Tomás Cané: “Quien pueda predecir dónde hará erupción el próximo volcán, es Mandrake”

A 14 años de la erupción del Chaitén, el reconocido geólogo residente en Lago Puelo hace un repaso de la historia reciente y de lo que podría ocurrir.

02 MAY 2022 - 17:48 | Actualizado 02 MAY 2022 - 18:00

Chile “es uno de los países que más volcanes activos tiene, son unos 1.800, algunos de ellos ubicados a la altura de El Bolsón, como el Yate y el Hornopirén, dentro de la falla Liquñe/Ofqui, que se extiende desde Aysén hasta cerca de Concepción y hay que tener respeto a ese movimiento tectónico”, reflejó el geólogo Tomás Cané (radicado hace más de 20 años en Lago Puelo, Chubut), al recordar los 14 años del volcán Chaitén, “cuyas cenizas de 30 mil metros de altura dieron dos o tres vueltas al planeta”.

No obstante, aseveró que “si hay alguien que pueda predecir el próximo sismo o una erupción volcánica, es Mandrake. Hasta ahora, nadie ha podido anticipar ese tipo de fenómenos naturales”.
Al respecto, precisó que “hay cuestiones que suceden en la corteza terrestre, como los sensores y cámaras instalados en distintos puntos del globo para ir observando las manifestaciones de los volcanes”. Puso como ejemplo el Servicio Nacional de Geología y Minería de Chile, que “es el más completo en la cordillera de los Andes”.

Por su parte, Argentina “tiene vigilancia sobre tres o cuatro volcanes (Copahue, entre ellos), que van observando algunas fumatas o vapores de salida. Sin embargo, los volcanes están dormidos y estamos sujetos a que cualquier viento del Pacífico nos traiga material piroclástico del lado chileno”.

En detalle, a partir de aquel acontecimiento, Chile se “ha fortalecido enormemente en el monitoreo volcánico de los macizos activos actualmente en el país, de la mano de la Red Nacional de Vigilancia Volcánica (RNVV), dependiente del Sernageomin”, precisaron.

Esa erupción “marcó un hito en el monitoreo en el país, debido a que las autoridades decidieron invertir mayores recursos y fortalecer la vigilancia volcánica en todo el corredor andino. A raíz de ello, se crea la RNVV que permite contar con información oportuna para la gestión de una emergencia volcánica y toma de decisiones enfocadas en la seguridad de la población”.

Ruidos raros

Aquella noche del 1 de mayo de 2008, los vecinos de Chaitén quedaron sorprendidos por las explosiones que se escucharon en la montaña, aunque la mayoría pensó que provenían del volcán Michimahuida, unos kilómetros más adentro en la cordillera.

Sin embargo, a las 2.30 comenzó a caer ceniza sobre la ciudad y el amanecer trajo la noticia menos esperada: había explotado el volcán Chaitén y los temblores comenzaron a repetirse, indicando que el peligro era inminente y había que escapar. Pocas horas después, el río Blanco trajo una gran crecida y arrastró todo a su paso, destruyendo las casas y llevándose hasta los autos, camiones y animales hacia mar adentro.

La propia presidente Michelle Bachelet se puso al frente de un mega operativo con la premisa se “salvar las vidas de los pocos habitantes que quedan en el lugar, ante la probabilidad de que salga lava del volcán y que llegue a la zona”.

Toda el área fue catalogada como “desastre nacional”, en tanto se confirmó que los últimos 135 pobladores se encontraban al mediodía a bordo del buque que partió desde el muelle local, mientras los expertos realizaban un sobrevuelo sobre la montaña para saber su comportamiento. “Después de un largo letargo de 5 mil años, este volcán despertó y ya consideramos que es la erupción más violenta de los últimos 70 años”, estimó un vulcanólogo que también predijo la salida de rocas incandescentes por la chimenea.

2013

Cinco años después, el alcalde Pedro Vázquez aseguró que “los que nos dieron por muertos, políticamente deben estar arrepentidos, porque Chaitén está con vida y absolutamente es viable”, en referencia a que unos 1.200 habitantes habían iniciado su repoblamiento con la expectativa de una mejor calidad de vida, trabajo y, principalmente, porque “no soportaron el desarraigo que implicó la emigración luego de la hecatombe natural”.

Por entonces, ya habían sido repuestos los servicios de energía eléctrica y agua potable en el sector norte del pueblo, que ese año volvió a constituirse en capital de la gobernación y retomó su rol de “puerta de la Patagonia chilena”, por ser cabecera de la conectividad bimodal (mar/tierra) con Puerto Montt y Chiloé. También empezó a funcionar una escuela primaria, un centro de salud y otras dependencias oficiales reacomodadas en espacios que el Estado terminó adquiriendo a precio fiscal.
Con todo, los chaiteninos seguían descreyendo de sus autoridades políticas y aseguraban que “todo lo hicimos nosotros mismos: al principio nos mirábamos y éramos 10, después 50, al año 100. Fueron tres inviernos muy tristes, pero igual nos quedamos en lo que era una ciudad fantasma”.

Volvieron todos

14 años después, la ciudad ha retomado su actividad, se reconstruyeron los edificios públicos, volvieron los turistas y los antiguos vecinos, sumando otra vez a Chaitén al circuito de la Patagonia Verde chilena, con un enorme potencial en todos los órdenes, aún cuando “son varios los temas pendientes, como retomar el proceso de recompra que significa avanzar en materia de regularización de propiedades para un importante grupo de vecinos”, reflejó ayer el delegado presidencial, Luis Montaña.

