Si bien la llegada de una fuerte corriente de inmigrantes chinos a la Argentina tiene más de dos décadas, en nuestra zona ese fenómeno se remonta a los últimos cinco o seis años, en los que ese proceso se ha hecho evidente a partir de la apertura de comercios administrados por orientales.
Los chinos que ingresan a la Argentina deben hacerlo mediante una visa para turistas autorizada por el Ministerio de Relaciones Exteriores a través de los consultados argentinos en el exterior.
Una vez en el país, la Dirección Nacional de Migraciones les otorga la permanencia por el periodo de hasta 90 días máximo, tras el cual deben salir del país, ya que en caso de ser detectados dentro del país superado ese límite de tiempo o bien que hubiera sido detectado su ingreso por un lugar no habilitado, se considera una falta gravísima lo que implica de acuerdo a la nueva normativa un motivo de expulsión casi inmediata.
Para un nuevo ingreso los ciudadanos chinos deben solicitar una visa de trabajo temporal por un año, que puede luego prorrogarse y tras tres años en el país daría lugar al inicio de los trámites de residencia definitiva. Este trámite también está a cargo de la Dirección Nacional de Migraciones.
Sin embargo existe otra alternativa para la llegada de ciudadanos extranjeros al país. En este caso, un inmigrante chino que ya cuenta con la radicación definitiva en nuestro país, tiene la opción de inscribirse en un registro de llamantes, lo que habilita a esa persona a requerir el ingreso de manera directa de familiares, considerando siempre de manera a quienes se encuentren en línea ascendente o descendente directa: padre, madre o hijos.
La existencia de un hijo argentino permite un criterio diferencial para los extranjeros que realicen el trámite de visado de trabajo o posteriormente los trámites de radicación, al igual que el ingreso de un cónyuge de la persona que ha solicitado el ingreso al país, ya sea un visado de trabajo provisorio o hubiera sido requerido por otro ciudadano chino inscripto en el registro de llamantes.
Sin un cupo máximo establecido para los llamantes, cada inmigrante que obtiene su residencia en el país puede llamar a tantos familiares como desee, siempre que los mismos cumplan con los requisitos impuestos por la legislación nacional y los tratados internacionales en materia de inmigración.
Si bien la llegada de una fuerte corriente de inmigrantes chinos a la Argentina tiene más de dos décadas, en nuestra zona ese fenómeno se remonta a los últimos cinco o seis años, en los que ese proceso se ha hecho evidente a partir de la apertura de comercios administrados por orientales.
Los chinos que ingresan a la Argentina deben hacerlo mediante una visa para turistas autorizada por el Ministerio de Relaciones Exteriores a través de los consultados argentinos en el exterior.
Una vez en el país, la Dirección Nacional de Migraciones les otorga la permanencia por el periodo de hasta 90 días máximo, tras el cual deben salir del país, ya que en caso de ser detectados dentro del país superado ese límite de tiempo o bien que hubiera sido detectado su ingreso por un lugar no habilitado, se considera una falta gravísima lo que implica de acuerdo a la nueva normativa un motivo de expulsión casi inmediata.
Para un nuevo ingreso los ciudadanos chinos deben solicitar una visa de trabajo temporal por un año, que puede luego prorrogarse y tras tres años en el país daría lugar al inicio de los trámites de residencia definitiva. Este trámite también está a cargo de la Dirección Nacional de Migraciones.
Sin embargo existe otra alternativa para la llegada de ciudadanos extranjeros al país. En este caso, un inmigrante chino que ya cuenta con la radicación definitiva en nuestro país, tiene la opción de inscribirse en un registro de llamantes, lo que habilita a esa persona a requerir el ingreso de manera directa de familiares, considerando siempre de manera a quienes se encuentren en línea ascendente o descendente directa: padre, madre o hijos.
La existencia de un hijo argentino permite un criterio diferencial para los extranjeros que realicen el trámite de visado de trabajo o posteriormente los trámites de radicación, al igual que el ingreso de un cónyuge de la persona que ha solicitado el ingreso al país, ya sea un visado de trabajo provisorio o hubiera sido requerido por otro ciudadano chino inscripto en el registro de llamantes.
Sin un cupo máximo establecido para los llamantes, cada inmigrante que obtiene su residencia en el país puede llamar a tantos familiares como desee, siempre que los mismos cumplan con los requisitos impuestos por la legislación nacional y los tratados internacionales en materia de inmigración.