El Partido Comunista chino pone el foco en la corrupción

Las autoridades disciplinarias chinas investigaron a 440 funcionarios nacionales de alto nivel por corrupción en los últimos cinco años, se informó hoy durante la segunda jornada del 19vo. Congreso del Partido Comunista de China (PCCh) que comenzó ayer y que tiene como objetivo acabar con esta práctica, calificada como “la mayor amenaza” al partido por el presidente Xi Jinping.

19 OCT 2017 - 11:10 | Actualizado


En su histórico discurso de apertura en el Gran Palacio del Pueblo en Beijing, Xi, que encabeza el partido, sostuvo que “la lucha contra la corrupción ha tenido un impulso abrumador y ha fortalecido el desarrollo” dando así paso para reafirmar y continuar con la implacable guerra que le declaró a la corrupción en las esferas del gobierno y del Partido, un tema fuerte al interior de China pero que busca tomar una relevancia ejemplificadora hacia el resto del mundo. 

Según señaló hoy en conferencia de prensa Yang Xiaodu, subsecretario de la Comisión Central para la Inspección Disciplinaria (CCDI), de los más de 400 funcionarios, 43 son miembros del Comité Central del PCCh, y nueve de la Comisión Central para la Inspección Disciplinaria (CCDI) también “fueron investigados”. 

El funcionario chino también sostuvo hoy que su país “está trabajando con la comunidad internacional para atrapar sospechosos de corrupción que habían huido al extranjero”. Ya son 3.453 fugitivos. 

Además, hay cien que figuran “en una notificación roja de Interpol”, de los cuales 48 ya fueron arrestados, remarcó. 
De acuerdo con el informe que dio ayer Xi, el partido obtendrá una "victoria arrolladora" en su lucha contra la corrupción para evitar el ciclo “de ascenso y caída de la historia”. Para el partido gobernante en China, la corrupción es "la mayor amenaza" y su lucha “nunca termina y actualmente sigue siendo grave y compleja”.

El presidente pidió “tolerancia cero” del Partido y dijo que tanto los que acepten sobornos como los que los ofrezcan “serán castigados” y donde quiera que huyan “serán traídos de vuelta y llevados ante la justicia”.

La campaña anticorrupción fue lanzada en 2012 y varios funcionarios de alto nivel fueron juzgados. 

A tal punto China se pone al hombro y busca aleccionar, que en una enorme muestra dedicada a los últimos cinco años de gobierno de Xi en Beijing –una serte de prólogo popular en los días del Congreso- hay una sala que exhibe las fotos de los funcionarios en pleno juicio, con informaciones sobre sus delitos y condenas. 

Incluso, dos días antes de la apertura del congreso, el máximo órgano de supervisión de la disciplina del PCCh informó que cerca de 1.343.000 funcionarios de nivel de base del Partido fueron castigados desde 2012 a junio de 2017.

La prensa internacional ya puso su atención en quién será el reemplazo del líder de la lucha anticorrupción en los últimos años, el veterano Wang Qishan, de 69 años, miembro del Comité permanente del Politburó, quien debe retirarse por su edad. 

Li Zhanshu, un aliado cercano de Xi, que ahora es el director de la Oficina General del Partido es uno de los nombres que se barajan para convertirse en el nuevo zar de la lucha contra la corrupción, pero eso recién se conocerá cuando culmine el Congreso, el 24 de este mes. 

También en seis días se espera que Xi reafirme su liderazgo y siga encabezando China y el partido hasta el 2022. Con su discurso de ayer, en el que llamó a construir una nueva era en su país y “profundizar el socialismo con características chinas”, el mundo volteó la mirada hacia su figura, que emerge como el nuevo gran timonel del gigante asiático. 

El congreso del partido comunista se realiza cada cinco años y es una instancia clave de la política china, en el cual se delinean las directrices del próximo quinquenio. También este año se renovarán cinco escaños del Comité Permanente del partido, conformando una nueva generación en la mesa chica del poder chino. 

Los más de 2.200 delegados, elegidos por los 89 millones de miembros del partido, debaten por estas horas –en su mayoría en sesiones cerradas al público- en el Gran Palacio del Pueblo, frente a la plaza Tiananmén, epicentro político de China. 

La capital china siente algunos de los efectos de este esperado Congreso y si bien los controles de seguridad son estrictos cotidianamente, durante esta semana se han reforzado, tanto en el metro como en las calles. 

