Nada cambia

01 DIC 2016 - 23:20 | Actualizado

Por Carlos Hughes
carloshughes@grupojornada.com
En Twitter: @carloshughestre

La tarde del 4 de junio de 2011 el volcán Puyehue cortó una inactividad de 50 años con una virulenta erupción que provocó serios problemas en su país, Chile, y también en la Patagonia Argentina.

A su explosión le siguió una generosa dispersión de cenizas de este lado de la cordillera, provocando pérdidas millonarias en los productores sobre todo ganaderos y dándole un golpe casi letal a la temporada turística en Chubut pues, con el producto Ballenas en su pico en ese tramo del año, la caída de los vuelos que rozó los dos meses puso en jaque a la industria.

Cinco años y varios meses después otro volcán en Chile, el Copahue, entró en alerta amarilla el domingo. Ubicado incluso más cerca de la región que el Puyehue, las estaciones instaladas en sus inmediaciones registraron sismos asociados a fracturas de roca.

Si el fenómeno se repitiera, las consecuencias también se replicarían porque cinco años después todo sigue igual. Y debe agregarse que, aun cuando esto sólo sea una alarma, el peligro subsiste pues según el instituto de vulcanismo de Chile, solamente entre Temuco y Coyhaique existen 21 volcanes activos. Todos cercanos a Patagonia.

Por aquel entonces, cuando explotó el Puyehue, Graciela Di Perna representaba a Chubut en el Senado Nacional. Sin vuelos, fue de las pocas que concurrió a las sesiones. Lo hizo vía terrestre, por nuestras carreteras diagramadas hace décadas para un tráfico sensiblemente menor al actual, y por ello muy peligrosas. Acaso por esa razón, y por los estragos que hizo en el sector turístico el aislamiento de Chubut vía aérea, presentó después en el Congreso el proyecto del Tren Transpatagónico. Fue ninguneado no una, sino dos veces pues cuando se cayó su estado parlamentario ella insistió. Ahí quedó, en los cajones.

Por esos años China construyó el tren de alta velocidad entre Pekin y Shanghai. Tardó 39 meses en hacerlo, cubriendo una distancia (1.318 kilómetros) similar a la que existe entre Trelew y Buenos Aires, por ejemplo. Lo hizo gracias a su economía arrolladora de entonces, es cierto, pero también pese a una geografía mucho más compleja que la existente entre Patagonia y la capital argentina: tuvieron que sortear ríos y montañas con 288 puentes y 21 túneles. Desde entonces, no se cansan de cosechar dividendos, económicos y sociales.

En cinco años se podría haber hecho el tren transpatagónico, los chinos lo demostraron. Pero el proyecto ni siquiera se trató en el Congreso, tan ocupado entonces como ahora de negociar obras –en el mejor de los casos- que sirvan para ganar elecciones y también chiquitaje político de saldo. La gran infraestructura, en el país, sigue brillando por su ausencia.

No lo hizo el kirchnerismo, que tuvo todo para hacerlo, y difícilmente lo haga el macrismo, que hasta ahora ha gobernado para la concentración: de capitales y de gente. Y no parece tener muchas ganas de cambiar.

Estamos como estamos porque hacemos las cosas como las hacemos.

No hay mucha ciencia, es bastante ramplón el tema.

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01 DIC 2016 - 23:20

Por Carlos Hughes
carloshughes@grupojornada.com
En Twitter: @carloshughestre

La tarde del 4 de junio de 2011 el volcán Puyehue cortó una inactividad de 50 años con una virulenta erupción que provocó serios problemas en su país, Chile, y también en la Patagonia Argentina.

A su explosión le siguió una generosa dispersión de cenizas de este lado de la cordillera, provocando pérdidas millonarias en los productores sobre todo ganaderos y dándole un golpe casi letal a la temporada turística en Chubut pues, con el producto Ballenas en su pico en ese tramo del año, la caída de los vuelos que rozó los dos meses puso en jaque a la industria.

Cinco años y varios meses después otro volcán en Chile, el Copahue, entró en alerta amarilla el domingo. Ubicado incluso más cerca de la región que el Puyehue, las estaciones instaladas en sus inmediaciones registraron sismos asociados a fracturas de roca.

Si el fenómeno se repitiera, las consecuencias también se replicarían porque cinco años después todo sigue igual. Y debe agregarse que, aun cuando esto sólo sea una alarma, el peligro subsiste pues según el instituto de vulcanismo de Chile, solamente entre Temuco y Coyhaique existen 21 volcanes activos. Todos cercanos a Patagonia.

Por aquel entonces, cuando explotó el Puyehue, Graciela Di Perna representaba a Chubut en el Senado Nacional. Sin vuelos, fue de las pocas que concurrió a las sesiones. Lo hizo vía terrestre, por nuestras carreteras diagramadas hace décadas para un tráfico sensiblemente menor al actual, y por ello muy peligrosas. Acaso por esa razón, y por los estragos que hizo en el sector turístico el aislamiento de Chubut vía aérea, presentó después en el Congreso el proyecto del Tren Transpatagónico. Fue ninguneado no una, sino dos veces pues cuando se cayó su estado parlamentario ella insistió. Ahí quedó, en los cajones.

Por esos años China construyó el tren de alta velocidad entre Pekin y Shanghai. Tardó 39 meses en hacerlo, cubriendo una distancia (1.318 kilómetros) similar a la que existe entre Trelew y Buenos Aires, por ejemplo. Lo hizo gracias a su economía arrolladora de entonces, es cierto, pero también pese a una geografía mucho más compleja que la existente entre Patagonia y la capital argentina: tuvieron que sortear ríos y montañas con 288 puentes y 21 túneles. Desde entonces, no se cansan de cosechar dividendos, económicos y sociales.

En cinco años se podría haber hecho el tren transpatagónico, los chinos lo demostraron. Pero el proyecto ni siquiera se trató en el Congreso, tan ocupado entonces como ahora de negociar obras –en el mejor de los casos- que sirvan para ganar elecciones y también chiquitaje político de saldo. La gran infraestructura, en el país, sigue brillando por su ausencia.

No lo hizo el kirchnerismo, que tuvo todo para hacerlo, y difícilmente lo haga el macrismo, que hasta ahora ha gobernado para la concentración: de capitales y de gente. Y no parece tener muchas ganas de cambiar.

Estamos como estamos porque hacemos las cosas como las hacemos.

No hay mucha ciencia, es bastante ramplón el tema.


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