Una de las contradicciones todavía vigentes indica que “el precio de los terrenos particulares aumentó su valor diez veces, mientras el Estado conserva centenares de lotes comprados a los que se vieron obligados a partir tras la explosión del volcán”.

02 MAY 2022 - 17:48

Chile “es uno de los países que más volcanes activos tiene, son unos 1.800, algunos de ellos ubicados a la altura de El Bolsón, como el Yate y el Hornopirén, dentro de la falla Liquñe/Ofqui, que se extiende desde Aysén hasta cerca de Concepción y hay que tener respeto a ese movimiento tectónico”, reflejó el geólogo Tomás Cané (radicado hace más de 20 años en Lago Puelo, Chubut), al recordar los 14 años del volcán Chaitén, “cuyas cenizas de 30 mil metros de altura dieron dos o tres vueltas al planeta”.

No obstante, aseveró que “si hay alguien que pueda predecir el próximo sismo o una erupción volcánica, es Mandrake. Hasta ahora, nadie ha podido anticipar ese tipo de fenómenos naturales”.
Al respecto, precisó que “hay cuestiones que suceden en la corteza terrestre, como los sensores y cámaras instalados en distintos puntos del globo para ir observando las manifestaciones de los volcanes”. Puso como ejemplo el Servicio Nacional de Geología y Minería de Chile, que “es el más completo en la cordillera de los Andes”.

Por su parte, Argentina “tiene vigilancia sobre tres o cuatro volcanes (Copahue, entre ellos), que van observando algunas fumatas o vapores de salida. Sin embargo, los volcanes están dormidos y estamos sujetos a que cualquier viento del Pacífico nos traiga material piroclástico del lado chileno”.

En detalle, a partir de aquel acontecimiento, Chile se “ha fortalecido enormemente en el monitoreo volcánico de los macizos activos actualmente en el país, de la mano de la Red Nacional de Vigilancia Volcánica (RNVV), dependiente del Sernageomin”, precisaron.

Esa erupción “marcó un hito en el monitoreo en el país, debido a que las autoridades decidieron invertir mayores recursos y fortalecer la vigilancia volcánica en todo el corredor andino. A raíz de ello, se crea la RNVV que permite contar con información oportuna para la gestión de una emergencia volcánica y toma de decisiones enfocadas en la seguridad de la población”.

Ruidos raros

Aquella noche del 1 de mayo de 2008, los vecinos de Chaitén quedaron sorprendidos por las explosiones que se escucharon en la montaña, aunque la mayoría pensó que provenían del volcán Michimahuida, unos kilómetros más adentro en la cordillera.

Sin embargo, a las 2.30 comenzó a caer ceniza sobre la ciudad y el amanecer trajo la noticia menos esperada: había explotado el volcán Chaitén y los temblores comenzaron a repetirse, indicando que el peligro era inminente y había que escapar. Pocas horas después, el río Blanco trajo una gran crecida y arrastró todo a su paso, destruyendo las casas y llevándose hasta los autos, camiones y animales hacia mar adentro.

La propia presidente Michelle Bachelet se puso al frente de un mega operativo con la premisa se “salvar las vidas de los pocos habitantes que quedan en el lugar, ante la probabilidad de que salga lava del volcán y que llegue a la zona”.

Toda el área fue catalogada como “desastre nacional”, en tanto se confirmó que los últimos 135 pobladores se encontraban al mediodía a bordo del buque que partió desde el muelle local, mientras los expertos realizaban un sobrevuelo sobre la montaña para saber su comportamiento. “Después de un largo letargo de 5 mil años, este volcán despertó y ya consideramos que es la erupción más violenta de los últimos 70 años”, estimó un vulcanólogo que también predijo la salida de rocas incandescentes por la chimenea.

2013

Cinco años después, el alcalde Pedro Vázquez aseguró que “los que nos dieron por muertos, políticamente deben estar arrepentidos, porque Chaitén está con vida y absolutamente es viable”, en referencia a que unos 1.200 habitantes habían iniciado su repoblamiento con la expectativa de una mejor calidad de vida, trabajo y, principalmente, porque “no soportaron el desarraigo que implicó la emigración luego de la hecatombe natural”.

Por entonces, ya habían sido repuestos los servicios de energía eléctrica y agua potable en el sector norte del pueblo, que ese año volvió a constituirse en capital de la gobernación y retomó su rol de “puerta de la Patagonia chilena”, por ser cabecera de la conectividad bimodal (mar/tierra) con Puerto Montt y Chiloé. También empezó a funcionar una escuela primaria, un centro de salud y otras dependencias oficiales reacomodadas en espacios que el Estado terminó adquiriendo a precio fiscal.
Con todo, los chaiteninos seguían descreyendo de sus autoridades políticas y aseguraban que “todo lo hicimos nosotros mismos: al principio nos mirábamos y éramos 10, después 50, al año 100. Fueron tres inviernos muy tristes, pero igual nos quedamos en lo que era una ciudad fantasma”.

Volvieron todos

14 años después, la ciudad ha retomado su actividad, se reconstruyeron los edificios públicos, volvieron los turistas y los antiguos vecinos, sumando otra vez a Chaitén al circuito de la Patagonia Verde chilena, con un enorme potencial en todos los órdenes, aún cuando “son varios los temas pendientes, como retomar el proceso de recompra que significa avanzar en materia de regularización de propiedades para un importante grupo de vecinos”, reflejó ayer el delegado presidencial, Luis Montaña.

Una de las contradicciones todavía vigentes indica que “el precio de los terrenos particulares aumentó su valor diez veces, mientras el Estado conserva centenares de lotes comprados a los que se vieron obligados a partir tras la explosión del volcán”.


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