¿Quién es Emmanuel Macron?

Emmanuel Macron, el candidato que podría convertirse en el primer presidente francés sin respaldo de un partido político, se alza como la esperanza de la Unión Europea frente al auge de la ultraderecha antieuropeísta, y al mismo tiempo amenaza la supervivencia del Partido Socialista (PS).

23 ABR 2017 - 16:40 | Actualizado


Con el socialismo fragmentado y debilitado tras cinco años en el poder y la derecha conservadora relegada en las encuestas por casos de corrupción, el socioliberal Macron, de 39 años, sedujo a propios y extraños con su discurso renovador y a favor de la Unión Europea (UE).

Nacido en 1979 en Amiens, en el norte de Francia, en el seno de una familia de la alta burguesía de provincia, estudió filosofía, ciencias políticas y finanzas.

A los 24 años comenzó a militar en el PS, donde se ubicó entre los representantes del ala más liberal y partidaria del libre mercado, hasta que lo abandonó, en 2016, para crear su propio partido: ¡En Marcha! (EM). 
Además de renunciar al PS, ese mismo año dejó su cargo de ministro de Economía, cartera que le había sido asignada en 2014, en un claro giro del gobierno socialista hacia la derecha. 

Macron inició su carrera en 2008, en la Banca Rotschild, lugar desde el que cultivó influyentes amistades que cuatro años después lo llevaron a ocupar la Secretaría General de la Presidencia, desde la cual aconsejaba al presidente, Francois Hollande, en temas de economía. 

El ala izquierdista del partido ya cuestionaba el nombramiento de Macron, un hombre que de su pasado socialista conserva el acento en las libertades individuales, pero su discurso económico es netamente neoliberal. 
Siempre situado en lo más alto de las encuestas, se espera que Macron gane en la segunda vuelta del 7 de mayo debido a que más del 55% de los franceses rechaza a la candidata euroescéptica, Marine Le Pen, que encendió las alarmas no sólo de los franceses, sino también de Bruselas. 

Un triunfo de Macron desactivaría, por tercera vez cinco meses (primero fue Austria, luego Holanda), el fantasma del quiebre de la Unión Europea (UE). 
En línea con el discurso dominante, Macron inició la campaña con el acento puesto en la lucha contra el yihadismo.

Rechazó la propuesta de su rival Le Pen de quitarles la nacionalidad a los franceses que hayan cometido atentados y en su lugar propuso la creación de tribunales y cárceles específicos para los sospechosos y acusados de yihadismo. 
Pese a que ha defendido la preeminencia de las libertades individuales, quiere forzar a los GAFA (Google, Apple, Facebook, Amazon) a compartir con el gobierno los mensajes encriptados de los sospechosos de yihadismo y a retirar ciertas publicaciones del ciberespacio. 
Defendió la política militar del presidente Hollande en Yemen, Irak y Siria, así como su reacción ante los atentados del 13 de noviembre de 2015 en París y del 14 de julio de 2016 en Niza, pero está en contra de su falta de iniciativa en materia europea.

Si llega al Elíseo, prometió que primero que todo coordinará una reunión con la canciller alemana, Angela Merkel, para "reorientar el eje franco-alemán" en materia de economía, defensa y soberanía. 
Amigo del statu quo, está de acuerdo con el aumento del presupuesto de Defensa exigido por los socios de la OTAN, que propone que para 2015 sea equivalente al 2% del PBI del país y está de acuerdo con la meta del déficit por debajo del 3% que reclama Bruselas.

En cuanto a la relación con el bloque, propuso una hoja de ruta a cinco años para dotar a la UE de un presupuesto para gestionar medio ambiente, industria y migraciones.
Macron tiene amplio respaldo tanto dentro como fuera de Francia.

Incluso los socialistas, como el ex primer ministro socialista Manuel Valls, que perdió la interna para la presidencia con Benoit Hamon, y hasta el propio Francois Hollande expresaron su apoyo velado a Macron. 

Sus propuestas, al igual que las de la mayoría de los candidatos, están centradas en la cuestión de más o menos Europa y el refuerzo de la lucha contra el extremismo, una victoria de los candidatos de la derecha que llevaron ese debate al centro del escenario.

Las cuestiones sociales quedaron a un costado en esta campaña, en la que Macron no excluyó retrasar la edad de la jubilación y, al igual que la mayoría de los candidatos, propuso una revisión del código laboral.
De hecho, como ministro de Economía fue uno de los impulsores de la nueva ley, que elimina las trabas y regulaciones para contratar y despedir empleados

Si bien se presenta como el candidato de la renovación, alejado de las viejas estructuras de los partidos, Macron se mueve como pez en el agua entre el establishment, y sus años al lado de Hollande le dieron la experiencia y el respaldo que necesita para también nadar cómodo en las aguas del Elíseo.

