Por la identidad: una mujer cree que nació en Trelew en 1978

Se llama Ema Beviacqua, es cordobesa y por primera vez cuenta la historia de su búsqueda de identidad. Fue dada en adopción. Su partida de nacimiento indica que su madre la dio a luz en Moreno 333 de la ciudad valletana.

19 MAY 2013 - 0:15 | Actualizado

Por Lorena Leeming

Quiero saber de dónde viene mi veta artística, mi voz y el por qué de mi color de pelo”. Ema Cristina Beviacqua tiene 34 años y vive en Río Cuarto, Córdoba. Nació en pleno proceso militar, el 20 de diciembre de 1978, pero su ADN no coincide con las muestras del banco de Abuelas de Plaza de Mayo. Sabe que es adoptada. Su partida de nacimiento indica que su madre la dio a luz en Moreno 333 de Trelew. Necesita tener datos. Le urge su identidad. Controla su ansiedad para poder volcar la minúscula información que tiene y sueña con el milagro de encontrar sus raíces.

Denota simpatía y madurez. Su voz es muy clara, cálida y potente, tal como la de expertas locutoras que con profesionalismo anuncian la temperatura y leen noticias de la ciudad.

Ema es una más de las tantas personas que buscan conocer su identidad en la Argentina. Ella dice que seguramente habrá historias mucho más fuertes que la que le toca vivir, pero que no saber de dónde vino le quita la posibilidad de relajarse y ser feliz como quisiera. Sabe que hubo irregularidades en su adopción pero prefiere no hablar de apropiación. Dice que ese término “es muy fuerte”.

“La historia que me contaron mis padres adoptivos es que nací en Trelew el 20 de diciembre de 1978 a las nueve de la noche. Eso dice en lo que figura en el papel que tengo como partida de nacimiento. La dirección es Moreno 333”, comenzó diciendo en una extensa entrevista concedida a Jornada.

La verdad que le contaron en su momento sus padres es que se estaban preparando para viajar a Corrientes para pasar las fiestas porque su mamá es de esa provincia. Su papá tenía en Trelew un médico amigo. Él fue el nexo con los progenitores adoptivos. “Sabían que querían tener un bebé y les dijo que en Trelew había uno, que viajaran”, expresó Ema.

La mujer contó que “la persona que hizo el vínculo es el médico Ignacio de la Torre. Tengo entendido que ya falleció. Él les avisó que había un bebé y que si ellos querían tenían que viajar a Trelew a buscarme. Años atrás, en 2007, en uno de mis recuentros con Dalia, mi madre adoptiva, me dijo que le habían dicho que ellos tenían que llegar antes de tal fecha, 21 o 22 de diciembre, porque sino yo pasaba para España”, recordó.

Con admirable tranquilidad en sus palabras, la joven mujer denotó una nebulosa en este punto. Dice que ella no sabe bien por qué los apuraban para llegar antes de determinada fecha. “Era como que me llevaban o me mandaban a otro país”, dijo, aunque prefirió ser cauta. Con sinceridad agregó: “Esto hay que tomarlo con pinzas”.

¿Apropiación?

Ema se remitió a su situación actual. Dice que por distintas situaciones que le tocó vivir en su hogar, hoy en día con Dalia -su madre adoptiva- no tiene ningún vínculo. Tampoco con Carlos, su padre. Él ya no vive más en Río Cuarto y ella ha vivido ahí toda su vida.

Cuando dijo “hay que tomar con pinzas” la situación en que se produjo la adopción, la mujer se refería a una de las tantas conversaciones telefónicas que mantuvo con su padre. “Él me desmintió todo porque...no sé, no sé por qué lo desmiente”, indicó haciendo un largo silencio. “La realidad es que hoy tengo 34 años y no tengo mi identidad. A mí me dijeron que yo nací en Trelew, me figura en la partida la calle Moreno 333. Con tantas cosas que viví en esta familia, hoy me quedan dudas”, aseveró.

Ema se remite a buscar a sus padres biológicos en Trelew porque es el único dato que supone verdadero. “No tengo nada para cotejar ni confirmar, entonces yo tengo que buscar en Trelew. Tengo que agotar todas las posibilidades en esa ciudad, mi búsqueda la centralizo ahí”, resaltó.

En la partida de nacimiento figuran como padres biológicos Carlos Alberto Beviacqua y Dalia María Hilbert. “Es obviamente una adopción ilegal”, dijo Ema, a la vez que sonrió y agregó: “Un amigo dice que es una apropiación porque las adopciones ilegales no existen. Son legales, o en su defecto por la ley de irregularidades, apropiaciones”.

