La relación política que finalmente construyan Donald Trump y Mauricio Macri en sus roles de presidentes es, por ahora, un misterio. Pero los vínculos entre el magnate norteamericano elegido como nuevo presidente de los Estado Unidos, y el magnate argentino que preside el país desde diciembre del año pasado, comenzaron hacen muchos años y en el mundo de los negocios.
En la biografía no autorizada del magnate ultraderechista, escrita por su amigo personal, Wayne Barrett, se revelan los estrechos vínculos de Trump con la familia Macri: tanto con Franco como con su hijo Mauricio.
El grupo Macri intentó hacer negocios construyendo un edificio de 150 pisos en Nueva York sobre una propiedad que Franco había comprado en el lado oeste de Manhattan. Fue a principio de los ’80, cuando los Macri, beneficiados por la obra pública durante la dictadura militar y con su deuda estatizada, decidió globalizar su negocio comprando propiedades en la ciudad de Nueva York.
Macri Group adquirió el 65% de Linconl West, el predio más importante y caro de toda la isla de Manhattan. El empresario estadounidense había sido su dueño hasta 1979, cuando se desencadenaron una serie de protestas vecinales y quejas de urbanistas por la insólita idea de erigir un edificio de semejante tamaño.
Por eso, Trump utilizó a los Macri como fachada, mientras él tramitaba los cambios de ordenanzas, leyes de vivienda, medio ambiente y demás, que estaban frenando su millonario negocio.
El joven hijo de empresario Franco Macri, que por aquellos tiempos tenía 21 años de edad, se involucró personalmente en el proyecto faraónico que desarrollaron las empresas de manera conjunta.
“Por esa razón, cuando Trump vino a la Argentina en 1984, Mauricio fue el encargado de hacer el tour para él, incluyendo un asado en el campo y golf con Donald Trump y su esposa de entonces, Ivanna”, contó durante una entrevista reciente el periodista Joe Goldman, corresponsal en la Argentina de la cadena ABC.
El texto de Barrett resulta hoy algo desactualizado con relación a la “caída” de Trump, que en verdad fue un amague, pero nunca se produjo. Es un volumen de 492 páginas. Por suerte, en la página 475, tiene índice. Sólo es cuestión de buscar “Macri”, y así empaparnos con la gran cantidad de datos, precisos, probados, documentados, que el autor ofrece acerca de los turbios negocios entre ambos magnates.
Sin embargo, Barret cuenta que Trump despreciaba a Franco por tosco y por no manejar el inglés, aunque todas las negociaciones se hicieron con la intervención de una traductora.
Barret, además, describe a Mauricio como “el hijo adolescente” de Franco Macri, le dedica más de 25 páginas a la negociación con el padre y unas 5 a la intervención del ahora presidente de la Argentina.
Para Mauricio fue un verdadero “bautismo de fuego”, y él se asigna haber logrado que la cosa no terminara peor de lo que terminó. En términos personales, se ganó la amistad y la complicidad de Trump. Desde entonces son compinches, juegan al golf y hacen negocios.
“El Pibe”
La periodista y exlegisladora porteña Gabriela Cerruti publicó en 2009 su libro “El Pibe. Negocios, intrigas y secretos de Mauricio Macri, el hombre que quiere ser Presidente”.
Cerruti le dedica un capítulo completo al episodio Trump, titulado “Manhattan”. Allí cuenta detalles de las reuniones de Trump y los Macri con la intención de cerrar el Proyecto Lincoln West.
Fue una larga saga de reuniones difíciles, trabadas, con desconfianzas y traiciones mutuas. Se extendieron entre 1982 y 1983. “Fue una larga partida de naipes entre fulleros. Una negociación que convierte a la película El Padrino (todas sus partes) en un cuentito para chicos inocentones”, escribió Cerruti.
El intento de acuerdo terminó mal, y a Franco, quien la calificó como “la pesadilla de Nueva York”, le costó su segundo matrimonio (porque pasaba demasiado tiempo en tierras yanquis) y un infarto.
“Yo creo que me ayudó en la negociación mi audacia de los veintipico. Trump era loco, caprichoso, pero yo no me enganchaba, llegaba tarde a las reuniones, se las cambiaba de horario… No, Donald, a la tarde… Anoche salimos con unas minas espectaculares y estoy muerto. Y cuando llegábamos a negociar todo estaba más relajado”, cuenta Mauricio en la página 67 del libro de Cerruti.
El proyecto de Trump y los Macri, aseguran, se frustró porque no pudieron “arreglar” con todos los grupos mafiosos que manejan el negocio inmobiliario en la pulcra, perfecta y ejemplar Nueva York.
