Editorial / Democracia, derechos y la agenda que Chubut debe empezar a discutir ahora

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11 DIC 2021 - 19:59 | Actualizado

No es casualidad que a 38 años del regreso de la democracia, en Chubut no haya habido una celebración popular para recordar esa fecha histórica. Es verdad que hubo algunos actos y expresiones aisladas por el Día de la Restauración de la Democracia –tal su denominación oficial-, pero no una coincidencia desde los distintos sectores políticos para homenajear a la recuperación del estado de derecho, algo que para algunas generaciones nunca tuvo precio.

En Chubut, en cambio, la democracia se ejerce dos veces cada dos años en las urnas pero el resto del tiempo se matiza con partidos políticos deshabitados, poco debate legislativo y muchas chicanas públicas. Y cada vez hay más expresiones de distintos sectores sociales que en nombre de sus derechos sobrepasan la delgada línea entre la libertad y la intolerancia.

Se puede cuestionar la ineficiencia de un Estado (el actual, conducido por Mariano Arcioni o cualquiera de los anteriores gestionados por diversas fuerzas políticas desde 1983 a la fecha) pero nadie puede decir que en Chubut no se viva en un estado de derecho o, peor aún, que sus habitantes estén sometidos a los designios de un Estado opresor. En cambio, muchas expresiones sociales viven ejerciendo la intolerancia sin saber que es la manera más leve de fascismo. Querer imponer un pensamiento único siempre es peligroso.

Ejercer la libertad en democracia exige un sentido de responsabilidad individual y social. La falta de respeto a las discrepancias sociales, políticas o culturales nunca son una circunstancia democrática. Y esto vale para quien ocupa temporalmente el Estado o para quienes se embanderan con consignas presuntamente populares.

El escrache que vivió esta semana en su casa el cuatro veces intendente de Esquel y actual diputado provincial, Rafael Williams, fue una nueva muestra de intolerancia de grupos minúsculos que se aprovechan de la representatividad de movimientos verdaderamente populares que se oponen a la minería. Más allá de la incongruencia de escrachar a quienes ya han dicho que están en contra de los proyectos mineros (en la zona cordillerana ya ocurrió más de una vez), el método es injustificado. Popularizado en otras épocas para exponer a los genocidas de los años de plomo de la Argentina, utilizarlo 38 años después de la recuperación de la democracia para exponer a los que presuntamente no piensan como quienes dicen defender una idea, es un retroceso peligroso e innecesario.

Pensar, hacer, proyectar

Chubut ha vivido recientemente una nueva etapa electoral y democrática. Muchos ya sacaron conclusiones y analizaron los resultados. Otros siguen dando vueltas sin asumir las derrotas electorales y culturales, que es el peor camino para conseguir el cambio que muchos ciudadanos reclaman.

Pero también están aquellos que retomaron un camino que vienen transitando desde hace un tiempo, cuyo principal objetivo es pensar y proyectar lo que viene. En un contexto nacional post pandemia con fuertes incidencias centralistas, nos son pocos los dirigentes y militantes que ven la necesidad de recuperar la esencia de aquella frase de Néstor Kirchner: “La Patagonia no es el patio trasero de la Argentina”.

En una región de enormes potencialidades y riquezas, Chubut sigue subsumida en lastres de decadencia y sin rumbo. Aunque la salida no se dará con un pensamiento único y requerirá de la renovación y el debate en todo el arco político, hay sectores con una clara visión del peronismo y su legado que se ha propuesto poner en marcha la “Agenda Chubut” para concentrar y debatir a fondo las problemáticas y posibles soluciones que tenga en el centro de atención a los trabajadores y sus familias.

“Agenda Chubut” ya está reuniendo a muchos sectores del peronismo que se han encolumnado detrás del proyecto de reconversión productiva que desde hace años vienen afinando los sectores políticos y técnicos que integran la Fundación Patagonia Tercer Milenio, el centro de pensamiento del Sindicato Regional de Luz y Fuerza de la Patagonia. Desde allí se viene convocando de manera amplia y participativa a desarrollar ideas para convertirlos en proyectos ejecutivos en beneficio de los casi 600 mil chubutenses.

A “Agenda Chubut” ya se han sumado o han sido convocadas organizaciones sociales de la comunidad, sindicatos, universidades, fundaciones, centros de estudiantes, cooperativas, cámaras empresariales, federaciones y distintas expresiones de la cultura, la educación y el deporte. La propuesta, aseguran sus mentores, es participar y opinar. Los nombres propios y las candidaturas quedarán para cuando sea necesario. “No vamos contra nada ni nadie, pretendemos sumar debatiendo y unificando sueños. Chubut tiene futuro y nuestro compromiso colectivo es forjar su construcción”, dicen desde “Agenda Chubut”.

