Mario Hernández es doctor en Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de La Plata. Estudió el potencial minero de la meseta y su impacto sobre el recurso hídrico. Sus conclusiones permiten avizorar posibilidades y despejar dudas sobre lo que podría pasar con el agua en la región.
“Si bien la disponibilidad de agua es un insumo indispensable para el desarrollo de todo territorio, en Chubut esta relación es muy marcada especialmente por su clima. Como parte de la Patagonia Extrandina se halla bajo un régimen semiárido, con lluvias que suelen no superar los 200 mm/año y solamente superávit hídrico en la faja andina y su estrecha pre-cordillera”. En esa línea, “el déficit hídrico señalado que rige en la dimensión provincial, se ve representado en una de las comarcas más necesitadas de desarrollo: la Meseta Central Norte”.
Suficiente
Estudios e investigaciones de la Universidad de La Plata y de la consultora Hidroar “dan cuenta fehaciente de la existencia de aguas subterráneas suficiente para minería y calidad apta para el uso industrial”.
El experto indicó que “estas reservas y su renovabilidad, también determinada, permiten garantizar la sustentabilidad de un aprovechamiento que no compita con el agua destinada a consumo humano. De esta forma puede confiarse en que amén del desarrollo de la actividad en sí, es posible atender el requerimiento de la provisión para bebida humana de la futura población con solamente una parte de las reservas”.
“Lógicamente, la consigna elemental es la protección ambiental de las fuentes de agua subterránea estudiadas, contengan o no agua potable, ya que la inferior calidad puede adecuarse con el avance tecnológico o aplicarse a la ganadería (mayor o cría de aves, conejos) e incluso a ciertos cultivos tolerantes”.
Hernández dijo que es necesaria una legislación preventiva y adecuada en el uso de técnicas y procedimientos, que haga posible la protección eficaz y el uso racional del agua. “Es inconcebible en la segunda década del siglo XXI resignar un progreso que la naturaleza posibilita, si se la sabe armonizar con la sociedad, sus necesidades y obligaciones”, señaló.
Para Hernández, la minería es una excelente oportunidad para el crecimiento socioeconómico y del bienestar general de la región, que carece por el momento de posibilidades de un crecimiento basado en la agricultura, en el turismo o en la producción de hidrocarburos, como la cuenca del Golfo San Jorge.
Sin embargo, la naturaleza la dotó de otros recursos como la minería, con reservas comprobadas de uranio en Cerro Solo, y plata y plomo en el Proyecto Navidad (Gastre-Gan Gan).
Mario Hernández es doctor en Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de La Plata. Estudió el potencial minero de la meseta y su impacto sobre el recurso hídrico. Sus conclusiones permiten avizorar posibilidades y despejar dudas sobre lo que podría pasar con el agua en la región.
“Si bien la disponibilidad de agua es un insumo indispensable para el desarrollo de todo territorio, en Chubut esta relación es muy marcada especialmente por su clima. Como parte de la Patagonia Extrandina se halla bajo un régimen semiárido, con lluvias que suelen no superar los 200 mm/año y solamente superávit hídrico en la faja andina y su estrecha pre-cordillera”. En esa línea, “el déficit hídrico señalado que rige en la dimensión provincial, se ve representado en una de las comarcas más necesitadas de desarrollo: la Meseta Central Norte”.
Suficiente
Estudios e investigaciones de la Universidad de La Plata y de la consultora Hidroar “dan cuenta fehaciente de la existencia de aguas subterráneas suficiente para minería y calidad apta para el uso industrial”.
El experto indicó que “estas reservas y su renovabilidad, también determinada, permiten garantizar la sustentabilidad de un aprovechamiento que no compita con el agua destinada a consumo humano. De esta forma puede confiarse en que amén del desarrollo de la actividad en sí, es posible atender el requerimiento de la provisión para bebida humana de la futura población con solamente una parte de las reservas”.
“Lógicamente, la consigna elemental es la protección ambiental de las fuentes de agua subterránea estudiadas, contengan o no agua potable, ya que la inferior calidad puede adecuarse con el avance tecnológico o aplicarse a la ganadería (mayor o cría de aves, conejos) e incluso a ciertos cultivos tolerantes”.
Hernández dijo que es necesaria una legislación preventiva y adecuada en el uso de técnicas y procedimientos, que haga posible la protección eficaz y el uso racional del agua. “Es inconcebible en la segunda década del siglo XXI resignar un progreso que la naturaleza posibilita, si se la sabe armonizar con la sociedad, sus necesidades y obligaciones”, señaló.
Para Hernández, la minería es una excelente oportunidad para el crecimiento socioeconómico y del bienestar general de la región, que carece por el momento de posibilidades de un crecimiento basado en la agricultura, en el turismo o en la producción de hidrocarburos, como la cuenca del Golfo San Jorge.
Sin embargo, la naturaleza la dotó de otros recursos como la minería, con reservas comprobadas de uranio en Cerro Solo, y plata y plomo en el Proyecto Navidad (Gastre-Gan Gan).