Dicen que no es sencillo ser profeta en su tierra. Que la gloria se logra lejos de casa, que el destino suele ser ingrato con los nativos en su suelo. Él, defensor de 25 años de edad, quedó al borde del ascenso con San Martín de Formosa, en dos ocasiones esta temporada. La primera fue en la final ante la CAI de Comodoro, la segunda en el triangular por el cuarto ascenso.
Sediento de gloria, Rául Rivas embaló su equipaje y sus sueños para viajar 2.310 kilómetros desde Formosa hasta Trelew y lograr los anhelos no conseguidos la temporada que acaba de terminar.
El defensor por izquierda, tanto central como lateral, dialogó con Jornada desde su tierra natal, a punto de emprender viaje al Cayetano Castro, sin su mujer. Una motivación poderosa debe forzar tamaño viaje.
“Me gustó el proyecto, lo que ellos me habían propuesto desde Racing. Es lindo cambiar de aires. Vengo desde lejos para lograr lo que no conseguí en Formosa”, abrió Rivas. “Con San Martín me quedé en la puerta del ascenso, Racing quedó afuera en la segunda fase. Y la idea es ascender”, agregó el zaguero, quien brindó un perfil propio de juego.
“Es difícil para mí describirme. Mi puesto es el de central, pero puedo jugar por de lateral también. E inclusive de doble cinco. Soy técnico, tiempista y tengo mucho carácter”, se describió Rivas
Esta contratación entra en sintonía con el deseo académico de construir un Racing de mayor seguridad defensiva, quizás el punto más flojo del equipo en la pasada temporada, tanto a final como a principio de temporada. “Algo me comentaron de eso, pero no estoy muy al tanto. Esto es otro campeonato, otra historia. Hay que mirar adelante”, agregó el defensor norteño, quien sabe lo que irse lejos de casa. No es nuevo para él.
Rivas hizo inferiores en Boca, Huracán y Chacarita. Al no tener chances, optó por emigrar al fútbol de Israel. “Es un lugar hermoso. La zona no estaba cerca de la zona de bombardeos. El equipo era el Hapoel Nazareth”, finalizó.
Rivas, el caballero de los 2.310 kilómetros, el caballero que busca conquistar la esquiva gloria en un suelo ajeno que quiere convertir en propio.
Dicen que no es sencillo ser profeta en su tierra. Que la gloria se logra lejos de casa, que el destino suele ser ingrato con los nativos en su suelo. Él, defensor de 25 años de edad, quedó al borde del ascenso con San Martín de Formosa, en dos ocasiones esta temporada. La primera fue en la final ante la CAI de Comodoro, la segunda en el triangular por el cuarto ascenso.
Sediento de gloria, Rául Rivas embaló su equipaje y sus sueños para viajar 2.310 kilómetros desde Formosa hasta Trelew y lograr los anhelos no conseguidos la temporada que acaba de terminar.
El defensor por izquierda, tanto central como lateral, dialogó con Jornada desde su tierra natal, a punto de emprender viaje al Cayetano Castro, sin su mujer. Una motivación poderosa debe forzar tamaño viaje.
“Me gustó el proyecto, lo que ellos me habían propuesto desde Racing. Es lindo cambiar de aires. Vengo desde lejos para lograr lo que no conseguí en Formosa”, abrió Rivas. “Con San Martín me quedé en la puerta del ascenso, Racing quedó afuera en la segunda fase. Y la idea es ascender”, agregó el zaguero, quien brindó un perfil propio de juego.
“Es difícil para mí describirme. Mi puesto es el de central, pero puedo jugar por de lateral también. E inclusive de doble cinco. Soy técnico, tiempista y tengo mucho carácter”, se describió Rivas
Esta contratación entra en sintonía con el deseo académico de construir un Racing de mayor seguridad defensiva, quizás el punto más flojo del equipo en la pasada temporada, tanto a final como a principio de temporada. “Algo me comentaron de eso, pero no estoy muy al tanto. Esto es otro campeonato, otra historia. Hay que mirar adelante”, agregó el defensor norteño, quien sabe lo que irse lejos de casa. No es nuevo para él.
Rivas hizo inferiores en Boca, Huracán y Chacarita. Al no tener chances, optó por emigrar al fútbol de Israel. “Es un lugar hermoso. La zona no estaba cerca de la zona de bombardeos. El equipo era el Hapoel Nazareth”, finalizó.
Rivas, el caballero de los 2.310 kilómetros, el caballero que busca conquistar la esquiva gloria en un suelo ajeno que quiere convertir en propio.