Sergio Rey denunció amenazas: “Me dijeron que iba a terminar con un tiro en la cabeza”

El defensor enjuiciado hizo responsable al comisario Miguel Gómez por lo que pueda sucederle a él y a su familia.

06 JUL 2015 - 21:41 | Actualizado

Por Rolando Tobarez / Twitter: @rtobarez

Entre sollozos, el defensor público Sergio Rey reveló que recibió amenazas de muerte y acusó de los aprietes al comisario Miguel Gómez, su denunciante en el jury de enjuiciamiento, que escuchaba en silencio la declaración. “Lo más sagrado que tenemos es la familia y no voy a tolerar ese tipo de presiones”, le dijo al tribunal que preside Jorge Pfleger.

Aseguró que de ser necesario acudirá a un escribano para dejar constancia: “La amenaza concreta era que a dos o tres meses de haber finalizado este proceso iba a terminar con un tiro en la cabeza por ser antipolicía”.

Describió que le sacaron fotos a su casa en Dolavon. Y que autos desconocidos y una camioneta Hilux blanca con vidrios polarizados estacionaban cerca para vigilarlo.

“Mi señora tuvo que salir por el miedo con mi bebé de meses, dejando solo al nene de 3 años en la casa, para ver quién era el de la camioneta; los invito a que vivan la misma situación que yo, todo por defender los intereses de gente humilde”, se lamentó frente al micrófono.

“Dejo constancia de las amenazas que tuve, jamás pensé que iba a llegar a esos extremos y que así era el manejo; que esto me haya llevado a tener una amenaza de muerte es algo que todavía no puedo creer. Voy a hacer responsable a Gómez si a mí o a mi familia les llega a suceder algo”.

Contexto

En su descargo en la sala de audiencias del Superior Tribunal de Justicia, Rey se mostró convencido de su inocencia. No negó sus dichos en las charlas filmadas pero pidió tener en cuenta el “contexto” en el cual se pidieron 50 mil pesos para cerrar una causa. Aseguró que sus frases grabadas por Gómez fueron parte de “una estrategia para satisfacer un interés de las víctimas, eso es lo que hice”.

Según su versión, la idea era que las familias Chingoleo y Paillacura –querellantes de Gómez por presuntas vejaciones- recibieran una reparación económica a cambio de cerrar una causa interminable y terminar con 5 años de espera. Para eso debía convencer al exjefe del GEOP.

“Estoy convencido de que cumplí mi labor a rajatabla –añadió-, quizás le pongo el plus que a muchos les falta con horas de trabajo y compromiso, no soy de estar en horario de oficina e irme a mi casa porque me encanta trabajar”.

Según graficó, “soy un chico de pueblo con sangre galesa y mapuche, estoy bien mezclado y me siento sureño y dolavense, como siempre”.

Familias

“Todo lo que sea para los intereses de mis representados tengo que estar dispuesto a hacerlo”, insistió. “En este contexto lo que se intentó siempre es hacer lugar a lo que pedían las familias”.

El enjuiciado recordó que las vejaciones del Grupo Especial de Operaciones Especiales quedaron probadas, pero no los culpables, debido a tecnicismos jurídicos.

“Reconozco que veía débil la autoría y justamente consciente de que la causa se podía caer por falta de elementos suficientes, traté de asumir y satisfacer el interés de la víctima con un acuerdo, no me cabe la menor duda de que cumplí mi labor”. Repasó los testimonios y que “las víctimas en ningún caso se quejaron de mi actuación, todo lo contrario. Puedo ser un bocón a la hora de cumplir mi trabajo, pero el fin fue totalmente noble”.

Rey destacó los reconocimientos que figuran en su legajo profesional. Y calificó como “fuera de serie” a la causa del GEOP, por los daños que causó en las familias del barrio Tiro Federal de Trelew. “Les destruyeron la vida y este tribunal los escuchó por 20 minutos, pero yo durante cinco años”.

“Estas familias comían pan del basurero y en el campo pasaban hambre, no merecían vivir lo que vivieron”, sintetizó. Recordó el culatazo en la panza de una embarazada de 8 meses, los perdigonazos en los senos de una chica o el “tacazo” en la cabeza de un nene de 14 años.

