Masacre de Trelew: repararon las paredes para borrar las huellas del fusilamiento

Un físico peritó la zona de calabozos y detectó una capa de revoque que data del ´72 en la pared del pasillo donde impactaron las ráfagas de metralleta. El arreglo sólo se hizo en esa parte del muro, a la altura de los hombros hacia abajo, lo cual coincide con la versión de los acusadores.

11 SEP 2012 - 22:31 | Actualizado

Prudente, la Armada Argentina borró de las paredes de la Base Almirante Zar de Trelew toda huella de las ráfagas de ametralladora que los marinos dispararon la madrugada del 22 de agosto de 1972. El dato lo deslizó el doctor en Física Rodolfo Pregliasco, que con uso de la más alta tecnología disponible peritó el sector de los calabozos en busca de los rastros del fusilamiento. También encontró el orificio de un balazo en una puerta exterior, que revelaría un disparo desde los calabozos hacia fuera y avalaría la versión oficial. Pero no es posible determinar si ocurrió en la misma fecha.
El científico declaró en el juicio por la Masacre y explicó sus conclusiones en el lugar de los episodios, acompañado por el tribunal y la prensa. Trabaja en el Centro Atómico de Bariloche y hace más de 10 años que asesora a la justicia. Usó rayos gamma para una suerte de “radiografía” de las paredes y reconstruyó el plano de cómo debió ser el lugar trágico, la ubicación esa noche de los 19 guerrilleros y de los marinos acusados.
Pregliasco reveló que tras varias refacciones y repintados en la unidad militar del ´72 a la época, la única pared intacta es la del fondo del pasillo de los calabozos. Testimonios dicen que allí hubo impactos porque se ubica detrás de la posición de los presos. El forense no encontró orificios de bala pero sí detectó una capa de revoque que data de los ´70. Esa reparación sólo apareció en la parte de la pared que recibió las ráfagas. Este trabajo albañil eliminó toda posible evidencia.
“Se picó hasta el ladrillo original, se revocó y se pintó de vuelta –explicó-. Al fondo del pasillo, desde los 1,60 metros de altura hacia arriba no hay impactos en la pared, está intacta. Debajo de ese nivel fue picada hasta el ladrillo y pintada de vuelta. La huella de los disparos se borró deliberadamente pero la manera en que fue borrada nos indica la zona en la que estaban. No hay indicios del número de disparos al no haber huellas. Sabemos que hay una zona reparada y que el resto está intacto, con lo cual todos los disparos deben haber estado en esa región. La fecha de la modificación coincide e implica disparos de la altura de hombros hacia abajo”. Por otro lado, la medición reveló que el pasillo tenía 1,50 metros de ancho y 10 de largo y que los diez calabozos medían 2,80 metros de largo por 2 de ancho.
El perito halló un disparo en la puerta de lo que era el baño, frente a los calabozos. La atravesó y dio en la bisagra de una letrina. El dato puede avalar la versión oficial según la cual desde esa posición Mariano Pujadas disparó a la guardia tras quitarle la pistola al capitán Luis Sosa. La información entusiasmó a las defensas. Pero Pregliasco advirtió que no es posible saber si ese impacto se produjo antes, durante o después de 1972. “Hay una huellas de disparo compatible con un calibre 45 pero es lo único que podemos decir y no sé qué relevancia tiene en la reconstrucción”.
El fiscal federal Fernando Gélvez restó valor al dato del disparo exterior. “La pericia es una prueba más: hay evidencias que son contundentes y se basan en declaraciones testimoniales e indagatorias que nos marcan cómo fueron los hechos y no hay dudas”.
Del disparo en la puerta del baño recordó que ante una pregunta que le hizo el tribunal, Pregliasco dijo que “los tiros pudieron ser antes o después de los hechos, así que esto no cambia nada y tampoco se condice con las versiones defensitas y exculpatorias”.
Gélvez dijo que al Ministerio Público Fiscal le sirvió conocer la dimensión de los calabozos y del pasillo. “También que no hubo disparos hacia el lado de la pared del hall de entrada”, añadió. “El extremo cerrado donde finalizaba el pasillo de los calabozos se arregló y se pico hasta los ladrillos. No contamos con esa evidencia pero descartamos desde un primer momento ningún caso de legítima defensa”.
-¿Se intentó tapar evidencias?
-Obviamente que se arregló con el tiempo y evidentemente se quiso que no quedaran los impactos para que una prueba física no marque cómo fueron los hechos. Pero hay testigos, hubo una reconstrucción del juez militar e imputados que marcaron cómo fue la posición de los tiradores y hacia cuál sector.#