Sobre todo en las inmediaciones de Tiananmén, donde cada mañana la gente se reúne para ver el izamiento de la bandera y donde el complicado tránsito de Beijing está cortado.

19 OCT 2017 - 11:10


En su histórico discurso de apertura en el Gran Palacio del Pueblo en Beijing, Xi, que encabeza el partido, sostuvo que “la lucha contra la corrupción ha tenido un impulso abrumador y ha fortalecido el desarrollo” dando así paso para reafirmar y continuar con la implacable guerra que le declaró a la corrupción en las esferas del gobierno y del Partido, un tema fuerte al interior de China pero que busca tomar una relevancia ejemplificadora hacia el resto del mundo. 

Según señaló hoy en conferencia de prensa Yang Xiaodu, subsecretario de la Comisión Central para la Inspección Disciplinaria (CCDI), de los más de 400 funcionarios, 43 son miembros del Comité Central del PCCh, y nueve de la Comisión Central para la Inspección Disciplinaria (CCDI) también “fueron investigados”. 

El funcionario chino también sostuvo hoy que su país “está trabajando con la comunidad internacional para atrapar sospechosos de corrupción que habían huido al extranjero”. Ya son 3.453 fugitivos. 

Además, hay cien que figuran “en una notificación roja de Interpol”, de los cuales 48 ya fueron arrestados, remarcó. 
De acuerdo con el informe que dio ayer Xi, el partido obtendrá una "victoria arrolladora" en su lucha contra la corrupción para evitar el ciclo “de ascenso y caída de la historia”. Para el partido gobernante en China, la corrupción es "la mayor amenaza" y su lucha “nunca termina y actualmente sigue siendo grave y compleja”.

El presidente pidió “tolerancia cero” del Partido y dijo que tanto los que acepten sobornos como los que los ofrezcan “serán castigados” y donde quiera que huyan “serán traídos de vuelta y llevados ante la justicia”.

La campaña anticorrupción fue lanzada en 2012 y varios funcionarios de alto nivel fueron juzgados. 

A tal punto China se pone al hombro y busca aleccionar, que en una enorme muestra dedicada a los últimos cinco años de gobierno de Xi en Beijing –una serte de prólogo popular en los días del Congreso- hay una sala que exhibe las fotos de los funcionarios en pleno juicio, con informaciones sobre sus delitos y condenas. 

Incluso, dos días antes de la apertura del congreso, el máximo órgano de supervisión de la disciplina del PCCh informó que cerca de 1.343.000 funcionarios de nivel de base del Partido fueron castigados desde 2012 a junio de 2017.

La prensa internacional ya puso su atención en quién será el reemplazo del líder de la lucha anticorrupción en los últimos años, el veterano Wang Qishan, de 69 años, miembro del Comité permanente del Politburó, quien debe retirarse por su edad. 

Li Zhanshu, un aliado cercano de Xi, que ahora es el director de la Oficina General del Partido es uno de los nombres que se barajan para convertirse en el nuevo zar de la lucha contra la corrupción, pero eso recién se conocerá cuando culmine el Congreso, el 24 de este mes. 

También en seis días se espera que Xi reafirme su liderazgo y siga encabezando China y el partido hasta el 2022. Con su discurso de ayer, en el que llamó a construir una nueva era en su país y “profundizar el socialismo con características chinas”, el mundo volteó la mirada hacia su figura, que emerge como el nuevo gran timonel del gigante asiático. 

El congreso del partido comunista se realiza cada cinco años y es una instancia clave de la política china, en el cual se delinean las directrices del próximo quinquenio. También este año se renovarán cinco escaños del Comité Permanente del partido, conformando una nueva generación en la mesa chica del poder chino. 

Los más de 2.200 delegados, elegidos por los 89 millones de miembros del partido, debaten por estas horas –en su mayoría en sesiones cerradas al público- en el Gran Palacio del Pueblo, frente a la plaza Tiananmén, epicentro político de China. 

La capital china siente algunos de los efectos de este esperado Congreso y si bien los controles de seguridad son estrictos cotidianamente, durante esta semana se han reforzado, tanto en el metro como en las calles. 

Sobre todo en las inmediaciones de Tiananmén, donde cada mañana la gente se reúne para ver el izamiento de la bandera y donde el complicado tránsito de Beijing está cortado.


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