El MEF descubrió otro dinosaurio

Se trata del Eoabelisaurus Mef que vivió hace 170 millones de años. Medía 9 metros y fue encontrado en Cerro Cóndor.

22 MAY 2012 - 23:00 | Actualizado

Una nueva especie de dinosaurios carnívoros fue descubierta en 2009 en Cerro Cóndor, Chubut, por investigadores del Museo Egidio Feruglio de Trelew y del Museo de Munich. Se trata del Eoabelisaurus mefi, que vivió hace 170 millones de años, y que sorprendió como el antecesor de la familia de los abelisauridos, los cuales dominaron el hemisferio sur durante el Cretácico.

El hallazgo fue difundido ayer por revista “Proceedings of the Royal Society of London”, una publicación destinada a estudios de biología y evolución destinada al gran público.

El trabajo lleva las firmas de los doctores Diego Pol, del Museo Egidio Feruglio, y su par alemán Oliver Rauhut. “Es un ejemplar único en su especie y no se conoce nada similar. El hallazgo generó mucha expectativa de parte de la gente que trabaja en dinosaurios carnívoros por ser un animal tan antiguo y tan importante para entender el origen del grupo en el hemisferio sur”, apuntó Pol. “Ya estamos recibiendo varias consultas de gente interesada en venir a estudiar los restos”, agregó, especialmente de parte de quienes investigan carnívoros más tardíos en India, Madagascar y África.

El hallazgo se enmarca en un proyecto que lleva casi una década y que apunta a conocer el Jurásico. Del mismo participan diez investigadores y veinte becarios de distintas disciplinas pertenecientes a diferentes instituciones de Argentina y del exterior.

La investigación cuenta con el apoyo de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica de Argentina y la Deutsche Forschungsgemeinschaft (DFG) de Alemania.

Pariente lejano

Diego Pol explicó que el hallazgo de la nueva especie, que vivió 50 millones de años antes que cualquier otro abelisaurido, “ayuda a entender de dónde salió este grupo”, dijo.

Sobre los abelisauridos el investigador explicó: “Gran parte de los dinosaurios que conocemos de Patagonia pertenecen a la última etapa, en la cual se desarrolló una familia de dinosaurios muy exitosos. Son muy abundantes y viven sólo en el hemisferio sur. El Carnotaurus, que es uno de los más famosos de Argentina encontrado en Chubut, es un abelisaurido. Son animales muy raros: algunos tienen cuernos, tienen brazos extremadamente chiquitos. Son muy diferentes al resto de los carnívoros. Y dominaron los nichos ecológicos de todos los carnívoros en el hemisferio sur”.

Es por ello que el nombre del recientemente descripto Eoabelisaurus mefi hace referencia a ser el primer registro de la familia abelisauridae porque “eo”, que significa “amanecer” o “temprano” en griego. “Remite al origen temprano de la familia, mayor a lo que se creía”, dijo Pol. Y apuntó que el tiempo que separa el Eoabelisaurus del resto es de más de 60 millones de años. “Es la misma cantidad de tiempo que nos separa a nosotros de los últimos dinosaurios”, comparó. Y “mefi” hace honor al MEF, en el que se resguardan los restos de esta nueva especie.

Pol mencionó que “de la etapa intermedia en la evolución de los dinosaurios se conoce muy poco. Entonces todas las cosas que aparecen en el Jurásico llenan muchos baches en el conocimiento. Sabemos bastante bien los orígenes de los dinosaurios y del final, pero el Jurásico es una incógnita, sobre todo en el hemisferio sur”.

El investigador resaltó que Cerro Cóndor “es uno de los pocos lugares de esta parte del mundo en el que hay restos del Jurásico, tanto de dinosaurios como de otros animales y plantas. Y es por esto que en los últimos años hemos trabajado especialmente en los fósiles del Jurásico, porque responden muchas preguntas pendientes”.

Gran carnívoro

En cuanto a las características del ejemplar, el especialista mencionó que medía nueve metros desde la cabeza hasta la punta de la cola.

La especie habitó una zona de lagos, en un ambiente cálido y más húmedo que en la actualidad, hace 170 millones de años, a mediados del período Jurásico.

“En las márgenes de los lagos había una vida exuberante con helechos, araucarias y más de veinte especies de vertebrados que vivían en el ambiente”, describió Pol. “Todos eran potencialmente sus presas. Un carnívoro de nueve metros podría haber sido el predador de cualquiera de ellas porque estaba en el tope de la cadena alimenticia”, agregó.

La especie también convivió con una gran actividad volcánica, generada por el inicio del rompimiento del Pangea. “Era una sistema que alternaba entre la “paz” y la acción de los volcanes que interrumpirían la estabilidad del ecosistema causando mortandad y todo tipo de destrozos con coladas de lava o la caída de grandes cantidad de ceniza”, mencionó.

Aunque no hay estudios específicos sobre la velocidad de corrida que alcanzaban los individuos de la nueva especie, Pol mencionó que las estimaciones “oscilan entre los 20 y los 60 kilómetros por hora”. “Para llegar a esas conclusiones se requieren estudios biomecánicos y biofísicos y los resultados son dispares porque las formas de medirlos son dispares, y no hay consenso en la comunidad paleontológica sobre cuál es la mejor manera”.

