Ayer se cumplieron 39 años que el buque inglés Canberra amarraba en el Muelle Storni trayendo a continente a los soldados argentinos que estaban prisioneros de guerra. Desde ese momento comenzó a gestar una relación intensa entre la comunidad madrnynense y la causa Malvinas, así como con los veteranos que reciben esa muestra de cariño y reconocimiento a diario.
El 19 de Junio de 1982 el buque inglés amarró el muelle Storni con 4.136 prisioneros de guerra argentinos que fueron desembarcados y trasladados a la entonces barraca Lahusen, etapa previa para ser trasladado a cada uno de sus destinos.
La planificación del entonces gobierno militar nunca contó con el sentir de una comunidad que salió a la calle para brindar su afecto y amor a los muchachos que retornaban tras combatir y defender el terreno nacional.
La noticia de la llegada de los soldados permitió que toda la comunidad se convocase a lo largo de todo el recorrido para acompañarlos aunque el clamor de los vecinos hizo que se rompieran el cerramiento impuesto.
Eso hizo que los habitantes de esa comunidad comenzarán a brindar muestras de afectos y cariños a los “Combatientes de Malvinas”, quienes fueron llevados a los hogares para alimentarlos y permitirles que pudieran comunicarse con sus familiares.
Esa muestra de afecto se convirtió, con el paso de los años, en el día que Puerto Madryn se quedó sin pan que fue entregado a esos muchachos que regresaban tras permanecer jornadas de intenso frío defendiendo las Islas Malvinas y conviviendo con la muerte.
Todo eso fue valorado y destaco por la comunidad madrynense que enarboló la bandera nacional al paso de los camiones con los soldados, además de exteriorizar cantos, llantos, besos al aire que buscaban llegar al corazón de esos jóvenes en cuyos oídos se entremezclaban los gritos de agradecimiento. Los combatientes respondían con sonrisas, además de devolver con más afectos el enviado por los vecinos e incluso llegando a desprenderse de las pertenencias que les habían dejado traer y que fueron lanzadas a la gente.
Tras muchos años esas pertenencias volvieron a manos de los hoy hombres que regresaron a Puerto Madryn y se contactaron con la gente que las recibió quienes las tenía guardadas y cuidadas a la espera del regreso de su propietario.
La pandemia, por segundo año, no permitió ninguna ceremonia ni encuentro que permitiera recordar uno de los hechos de la historia nacional, muy diferente al desinterés que otras sociedades evidenciaron con sus héroes. La meta es que dentro de 365 días los veteranos puedan estar en la a 40 años del desembarco para volver a reeditar el día que Madryn se quedó sin Pan.
Ayer se cumplieron 39 años que el buque inglés Canberra amarraba en el Muelle Storni trayendo a continente a los soldados argentinos que estaban prisioneros de guerra. Desde ese momento comenzó a gestar una relación intensa entre la comunidad madrnynense y la causa Malvinas, así como con los veteranos que reciben esa muestra de cariño y reconocimiento a diario.
El 19 de Junio de 1982 el buque inglés amarró el muelle Storni con 4.136 prisioneros de guerra argentinos que fueron desembarcados y trasladados a la entonces barraca Lahusen, etapa previa para ser trasladado a cada uno de sus destinos.
La planificación del entonces gobierno militar nunca contó con el sentir de una comunidad que salió a la calle para brindar su afecto y amor a los muchachos que retornaban tras combatir y defender el terreno nacional.
La noticia de la llegada de los soldados permitió que toda la comunidad se convocase a lo largo de todo el recorrido para acompañarlos aunque el clamor de los vecinos hizo que se rompieran el cerramiento impuesto.
Eso hizo que los habitantes de esa comunidad comenzarán a brindar muestras de afectos y cariños a los “Combatientes de Malvinas”, quienes fueron llevados a los hogares para alimentarlos y permitirles que pudieran comunicarse con sus familiares.
Esa muestra de afecto se convirtió, con el paso de los años, en el día que Puerto Madryn se quedó sin pan que fue entregado a esos muchachos que regresaban tras permanecer jornadas de intenso frío defendiendo las Islas Malvinas y conviviendo con la muerte.
Todo eso fue valorado y destaco por la comunidad madrynense que enarboló la bandera nacional al paso de los camiones con los soldados, además de exteriorizar cantos, llantos, besos al aire que buscaban llegar al corazón de esos jóvenes en cuyos oídos se entremezclaban los gritos de agradecimiento. Los combatientes respondían con sonrisas, además de devolver con más afectos el enviado por los vecinos e incluso llegando a desprenderse de las pertenencias que les habían dejado traer y que fueron lanzadas a la gente.
Tras muchos años esas pertenencias volvieron a manos de los hoy hombres que regresaron a Puerto Madryn y se contactaron con la gente que las recibió quienes las tenía guardadas y cuidadas a la espera del regreso de su propietario.
La pandemia, por segundo año, no permitió ninguna ceremonia ni encuentro que permitiera recordar uno de los hechos de la historia nacional, muy diferente al desinterés que otras sociedades evidenciaron con sus héroes. La meta es que dentro de 365 días los veteranos puedan estar en la a 40 años del desembarco para volver a reeditar el día que Madryn se quedó sin Pan.