El trelewense que escaló un monte en Nepal solo y sin llevar oxígeno

El guía de alta montaña Mariana Galván realizó la expedición sin acompañante. Escaló cargando su propio equipaje. Tardó casi tres días en alcanzar la cumbre.

02 JUL 2011 - 22:34 | Actualizado

El trelewense Mariano Galván lo hizo de nuevo. Escaló los 8.516 metros de la montaña Lhotse solo, sin oxígeno y cargando su propio equipaje, rescatando así el espíritu deportivo en una zona tan comercial como el Himalaya, en donde la expedición puede costar 35.000 dólares por persona.<br /><br />El argentino hizo cumbre el 19 de mayo, adonde llegó luego de casi tres días de escalada. La expedición le demandó dos meses: partió el 6 de abril de Argentina y volvió al país el 6 de junio.<br /><br />El antecedente más próximo a ese logro es el del guía mendocino Matías Erroz, conocido como “Matoko”, quien el año pasado también subió sin el apoyo de un tubo de oxígeno. <br /><br />Mariano Galván viene de dejar otra marca para el andinismo argentino: en marzo de 2010 se consagró como el primer deportista nacional en escalar la pared sur del Aconcagua en sólo 34 horas, una expedición que también realizó en solitario.<br /><br />La experiencia<br /><br /> Mariano Galván admite que las condiciones previas a concretar el proyecto de Lhotse no fueron las mejores: “Tuve que organizar todo muy rápido. Llegué a Katmandú (la capital de Nepal) y no tenía nada firme, así que era cuestión de confiar en lo que se iba dando”, asegura.<br /><br />En el camino, además de las dudas, los temores y los pequeños traspiés, también quedó Augusto Ortega, el guía peruano que iba a ser el compañero del trelewense en la expedición. “Él no consiguió esponsors y por lo tanto no pudo viajar”, explicó. “Así que no tenía con quién compartir las decisiones que tuve que ir tomando. Hacer todo solo fue muy duro mentalmente, más que lo físico”, agrega.<br /><br />En su caso, Galván tampoco consiguió aportes ni privados ni públicos para llevar adelante la expedición, que debió solventar exclusivamente. Pero Mariano sabe que no puede quejarse: en el mismo intento y al mismo tiempo en que el guía argentino conseguía su meta, la temporada en Lhotse se cobraba dos muertes y el accidente (casi fatal) de los cuatro españoles.<br /><br />A pesar del estado físico resultante de su trabajo como guía profesional en el Aconcagua desde hace varios años, la ascensión le demandó a Mariano varias semanas de aclimatación, ya que las duras condiciones a esa altura incluyen vientos, nieve, hielo, tormentas y temperaturas de 30 grados bajo cero. <br /><br />Parte del entrenamiento fue subir la montaña Island Peak de 6.200 metross: “Resultó bien así que después me dirigí al campo base del Everest (5.400 metros), en donde estuve varios días subiendo y bajando desde allí hasta el último puesto (campo IV, a 7.900 metros)”.<br /><br />Galván prescindió del servicio de los sherpas, pobladores nativos que trabajan como cargadores de equipos -comida, combustible y carpa- en las expediciones.