Garras atrofiadas

La nueva especie muestra cómo se fue reduciendo progresivamente el miembro anterior, es decir los brazos, y sobre todo cómo se reduce la mano: “Refleja cómo fue el camino evolutivo que dio origen a los típicos abelisauridos a partir de animales primitivos. Esta es la importancia que tienen estos fósiles”, dijo.

¿Qué generó este cambio? “Es una incógnita para la cual no hay una hipótesis muy certera”, aclaró Pol. “En estos animales los miembros anteriores tienen una función de predación: garras muy desarrolladas. Pero en el abelisaurus ya aparecen completamente atrofiadas, o sea que ya no cumplían la función de prensión de la presa”.

Pol apuntó que el grupo, en cambio, “tiene las patas traseras muy largas y desarrolladas, y cuenta con muchos dientes y muy afilados. Entonces estos animales corredores probablemente sólo capturaban a sus presas con la boca. Dejaron de usar los brazos”, expresó.

Dinosaurio exclusivo

La aparición de la nueva especie plantea que la restricción al hemisferio sur de los abelisauridos no estuvo dada por la separación de los continentes del sur (Gondwana) y del norte (Laurasia) “como se pensaba antes. Hay evidencias de que existió un gran desierto entre el hemisferio sur y norte, y esto pudo haber sido una barrera para que estas especies vivieran solamente en el hemisferio sur durante el Jurásico”.

Pol aclaró: “Como en la actualidad, pueden ser barreras para algunos animales sí y para otros no. Así que es de esperar que cuanto más conozcamos de la fauna, la flora y el ambiente de esa época, podamos empezar a entender cómo era la dinámica del planeta hace 170 millones de años”.

El hallazgo

El descubrimiento de los fósiles tuvo lugar en 2009 y la excavación se extendió a lo largo de dos temporadas. Primero apareció el cráneo. “En esa temporada sólo alcanzamos a sacar eso pero después fuimos abriendo y encontramos que estaba el esqueleto articulado, que es algo muy inusual”, recordó Pol.

Los bochones de yeso (que permiten el traslado de los huesos) se trasladaron en 2010, año en el que los técnicos prepararon el esqueleto para su estudio. “Recién el año pasado, con los restos limpios, pudimos comenzar a trabajar en el dinosaurio. Nos dimos cuenta que era una nueva especie de dinosaurio carnívoro, diferente de los que se conocían para esa época, y comenzamos el trabajo de comparación con otros”, dijo. #

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22 MAY 2012 - 23:00

Una nueva especie de dinosaurios carnívoros fue descubierta en 2009 en Cerro Cóndor, Chubut, por investigadores del Museo Egidio Feruglio de Trelew y del Museo de Munich. Se trata del Eoabelisaurus mefi, que vivió hace 170 millones de años, y que sorprendió como el antecesor de la familia de los abelisauridos, los cuales dominaron el hemisferio sur durante el Cretácico.

El hallazgo fue difundido ayer por revista “Proceedings of the Royal Society of London”, una publicación destinada a estudios de biología y evolución destinada al gran público.

El trabajo lleva las firmas de los doctores Diego Pol, del Museo Egidio Feruglio, y su par alemán Oliver Rauhut. “Es un ejemplar único en su especie y no se conoce nada similar. El hallazgo generó mucha expectativa de parte de la gente que trabaja en dinosaurios carnívoros por ser un animal tan antiguo y tan importante para entender el origen del grupo en el hemisferio sur”, apuntó Pol. “Ya estamos recibiendo varias consultas de gente interesada en venir a estudiar los restos”, agregó, especialmente de parte de quienes investigan carnívoros más tardíos en India, Madagascar y África.

El hallazgo se enmarca en un proyecto que lleva casi una década y que apunta a conocer el Jurásico. Del mismo participan diez investigadores y veinte becarios de distintas disciplinas pertenecientes a diferentes instituciones de Argentina y del exterior.

La investigación cuenta con el apoyo de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica de Argentina y la Deutsche Forschungsgemeinschaft (DFG) de Alemania.

Pariente lejano

Diego Pol explicó que el hallazgo de la nueva especie, que vivió 50 millones de años antes que cualquier otro abelisaurido, “ayuda a entender de dónde salió este grupo”, dijo.

Sobre los abelisauridos el investigador explicó: “Gran parte de los dinosaurios que conocemos de Patagonia pertenecen a la última etapa, en la cual se desarrolló una familia de dinosaurios muy exitosos. Son muy abundantes y viven sólo en el hemisferio sur. El Carnotaurus, que es uno de los más famosos de Argentina encontrado en Chubut, es un abelisaurido. Son animales muy raros: algunos tienen cuernos, tienen brazos extremadamente chiquitos. Son muy diferentes al resto de los carnívoros. Y dominaron los nichos ecológicos de todos los carnívoros en el hemisferio sur”.

