El arma secreta de Belgrano: Ariel y Juan Yañez, de Esquel

Son hermanos. Uno dirige al equipo y el otro juega. El técnico es agente de la Policía de Chubut y el jugador trabaja como celador en la U14, del Servicio Penitenciario Federal.

Los hermanos sean unidos. Juan y Ariel Yáñez, en un viaje a Río Colorado.
25 FEB 2017 - 20:01 | Actualizado

Por Francisco Caputo

En el 2013, no me autorizaron el viaje para jugar la final con Defensores en Buena Parada. Fui igual. Me dieron ocho días de suspensión de empleo. Pero no me iba a perder el ascenso al B con Juan, quien pateó el penal decisivo en la definición", expresó Ariel Yáñez.

Los Yáñez son hermanos y referentes de Belgrano de Esquel, club que compite en el Federal C. Esa hermandad, es vivida con intensidad en varios niveles. Ariel, ex defensor y capitán, es DT del "Xeneize" desde noviembre del 2015. Juan es zaguero central derecho.

Durante un buen tiempo, conformaron la zaga del elenco cordillerano. Pero hoy, hay rangos que no quiebran la relación. "Somos hermanos, vivimos en casas distintas pero en el mismo terreno. Compartimos todo. Hablamos mucho de fútbol. Pero el entrenador es él. Él decide", puntualizó Juan.

Vidas compartidas

No solo comparten el amor por el fútbol. Ambos ejercen oficios vinculados al orden público. Ariel es Cabo Primero de la Policía del Chubut, Juan es celador en la Unidad 14 del Servicio Penitenciario Federal. Ambos le relataron su particular historia a Jornada.

"Es una mera coincidencia que ambos trabajemos en una fuerza del orden. Entré hace 14 años en la fuerza, por necesidad. No lo niego. Y Juan entró por las mismas razones", expresó el técnico, el mayor, con 38 años. "Yo pasé por varias funciones. Me fui a estudiar a Buenos Aires la carrera penitenciaria. Me recibí y empecé en el sector de traslado de detenidos. Conocí prácticamente todas las unidades carcelarias del país. Y luego volví a la ciudad de Esquel, donde actualmente trabajo. Ocupé distintos puestos en la fuerza que integro. Ahora, soy celador", resaltó Juan, de 35 años.

Tras el ejercicio diario de esos oficios, encuentran en el fútbol el vehículo para canalizar su pasión. "Estar vinculado a este deporte es hermoso. Y más sí tenés la suerte de compartilo con tu hermano", reseñó Ariel.

"Salvo aquel episodio de 2013, no hubo problemas para compatibilizar deporte y trabajo. Por lo general, siempre estuve a las órdenes de jefes amantes del fútbol que entendían mi situación", agregó.

"Con los tiempos, quizás yo esté más complicado. A veces, termina el turno en la Unidad y no tengo tiempo prácticamente de cambiarme para ir los entrenamientos. A veces, me ha tocado viajar con muy pocas horas de sueño a jugar fuera de Esquel", narró Juan.

"Todo esto, y creo hablar por mi hermano también, no sería posible sin el apoyo de las familias que hemos construido a lo largo de este tiempo. Todos ellos nos dan el soporte anímico necesario para poder lidiar bien con todo", añadió.

Las vivencias

Ambos, por sus trabajos particulares, están expuestos a experiencias infrecuentes para la mayoría de los seres humanos.

"Como policía, podés pensar que lo más duro que vemos es un cuerpo en el asfalto. Lo más impactante que ves es la pobreza que hay. Y debe decirse eso", enfatizó Ariel.

"Cuando hay requerimientos, voy a los barrios. Ves las condiciones de vida de algunas personas y es muy duro. Te encontrás con familas numerosas o con madres solteras con tres chicos. Es fuerte como viven", añadió.

"En mi caso, a los 21 años ingresé al SPF. En mi tiempo de servicio, lo más impactante fue la Unidad 2 de Devoto. Allí, convivían 2000 presos. Me impactó su forma de manejarse, sus reglas no escritas, las visitas de los internos", destacó el menor de los hermanos.

"Era como un mundo aparte donde el mecanismo de convivencia se formaba peleando, entre los internos", detalló.

Fuerte unión

La hermandad, entendida como en el relato bíblico de Caín y Abel, puede desembocar en tragedia. Pero un vínculo igual de pasional puede ser constructivo. Eso se aprecia en la historia de Ariel y Juan Yáñez. La misma sangre se combina con la pasión por el fútbol, el amor por Belgrano de Esquel y el servicio a la comunidad como agentes del estado. Y el resultado, está a la vista.

"Compartir todo eso -el fútbol, el amor por Belgrano y servir a la comunidad- es algo único e increíble al ser hermanos", concluyeron ambos.#

Sobre fugas y ayudantes

Juan Yáñez no puede hacer comentarios sobre la fuga de presos acontecida el domingo pasado. "No puedo aportar mucho la verdad. No corresponde. Y tampoco estaba. Tenía el día libre para jugar con Belgrano en Bariloche", expresó. Hay otra curiosidad, pero quien está involucrado es su hermano. "Mi ayudante de campo es Carlos Retamal, superior mío en la Policía. La vida puede ser curiosa a veces", afirmó Ariel.

