Salen a la luz poemas inéditos de Juan José Saer

El tercer volumen de los Borradores inéditos de Juan José Saer, dedicado a su obra poética, reúne una serie de versos que componen un universo elaborado a través de los años como un proyecto silencioso devenido en un deslumbrante hallazgo sobre uno de los más grandes escritores argentinos.

21 FEB 2014 - 16:39 | Actualizado

El libro, publicado porSeix Barral, es el tercero de la colección "Borradores", iniciada en 2012 con la publicación dePapeles de trabajo(I y II), un proyecto dirigido por el ensayista Julio Premat, y que en esta ocasión se presenta en una impecable edición al cuidado del investigador Sergio Delgado, quien estuvo a cargo del prólogo, la selección y las notas.

Saer (1937-2005), autor de una extraordinaria obra narrativa compuesta por novelas que también pueden entenderse como una unidad, se dedicó, acaso de forma más íntima, a la escritura de poesía a lo largo de 30 años.
Los únicos poemas que publicó se encuentran en "El arte de narrar", un libro que fue incorporando poemas en sus tres ediciones: 1977, 1988 y 2000.

Alberto Díaz, el histórico editor de Saer que desde 1984 publicó toda su obra -primero enAlianzay después enSeix Barral-, dialogó conTélamsobre la génesis del volumen, su estructura, y la pasión que significaba la poesía para el autor deEl limonero real, un escritor siempre preocupado por el tono, el ritmo, la música de las palabras.

Télam- ¿Con qué se encuentra el lector en este nuevo volumen?
Díaz- En el volumen se puede encontrar un sólido corpus poético que Saer desarrolló entre 1960 y 2000, junto a un anexo con sus poemas de juventud. El noventa por ciento del material estaba agrupado en una carpeta, pasado a máquina, con algunas anotaciones. O sea que no son trabajos incompletos. Quizás no todos tienen el mismo nivel, pero se trata de obras que conforman un nuevo libro. Además, hay dos curiosidades: el capítulo de traducciones, algo que Saer siempre tomó de forma muy privada y heterogénea: Ezra Pound, D. H. Lawrence, William Carlos Williams, Allen Ginsberg, Wallace Stevens. Otra cosa muy linda son las traducciones de los haikus (formas de poesía tradicional japonesa). Es interesante porque los haikus no están agrupados por tema, sino por valor poético.

T- ¿Qué representan estos versos inéditos en la obra de Saer?
D- Uno de los problemas que suelen presentarse al momento de publicar material inédito es pensar justamente que si el autor dejó obras sin editar por algo será. Pero en el caso de Saer se trata de un autor muy exigente, que no dejó mucho al azar. Le tenía un respeto máximo a la poesía, una de sus mayores ilusiones era poder escribir una novela en verso. Su escritura en prosa refleja su amor por la poesía. Muchas partes de sus novelas son para leer en voz alta, tienen un ritmo y una musicalidad parecidas a los versos.
En los volúmenes anteriores -“Papeles de trabajo” (I y II)-, hay otro tipo de poemas que en este libro no aparecen, donde se los agrupa con notas, fragmentos de cuentos, citas, todo lo que sería el laboratorio de su obra. Acá, en cambio, hay un trabajo más monográfico. Se puede leer la poesía de Saer sin la necesidad de tanta aclaración previa. En definitiva, se trata de un libro muy completo que podría ser "El arte de narrar II".

T- Es notable el impacto que produce el descubrimiento de Juan L. Ortiz en su poesía…
D- Saer admiraba a muy pocos escritores nacionales, pero a Juanele lo consideraba un maestro absoluto. Haberlo conocido fue clave para él, su poesía tomó otro rumbo. Otro autor importante para él era Antonio Di Benedetto. Y también Borges. Pero a Borges lo mata en el 60, diciendo que todo lo que escribió después de esa fecha no tiene valor. Es más, hay un cuento inédito donde desarrolla esa idea, postulando que Borges no es el mismo después de 1960, que lo cambiaron por otro, un impostor dedicado a destruir su obra pasada. También fueron muy importantes Hugo Gola y José Pedroni en su formación. Su devoción por la poesía argentina es enorme. Aunque también, por supuesto, amaba a (César) Vallejo.

T- ¿Este volumen muestra un proyecto que Saer trabajó en silencio?
D- Saer consideraba que un escritor tiene que tener un proyecto de obra. Eso se puede ver tempranamente en él. Si ves su primer libro de cuentos,En la zona(1960), ahí ya tenés la marca de lo que va a ser toda su obra. En el último cuento aparece un personaje, Gutiérrez, que se toma un colectivo y se va de Santa Fe solo, con una crisis de amor, y 30 años después regresa. Ese regreso esLa grande, su última novela, el fin del ciclo.

T- Ese trabajo con una zona geográfica tiene una relación con la obra de William Faulkner y sus historias sobre el condado ficticio de Yoknapatawpha, al norte del estado de Mississippi.
D- Saer era muy faulkneriano, y pienso que toda la buena literatura latinoamericana tiene marcas de Faulkner. Claro que cada uno las toma para su lado; García Márquez, que a Saer no le gustaba, lo toma de una manera muy diferente a él. De todas formas, más allá de la influencia, Saer era un autor muy nacional. No le gustaba que lo llamaran autor en español, porque insistía que su lengua no era la española.

Se consideraba un escritor argentino y estaba siempre preocupado por las palabras que circulaban o que dejaban de usarse. Estaba muy atento al habla. A pesar de haber vivido tantos años en Francia, nunca aduló a los franceses.
No quería perder el carácter argentino, la pertenencia, pero no por nacionalista. Su obra se desenvuelve en una zona del país, Santa Fe, pero esa zona también es el mundo, sus temas son universales. Era un escritor que se preocupaba por los detalles de la realidad.


