Por Estebam Gallo
Nación arribó a un acuerdo con los gremios y sectores empresariales para otorgar un bono de fin de año que tendrá un piso de 2 mil pesos.
Mauricio Macri y los líderes de la CGT necesitaban avanzar hacia este esquema. Al presidente le urgía desactivar la amenaza de un paro y producir un “golpe de efecto” que contribuyera a generar un clima de sosiego en la sociedad. Los popes del sindicalismo tenían que “levantar la puntería” y contrarrestar las críticas que vienen recibiendo por la liviandad con la que se han parado frente a la administración Pro.
Pero las expectativas de ambas partes no se cumplieron y el anuncio hecho con bombos y platillos desató una andanada de críticas y una gran confusión.
Los primeros que pegaron el grito en el cielo fueron las cámaras empresarias que no fueron invitadas a la reunión y que representan mayoritariamente a las pequeñas y medianas empresas que son las que van a tener que pagar el beneficio.
Más del 90% de las empresas del país son Pymes y generan el 70 por ciento del empleo privado. Y aunque constituyan el corazón productivo de la Argentina, ningún sector ha sido más castigado por las políticas económicas actuales.
A la suba despiadada de las tarifas, la atroz disminución de sus ventas y al ahogo tributario al que son sometidos, ahora se les impone una erogación que los coloca en estado de agonía.
No es lo mismo que tenga que pagar un bono una empresa exportadora que ha sido beneficiada con quita de retenciones y suba del precio del dólar que lo tengan que hacer los pequeños empresarios que hacen magia todo los días para sobrevivir y preservar las fuentes de trabajo.
La situación es más grave todavía cuando hablamos de las economías regionales y cuando nos detenemos a analizar las asimetrías que sufre la región patagónica.
Acá se pagan los salarios más altos, los insumos y la logística cuestan el doble o el triple y los mercados de consumo no son equiparables con otras regiones. La Patagonia ha subsidiado al centro del país durante años sin que ni los que gobernaron ni los que gobiernan hayan movido un dedo para modificarlo. En este marco, los pedidos de auxilio deben ser escuchados.
Un referente del sector Pymes propuso que a cambio del pago del bono, Nación establezca una herramienta de apoyo para el empleador, como podría ser un descuento del IVA o del impuesto a las cargas sociales. Un reclamo razonable que debería ser atendido por las autoridades.
En el mismo “berenjenal” se encuentran las provincias y las comunas que en esta época del año hacen malabares para pagar los sueldos mientras empiezan a preguntarse cómo diablos van a hacer para pagar los aguinaldos. A Madryn y Trelew le significaría un gasto extra de 10 millones, a Rawson y Esquel entre 5 y 7 millones de pesos.
La mayoría de los municipios no va a pagar el bono. Y no es que no quieran pagarlo, no pueden hacerlo.
En medio de esta realidad y como si vivieran en el Chubut de las Maravillas, los diputados del Frente para la Victoria le piden al gobierno que otorgue un bono de 5 mil pesos a cada trabajador estatal. Un disparate descomunal que como chiste es muy malo y no le resulta gracioso ni a los empleados públicos, que tienen necesidades, pero que son más serios que los propios legisladores.
Haciendo una cuenta rápida, si tomamos un número de 35 mil empleados en condiciones de cobrar el bono que propone la oposición, arribamos a la suma de 175 millones de pesos.
¿Alguien cree que el Estado en las actuales condiciones podría afrontar semejante desembolso?
Los legisladores del FPV no desconocen la realidad de Chubut, entre otras cosas, porque muchos de ellos fueron responsables de la situación de descalabro en que quedó la provincia cuando se fueron del gobierno.
Hay momentos en que hay licencia para alguna chicana política. Pero cuando la chicana se transforma en una práctica perversa, ni siquiera aporta un rédito político a quienes la ejercen. Y para el conjunto de la sociedad, los daños pueden ser irreparables.
