manuel Valls libran por cuenta de las modificaciones al código de trabajo regresó hoy a las calles en una nueva jornada de huelga general, al tiempo que continuó, un día más, en sectores capitales de la economía francesa como el transporte, los combustibles o el abastecimiento eléctrico.

La escasez amenaza a las estaciones de servicio, de las cuales entre un 20 y un 30% agotaron sus reservas, como consecuencia de que seis de las ocho refinerías del país se hallen total o parcialmente paradas, según la Unión Francesa de Industrias Petroleras (UFIP).

La profundización de la protesta se produce un día después de que el gobierno francés reconociera que debió echar mano a las reservas estratégicas de carburantes para garantizar el aprovisionamiento.

El Ministerio del Interior subrayó que hasta ahora fueron utilizados el equivalente de tres días de consumo de esas reservas, cuyo total asciende a 115 días, por lo que no hay riesgo de agotamiento, pero también aclaró que el consumo diario es tres veces superior a la media debido a que los automovilistas buscan acopiar nafta por temor a que se profundice el desabastecimiento.

Tampoco se libran desde la noche del miércoles las 19 centrales nucleares del país (que generan más del 70% de la electricidad del país), cuyos 58 reactores no han sido apagados, pero sí han experimentado una baja de carga, que en la mañana de hoy era de 5.000 megavatios.

Mientras, la huelga de controladores aéreos organizada en el marco de las protestas acarreó esta jornada la cancelación de 105 vuelos en el aeropuerto parisino de Orly.

Un vocero de la Dirección General de la Aviación Civil (DGAC) subrayó ante la prensa que las cancelaciones fueron conformes a las indicaciones que se habían dado a las compañías aéreas para que redujeran en un 15% su programa en Orly.

Pero el día era hoy de los manifestantes, que salieron en buen número (aunque sin llegar nunca a ser manifestaciones masivas) para hacer oír su voz frente a lo que consideran una rendición del gobierno socialista ante las políticas neoliberales.

Unas 153.000 participaron en todo el país en las marchas, según las autoridades, unas cifras que los sindicatos elevaron hasta los 300.000.

Según el ministerio francés del Interior, 77 personas fueron detenidas en todo el país, de ellas 36 en la capital, mientras que 15 agentes de las fuerzas de seguridad resultaron heridos en los enfrentamientos.

Unas 20.000 personas según la Policía participaron en la marcha de París, entre las céntricas plazas de la Bastilla y Nación.

En este último lugar, como pudo verse por cadenas de televisión francesas e internacionales, la tensión era absoluta, con cientos de agentes antidisturbios bloqueando el acceso a la plaza después de que decenas de encapuchados quemaran contenedores y arrojaran proyectiles a la policía, que respondió con el lanzamiento de gases lacrimógenos.

En pleno Estado de emergencia (equivalente al Estado de sitio en Argentina), la policía controlaba los bolsos de todo aquel que se aproximaba a la manifestación y les advertía de que era mejor no acceder al lugar debido al riesgo de nuevos choques, mientras un grupo de manifestantes pertrechados con cascos y pañuelos se mezclaba con el resto de participantes en la marcha.

Entre el humo dejado por los gases lacrimógenos y por pequeños incendios, pancartas con lemas como "Exigimos la democracia" eran enarboladas por algunos de los sindicalistas presentes como Jean Kister, de la Confederación General del Trabajo (CGT).

"Estamos dispuestos a llegar hasta el final. El objetivo de las manifestaciones y las huelgas es la retirada completa del texto, porque es una vuelta al siglo XIX", señaló este sindicalista de la división de Investigación de la CGT, citado por la agencia de noticias EFE.

La CGT, que ayer anunció una huelga indeterminada a partir del 31 de mayo, amenazó hoy con perturbar el inicio de la Eurocopa de fútbol, que se desarrollará en Francia entre el 10 de junio y el 10 de julio, y prometió bloquear el acceso al partido inaugural en París si el gobierno no retira el proyecto de ley.

Un mensaje de firmeza similar, aunque de contenido opuesto, fue esgrimido hoy por el premier socialista Manuel Valls para defender que "no se modificará la filosofía general del texto", y en especial su artículo 2, que establece la primacía de la negociación dentro de la empresa en detrimento de los convenios colectivos.

En tanto que el ministro de Finanzas, Michel Sapin, había abierto la puerta previamente a un replanteamiento del polémico artículo, en una apreciable grieta dentro del Ejecutivo, pero Valls se apresuró a cerrar esa posibilidad de forma tajante.

Además, el primer ministro se mostró muy crítico hacia la movilización emprendida por la CGT, que catalogó de "irresponsable", y advirtió de que se van a "seguir desbloqueando" las instalaciones petroleras e industriales cuyos accesos han cerrado los piquetes de huelguistas.

"Todas las posibilidades están sobre la mesa", alegó Valls en una entrevista con el canal "BFM TV" cuando se le preguntó si podría recurrir a las disposiciones que permiten obligar a volver al trabajo a los huelguistas en caso de fuerza mayor.

El jefe del gobierno reiteró que el proyecto de ley para la reforma laboral se acabará aprobando este verano y no descartó volver a utilizar el mecanismo constitucional al que ya recurrió para evitar el voto en la Asamblea Nacional (Cámara de Diputados), donde no tenía mayoría por la fractura en su propia formación socialista.