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Los hermanos sean unidos. Juan y Ariel Yáñez, en un viaje a Río Colorado.
25 FEB 2017 - 20:01

Por Francisco Caputo

En el 2013, no me autorizaron el viaje para jugar la final con Defensores en Buena Parada. Fui igual. Me dieron ocho días de suspensión de empleo. Pero no me iba a perder el ascenso al B con Juan, quien pateó el penal decisivo en la definición", expresó Ariel Yáñez.

Los Yáñez son hermanos y referentes de Belgrano de Esquel, club que compite en el Federal C. Esa hermandad, es vivida con intensidad en varios niveles. Ariel, ex defensor y capitán, es DT del "Xeneize" desde noviembre del 2015. Juan es zaguero central derecho.

Durante un buen tiempo, conformaron la zaga del elenco cordillerano. Pero hoy, hay rangos que no quiebran la relación. "Somos hermanos, vivimos en casas distintas pero en el mismo terreno. Compartimos todo. Hablamos mucho de fútbol. Pero el entrenador es él. Él decide", puntualizó Juan.

Vidas compartidas

No solo comparten el amor por el fútbol. Ambos ejercen oficios vinculados al orden público. Ariel es Cabo Primero de la Policía del Chubut, Juan es celador en la Unidad 14 del Servicio Penitenciario Federal. Ambos le relataron su particular historia a Jornada.

"Es una mera coincidencia que ambos trabajemos en una fuerza del orden. Entré hace 14 años en la fuerza, por necesidad. No lo niego. Y Juan entró por las mismas razones", expresó el técnico, el mayor, con 38 años. "Yo pasé por varias funciones. Me fui a estudiar a Buenos Aires la carrera penitenciaria. Me recibí y empecé en el sector de traslado de detenidos. Conocí prácticamente todas las unidades carcelarias del país. Y luego volví a la ciudad de Esquel, donde actualmente trabajo. Ocupé distintos puestos en la fuerza que integro. Ahora, soy celador", resaltó Juan, de 35 años.

Tras el ejercicio diario de esos oficios, encuentran en el fútbol el vehículo para canalizar su pasión. "Estar vinculado a este deporte es hermoso. Y más sí tenés la suerte de compartilo con tu hermano", reseñó Ariel.

"Salvo aquel episodio de 2013, no hubo problemas para compatibilizar deporte y trabajo. Por lo general, siempre estuve a las órdenes de jefes amantes del fútbol que entendían mi situación", agregó.

"Con los tiempos, quizás yo esté más complicado. A veces, termina el turno en la Unidad y no tengo tiempo prácticamente de cambiarme para ir los entrenamientos. A veces, me ha tocado viajar con muy pocas horas de sueño a jugar fuera de Esquel", narró Juan.

"Todo esto, y creo hablar por mi hermano también, no sería posible sin el apoyo de las familias que hemos construido a lo largo de este tiempo. Todos ellos nos dan el soporte anímico necesario para poder lidiar bien con todo", añadió.

Las vivencias

Ambos, por sus trabajos particulares, están expuestos a experiencias infrecuentes para la mayoría de los seres humanos.

"Como policía, podés pensar que lo más duro que vemos es un cuerpo en el asfalto. Lo más impactante que ves es la pobreza que hay. Y debe decirse eso", enfatizó Ariel.

"Cuando hay requerimientos, voy a los barrios. Ves las condiciones de vida de algunas personas y es muy duro. Te encontrás con familas numerosas o con madres solteras con tres chicos. Es fuerte como viven", añadió.

"En mi caso, a los 21 años ingresé al SPF. En mi tiempo de servicio, lo más impactante fue la Unidad 2 de Devoto. Allí, convivían 2000 presos. Me impactó su forma de manejarse, sus reglas no escritas, las visitas de los internos", destacó el menor de los hermanos.

"Era como un mundo aparte donde el mecanismo de convivencia se formaba peleando, entre los internos", detalló.

Fuerte unión

La hermandad, entendida como en el relato bíblico de Caín y Abel, puede desembocar en tragedia. Pero un vínculo igual de pasional puede ser constructivo. Eso se aprecia en la historia de Ariel y Juan Yáñez. La misma sangre se combina con la pasión por el fútbol, el amor por Belgrano de Esquel y el servicio a la comunidad como agentes del estado. Y el resultado, está a la vista.

"Compartir todo eso -el fútbol, el amor por Belgrano y servir a la comunidad- es algo único e increíble al ser hermanos", concluyeron ambos.#

Sobre fugas y ayudantes

Juan Yáñez no puede hacer comentarios sobre la fuga de presos acontecida el domingo pasado. "No puedo aportar mucho la verdad. No corresponde. Y tampoco estaba. Tenía el día libre para jugar con Belgrano en Bariloche", expresó. Hay otra curiosidad, pero quien está involucrado es su hermano. "Mi ayudante de campo es Carlos Retamal, superior mío en la Policía. La vida puede ser curiosa a veces", afirmó Ariel.


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