<br /><br />El trelewense no tuvo suerte en su primer intento de alcanzar la cumbre. “Fue diez días antes del intento final. El aire estaba tan frío que me quemó la garganta y me produjo una fuerte tos. Al no llevar oxígeno, no contaba con nada que me filtrara el aire helado”, describió. “Así que tuve que irme más abajo del campo base para recuperarme y volví cuando la temperatura fue mejor”, agregó.<br /><br />Recuperado del susto, Galván confió en el pronóstico y comenzó la escalada. “Como fui el primero de la temporada en hacer cumbre tuve que abrir huella solo. Y la nieve estaba honda así que me costó bastante trabajo”, describió.<br /><br />Entre campamento y campamento, Galván caminaba durante la noche, ya que de día la temperatura se vuelve insoportable. “Filmé mi termómetro marcar 50º porque si no nadie me iba a creer”, cuenta Mariano sonriendo. “La radiación solar es tan intensa en esa especie de palangana de nieve que te tenés que quedar adentro de la carpa, e incluso ahí tenés que estar con lentes de sol. Durante esas horas aprovechaba a derretir agua, a tomar mate, y a descansar, porque dormir es casi imposible”, mencionó. <br /><br />El chubutense mencionó: “Estaba un poco asustado porque no había gente en el último campamento. Los grupos iban a entrar casi tres días más tarde. Vos sabés que si te pasa algo, más allá de que llevás una radio, la ayuda va a tardar. Así que subí y bajé y no había nadie”, recordó.<br /><br />El año pasado otro argentino -el mendocino Matías Erroz- subió sin hacer uso del oxígeno. “A diferencia de “Matoko”, que pasó por todos los puntos, yo salté del campo base al campo II, al campo IV y de ahí a la cumbre. De esa manera fui más liviano pero a la vez con un mayor desgaste”.<br /><br />Va por el más alto<br /><br /> Satisfecho por los resultados de la experiencia, Galván disfruta unos días junto a sus familiares en Trelew. “Hay que recuperar la cabeza y el cuerpo para afrontar una escalada de esa magnitud”, asegura. Y agrega: “Yo estaba muy acostumbrado a subir montañas acá, con un máximo de 7.000 metros y sin haber pasado nunca esa altura”.<br /><br />Pero el sabor del éxito permanece y su visita a Nepal le dejó en claro su próximo objetivo: el Everest. “En 2012 quiero intentar la cumbre, ir por el más alto”, dice Mariano.<br /><br />Para ello comenzó una campaña de búsqueda de esponsors que le ayuden a costear la iniciativa “El andinismo no es tan masivo como otros deportes pero no se trata de un tipo que sube solo una montaña, sino que nosotros representamos a un país. Y tratamos levantar el nivel del deporte argentino, que está pasando por un muy buen momento”, expresó. <br /><br />Galván menciona que la actividad “es muy noble: no vas a ver a nadie agarrarse a las trompadas, o romper todo si se le frustró una cumbre. Hay mucha camaradería: todos colaboramos en los salvatajes por ejemplo. Tiene muchos valores para rescatar”.#<br /><br />

