Historias Mínimas / Charly Amado, la voz que siempre está

Por Ismael Tebes / Redacción Jornada

23 NOV 2019 - 20:30 | Actualizado

Podría ser el empleado del mes en una cadena de comidas rápidas. Puntual. Un buen trabajador que cumple religiosamente con su fajina aunque diferente a todos: computadora en mano, miles de pistas esperando play; micrófono siempre listo y vestido para la ocasión según su estado de ánimo. De lunes a lunes, desde las 4 hasta las 5 y media canta sin parar durante una hora y media o más sin medir género, ni idioma. Cabaña Pub es un templo sagrado para sus seguidores desde hace treinta y cinco años. Ahí una noche sin él, equivale a silencio, a la nada misma.

Carlos Hugo Amado, Charly, es un show en sí mismo y un personaje de culto de la noche comodorense. Nunca discreto se define como un “estudioso” del ambiente, las caras y de las situaciones. Nada lo asusta y mucho menos cuando la música empieza a fluir.

“Charly” podría escribir la contrateoría del éxito si se lo propusiera. Prefiere el aplauso sincero al show “marketineado”; ninguna falsa idolatría, ni delirios de estrella; es su propio manager y él mismo, dueño de su producto. No suele proyectar y prefiere disfrutar el hoy; vive a pleno, lee hasta el cansancio y es un constante superador de los límites artísticos que prefiere no tener.

Su voz lo nutre, lo alimenta. Y por eso le dedica conocimiento; disciplina y el debido “alimento” musical. En sí, nada se improvisa y provoca que todo cuente a la hora de “pegar” el golpe de efecto.

Pocos conocen su pasado como patinador artístico que saltaba barras de fuego y como jugador del hóckey sobre patines, disciplinas nada fáciles de imponer en una familia con historia futbolística.

Comenzó a tocar el piano de su hermana a los 10 años, sin saberlo a pura intuición y tuvo tanta facilidad que cursó el profesorado en tiempo récord: en cinco años hizo los nueve que demandaba el título, a razón de dos años en uno. Y del mismo modo, sin manual, aprendió guitarra. En Córdoba, se radicó para estudiar y ser cirujano plástico sin saber que el destino estaba escrito: A los 17 cantaba en una Iglesia Evángelica Bautista donde fue bautizado. “Como Whitney Houston y Aretha Franklin…” bromea. E integró la banda “3:16”, nombre tomado del versículo de la Biblia junto a Roque Bordón, Sandra Szust y Santiago Vera.

Fue en Córdoba donde actuó con público por primera vez haciendo temas de Celeste Carballo; Janis Joplin y Barbra Streisand. Desde el circuito de bares de la Docta tuvo su “despegue” en canales de televisión. El pelo largo, collares y anillos, plumas, pañuelos y los pantalones Oxford complementaban el impacto auditivo y le daban aire para volar: Capital Federal, la costa, un paso por Paraguay más Comodoro y Rada Tilly durante el verano.

En esos viajes de reencuentro familiar, Amado comenzó a cantar en Crazzy Pub y posteriormente en Cabaña, de la mano de Stela Tokatsis, la RRPP, que confió en su show que comenzó a acapar días de la semana: primero uno, luego dos y más tarde, una rutina que sólo excluía al sábado y el lunes. Casablanca, Dionisio´s y Ele Multiespacio lo sumaron como atracción y hoy su voz es una fija, un plus que la gente reconoce. Su gusto es tan variado como su repertorio. Amante del house y la electrónica; suele transitar por los estilos que determine su humor desde Billie Holliday, Sandra Vaughan o Pantera, el grupo americano de groove metal disuelto en el 2003.

“Charly” es el dueño de una suerte de “oído del mundo”. Cantaba en inglés a la perfección sin saber –hasta ahí- el idioma y promete aplicar el portugués en una futura experiencia con el bossa nova. Por sí hacía falta como descendiente de árabe también cantó temas étnicos, aprendiendo minuciosamente la pronunciación.

Grabó dos discos: “Algo sucede” (2002) con temas propios; de Mariah Carey y Alejandro Sanz entre otros y Universal (2006) donde reflejó el trabajo de un año mediante programas profesionales de audio e instrumentos virtuales.

Su vestuario es el condimento apropiado para entender al personaje. De lo gótico a lo brillante; de lo clásico al estilo Miami “pero comprado acá”. Border total. No faltan las uñas pintadas ni el maquillaje. Hay cuero, látex, pelo colorido y una colección de zuecos, de estilo marroquí que le confeccionan especialmente en La Plata.

Además de los discos y los libros, la vida del músico que vive de tal no va a contramano del resto. Atiende a sus cuatro perros, dibuja y es un “hombre verde” que cuida su jardín y le dedica horas a sus pasiones. Definido como un “investigador” de la música en todas sus variables, diseña sus propias pistas con base de versiones extendidas de los temas de moda. (“No de todos, sino de los que me gustan…”) y se encarga de empalmarlos con una continuidad que no admite pausas. Dice poseer 500 gigas con material “listo” para ser cantado en cualquier circunstancia.

Es en sí, un artista en el más amplio sentido de la palabra. Y un “profeta en su tierra” que entiende al éxito, lo multiplica y hasta lo comparte, noche a noche en el escenario. Bajo el concepto de que la música “une” a la gente, “Charly” Amado prefiere la comunicación con el público sin intermediarios. Ahí donde manda lo auténtico, sin sellos, tomando un poco de todos pero siendo genuinamente único.