La relación política que finalmente construyan Donald Trump y Mauricio Macri en sus roles de presidentes es, por ahora, un misterio. Pero los vínculos entre el magnate norteamericano elegido como nuevo presidente de los Estado Unidos, y el magnate argentino que preside el país desde diciembre del año pasado, comenzaron hacen muchos años y en el mundo de los negocios.
En la biografía no autorizada del magnate ultraderechista, escrita por su amigo personal, Wayne Barrett, se revelan los estrechos vínculos de Trump con la familia Macri: tanto con Franco como con su hijo Mauricio.
El grupo Macri intentó hacer negocios construyendo un edificio de 150 pisos en Nueva York sobre una propiedad que Franco había comprado en el lado oeste de Manhattan. Fue a principio de los ’80, cuando los Macri, beneficiados por la obra pública durante la dictadura militar y con su deuda estatizada, decidió globalizar su negocio comprando propiedades en la ciudad de Nueva York.
Macri Group adquirió el 65% de Linconl West, el predio más importante y caro de toda la isla de Manhattan. El empresario estadounidense había sido su dueño hasta 1979, cuando se desencadenaron una serie de protestas vecinales y quejas de urbanistas por la insólita idea de erigir un edificio de semejante tamaño.
Por eso, Trump utilizó a los Macri como fachada, mientras él tramitaba los cambios de ordenanzas, leyes de vivienda, medio ambiente y demás, que estaban frenando su millonario negocio.
El joven hijo de empresario Franco Macri, que por aquellos tiempos tenía 21 años de edad, se involucró personalmente en el proyecto faraónico que desarrollaron las empresas de manera conjunta.
“Por esa razón, cuando Trump vino a la Argentina en 1984, Mauricio fue el encargado de hacer el tour para él, incluyendo un asado en el campo y golf con Donald Trump y su esposa de entonces, Ivanna”, contó durante una entrevista reciente el periodista Joe Goldman, corresponsal en la Argentina de la cadena ABC.
El texto de Barrett resulta hoy algo desactualizado con relación a la “caída” de Trump, que en verdad fue un amague, pero nunca se produjo. Es un volumen de 492 páginas. Por suerte, en la página 475, tiene índice. Sólo es cuestión de buscar “Macri”, y así empaparnos con la gran cantidad de datos, precisos, probados, documentados, que el autor ofrece acerca de los turbios negocios entre ambos magnates.
Sin embargo, Barret cuenta que Trump despreciaba a Franco por tosco y por no manejar el inglés, aunque todas las negociaciones se hicieron con la intervención de una traductora.
Barret, además, describe a Mauricio como “el hijo adolescente” de Franco Macri, le dedica más de 25 páginas a la negociación con el padre y unas 5 a la intervención del ahora presidente de la Argentina.
Para Mauricio fue un verdadero “bautismo de fuego”, y él se asigna haber logrado que la cosa no terminara peor de lo que terminó. En términos personales, se ganó la amistad y la complicidad de Trump. Desde entonces son compinches, juegan al golf y hacen negocios.
“El Pibe”
La periodista y exlegisladora porteña Gabriela Cerruti publicó en 2009 su libro “El Pibe. Negocios, intrigas y secretos de Mauricio Macri, el hombre que quiere ser Presidente”.
Cerruti le dedica un capítulo completo al episodio Trump, titulado “Manhattan”. Allí cuenta detalles de las reuniones de Trump y los Macri con la intención de cerrar el Proyecto Lincoln West.
Fue una larga saga de reuniones difíciles, trabadas, con desconfianzas y traiciones mutuas. Se extendieron entre 1982 y 1983. “Fue una larga partida de naipes entre fulleros. Una negociación que convierte a la película El Padrino (todas sus partes) en un cuentito para chicos inocentones”, escribió Cerruti.
El intento de acuerdo terminó mal, y a Franco, quien la calificó como “la pesadilla de Nueva York”, le costó su segundo matrimonio (porque pasaba demasiado tiempo en tierras yanquis) y un infarto.
“Yo creo que me ayudó en la negociación mi audacia de los veintipico. Trump era loco, caprichoso, pero yo no me enganchaba, llegaba tarde a las reuniones, se las cambiaba de horario… No, Donald, a la tarde… Anoche salimos con unas minas espectaculares y estoy muerto. Y cuando llegábamos a negociar todo estaba más relajado”, cuenta Mauricio en la página 67 del libro de Cerruti.
El proyecto de Trump y los Macri, aseguran, se frustró porque no pudieron “arreglar” con todos los grupos mafiosos que manejan el negocio inmobiliario en la pulcra, perfecta y ejemplar Nueva York.