Masacre de Trelew: “Una chica rubia daba impresión por cómo gritaba que por favor la mataran”

La versión del excolimba Heraldo Torné conmovió ayer la audiencia del juicio por los crímenes de 16 militantes políticos en la Base "Almirante Zar".

01 AGO 2012 - 22:36 | Actualizado

El excolimba Heraldo Torné aseguró que el 22 de agosto a las 17 estuvo 5 minutos en los calabozos y vio varios de los cuerpos. “Saltaba la sangre cuando los daban vuelta y me impresionó porque le tengo miedo a la sangre”. Los enfermeros los cargaban en camillas y se los llevaban al hospital de la Base en una ambulancia. Pero como tuvo respuestas imprecisas, las partes quedaron disconformes y con dudas sobre el relato. <br /><br />El testigo iba seguido al hospital. Su próximo destino era la Antártida y estaba obligado a operarse de apéndice. “Vi a una de las presas, una chica rubia llena de sondas que gritaba que por favor la mataran, de una forma tal que daba impresión”, relató. “Parecía sedada y bastante deteriorada”. <br /><br />Torné aseguró que los jefes del Batallón de Infantería solían reunir a los colimbas para preguntarles su opinión de lo sucedido. “Un chico porteño lo encaró al capitán Sosa y le preguntó por qué los habían fusilado. No lo volví a ver. Por eso nunca pregunté nada. El pato lo pagaban los colimbas”.<br /><br />Recordó a Rubén Paccagnini, el jefe de la Base, como “una persona correctísima” que “no tuvo nada que ver”. En cambio, “Sosa y Bravo eran insoportables cuando estaban de guardia”. La Infantería hizo circular internamente la versión oficial del intento de fuga. Hubo reuniones diarias. “Era imposible que se escapen y más con la seguridad que había. Intentaron inculcar esa versión entre la gente para salvarse ellos, porque decían que en 5 años nadie se acordaría”. La Infantería tenía como cabezas visibles a Sosa y Bravo. Trabajaban independientes del resto de la Base. “La Infantería es la clave de lo que pasó”, dijo. Torné advirtió que “el 90 por ciento” de los conscriptos debió ver los calabozos baleados. “En el ´73 yo los vi y las marcas aún estaban. Tenemos que ser bien claros: todos los colimbas tenían que pasar por ahí porque estaba la oficina de armas y tienen que haber visto las celdas. Incluso algunos se sacaron fotos”. Observó marcas de balazos dentro de los calabozos, en los laterales y el fondo del pasillo, “a la altura de la cintura”. <br /><br />Cuando los guerrilleros quedaron encarcelados en la Base “la convivencia tomó otro color”. El personal completo “se abocó a recargar las guardias”. Notó “susto y nerviosismo” entre los suboficiales. “Había descontrol y anarquía al organizar las guardias porque no sabían a quién poner”. Por eso hubo soldados que hicieron turnos de hasta 24 horas. “Hubo un movimiento distinto al de otros días”, graficó. Torné escuchó el rumor interno de que la noche del 23 de agosto se levantó la guardia especial en los calabozos. “La madrugada del 22 no escuché nada y a las 8 otro conscripto me despertó y me avisó: Mataron a los muchachos. Yo no lo podía creer”.#

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01 AGO 2012 - 22:36

El excolimba Heraldo Torné aseguró que el 22 de agosto a las 17 estuvo 5 minutos en los calabozos y vio varios de los cuerpos. “Saltaba la sangre cuando los daban vuelta y me impresionó porque le tengo miedo a la sangre”. Los enfermeros los cargaban en camillas y se los llevaban al hospital de la Base en una ambulancia. Pero como tuvo respuestas imprecisas, las partes quedaron disconformes y con dudas sobre el relato. <br /><br />El testigo iba seguido al hospital. Su próximo destino era la Antártida y estaba obligado a operarse de apéndice. “Vi a una de las presas, una chica rubia llena de sondas que gritaba que por favor la mataran, de una forma tal que daba impresión”, relató. “Parecía sedada y bastante deteriorada”. <br /><br />Torné aseguró que los jefes del Batallón de Infantería solían reunir a los colimbas para preguntarles su opinión de lo sucedido. “Un chico porteño lo encaró al capitán Sosa y le preguntó por qué los habían fusilado. No lo volví a ver. Por eso nunca pregunté nada. El pato lo pagaban los colimbas”.<br /><br />Recordó a Rubén Paccagnini, el jefe de la Base, como “una persona correctísima” que “no tuvo nada que ver”. En cambio, “Sosa y Bravo eran insoportables cuando estaban de guardia”. La Infantería hizo circular internamente la versión oficial del intento de fuga. Hubo reuniones diarias. “Era imposible que se escapen y más con la seguridad que había. Intentaron inculcar esa versión entre la gente para salvarse ellos, porque decían que en 5 años nadie se acordaría”. La Infantería tenía como cabezas visibles a Sosa y Bravo. Trabajaban independientes del resto de la Base. “La Infantería es la clave de lo que pasó”, dijo. Torné advirtió que “el 90 por ciento” de los conscriptos debió ver los calabozos baleados. “En el ´73 yo los vi y las marcas aún estaban. Tenemos que ser bien claros: todos los colimbas tenían que pasar por ahí porque estaba la oficina de armas y tienen que haber visto las celdas. Incluso algunos se sacaron fotos”. Observó marcas de balazos dentro de los calabozos, en los laterales y el fondo del pasillo, “a la altura de la cintura”. <br /><br />Cuando los guerrilleros quedaron encarcelados en la Base “la convivencia tomó otro color”. El personal completo “se abocó a recargar las guardias”. Notó “susto y nerviosismo” entre los suboficiales. “Había descontrol y anarquía al organizar las guardias porque no sabían a quién poner”. Por eso hubo soldados que hicieron turnos de hasta 24 horas. “Hubo un movimiento distinto al de otros días”, graficó. Torné escuchó el rumor interno de que la noche del 23 de agosto se levantó la guardia especial en los calabozos. “La madrugada del 22 no escuché nada y a las 8 otro conscripto me despertó y me avisó: Mataron a los muchachos. Yo no lo podía creer”.#


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