23 NOV 2019 - 20:30

Podría ser el empleado del mes en una cadena de comidas rápidas. Puntual. Un buen trabajador que cumple religiosamente con su fajina aunque diferente a todos: computadora en mano, miles de pistas esperando play; micrófono siempre listo y vestido para la ocasión según su estado de ánimo. De lunes a lunes, desde las 4 hasta las 5 y media canta sin parar durante una hora y media o más sin medir género, ni idioma. Cabaña Pub es un templo sagrado para sus seguidores desde hace treinta y cinco años. Ahí una noche sin él, equivale a silencio, a la nada misma.

Carlos Hugo Amado, Charly, es un show en sí mismo y un personaje de culto de la noche comodorense. Nunca discreto se define como un “estudioso” del ambiente, las caras y de las situaciones. Nada lo asusta y mucho menos cuando la música empieza a fluir.

“Charly” podría escribir la contrateoría del éxito si se lo propusiera. Prefiere el aplauso sincero al show “marketineado”; ninguna falsa idolatría, ni delirios de estrella; es su propio manager y él mismo, dueño de su producto. No suele proyectar y prefiere disfrutar el hoy; vive a pleno, lee hasta el cansancio y es un constante superador de los límites artísticos que prefiere no tener.

Su voz lo nutre, lo alimenta. Y por eso le dedica conocimiento; disciplina y el debido “alimento” musical. En sí, nada se improvisa y provoca que todo cuente a la hora de “pegar” el golpe de efecto.

Pocos conocen su pasado como patinador artístico que saltaba barras de fuego y como jugador del hóckey sobre patines, disciplinas nada fáciles de imponer en una familia con historia futbolística.

Comenzó a tocar el piano de su hermana a los 10 años, sin saberlo a pura intuición y tuvo tanta facilidad que cursó el profesorado en tiempo récord: en cinco años hizo los nueve que demandaba el título, a razón de dos años en uno. Y del mismo modo, sin manual, aprendió guitarra. En Córdoba, se radicó para estudiar y ser cirujano plástico sin saber que el destino estaba escrito: A los 17 cantaba en una Iglesia Evángelica Bautista donde fue bautizado. “Como Whitney Houston y Aretha Franklin…” bromea. E integró la banda “3:16”, nombre tomado del versículo de la Biblia junto a Roque Bordón, Sandra Szust y Santiago Vera.

Fue en Córdoba donde actuó con público por primera vez haciendo temas de Celeste Carballo; Janis Joplin y Barbra Streisand. Desde el circuito de bares de la Docta tuvo su “despegue” en canales de televisión. El pelo largo, collares y anillos, plumas, pañuelos y los pantalones Oxford complementaban el impacto auditivo y le daban aire para volar: Capital Federal, la costa, un paso por Paraguay más Comodoro y Rada Tilly durante el verano.

En esos viajes de reencuentro familiar, Amado comenzó a cantar en Crazzy Pub y posteriormente en Cabaña, de la mano de Stela Tokatsis, la RRPP, que confió en su show que comenzó a acapar días de la semana: primero uno, luego dos y más tarde, una rutina que sólo excluía al sábado y el lunes. Casablanca, Dionisio´s y Ele Multiespacio lo sumaron como atracción y hoy su voz es una fija, un plus que la gente reconoce. Su gusto es tan variado como su repertorio. Amante del house y la electrónica; suele transitar por los estilos que determine su humor desde Billie Holliday, Sandra Vaughan o Pantera, el grupo americano de groove metal disuelto en el 2003.

“Charly” es el dueño de una suerte de “oído del mundo”. Cantaba en inglés a la perfección sin saber –hasta ahí- el idioma y promete aplicar el portugués en una futura experiencia con el bossa nova. Por sí hacía falta como descendiente de árabe también cantó temas étnicos, aprendiendo minuciosamente la pronunciación.

Grabó dos discos: “Algo sucede” (2002) con temas propios; de Mariah Carey y Alejandro Sanz entre otros y Universal (2006) donde reflejó el trabajo de un año mediante programas profesionales de audio e instrumentos virtuales.

Su vestuario es el condimento apropiado para entender al personaje. De lo gótico a lo brillante; de lo clásico al estilo Miami “pero comprado acá”. Border total. No faltan las uñas pintadas ni el maquillaje. Hay cuero, látex, pelo colorido y una colección de zuecos, de estilo marroquí que le confeccionan especialmente en La Plata.

Además de los discos y los libros, la vida del músico que vive de tal no va a contramano del resto. Atiende a sus cuatro perros, dibuja y es un “hombre verde” que cuida su jardín y le dedica horas a sus pasiones. Definido como un “investigador” de la música en todas sus variables, diseña sus propias pistas con base de versiones extendidas de los temas de moda. (“No de todos, sino de los que me gustan…”) y se encarga de empalmarlos con una continuidad que no admite pausas. Dice poseer 500 gigas con material “listo” para ser cantado en cualquier circunstancia.

Es en sí, un artista en el más amplio sentido de la palabra. Y un “profeta en su tierra” que entiende al éxito, lo multiplica y hasta lo comparte, noche a noche en el escenario. Bajo el concepto de que la música “une” a la gente, “Charly” Amado prefiere la comunicación con el público sin intermediarios. Ahí donde manda lo auténtico, sin sellos, tomando un poco de todos pero siendo genuinamente único.


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