En ese marco prefirió poner paños fríos y admitió: “Hoy en día hablar de apropiación es medio fuerte. No quiero generar más dolor ni más barullo a lo que hay”, reveló, aunque se trasluce que su necesidad de llegar a la verdad va más allá del título que se le ponga a la forma en que sus padres adoptivos llegaron a tenerla.

“Siempre lo supe”

La chica cordobesa con miles de inquietudes y sueños por cumplir, ante lo lamentable de todo lo que le tocó vivir en el hogar de las personas que supuestamente le darían amor, valoró que “siempre” supo que era adoptada, hasta agradeció que en este sentido, le hayan tenido piedad. Incluso, indicó que tiene un hermano que también vivió en las mismas condiciones siendo adoptado también.

“Lo supimos siempre. En ese punto mis padres adoptivos hicieron bien. Siempre supe que era adoptada y también supe que en algún momento iba a buscar mi identidad. Mi inquietud comenzó en 2005 cuando empecé a dar vueltas y ya quería saber qué pasó”, subrayó.

“Quiero saber en el vientre de quién estuve” aseveró, levantado apenas la voz. “Empecé a entrar en páginas de las abuelas de Plaza de Mayo, a buscar fotos, imágenes, etc. En 2006 me comuniqué con ellas y me hice el ADN. Me dio negativo”, destacó, remarcando que desde ese momento y hasta la fecha, su lucha sigue en boga.

Desprecio

Es admirable observar cómo la joven mujer aún desesperada en su búsqueda e inmersa en una triste historia familiar, cuida los términos que utiliza para “no generar más daño a quienes me criaron”. Dice: “No es mi objetivo dañarlos. Yo siempre quise buscar mis raíces. Con el tiempo pasaron muchas cosas en mi casa que me llevan a tomar la decisión de no querer tener más contacto con Dalia”.

A regañadientes deslizó lo traumático que fueron determinadas actitudes que marcaron su existencia. Se sinceró diciendo: “Fue mucho el daño que me hicieron. Recuerdo desprecios, miradas como con asco. No es para tomarlo a pecho, es lo que viví. No es la muerte de nadie. Es lo que yo viví y hay historias peores que las mías. Ellos me sacaron quizás de la calle, me dieron un destino mejor y una educación”, agregó a modo de consuelo.

No obstante, reveló: “Cuando uno se pone más grande y empieza a ver y conoce historia de sus amigas, ves que los padres son diferentes a los tuyos, que los tratos son diferentes, uno dice ‘qué pasa acá. Quizás, no tendrían que haber adoptado nunca, no sé”, deslizó.

Ema sintió la necesidad de aclarar que su búsqueda no se basa en la nefasta experiencia que vivió con sus padres adoptivos. “No es que yo esté buscando una familia o a alguien. Eso sería un cuento con final feliz que querríamos tener todos. Yo lo que busco es mi identidad. Trato de ser lo más fuerte que pueda para encontrar lo que sea. Las circunstancias pueden llevar a que la verdad no sea linda, pero será mi verdad. Después se verá si viene con alguna regalía”, afirmó con una sonrisa y un dejo de optimismo palpable.

“Mi pelo, mi voz”

“Básicamente, quiero saber de dónde viene mi veta artística, de dónde viene mi voz. Actitudes que el común de la gente se mira al espejo y sabe que su pelo es de su padre, el carácter del abuelo, la forma de hablar de un tío. Esas cosas, quienes estamos en una búsqueda, no lo tenemos. Parecen tontas pero no lo son tanto” agregó, describiendo su necesidad.

“¿Cómo es mi vida ahora? Vivo sola hace más de un año. En 2004 me independicé de ellos (por sus padres adoptivos) y me fui a vivir con una amiga. Estaba estudiando locución es lo que más me gusta. En 2006 Carlos (su padre) se fue de la ciudad y dejó la veterinaria de su propiedad. A raíz de ahí, me quedé sin trabajo y la carrera de locución quedó frustrada”.

En el final de la entrevista Ema sólo dedicó palabras de agradecimiento a quienes puedan ayudar a tener un dato certero sobre su identidad o bien, que al leer la nota les surja alguna duda que puede estar vinculada a encontrar por fin sus raíces. “Yo siempre digo que lo que Dios no me dio en familia me lo dio en amigos. Gracias a Dios son los que me sacan a flote. Tengo buenos amigos, son buenas personas. Hoy vivo sola, soy secretaria. Dejé de hacer mi programa de radio, canto en un coro y hago locución de eventos. Esa es mi vida actual”, finalizó, sabiendo que dio el primer paso para que por fin lleguen las respuestas que tanto necesita.