23 ABR 2017 - 16:40


Con el socialismo fragmentado y debilitado tras cinco años en el poder y la derecha conservadora relegada en las encuestas por casos de corrupción, el socioliberal Macron, de 39 años, sedujo a propios y extraños con su discurso renovador y a favor de la Unión Europea (UE).

Nacido en 1979 en Amiens, en el norte de Francia, en el seno de una familia de la alta burguesía de provincia, estudió filosofía, ciencias políticas y finanzas.

A los 24 años comenzó a militar en el PS, donde se ubicó entre los representantes del ala más liberal y partidaria del libre mercado, hasta que lo abandonó, en 2016, para crear su propio partido: ¡En Marcha! (EM). 
Además de renunciar al PS, ese mismo año dejó su cargo de ministro de Economía, cartera que le había sido asignada en 2014, en un claro giro del gobierno socialista hacia la derecha. 

Macron inició su carrera en 2008, en la Banca Rotschild, lugar desde el que cultivó influyentes amistades que cuatro años después lo llevaron a ocupar la Secretaría General de la Presidencia, desde la cual aconsejaba al presidente, Francois Hollande, en temas de economía. 

El ala izquierdista del partido ya cuestionaba el nombramiento de Macron, un hombre que de su pasado socialista conserva el acento en las libertades individuales, pero su discurso económico es netamente neoliberal. 
Siempre situado en lo más alto de las encuestas, se espera que Macron gane en la segunda vuelta del 7 de mayo debido a que más del 55% de los franceses rechaza a la candidata euroescéptica, Marine Le Pen, que encendió las alarmas no sólo de los franceses, sino también de Bruselas. 

Un triunfo de Macron desactivaría, por tercera vez cinco meses (primero fue Austria, luego Holanda), el fantasma del quiebre de la Unión Europea (UE). 
En línea con el discurso dominante, Macron inició la campaña con el acento puesto en la lucha contra el yihadismo.

Rechazó la propuesta de su rival Le Pen de quitarles la nacionalidad a los franceses que hayan cometido atentados y en su lugar propuso la creación de tribunales y cárceles específicos para los sospechosos y acusados de yihadismo. 
Pese a que ha defendido la preeminencia de las libertades individuales, quiere forzar a los GAFA (Google, Apple, Facebook, Amazon) a compartir con el gobierno los mensajes encriptados de los sospechosos de yihadismo y a retirar ciertas publicaciones del ciberespacio. 
Defendió la política militar del presidente Hollande en Yemen, Irak y Siria, así como su reacción ante los atentados del 13 de noviembre de 2015 en París y del 14 de julio de 2016 en Niza, pero está en contra de su falta de iniciativa en materia europea.

Si llega al Elíseo, prometió que primero que todo coordinará una reunión con la canciller alemana, Angela Merkel, para "reorientar el eje franco-alemán" en materia de economía, defensa y soberanía. 
Amigo del statu quo, está de acuerdo con el aumento del presupuesto de Defensa exigido por los socios de la OTAN, que propone que para 2015 sea equivalente al 2% del PBI del país y está de acuerdo con la meta del déficit por debajo del 3% que reclama Bruselas.

En cuanto a la relación con el bloque, propuso una hoja de ruta a cinco años para dotar a la UE de un presupuesto para gestionar medio ambiente, industria y migraciones.
Macron tiene amplio respaldo tanto dentro como fuera de Francia.

Incluso los socialistas, como el ex primer ministro socialista Manuel Valls, que perdió la interna para la presidencia con Benoit Hamon, y hasta el propio Francois Hollande expresaron su apoyo velado a Macron. 

Sus propuestas, al igual que las de la mayoría de los candidatos, están centradas en la cuestión de más o menos Europa y el refuerzo de la lucha contra el extremismo, una victoria de los candidatos de la derecha que llevaron ese debate al centro del escenario.

Las cuestiones sociales quedaron a un costado en esta campaña, en la que Macron no excluyó retrasar la edad de la jubilación y, al igual que la mayoría de los candidatos, propuso una revisión del código laboral.
De hecho, como ministro de Economía fue uno de los impulsores de la nueva ley, que elimina las trabas y regulaciones para contratar y despedir empleados

Si bien se presenta como el candidato de la renovación, alejado de las viejas estructuras de los partidos, Macron se mueve como pez en el agua entre el establishment, y sus años al lado de Hollande le dieron la experiencia y el respaldo que necesita para también nadar cómodo en las aguas del Elíseo.


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