Es por ello que el nombre del recientemente descripto Eoabelisaurus mefi hace referencia a ser el primer registro de la familia abelisauridae porque “eo”, que significa “amanecer” o “temprano” en griego. “Remite al origen temprano de la familia, mayor a lo que se creía”, dijo Pol. Y apuntó que el tiempo que separa el Eoabelisaurus del resto es de más de 60 millones de años. “Es la misma cantidad de tiempo que nos separa a nosotros de los últimos dinosaurios”, comparó. Y “mefi” hace honor al MEF, en el que se resguardan los restos de esta nueva especie.

Pol mencionó que “de la etapa intermedia en la evolución de los dinosaurios se conoce muy poco. Entonces todas las cosas que aparecen en el Jurásico llenan muchos baches en el conocimiento. Sabemos bastante bien los orígenes de los dinosaurios y del final, pero el Jurásico es una incógnita, sobre todo en el hemisferio sur”.

El investigador resaltó que Cerro Cóndor “es uno de los pocos lugares de esta parte del mundo en el que hay restos del Jurásico, tanto de dinosaurios como de otros animales y plantas. Y es por esto que en los últimos años hemos trabajado especialmente en los fósiles del Jurásico, porque responden muchas preguntas pendientes”.

Gran carnívoro

En cuanto a las características del ejemplar, el especialista mencionó que medía nueve metros desde la cabeza hasta la punta de la cola.

La especie habitó una zona de lagos, en un ambiente cálido y más húmedo que en la actualidad, hace 170 millones de años, a mediados del período Jurásico.

“En las márgenes de los lagos había una vida exuberante con helechos, araucarias y más de veinte especies de vertebrados que vivían en el ambiente”, describió Pol. “Todos eran potencialmente sus presas. Un carnívoro de nueve metros podría haber sido el predador de cualquiera de ellas porque estaba en el tope de la cadena alimenticia”, agregó.

La especie también convivió con una gran actividad volcánica, generada por el inicio del rompimiento del Pangea. “Era una sistema que alternaba entre la “paz” y la acción de los volcanes que interrumpirían la estabilidad del ecosistema causando mortandad y todo tipo de destrozos con coladas de lava o la caída de grandes cantidad de ceniza”, mencionó.

Aunque no hay estudios específicos sobre la velocidad de corrida que alcanzaban los individuos de la nueva especie, Pol mencionó que las estimaciones “oscilan entre los 20 y los 60 kilómetros por hora”. “Para llegar a esas conclusiones se requieren estudios biomecánicos y biofísicos y los resultados son dispares porque las formas de medirlos son dispares, y no hay consenso en la comunidad paleontológica sobre cuál es la mejor manera”.

Garras atrofiadas

La nueva especie muestra cómo se fue reduciendo progresivamente el miembro anterior, es decir los brazos, y sobre todo cómo se reduce la mano: “Refleja cómo fue el camino evolutivo que dio origen a los típicos abelisauridos a partir de animales primitivos. Esta es la importancia que tienen estos fósiles”, dijo.

¿Qué generó este cambio? “Es una incógnita para la cual no hay una hipótesis muy certera”, aclaró Pol. “En estos animales los miembros anteriores tienen una función de predación: garras muy desarrolladas. Pero en el abelisaurus ya aparecen completamente atrofiadas, o sea que ya no cumplían la función de prensión de la presa”.

Pol apuntó que el grupo, en cambio, “tiene las patas traseras muy largas y desarrolladas, y cuenta con muchos dientes y muy afilados. Entonces estos animales corredores probablemente sólo capturaban a sus presas con la boca. Dejaron de usar los brazos”, expresó.

Dinosaurio exclusivo

La aparición de la nueva especie plantea que la restricción al hemisferio sur de los abelisauridos no estuvo dada por la separación de los continentes del sur (Gondwana) y del norte (Laurasia) “como se pensaba antes. Hay evidencias de que existió un gran desierto entre el hemisferio sur y norte, y esto pudo haber sido una barrera para que estas especies vivieran solamente en el hemisferio sur durante el Jurásico”.

Pol aclaró: “Como en la actualidad, pueden ser barreras para algunos animales sí y para otros no. Así que es de esperar que cuanto más conozcamos de la fauna, la flora y el ambiente de esa época, podamos empezar a entender cómo era la dinámica del planeta hace 170 millones de años”.

El hallazgo

El descubrimiento de los fósiles tuvo lugar en 2009 y la excavación se extendió a lo largo de dos temporadas. Primero apareció el cráneo. “En esa temporada sólo alcanzamos a sacar eso pero después fuimos abriendo y encontramos que estaba el esqueleto articulado, que es algo muy inusual”, recordó Pol.

Los bochones de yeso (que permiten el traslado de los huesos) se trasladaron en 2010, año en el que los técnicos prepararon el esqueleto para su estudio. “Recién el año pasado, con los restos limpios, pudimos comenzar a trabajar en el dinosaurio. Nos dimos cuenta que era una nueva especie de dinosaurio carnívoro, diferente de los que se conocían para esa época, y comenzamos el trabajo de comparación con otros”, dijo. #


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