“No tengo el principio de objetividad como tienen los fiscales y debo resguardar los intereses de mis defendidos”, insistió.

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06 JUL 2015 - 21:41

Por Rolando Tobarez / Twitter: @rtobarez

Entre sollozos, el defensor público Sergio Rey reveló que recibió amenazas de muerte y acusó de los aprietes al comisario Miguel Gómez, su denunciante en el jury de enjuiciamiento, que escuchaba en silencio la declaración. “Lo más sagrado que tenemos es la familia y no voy a tolerar ese tipo de presiones”, le dijo al tribunal que preside Jorge Pfleger.

Aseguró que de ser necesario acudirá a un escribano para dejar constancia: “La amenaza concreta era que a dos o tres meses de haber finalizado este proceso iba a terminar con un tiro en la cabeza por ser antipolicía”.

Describió que le sacaron fotos a su casa en Dolavon. Y que autos desconocidos y una camioneta Hilux blanca con vidrios polarizados estacionaban cerca para vigilarlo.

“Mi señora tuvo que salir por el miedo con mi bebé de meses, dejando solo al nene de 3 años en la casa, para ver quién era el de la camioneta; los invito a que vivan la misma situación que yo, todo por defender los intereses de gente humilde”, se lamentó frente al micrófono.

“Dejo constancia de las amenazas que tuve, jamás pensé que iba a llegar a esos extremos y que así era el manejo; que esto me haya llevado a tener una amenaza de muerte es algo que todavía no puedo creer. Voy a hacer responsable a Gómez si a mí o a mi familia les llega a suceder algo”.

Contexto

En su descargo en la sala de audiencias del Superior Tribunal de Justicia, Rey se mostró convencido de su inocencia. No negó sus dichos en las charlas filmadas pero pidió tener en cuenta el “contexto” en el cual se pidieron 50 mil pesos para cerrar una causa. Aseguró que sus frases grabadas por Gómez fueron parte de “una estrategia para satisfacer un interés de las víctimas, eso es lo que hice”.

Según su versión, la idea era que las familias Chingoleo y Paillacura –querellantes de Gómez por presuntas vejaciones- recibieran una reparación económica a cambio de cerrar una causa interminable y terminar con 5 años de espera. Para eso debía convencer al exjefe del GEOP.

“Estoy convencido de que cumplí mi labor a rajatabla –añadió-, quizás le pongo el plus que a muchos les falta con horas de trabajo y compromiso, no soy de estar en horario de oficina e irme a mi casa porque me encanta trabajar”.

Según graficó, “soy un chico de pueblo con sangre galesa y mapuche, estoy bien mezclado y me siento sureño y dolavense, como siempre”.

Familias

“Todo lo que sea para los intereses de mis representados tengo que estar dispuesto a hacerlo”, insistió. “En este contexto lo que se intentó siempre es hacer lugar a lo que pedían las familias”.

El enjuiciado recordó que las vejaciones del Grupo Especial de Operaciones Especiales quedaron probadas, pero no los culpables, debido a tecnicismos jurídicos.

“Reconozco que veía débil la autoría y justamente consciente de que la causa se podía caer por falta de elementos suficientes, traté de asumir y satisfacer el interés de la víctima con un acuerdo, no me cabe la menor duda de que cumplí mi labor”. Repasó los testimonios y que “las víctimas en ningún caso se quejaron de mi actuación, todo lo contrario. Puedo ser un bocón a la hora de cumplir mi trabajo, pero el fin fue totalmente noble”.

Rey destacó los reconocimientos que figuran en su legajo profesional. Y calificó como “fuera de serie” a la causa del GEOP, por los daños que causó en las familias del barrio Tiro Federal de Trelew. “Les destruyeron la vida y este tribunal los escuchó por 20 minutos, pero yo durante cinco años”.

“Estas familias comían pan del basurero y en el campo pasaban hambre, no merecían vivir lo que vivieron”, sintetizó. Recordó el culatazo en la panza de una embarazada de 8 meses, los perdigonazos en los senos de una chica o el “tacazo” en la cabeza de un nene de 14 años.

“No tengo el principio de objetividad como tienen los fiscales y debo resguardar los intereses de mis defendidos”, insistió.


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