19 MAY 2013 - 0:15

Por Lorena Leeming

Quiero saber de dónde viene mi veta artística, mi voz y el por qué de mi color de pelo”. Ema Cristina Beviacqua tiene 34 años y vive en Río Cuarto, Córdoba. Nació en pleno proceso militar, el 20 de diciembre de 1978, pero su ADN no coincide con las muestras del banco de Abuelas de Plaza de Mayo. Sabe que es adoptada. Su partida de nacimiento indica que su madre la dio a luz en Moreno 333 de Trelew. Necesita tener datos. Le urge su identidad. Controla su ansiedad para poder volcar la minúscula información que tiene y sueña con el milagro de encontrar sus raíces.

Denota simpatía y madurez. Su voz es muy clara, cálida y potente, tal como la de expertas locutoras que con profesionalismo anuncian la temperatura y leen noticias de la ciudad.

Ema es una más de las tantas personas que buscan conocer su identidad en la Argentina. Ella dice que seguramente habrá historias mucho más fuertes que la que le toca vivir, pero que no saber de dónde vino le quita la posibilidad de relajarse y ser feliz como quisiera. Sabe que hubo irregularidades en su adopción pero prefiere no hablar de apropiación. Dice que ese término “es muy fuerte”.

“La historia que me contaron mis padres adoptivos es que nací en Trelew el 20 de diciembre de 1978 a las nueve de la noche. Eso dice en lo que figura en el papel que tengo como partida de nacimiento. La dirección es Moreno 333”, comenzó diciendo en una extensa entrevista concedida a Jornada.

La verdad que le contaron en su momento sus padres es que se estaban preparando para viajar a Corrientes para pasar las fiestas porque su mamá es de esa provincia. Su papá tenía en Trelew un médico amigo. Él fue el nexo con los progenitores adoptivos. “Sabían que querían tener un bebé y les dijo que en Trelew había uno, que viajaran”, expresó Ema.

La mujer contó que “la persona que hizo el vínculo es el médico Ignacio de la Torre. Tengo entendido que ya falleció. Él les avisó que había un bebé y que si ellos querían tenían que viajar a Trelew a buscarme. Años atrás, en 2007, en uno de mis recuentros con Dalia, mi madre adoptiva, me dijo que le habían dicho que ellos tenían que llegar antes de tal fecha, 21 o 22 de diciembre, porque sino yo pasaba para España”, recordó.

Con admirable tranquilidad en sus palabras, la joven mujer denotó una nebulosa en este punto. Dice que ella no sabe bien por qué los apuraban para llegar antes de determinada fecha. “Era como que me llevaban o me mandaban a otro país”, dijo, aunque prefirió ser cauta. Con sinceridad agregó: “Esto hay que tomarlo con pinzas”.

¿Apropiación?

Ema se remitió a su situación actual. Dice que por distintas situaciones que le tocó vivir en su hogar, hoy en día con Dalia -su madre adoptiva- no tiene ningún vínculo. Tampoco con Carlos, su padre. Él ya no vive más en Río Cuarto y ella ha vivido ahí toda su vida.

Cuando dijo “hay que tomar con pinzas” la situación en que se produjo la adopción, la mujer se refería a una de las tantas conversaciones telefónicas que mantuvo con su padre. “Él me desmintió todo porque...no sé, no sé por qué lo desmiente”, indicó haciendo un largo silencio. “La realidad es que hoy tengo 34 años y no tengo mi identidad. A mí me dijeron que yo nací en Trelew, me figura en la partida la calle Moreno 333. Con tantas cosas que viví en esta familia, hoy me quedan dudas”, aseveró.

Ema se remite a buscar a sus padres biológicos en Trelew porque es el único dato que supone verdadero. “No tengo nada para cotejar ni confirmar, entonces yo tengo que buscar en Trelew. Tengo que agotar todas las posibilidades en esa ciudad, mi búsqueda la centralizo ahí”, resaltó.

En la partida de nacimiento figuran como padres biológicos Carlos Alberto Beviacqua y Dalia María Hilbert. “Es obviamente una adopción ilegal”, dijo Ema, a la vez que sonrió y agregó: “Un amigo dice que es una apropiación porque las adopciones ilegales no existen. Son legales, o en su defecto por la ley de irregularidades, apropiaciones”.