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21 FEB 2014 - 16:39

El libro, publicado porSeix Barral, es el tercero de la colección "Borradores", iniciada en 2012 con la publicación dePapeles de trabajo(I y II), un proyecto dirigido por el ensayista Julio Premat, y que en esta ocasión se presenta en una impecable edición al cuidado del investigador Sergio Delgado, quien estuvo a cargo del prólogo, la selección y las notas.

Saer (1937-2005), autor de una extraordinaria obra narrativa compuesta por novelas que también pueden entenderse como una unidad, se dedicó, acaso de forma más íntima, a la escritura de poesía a lo largo de 30 años.
Los únicos poemas que publicó se encuentran en "El arte de narrar", un libro que fue incorporando poemas en sus tres ediciones: 1977, 1988 y 2000.

Alberto Díaz, el histórico editor de Saer que desde 1984 publicó toda su obra -primero enAlianzay después enSeix Barral-, dialogó conTélamsobre la génesis del volumen, su estructura, y la pasión que significaba la poesía para el autor deEl limonero real, un escritor siempre preocupado por el tono, el ritmo, la música de las palabras.

Télam- ¿Con qué se encuentra el lector en este nuevo volumen?
Díaz- En el volumen se puede encontrar un sólido corpus poético que Saer desarrolló entre 1960 y 2000, junto a un anexo con sus poemas de juventud. El noventa por ciento del material estaba agrupado en una carpeta, pasado a máquina, con algunas anotaciones. O sea que no son trabajos incompletos. Quizás no todos tienen el mismo nivel, pero se trata de obras que conforman un nuevo libro. Además, hay dos curiosidades: el capítulo de traducciones, algo que Saer siempre tomó de forma muy privada y heterogénea: Ezra Pound, D. H. Lawrence, William Carlos Williams, Allen Ginsberg, Wallace Stevens. Otra cosa muy linda son las traducciones de los haikus (formas de poesía tradicional japonesa). Es interesante porque los haikus no están agrupados por tema, sino por valor poético.

T- ¿Qué representan estos versos inéditos en la obra de Saer?
D- Uno de los problemas que suelen presentarse al momento de publicar material inédito es pensar justamente que si el autor dejó obras sin editar por algo será. Pero en el caso de Saer se trata de un autor muy exigente, que no dejó mucho al azar. Le tenía un respeto máximo a la poesía, una de sus mayores ilusiones era poder escribir una novela en verso. Su escritura en prosa refleja su amor por la poesía. Muchas partes de sus novelas son para leer en voz alta, tienen un ritmo y una musicalidad parecidas a los versos.
En los volúmenes anteriores -“Papeles de trabajo” (I y II)-, hay otro tipo de poemas que en este libro no aparecen, donde se los agrupa con notas, fragmentos de cuentos, citas, todo lo que sería el laboratorio de su obra. Acá, en cambio, hay un trabajo más monográfico. Se puede leer la poesía de Saer sin la necesidad de tanta aclaración previa. En definitiva, se trata de un libro muy completo que podría ser "El arte de narrar II".

T- Es notable el impacto que produce el descubrimiento de Juan L. Ortiz en su poesía…
D- Saer admiraba a muy pocos escritores nacionales, pero a Juanele lo consideraba un maestro absoluto. Haberlo conocido fue clave para él, su poesía tomó otro rumbo. Otro autor importante para él era Antonio Di Benedetto. Y también Borges. Pero a Borges lo mata en el 60, diciendo que todo lo que escribió después de esa fecha no tiene valor. Es más, hay un cuento inédito donde desarrolla esa idea, postulando que Borges no es el mismo después de 1960, que lo cambiaron por otro, un impostor dedicado a destruir su obra pasada. También fueron muy importantes Hugo Gola y José Pedroni en su formación. Su devoción por la poesía argentina es enorme. Aunque también, por supuesto, amaba a (César) Vallejo.

T- ¿Este volumen muestra un proyecto que Saer trabajó en silencio?
D- Saer consideraba que un escritor tiene que tener un proyecto de obra. Eso se puede ver tempranamente en él. Si ves su primer libro de cuentos,En la zona(1960), ahí ya tenés la marca de lo que va a ser toda su obra. En el último cuento aparece un personaje, Gutiérrez, que se toma un colectivo y se va de Santa Fe solo, con una crisis de amor, y 30 años después regresa. Ese regreso esLa grande, su última novela, el fin del ciclo.

T- Ese trabajo con una zona geográfica tiene una relación con la obra de William Faulkner y sus historias sobre el condado ficticio de Yoknapatawpha, al norte del estado de Mississippi.
D- Saer era muy faulkneriano, y pienso que toda la buena literatura latinoamericana tiene marcas de Faulkner. Claro que cada uno las toma para su lado; García Márquez, que a Saer no le gustaba, lo toma de una manera muy diferente a él. De todas formas, más allá de la influencia, Saer era un autor muy nacional. No le gustaba que lo llamaran autor en español, porque insistía que su lengua no era la española.

Se consideraba un escritor argentino y estaba siempre preocupado por las palabras que circulaban o que dejaban de usarse. Estaba muy atento al habla. A pesar de haber vivido tantos años en Francia, nunca aduló a los franceses.
No quería perder el carácter argentino, la pertenencia, pero no por nacionalista. Su obra se desenvuelve en una zona del país, Santa Fe, pero esa zona también es el mundo, sus temas son universales. Era un escritor que se preocupaba por los detalles de la realidad.



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