Los números de Cerro Dragón y cómo sostener el mercado hidrocarburífero en Chubut

Condiciones para lograr un mercado sustentable.

16 MAR 2013 - 22:58 | Actualizado

Luego de firmar en 2007 la renegociación de contratos con el Gobierno provincial y hasta el año pasado, Pan American Energy invirtió en Chubut más de 4.200 millones de dólares en exploración y producción de hidrocarburos.

En ese período aumentó la producción total combinada (petróleo más gas) de Cerro Dragón a 137.200 barriles equivalentes de petróleo por día, es decir más del 9%. Las reservas totales combinadas de ese yacimiento pasaron de los 898 millones de barriles de petróleo en 2006 a los 1.022 millones en 2012: un incremento del 14%.

La provincia pasó de recibir 180 millones de dólares de regalías en 2006 a un promedio de 332 millones anuales entre 2007 y 2012 incluyendo los aportes adicionales. Por el efecto de PAE en la región se desarrollaron más 300 pymes y se generó empleo adicional para más de 8.000 personas. Y se implementaron más de 50 programas de educación y salud para miles de chubutenses.

Según fuentes de la operadora, este escenario muestra que el Golfo San Jorge vuelve a protagonizar un proceso de expansión y crecimiento. Por la importancia de sus recursos naturales y humanos enfrenta la posibilidad de hacer de la crisis una nueva oportunidad.

En el caso de Chubut, la experiencia acumulada de dos gobiernos sucesivos permitió modelos estratégicos de desarrollo a largo plazo y una vocación de aprovechamiento inteligente de sus extraordinarias ventajas competitivas y comparativas. En una Argentina que irrumpe en los mercados de recursos de materias primas, las reservas de gas y petróleo, minería, pesca, frutas finas y materiales estratégicos le aseguran liderazgo con producción e inclusión social.

Sin embargo, desde PAE creyeron necesario recordar condiciones no económicas pero que apuntalan la estabilidad y el crecimiento. Contar con reservas estratégicas y de materias primas no es garantía de éxito. Y abruman los ejemplos en sentido contrario. Hasta existe cierta leyenda por esa suerte de maldición que condena a las sociedades bendecidas por el “oro negro” al despotismo, la pobreza endémica, el atraso, la fragmentación social y azote de guerras civiles y religiosas permanentes.

Es necesaria una reflexión profunda en torno a los factores institucionales que hacen posible capitalizar las ventajas competitivas que brinda la naturaleza. Los límites para el desarrollo de una región están fijadas no tanto por la importancia de sus recursos potenciales: importan mucho más su capital social y humano. Es decir, todas las disposiciones que permiten generar confianza –valores, normas, instituciones, procedimientos- capaces de asegurar el futuro de progreso y cohesión social. Son condiciones que sólo se logran con políticas de consenso.

La primera condición es reconocer la importancia de las ventajas competitivas de la región. Debe existir una cultura del compromiso y el trabajo, que asegure su continuidad en el tiempo. Las ventajas no son el fruto de un milagro sino de generaciones que perseveraron en el trabajo, la creatividad y el compromiso productivo. Las provincias y ciudades del Golfo tienen en la industria del gas y del petróleo un factor fundamental. El 40% de los recursos públicos tienen su fuente en la industria.

La segunda prioridad es el desarrollo inteligente de la legislación, mucho más en países caracterizados por una superposición de jurisdicciones nacionales, provinciales y municipales a las que se añade el derecho de los tratados y las propias instancias contractuales. Más del 50% de la producción global de hidrocarburos se produce en países, como Argentina, con fuertes tensiones y conflictos interinstitucionales. Llegó la hora de un esfuerzo profundo de ingeniería institucional que fortifique la industria y sus niveles de seguridad jurídica y respeto de los derechos e intereses y públicos y privados.

La tercera prioridad es construir un clima de concordia social que, reconociendo los conflictos propios de una sociedad democrática, privilegie la fortaleza de los mecanismos de arbitraje. Las formas alternativas de resolución de conflictos deben reposar en soluciones compartidas y estrategias de largo plazo de concertación social, que permitan mejorar las regulaciones, los marcos socio-laborales y los mecanismos de distribución de los resultados de la actividad. Los derechos son tan importantes como los deberes.

Nada nada podrá hacerse sin apostar por el desarrollo de la ciencia y tecnología nacional, la educación básica y especializada y la mejora continua del nivel de recursos humanos. El petróleo y el gas son escenario de transformaciones extraordinarias, por la nueva importancia de los recursos no convencionales y de nuevas realidades tecnológicas a enfrentar. Se impone una transformación del recurso humano y una nueva concepción de su gestión. Y nada podrá hacerse sin una concertación sincera y clara entre trabajadores, empresarios y reguladores.

No será esta la primera ni la única oportunidad en la que los disensos deberán ceder ante la necesidad del consenso. Las petroleras son agentes de cambio y su actividad es esencial para las posibilidades del sistema.

La importancia estratégica de los recursos hidrocarburíferos, la estabilidad de la ley y un adecuado valor de los hidrocarburos que aseguren la sustentabilidad del sector, la convergencia de todos los actores para mantener la paz social y el desarrollo local son condiciones para que el proceso virtuoso siga. Esta es la etapa que se recorre nuevamente en Chubut tras los violentos, tristes y costosos hechos de junio.