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11 SEP 2012 - 22:31

Prudente, la Armada Argentina borró de las paredes de la Base Almirante Zar de Trelew toda huella de las ráfagas de ametralladora que los marinos dispararon la madrugada del 22 de agosto de 1972. El dato lo deslizó el doctor en Física Rodolfo Pregliasco, que con uso de la más alta tecnología disponible peritó el sector de los calabozos en busca de los rastros del fusilamiento. También encontró el orificio de un balazo en una puerta exterior, que revelaría un disparo desde los calabozos hacia fuera y avalaría la versión oficial. Pero no es posible determinar si ocurrió en la misma fecha.
El científico declaró en el juicio por la Masacre y explicó sus conclusiones en el lugar de los episodios, acompañado por el tribunal y la prensa. Trabaja en el Centro Atómico de Bariloche y hace más de 10 años que asesora a la justicia. Usó rayos gamma para una suerte de “radiografía” de las paredes y reconstruyó el plano de cómo debió ser el lugar trágico, la ubicación esa noche de los 19 guerrilleros y de los marinos acusados.
Pregliasco reveló que tras varias refacciones y repintados en la unidad militar del ´72 a la época, la única pared intacta es la del fondo del pasillo de los calabozos. Testimonios dicen que allí hubo impactos porque se ubica detrás de la posición de los presos. El forense no encontró orificios de bala pero sí detectó una capa de revoque que data de los ´70. Esa reparación sólo apareció en la parte de la pared que recibió las ráfagas. Este trabajo albañil eliminó toda posible evidencia.
“Se picó hasta el ladrillo original, se revocó y se pintó de vuelta –explicó-. Al fondo del pasillo, desde los 1,60 metros de altura hacia arriba no hay impactos en la pared, está intacta. Debajo de ese nivel fue picada hasta el ladrillo y pintada de vuelta. La huella de los disparos se borró deliberadamente pero la manera en que fue borrada nos indica la zona en la que estaban. No hay indicios del número de disparos al no haber huellas. Sabemos que hay una zona reparada y que el resto está intacto, con lo cual todos los disparos deben haber estado en esa región. La fecha de la modificación coincide e implica disparos de la altura de hombros hacia abajo”. Por otro lado, la medición reveló que el pasillo tenía 1,50 metros de ancho y 10 de largo y que los diez calabozos medían 2,80 metros de largo por 2 de ancho.
El perito halló un disparo en la puerta de lo que era el baño, frente a los calabozos. La atravesó y dio en la bisagra de una letrina. El dato puede avalar la versión oficial según la cual desde esa posición Mariano Pujadas disparó a la guardia tras quitarle la pistola al capitán Luis Sosa. La información entusiasmó a las defensas. Pero Pregliasco advirtió que no es posible saber si ese impacto se produjo antes, durante o después de 1972. “Hay una huellas de disparo compatible con un calibre 45 pero es lo único que podemos decir y no sé qué relevancia tiene en la reconstrucción”.
El fiscal federal Fernando Gélvez restó valor al dato del disparo exterior. “La pericia es una prueba más: hay evidencias que son contundentes y se basan en declaraciones testimoniales e indagatorias que nos marcan cómo fueron los hechos y no hay dudas”.
Del disparo en la puerta del baño recordó que ante una pregunta que le hizo el tribunal, Pregliasco dijo que “los tiros pudieron ser antes o después de los hechos, así que esto no cambia nada y tampoco se condice con las versiones defensitas y exculpatorias”.
Gélvez dijo que al Ministerio Público Fiscal le sirvió conocer la dimensión de los calabozos y del pasillo. “También que no hubo disparos hacia el lado de la pared del hall de entrada”, añadió. “El extremo cerrado donde finalizaba el pasillo de los calabozos se arregló y se pico hasta los ladrillos. No contamos con esa evidencia pero descartamos desde un primer momento ningún caso de legítima defensa”.
-¿Se intentó tapar evidencias?
-Obviamente que se arregló con el tiempo y evidentemente se quiso que no quedaran los impactos para que una prueba física no marque cómo fueron los hechos. Pero hay testigos, hubo una reconstrucción del juez militar e imputados que marcaron cómo fue la posición de los tiradores y hacia cuál sector.#


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