Editorial: devaluados

La calma con la que abrió el dólar en la jornada de ayer duró solo algunos minutos.

30 AGO 2018 - 20:32 | Actualizado

Tras la palabra oficial, esta vez en voz del jefe de gabinete Marcos Peña, catapultó la divisa norteamericana 5 pesos para llevarlo hasta los $ 39. Desde ahí la volatilidad y la incertidumbre primaron, en un dólar que ante la incredulidad del argentino de a pie llegó a tocar los $ 42, y terminó cerrando casi en $ 40.

Es verdad, no es la crisis de 2001, por varias razones macroeconómicas y financieras del país. No está atada a la ficción del a 1 a 1 y el sistema bancario está mucho más robusto para responder. Pero es la crisis de 2018, que tiene sus condimentos particulares: en principio una recesión que se profundiza a medida que pasan ya no los meses, sino los días, un dólar megadevaluación y como corolario una inflación que hoy parece no tener techo.

Una de las grandes dudas es si el programa financiero del Gobierno Nacional podrá sostener los vencimientos hacia 2019 y no caer en un nuevo Default. Lo cierto es que en pocos días el Gobierno se gastó todo su crédito: aquel plan con el FMI que se comunicó como “preventivo”, por si hacía falta, se convirtió en la única herramienta de la que se agarra Nación para que la vertiginosidad de los mercados no se los lleve puestos. Así y todo, parece estar indomable.

Las consecuencias serán inevitables. Pérdida de poder adquisitivo, aumentos en todos los rubros que se trasladarán de las formas más diversas según el sector y un denominador común: desconfianza total. Ni el FMI, ni el equipo económico y, lo más preocupante, ni el presidente hoy parecen tener el timón en sus manos.

El juego de las expectativas terminó dejando una frazada extremadamente corta. Primero con la lluvia de inversiones que no llegó y que obligó a tomar deuda de forma desmedida. Luego para intentar frenar el dólar con promesas en vano. Va siendo tiempo de dejar las palabras de lado, los mensajes voluntaristas a los mercados y actuar decididamente con políticas económicas y sociales.#

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30 AGO 2018 - 20:32

Tras la palabra oficial, esta vez en voz del jefe de gabinete Marcos Peña, catapultó la divisa norteamericana 5 pesos para llevarlo hasta los $ 39. Desde ahí la volatilidad y la incertidumbre primaron, en un dólar que ante la incredulidad del argentino de a pie llegó a tocar los $ 42, y terminó cerrando casi en $ 40.

Es verdad, no es la crisis de 2001, por varias razones macroeconómicas y financieras del país. No está atada a la ficción del a 1 a 1 y el sistema bancario está mucho más robusto para responder. Pero es la crisis de 2018, que tiene sus condimentos particulares: en principio una recesión que se profundiza a medida que pasan ya no los meses, sino los días, un dólar megadevaluación y como corolario una inflación que hoy parece no tener techo.

Una de las grandes dudas es si el programa financiero del Gobierno Nacional podrá sostener los vencimientos hacia 2019 y no caer en un nuevo Default. Lo cierto es que en pocos días el Gobierno se gastó todo su crédito: aquel plan con el FMI que se comunicó como “preventivo”, por si hacía falta, se convirtió en la única herramienta de la que se agarra Nación para que la vertiginosidad de los mercados no se los lleve puestos. Así y todo, parece estar indomable.

Las consecuencias serán inevitables. Pérdida de poder adquisitivo, aumentos en todos los rubros que se trasladarán de las formas más diversas según el sector y un denominador común: desconfianza total. Ni el FMI, ni el equipo económico y, lo más preocupante, ni el presidente hoy parecen tener el timón en sus manos.

El juego de las expectativas terminó dejando una frazada extremadamente corta. Primero con la lluvia de inversiones que no llegó y que obligó a tomar deuda de forma desmedida. Luego para intentar frenar el dólar con promesas en vano. Va siendo tiempo de dejar las palabras de lado, los mensajes voluntaristas a los mercados y actuar decididamente con políticas económicas y sociales.#


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