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16 MAR 2013 - 22:58

Luego de firmar en 2007 la renegociación de contratos con el Gobierno provincial y hasta el año pasado, Pan American Energy invirtió en Chubut más de 4.200 millones de dólares en exploración y producción de hidrocarburos.

En ese período aumentó la producción total combinada (petróleo más gas) de Cerro Dragón a 137.200 barriles equivalentes de petróleo por día, es decir más del 9%. Las reservas totales combinadas de ese yacimiento pasaron de los 898 millones de barriles de petróleo en 2006 a los 1.022 millones en 2012: un incremento del 14%.

La provincia pasó de recibir 180 millones de dólares de regalías en 2006 a un promedio de 332 millones anuales entre 2007 y 2012 incluyendo los aportes adicionales. Por el efecto de PAE en la región se desarrollaron más 300 pymes y se generó empleo adicional para más de 8.000 personas. Y se implementaron más de 50 programas de educación y salud para miles de chubutenses.

Según fuentes de la operadora, este escenario muestra que el Golfo San Jorge vuelve a protagonizar un proceso de expansión y crecimiento. Por la importancia de sus recursos naturales y humanos enfrenta la posibilidad de hacer de la crisis una nueva oportunidad.

En el caso de Chubut, la experiencia acumulada de dos gobiernos sucesivos permitió modelos estratégicos de desarrollo a largo plazo y una vocación de aprovechamiento inteligente de sus extraordinarias ventajas competitivas y comparativas. En una Argentina que irrumpe en los mercados de recursos de materias primas, las reservas de gas y petróleo, minería, pesca, frutas finas y materiales estratégicos le aseguran liderazgo con producción e inclusión social.

Sin embargo, desde PAE creyeron necesario recordar condiciones no económicas pero que apuntalan la estabilidad y el crecimiento. Contar con reservas estratégicas y de materias primas no es garantía de éxito. Y abruman los ejemplos en sentido contrario. Hasta existe cierta leyenda por esa suerte de maldición que condena a las sociedades bendecidas por el “oro negro” al despotismo, la pobreza endémica, el atraso, la fragmentación social y azote de guerras civiles y religiosas permanentes.

Es necesaria una reflexión profunda en torno a los factores institucionales que hacen posible capitalizar las ventajas competitivas que brinda la naturaleza. Los límites para el desarrollo de una región están fijadas no tanto por la importancia de sus recursos potenciales: importan mucho más su capital social y humano. Es decir, todas las disposiciones que permiten generar confianza –valores, normas, instituciones, procedimientos- capaces de asegurar el futuro de progreso y cohesión social. Son condiciones que sólo se logran con políticas de consenso.

La primera condición es reconocer la importancia de las ventajas competitivas de la región. Debe existir una cultura del compromiso y el trabajo, que asegure su continuidad en el tiempo. Las ventajas no son el fruto de un milagro sino de generaciones que perseveraron en el trabajo, la creatividad y el compromiso productivo. Las provincias y ciudades del Golfo tienen en la industria del gas y del petróleo un factor fundamental. El 40% de los recursos públicos tienen su fuente en la industria.

La segunda prioridad es el desarrollo inteligente de la legislación, mucho más en países caracterizados por una superposición de jurisdicciones nacionales, provinciales y municipales a las que se añade el derecho de los tratados y las propias instancias contractuales. Más del 50% de la producción global de hidrocarburos se produce en países, como Argentina, con fuertes tensiones y conflictos interinstitucionales. Llegó la hora de un esfuerzo profundo de ingeniería institucional que fortifique la industria y sus niveles de seguridad jurídica y respeto de los derechos e intereses y públicos y privados.

La tercera prioridad es construir un clima de concordia social que, reconociendo los conflictos propios de una sociedad democrática, privilegie la fortaleza de los mecanismos de arbitraje. Las formas alternativas de resolución de conflictos deben reposar en soluciones compartidas y estrategias de largo plazo de concertación social, que permitan mejorar las regulaciones, los marcos socio-laborales y los mecanismos de distribución de los resultados de la actividad. Los derechos son tan importantes como los deberes.

Nada nada podrá hacerse sin apostar por el desarrollo de la ciencia y tecnología nacional, la educación básica y especializada y la mejora continua del nivel de recursos humanos. El petróleo y el gas son escenario de transformaciones extraordinarias, por la nueva importancia de los recursos no convencionales y de nuevas realidades tecnológicas a enfrentar. Se impone una transformación del recurso humano y una nueva concepción de su gestión. Y nada podrá hacerse sin una concertación sincera y clara entre trabajadores, empresarios y reguladores.

No será esta la primera ni la única oportunidad en la que los disensos deberán ceder ante la necesidad del consenso. Las petroleras son agentes de cambio y su actividad es esencial para las posibilidades del sistema.

La importancia estratégica de los recursos hidrocarburíferos, la estabilidad de la ley y un adecuado valor de los hidrocarburos que aseguren la sustentabilidad del sector, la convergencia de todos los actores para mantener la paz social y el desarrollo local son condiciones para que el proceso virtuoso siga. Esta es la etapa que se recorre nuevamente en Chubut tras los violentos, tristes y costosos hechos de junio.


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