El proyecto de monitoreo satelital “nos cambió la perspectiva que teníamos de las ballenas”

En la sala de exposiciones del CCT CENPAT se presentó el informe del equipo multidisciplinario que trabaja en el monitoreo satelital de las ballenas, que ha arrojado resultados muy positivos para la investigación científica.

El investigador Enrique Crespo brindando detalles del trabajo.
08 OCT 2019 - 21:03 | Actualizado

La presentación estuvo a cargo de Enrique Crespo, investigador superior del Centro para el Estudios de los Sistemas Marinos (CESIMAR- CONICET) acompañado por la veterinaria Marcela Uhar, University of California, Davies (UC Davies)y Santiago Fernández, becario doctoral (CESIMAR- CONICET). Junto a ellos, estuvieron Pedro Barón, director del CCT CENPAT CONICET y Néstor García, ministro de Turismo del Chubut.

Los responsables del trabajo puntualizaron que se trata de un equipo que representan a varias instituciones gubernamentales y no gubernamentales de la Argentina, Brasil y Estados Unidos que han colaborado de diferentes formas para la concreción del trabajo de investigación.

El monitoreo satelital

Crespo brindó precisiones sobre el trabajo de monitoreo satelital que permitió marcar en desde el 2014 al 2019 47 ballenas, hembras con crías, adultos solitarios, juveniles. Las marchas se realizaron en el Golfo Nuevo y en la bahía de San Antonio durante dos años.

“Los resultados nos muestran que las ballenas pueden ir tanto subatlántico, cerca de las Islas Georgias, incluso cerca de las Islas Sándwich donde hay grandes cardúmenes de kril del que se alimenta. Pero, también, van al talud frente al Río de la Plata e incluso más al norte donde corre una corriente subatlántica de muy alta productivo primario y secundario. Ahí van a comer, fundamentalmente, copecopos y otras cosas” dijo el investigador del Centro para el Estudios de los Sistemas Marinos.

El procesamiento de la información recolectada durante estos años llevó a Enrique Crespo a reconocer que “todo este proyecto nos cambió la perspectiva que teníamos de la ballena en cuánto a la capacidad de movimiento, la velocidad porque el drone registró hasta 40 kilómetros de movimiento por hora de desplazamiento, o cruzar en un día el Golfo San Matías. Esto todavía está en proceso porque hay mucha información para analizar pero los resultados que nos está demostrando son sorprendentes”.

Otro de los datos que van surgiendo permitió determinar que en los Golfo Nuevo y San José “se está concentrando la aparición de las crías y el amamantamiento de las hembras a sus crías y se están corriendo a aguas más profundas o al norte golfo San Matías los grupos de copula y, eventualmente, alguna que otra parición”.

Mortalidad de juveniles

Desde allí que el investigador planteó que central que este trabajo y estudio “aporte a la conversación de la ballena y a poder predecir o determinar cuáles son las causas para que, cada tanto, se produzca un evento de mortalidad muy fuerte sobre las crías. Eso todavía no lo tenemos demasiado claro”. Más allá que aún no se ha podido precisar las causas del fenómeno, los investigadores están analizando y conjeturando las causas que produce ello. En este sentido, el cambio climático podría tener un rol preponderante.

Enrique Crespo comentó que “no hay una causa múltiple sino múltiples causas” detallando que dentro de los indicios que se están evaluando estaría la presencia de “situaciones que favorezcan la mortalidad”. Dentro de ello, “una disminución del estado de la condición de los animales” precisando que “está vinculado con lo que sucede en aguas subamtártico donde en los años que hay un aumento de la temperatura del agua, una menor formación de la capa de hielo, una menor maduración del kril al año siguiente hay una mortalidad mayor de crías pero en el mismo año hay mortalidad de especies que se alimentan de kril porque hay menos cantidad disponible”.

Hipótesis de estudio

La hipótesis del estudio apuntaría que “las hembras comen menos, la formación de la capa de grasa es de menor espesor. Si están preñadas cuando vienen al año siguiente a parir a Valdés dan a luz la cría pero no tienen la suficiente grasa para transformarla en leche y amamantarla exitosamente para que viva” dijo el investigador.