26 MAY 2016 - 18:54

El pulso que los principales sindicatos y el Ejecutivo del primer ministro Manuel Valls libran por cuenta de las modificaciones al código de trabajo regresó hoy a las calles en una nueva jornada de huelga general, al tiempo que continuó, un día más, en sectores capitales de la economía francesa como el transporte, los combustibles o el abastecimiento eléctrico.

La escasez amenaza a las estaciones de servicio, de las cuales entre un 20 y un 30% agotaron sus reservas, como consecuencia de que seis de las ocho refinerías del país se hallen total o parcialmente paradas, según la Unión Francesa de Industrias Petroleras (UFIP).

La profundización de la protesta se produce un día después de que el gobierno francés reconociera que debió echar mano a las reservas estratégicas de carburantes para garantizar el aprovisionamiento.

El Ministerio del Interior subrayó que hasta ahora fueron utilizados el equivalente de tres días de consumo de esas reservas, cuyo total asciende a 115 días, por lo que no hay riesgo de agotamiento, pero también aclaró que el consumo diario es tres veces superior a la media debido a que los automovilistas buscan acopiar nafta por temor a que se profundice el desabastecimiento.

Tampoco se libran desde la noche del miércoles las 19 centrales nucleares del país (que generan más del 70% de la electricidad del país), cuyos 58 reactores no han sido apagados, pero sí han experimentado una baja de carga, que en la mañana de hoy era de 5.000 megavatios.

Mientras, la huelga de controladores aéreos organizada en el marco de las protestas acarreó esta jornada la cancelación de 105 vuelos en el aeropuerto parisino de Orly.

Un vocero de la Dirección General de la Aviación Civil (DGAC) subrayó ante la prensa que las cancelaciones fueron conformes a las indicaciones que se habían dado a las compañías aéreas para que redujeran en un 15% su programa en Orly.

Pero el día era hoy de los manifestantes, que salieron en buen número (aunque sin llegar nunca a ser manifestaciones masivas) para hacer oír su voz frente a lo que consideran una rendición del gobierno socialista ante las políticas neoliberales.

Unas 153.000 participaron en todo el país en las marchas, según las autoridades, unas cifras que los sindicatos elevaron hasta los 300.000.

Según el ministerio francés del Interior, 77 personas fueron detenidas en todo el país, de ellas 36 en la capital, mientras que 15 agentes de las fuerzas de seguridad resultaron heridos en los enfrentamientos.

Unas 20.000 personas según la Policía participaron en la marcha de París, entre las céntricas plazas de la Bastilla y Nación.

En este último lugar, como pudo verse por cadenas de televisión francesas e internacionales, la tensión era absoluta, con cientos de agentes antidisturbios bloqueando el acceso a la plaza después de que decenas de encapuchados quemaran contenedores y arrojaran proyectiles a la policía, que respondió con el lanzamiento de gases lacrimógenos.

En pleno Estado de emergencia (equivalente al Estado de sitio en Argentina), la policía controlaba los bolsos de todo aquel que se aproximaba a la manifestación y les advertía de que era mejor no acceder al lugar debido al riesgo de nuevos choques, mientras un grupo de manifestantes pertrechados con cascos y pañuelos se mezclaba con el resto de participantes en la marcha.

Entre el humo dejado por los gases lacrimógenos y por pequeños incendios, pancartas con lemas como "Exigimos la democracia" eran enarboladas por algunos de los sindicalistas presentes como Jean Kister, de la Confederación General del Trabajo (CGT).

"Estamos dispuestos a llegar hasta el final. El objetivo de las manifestaciones y las huelgas es la retirada completa del texto, porque es una vuelta al siglo XIX", señaló este sindicalista de la división de Investigación de la CGT, citado por la agencia de noticias EFE.

La CGT, que ayer anunció una huelga indeterminada a partir del 31 de mayo, amenazó hoy con perturbar el inicio de la Eurocopa de fútbol, que se desarrollará en Francia entre el 10 de junio y el 10 de julio, y prometió bloquear el acceso al partido inaugural en París si el gobierno no retira el proyecto de ley.

Un mensaje de firmeza similar, aunque de contenido opuesto, fue esgrimido hoy por el premier socialista Manuel Valls para defender que "no se modificará la filosofía general del texto", y en especial su artículo 2, que establece la primacía de la negociación dentro de la empresa en detrimento de los convenios colectivos.

En tanto que el ministro de Finanzas, Michel Sapin, había abierto la puerta previamente a un replanteamiento del polémico artículo, en una apreciable grieta dentro del Ejecutivo, pero Valls se apresuró a cerrar esa posibilidad de forma tajante.

Además, el primer ministro se mostró muy crítico hacia la movilización emprendida por la CGT, que catalogó de "irresponsable", y advirtió de que se van a "seguir desbloqueando" las instalaciones petroleras e industriales cuyos accesos han cerrado los piquetes de huelguistas.

"Todas las posibilidades están sobre la mesa", alegó Valls en una entrevista con el canal "BFM TV" cuando se le preguntó si podría recurrir a las disposiciones que permiten obligar a volver al trabajo a los huelguistas en caso de fuerza mayor.

El jefe del gobierno reiteró que el proyecto de ley para la reforma laboral se acabará aprobando este verano y no descartó volver a utilizar el mecanismo constitucional al que ya recurrió para evitar el voto en la Asamblea Nacional (Cámara de Diputados), donde no tenía mayoría por la fractura en su propia formación socialista.


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