Siempre es recomendable empezar por el principio. Y la política no es la excepción.

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11 DIC 2021 - 19:59

No es casualidad que a 38 años del regreso de la democracia, en Chubut no haya habido una celebración popular para recordar esa fecha histórica. Es verdad que hubo algunos actos y expresiones aisladas por el Día de la Restauración de la Democracia –tal su denominación oficial-, pero no una coincidencia desde los distintos sectores políticos para homenajear a la recuperación del estado de derecho, algo que para algunas generaciones nunca tuvo precio.

En Chubut, en cambio, la democracia se ejerce dos veces cada dos años en las urnas pero el resto del tiempo se matiza con partidos políticos deshabitados, poco debate legislativo y muchas chicanas públicas. Y cada vez hay más expresiones de distintos sectores sociales que en nombre de sus derechos sobrepasan la delgada línea entre la libertad y la intolerancia.

Se puede cuestionar la ineficiencia de un Estado (el actual, conducido por Mariano Arcioni o cualquiera de los anteriores gestionados por diversas fuerzas políticas desde 1983 a la fecha) pero nadie puede decir que en Chubut no se viva en un estado de derecho o, peor aún, que sus habitantes estén sometidos a los designios de un Estado opresor. En cambio, muchas expresiones sociales viven ejerciendo la intolerancia sin saber que es la manera más leve de fascismo. Querer imponer un pensamiento único siempre es peligroso.

Ejercer la libertad en democracia exige un sentido de responsabilidad individual y social. La falta de respeto a las discrepancias sociales, políticas o culturales nunca son una circunstancia democrática. Y esto vale para quien ocupa temporalmente el Estado o para quienes se embanderan con consignas presuntamente populares.

El escrache que vivió esta semana en su casa el cuatro veces intendente de Esquel y actual diputado provincial, Rafael Williams, fue una nueva muestra de intolerancia de grupos minúsculos que se aprovechan de la representatividad de movimientos verdaderamente populares que se oponen a la minería. Más allá de la incongruencia de escrachar a quienes ya han dicho que están en contra de los proyectos mineros (en la zona cordillerana ya ocurrió más de una vez), el método es injustificado. Popularizado en otras épocas para exponer a los genocidas de los años de plomo de la Argentina, utilizarlo 38 años después de la recuperación de la democracia para exponer a los que presuntamente no piensan como quienes dicen defender una idea, es un retroceso peligroso e innecesario.

Pensar, hacer, proyectar

Chubut ha vivido recientemente una nueva etapa electoral y democrática. Muchos ya sacaron conclusiones y analizaron los resultados. Otros siguen dando vueltas sin asumir las derrotas electorales y culturales, que es el peor camino para conseguir el cambio que muchos ciudadanos reclaman.

Pero también están aquellos que retomaron un camino que vienen transitando desde hace un tiempo, cuyo principal objetivo es pensar y proyectar lo que viene. En un contexto nacional post pandemia con fuertes incidencias centralistas, nos son pocos los dirigentes y militantes que ven la necesidad de recuperar la esencia de aquella frase de Néstor Kirchner: “La Patagonia no es el patio trasero de la Argentina”.

En una región de enormes potencialidades y riquezas, Chubut sigue subsumida en lastres de decadencia y sin rumbo. Aunque la salida no se dará con un pensamiento único y requerirá de la renovación y el debate en todo el arco político, hay sectores con una clara visión del peronismo y su legado que se ha propuesto poner en marcha la “Agenda Chubut” para concentrar y debatir a fondo las problemáticas y posibles soluciones que tenga en el centro de atención a los trabajadores y sus familias.

“Agenda Chubut” ya está reuniendo a muchos sectores del peronismo que se han encolumnado detrás del proyecto de reconversión productiva que desde hace años vienen afinando los sectores políticos y técnicos que integran la Fundación Patagonia Tercer Milenio, el centro de pensamiento del Sindicato Regional de Luz y Fuerza de la Patagonia. Desde allí se viene convocando de manera amplia y participativa a desarrollar ideas para convertirlos en proyectos ejecutivos en beneficio de los casi 600 mil chubutenses.

A “Agenda Chubut” ya se han sumado o han sido convocadas organizaciones sociales de la comunidad, sindicatos, universidades, fundaciones, centros de estudiantes, cooperativas, cámaras empresariales, federaciones y distintas expresiones de la cultura, la educación y el deporte. La propuesta, aseguran sus mentores, es participar y opinar. Los nombres propios y las candidaturas quedarán para cuando sea necesario. “No vamos contra nada ni nadie, pretendemos sumar debatiendo y unificando sueños. Chubut tiene futuro y nuestro compromiso colectivo es forjar su construcción”, dicen desde “Agenda Chubut”.

Siempre es recomendable empezar por el principio. Y la política no es la excepción.


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