En ese marco prefirió poner paños fríos y admitió: “Hoy en día hablar de apropiación es medio fuerte. No quiero generar más dolor ni más barullo a lo que hay”, reveló, aunque se trasluce que su necesidad de llegar a la verdad va más allá del título que se le ponga a la forma en que sus padres adoptivos llegaron a tenerla.

“Siempre lo supe”

La chica cordobesa con miles de inquietudes y sueños por cumplir, ante lo lamentable de todo lo que le tocó vivir en el hogar de las personas que supuestamente le darían amor, valoró que “siempre” supo que era adoptada, hasta agradeció que en este sentido, le hayan tenido piedad. Incluso, indicó que tiene un hermano que también vivió en las mismas condiciones siendo adoptado también.

“Lo supimos siempre. En ese punto mis padres adoptivos hicieron bien. Siempre supe que era adoptada y también supe que en algún momento iba a buscar mi identidad. Mi inquietud comenzó en 2005 cuando empecé a dar vueltas y ya quería saber qué pasó”, subrayó.

“Quiero saber en el vientre de quién estuve” aseveró, levantado apenas la voz. “Empecé a entrar en páginas de las abuelas de Plaza de Mayo, a buscar fotos, imágenes, etc. En 2006 me comuniqué con ellas y me hice el ADN. Me dio negativo”, destacó, remarcando que desde ese momento y hasta la fecha, su lucha sigue en boga.

Desprecio

Es admirable observar cómo la joven mujer aún desesperada en su búsqueda e inmersa en una triste historia familiar, cuida los términos que utiliza para “no generar más daño a quienes me criaron”. Dice: “No es mi objetivo dañarlos. Yo siempre quise buscar mis raíces. Con el tiempo pasaron muchas cosas en mi casa que me llevan a tomar la decisión de no querer tener más contacto con Dalia”.

A regañadientes deslizó lo traumático que fueron determinadas actitudes que marcaron su existencia. Se sinceró diciendo: “Fue mucho el daño que me hicieron. Recuerdo desprecios, miradas como con asco. No es para tomarlo a pecho, es lo que viví. No es la muerte de nadie. Es lo que yo viví y hay historias peores que las mías. Ellos me sacaron quizás de la calle, me dieron un destino mejor y una educación”, agregó a modo de consuelo.

No obstante, reveló: “Cuando uno se pone más grande y empieza a ver y conoce historia de sus amigas, ves que los padres son diferentes a los tuyos, que los tratos son diferentes, uno dice ‘qué pasa acá. Quizás, no tendrían que haber adoptado nunca, no sé”, deslizó.

Ema sintió la necesidad de aclarar que su búsqueda no se basa en la nefasta experiencia que vivió con sus padres adoptivos. “No es que yo esté buscando una familia o a alguien. Eso sería un cuento con final feliz que querríamos tener todos. Yo lo que busco es mi identidad. Trato de ser lo más fuerte que pueda para encontrar lo que sea. Las circunstancias pueden llevar a que la verdad no sea linda, pero será mi verdad. Después se verá si viene con alguna regalía”, afirmó con una sonrisa y un dejo de optimismo palpable.

“Mi pelo, mi voz”

“Básicamente, quiero saber de dónde viene mi veta artística, de dónde viene mi voz. Actitudes que el común de la gente se mira al espejo y sabe que su pelo es de su padre, el carácter del abuelo, la forma de hablar de un tío. Esas cosas, quienes estamos en una búsqueda, no lo tenemos. Parecen tontas pero no lo son tanto” agregó, describiendo su necesidad.

“¿Cómo es mi vida ahora? Vivo sola hace más de un año. En 2004 me independicé de ellos (por sus padres adoptivos) y me fui a vivir con una amiga. Estaba estudiando locución es lo que más me gusta. En 2006 Carlos (su padre) se fue de la ciudad y dejó la veterinaria de su propiedad. A raíz de ahí, me quedé sin trabajo y la carrera de locución quedó frustrada”.

En el final de la entrevista Ema sólo dedicó palabras de agradecimiento a quienes puedan ayudar a tener un dato certero sobre su identidad o bien, que al leer la nota les surja alguna duda que puede estar vinculada a encontrar por fin sus raíces. “Yo siempre digo que lo que Dios no me dio en familia me lo dio en amigos. Gracias a Dios son los que me sacan a flote. Tengo buenos amigos, son buenas personas. Hoy vivo sola, soy secretaria. Dejé de hacer mi programa de radio, canto en un coro y hago locución de eventos. Esa es mi vida actual”, finalizó, sabiendo que dio el primer paso para que por fin lleguen las respuestas que tanto necesita.


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