En tiempos de dificultades extremas lo que se necesita de la clase dirigente es responsabilidad y grandeza. Es lo mínimo que debemos exigir los chubutenses.#
Por Estebam Gallo
Nación arribó a un acuerdo con los gremios y sectores empresariales para otorgar un bono de fin de año que tendrá un piso de 2 mil pesos.
Mauricio Macri y los líderes de la CGT necesitaban avanzar hacia este esquema. Al presidente le urgía desactivar la amenaza de un paro y producir un “golpe de efecto” que contribuyera a generar un clima de sosiego en la sociedad. Los popes del sindicalismo tenían que “levantar la puntería” y contrarrestar las críticas que vienen recibiendo por la liviandad con la que se han parado frente a la administración Pro.
Pero las expectativas de ambas partes no se cumplieron y el anuncio hecho con bombos y platillos desató una andanada de críticas y una gran confusión.
Los primeros que pegaron el grito en el cielo fueron las cámaras empresarias que no fueron invitadas a la reunión y que representan mayoritariamente a las pequeñas y medianas empresas que son las que van a tener que pagar el beneficio.
Más del 90% de las empresas del país son Pymes y generan el 70 por ciento del empleo privado. Y aunque constituyan el corazón productivo de la Argentina, ningún sector ha sido más castigado por las políticas económicas actuales.
A la suba despiadada de las tarifas, la atroz disminución de sus ventas y al ahogo tributario al que son sometidos, ahora se les impone una erogación que los coloca en estado de agonía.
No es lo mismo que tenga que pagar un bono una empresa exportadora que ha sido beneficiada con quita de retenciones y suba del precio del dólar que lo tengan que hacer los pequeños empresarios que hacen magia todo los días para sobrevivir y preservar las fuentes de trabajo.
La situación es más grave todavía cuando hablamos de las economías regionales y cuando nos detenemos a analizar las asimetrías que sufre la región patagónica.
Acá se pagan los salarios más altos, los insumos y la logística cuestan el doble o el triple y los mercados de consumo no son equiparables con otras regiones. La Patagonia ha subsidiado al centro del país durante años sin que ni los que gobernaron ni los que gobiernan hayan movido un dedo para modificarlo. En este marco, los pedidos de auxilio deben ser escuchados.
Un referente del sector Pymes propuso que a cambio del pago del bono, Nación establezca una herramienta de apoyo para el empleador, como podría ser un descuento del IVA o del impuesto a las cargas sociales. Un reclamo razonable que debería ser atendido por las autoridades.
En el mismo “berenjenal” se encuentran las provincias y las comunas que en esta época del año hacen malabares para pagar los sueldos mientras empiezan a preguntarse cómo diablos van a hacer para pagar los aguinaldos. A Madryn y Trelew le significaría un gasto extra de 10 millones, a Rawson y Esquel entre 5 y 7 millones de pesos.
La mayoría de los municipios no va a pagar el bono. Y no es que no quieran pagarlo, no pueden hacerlo.
En medio de esta realidad y como si vivieran en el Chubut de las Maravillas, los diputados del Frente para la Victoria le piden al gobierno que otorgue un bono de 5 mil pesos a cada trabajador estatal. Un disparate descomunal que como chiste es muy malo y no le resulta gracioso ni a los empleados públicos, que tienen necesidades, pero que son más serios que los propios legisladores.
Haciendo una cuenta rápida, si tomamos un número de 35 mil empleados en condiciones de cobrar el bono que propone la oposición, arribamos a la suma de 175 millones de pesos.
¿Alguien cree que el Estado en las actuales condiciones podría afrontar semejante desembolso?
Los legisladores del FPV no desconocen la realidad de Chubut, entre otras cosas, porque muchos de ellos fueron responsables de la situación de descalabro en que quedó la provincia cuando se fueron del gobierno.
Hay momentos en que hay licencia para alguna chicana política. Pero cuando la chicana se transforma en una práctica perversa, ni siquiera aporta un rédito político a quienes la ejercen. Y para el conjunto de la sociedad, los daños pueden ser irreparables.
En tiempos de dificultades extremas lo que se necesita de la clase dirigente es responsabilidad y grandeza. Es lo mínimo que debemos exigir los chubutenses.#