Enrique Crespo dejó entrever, con un alto porcentaje de certeza, que el cambio climático juega un rol central en esta situación y la falta de alimento que se detecta en determinados años y que son la antesala de la mortalidad de los juveniles.

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08 OCT 2019 - 21:03

La presentación estuvo a cargo de Enrique Crespo, investigador superior del Centro para el Estudios de los Sistemas Marinos (CESIMAR- CONICET) acompañado por la veterinaria Marcela Uhar, University of California, Davies (UC Davies)y Santiago Fernández, becario doctoral (CESIMAR- CONICET). Junto a ellos, estuvieron Pedro Barón, director del CCT CENPAT CONICET y Néstor García, ministro de Turismo del Chubut.

Los responsables del trabajo puntualizaron que se trata de un equipo que representan a varias instituciones gubernamentales y no gubernamentales de la Argentina, Brasil y Estados Unidos que han colaborado de diferentes formas para la concreción del trabajo de investigación.

El monitoreo satelital

Crespo brindó precisiones sobre el trabajo de monitoreo satelital que permitió marcar en desde el 2014 al 2019 47 ballenas, hembras con crías, adultos solitarios, juveniles. Las marchas se realizaron en el Golfo Nuevo y en la bahía de San Antonio durante dos años.

“Los resultados nos muestran que las ballenas pueden ir tanto subatlántico, cerca de las Islas Georgias, incluso cerca de las Islas Sándwich donde hay grandes cardúmenes de kril del que se alimenta. Pero, también, van al talud frente al Río de la Plata e incluso más al norte donde corre una corriente subatlántica de muy alta productivo primario y secundario. Ahí van a comer, fundamentalmente, copecopos y otras cosas” dijo el investigador del Centro para el Estudios de los Sistemas Marinos.

El procesamiento de la información recolectada durante estos años llevó a Enrique Crespo a reconocer que “todo este proyecto nos cambió la perspectiva que teníamos de la ballena en cuánto a la capacidad de movimiento, la velocidad porque el drone registró hasta 40 kilómetros de movimiento por hora de desplazamiento, o cruzar en un día el Golfo San Matías. Esto todavía está en proceso porque hay mucha información para analizar pero los resultados que nos está demostrando son sorprendentes”.

Otro de los datos que van surgiendo permitió determinar que en los Golfo Nuevo y San José “se está concentrando la aparición de las crías y el amamantamiento de las hembras a sus crías y se están corriendo a aguas más profundas o al norte golfo San Matías los grupos de copula y, eventualmente, alguna que otra parición”.

Mortalidad de juveniles

Desde allí que el investigador planteó que central que este trabajo y estudio “aporte a la conversación de la ballena y a poder predecir o determinar cuáles son las causas para que, cada tanto, se produzca un evento de mortalidad muy fuerte sobre las crías. Eso todavía no lo tenemos demasiado claro”. Más allá que aún no se ha podido precisar las causas del fenómeno, los investigadores están analizando y conjeturando las causas que produce ello. En este sentido, el cambio climático podría tener un rol preponderante.

Enrique Crespo comentó que “no hay una causa múltiple sino múltiples causas” detallando que dentro de los indicios que se están evaluando estaría la presencia de “situaciones que favorezcan la mortalidad”. Dentro de ello, “una disminución del estado de la condición de los animales” precisando que “está vinculado con lo que sucede en aguas subamtártico donde en los años que hay un aumento de la temperatura del agua, una menor formación de la capa de hielo, una menor maduración del kril al año siguiente hay una mortalidad mayor de crías pero en el mismo año hay mortalidad de especies que se alimentan de kril porque hay menos cantidad disponible”.

Hipótesis de estudio

La hipótesis del estudio apuntaría que “las hembras comen menos, la formación de la capa de grasa es de menor espesor. Si están preñadas cuando vienen al año siguiente a parir a Valdés dan a luz la cría pero no tienen la suficiente grasa para transformarla en leche y amamantarla exitosamente para que viva” dijo el investigador.

Enrique Crespo dejó entrever, con un alto porcentaje de certeza, que el cambio climático juega un rol central en esta situación y la falta de alimento que se detecta en determinados años y que son la antesala de la mortalidad de los juveniles.


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