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02 JUL 2011 - 22:34

El trelewense Mariano Galván lo hizo de nuevo. Escaló los 8.516 metros de la montaña Lhotse solo, sin oxígeno y cargando su propio equipaje, rescatando así el espíritu deportivo en una zona tan comercial como el Himalaya, en donde la expedición puede costar 35.000 dólares por persona.<br /><br />El argentino hizo cumbre el 19 de mayo, adonde llegó luego de casi tres días de escalada. La expedición le demandó dos meses: partió el 6 de abril de Argentina y volvió al país el 6 de junio.<br /><br />El antecedente más próximo a ese logro es el del guía mendocino Matías Erroz, conocido como “Matoko”, quien el año pasado también subió sin el apoyo de un tubo de oxígeno. <br /><br />Mariano Galván viene de dejar otra marca para el andinismo argentino: en marzo de 2010 se consagró como el primer deportista nacional en escalar la pared sur del Aconcagua en sólo 34 horas, una expedición que también realizó en solitario.<br /><br />La experiencia<br /><br /> Mariano Galván admite que las condiciones previas a concretar el proyecto de Lhotse no fueron las mejores: “Tuve que organizar todo muy rápido. Llegué a Katmandú (la capital de Nepal) y no tenía nada firme, así que era cuestión de confiar en lo que se iba dando”, asegura.<br /><br />En el camino, además de las dudas, los temores y los pequeños traspiés, también quedó Augusto Ortega, el guía peruano que iba a ser el compañero del trelewense en la expedición. “Él no consiguió esponsors y por lo tanto no pudo viajar”, explicó. “Así que no tenía con quién compartir las decisiones que tuve que ir tomando. Hacer todo solo fue muy duro mentalmente, más que lo físico”, agrega.<br /><br />En su caso, Galván tampoco consiguió aportes ni privados ni públicos para llevar adelante la expedición, que debió solventar exclusivamente. Pero Mariano sabe que no puede quejarse: en el mismo intento y al mismo tiempo en que el guía argentino conseguía su meta, la temporada en Lhotse se cobraba dos muertes y el accidente (casi fatal) de los cuatro españoles.<br /><br />A pesar del estado físico resultante de su trabajo como guía profesional en el Aconcagua desde hace varios años, la ascensión le demandó a Mariano varias semanas de aclimatación, ya que las duras condiciones a esa altura incluyen vientos, nieve, hielo, tormentas y temperaturas de 30 grados bajo cero. <br /><br />Parte del entrenamiento fue subir la montaña Island Peak de 6.200 metross: “Resultó bien así que después me dirigí al campo base del Everest (5.400 metros), en donde estuve varios días subiendo y bajando desde allí hasta el último puesto (campo IV, a 7.900 metros)”.<br /><br />Galván prescindió del servicio de los sherpas, pobladores nativos que trabajan como cargadores de equipos -comida, combustible y carpa- en las expediciones.<br /><br />El trelewense no tuvo suerte en su primer intento de alcanzar la cumbre. “Fue diez días antes del intento final. El aire estaba tan frío que me quemó la garganta y me produjo una fuerte tos. Al no llevar oxígeno, no contaba con nada que me filtrara el aire helado”, describió. “Así que tuve que irme más abajo del campo base para recuperarme y volví cuando la temperatura fue mejor”, agregó.<br /><br />Recuperado del susto, Galván confió en el pronóstico y comenzó la escalada. “Como fui el primero de la temporada en hacer cumbre tuve que abrir huella solo. Y la nieve estaba honda así que me costó bastante trabajo”, describió.<br /><br />Entre campamento y campamento, Galván caminaba durante la noche, ya que de día la temperatura se vuelve insoportable. “Filmé mi termómetro marcar 50º porque si no nadie me iba a creer”, cuenta Mariano sonriendo. “La radiación solar es tan intensa en esa especie de palangana de nieve que te tenés que quedar adentro de la carpa, e incluso ahí tenés que estar con lentes de sol. Durante esas horas aprovechaba a derretir agua, a tomar mate, y a descansar, porque dormir es casi imposible”, mencionó. <br /><br />El chubutense mencionó: “Estaba un poco asustado porque no había gente en el último campamento. Los grupos iban a entrar casi tres días más tarde. Vos sabés que si te pasa algo, más allá de que llevás una radio, la ayuda va a tardar. Así que subí y bajé y no había nadie”, recordó.<br /><br />El año pasado otro argentino -el mendocino Matías Erroz- subió sin hacer uso del oxígeno. “A diferencia de “Matoko”, que pasó por todos los puntos, yo salté del campo base al campo II, al campo IV y de ahí a la cumbre. De esa manera fui más liviano pero a la vez con un mayor desgaste”.<br /><br />Va por el más alto<br /><br /> Satisfecho por los resultados de la experiencia, Galván disfruta unos días junto a sus familiares en Trelew. “Hay que recuperar la cabeza y el cuerpo para afrontar una escalada de esa magnitud”, asegura. Y agrega: “Yo estaba muy acostumbrado a subir montañas acá, con un máximo de 7.000 metros y sin haber pasado nunca esa altura”.<br /><br />Pero el sabor del éxito permanece y su visita a Nepal le dejó en claro su próximo objetivo: el Everest. “En 2012 quiero intentar la cumbre, ir por el más alto”, dice Mariano.<br /><br />Para ello comenzó una campaña de búsqueda de esponsors que le ayuden a costear la iniciativa “El andinismo no es tan masivo como otros deportes pero no se trata de un tipo que sube solo una montaña, sino que nosotros representamos a un país. Y tratamos levantar el nivel del deporte argentino, que está pasando por un muy buen momento”, expresó. <br /><br />Galván menciona que la actividad “es muy noble: no vas a ver a nadie agarrarse a las trompadas, o romper todo si se le frustró una cumbre. Hay mucha camaradería: todos colaboramos en los salvatajes por ejemplo. Tiene muchos valores para rescatar”.#<br /><br />


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