¿Dónde estamos?

Opinión/Los supuestos básicos

17 OCT 2020 - 20:21 | Actualizado

Por Daniela Patricia Almirón

IG: @danielamediadora

El cine siempre me salva y los amigos. Porque ahí estuvo Norberto diciéndome ¿Viste la película “Nadie sabe que estoy aquí”?, noooo no la ví!!

Y claro si él me recomienda una película, seguro va a gustarme.

Patagonia chilena. Lagos, bosque, silencio, inmenso cielo, inmenso paisaje, inmenso todo.

¿Dónde estamos? ¿Qué pregunta ridícula en octubre del 2020 no? En nuestra casa, nuestra cueva, en dónde la pandemia nos agarró, nos encontró, nos confinó o nos encuarentenó.

Y entonces se me aparece Nemo, el protagonista de esta película. Con su monumental figura, con el frío que se siente de verlo, en la quietud del paisaje, en el silencio de ese cuadro de naturaleza, en su propio silencio y en su auto geografía. Se aparece Nemo con su ternura, con su niñez en los ojos, con ese padre que no lo acompañó, con las lentejuelas en el cuerpo y en los brazos abiertos como un pájaro dispuesto a volar.

Descueran animales con su tío, son expertos. Para llegar ahí es con ese botecito, o con un dron, con el que llegan cientos, miles de miradas, inimaginables miradas invadiendo su privacidad, su vida, su intimidad.

“No hablo porque no quiero hablar, qué problema voy a tener” dice Nemo y canta.

No tiene problema con la voz, su voz es privilegiada deliciosa, se la hurtaron, la encajaron en otra garganta, en otro cuerpo y sigue siendo su voz y por eso vuelve a cantar … “nadie sabe que estoy aquí, algún día las estrellas estarán sobre mí y llenarán lo que necesito sentir, escuchar mi voz más allá de mis ojos sentir el amor, sentir el viaje … “

¿Qué hacer con lo dañado? cómo vivir libremente si se está signado, marcado.

¿Cómo explicarle al mundo lo inexplicable? … mejor guardarse en algún lugar recóndito donde nadie sabe que se está ahí. Así el mundo termina olvidándose de historias pasadas y dolorosas.

Aunque la voz está, el arte está ahí, porque … es un artista y para expresarse canta.

¿Qué nos mueve? El amor, ¡sí! el amor que provoca esas actitudes insospechadas despierta los duendes dormidos, brinda ánimo, confianza, esperanza.

Aunque la voz llegó muy lejos en este mundo uno, la fibra es veloz y todo puede resurgir y replantearse y los curiosos y oportunistas aprovecharse.

Como todo conflicto puede ser una oportunidad, puede que sea la de reivindicarse, la de sanarse y la decirle al mundo su verdad, porque eso lo sana.

Víctimas y victimarios a veces se confunden, porque ambos tienen dolores atravesados.

Sanarse permite seguir viviendo más liviano, más libre, aunque regresemos a ese lugar donde nadie sabe que estamos y nosotros sí lo sabemos, eso es lo importante.

Porque el lugar ya no es de ocultamiento, es elegir estar ahí libremente y si vienen a verme no hay problema, estoy sanado entero soy yo mismo.

Escucho al Club del Río “… el mundo gira rápido a mi alrededor … llévame vida llévame, porque esta es la verdad, mantener la llama en la oscuridad…”

Los tiempos para decir, para expresar, para escuchar, para reclamar y restaurarse son tan individuales como delicados. Tan sutiles como necesarios para no esconderse más e iluminar la oscuridad.

17 OCT 2020 - 20:21

Por Daniela Patricia Almirón

IG: @danielamediadora

El cine siempre me salva y los amigos. Porque ahí estuvo Norberto diciéndome ¿Viste la película “Nadie sabe que estoy aquí”?, noooo no la ví!!

Y claro si él me recomienda una película, seguro va a gustarme.

Patagonia chilena. Lagos, bosque, silencio, inmenso cielo, inmenso paisaje, inmenso todo.

¿Dónde estamos? ¿Qué pregunta ridícula en octubre del 2020 no? En nuestra casa, nuestra cueva, en dónde la pandemia nos agarró, nos encontró, nos confinó o nos encuarentenó.

Y entonces se me aparece Nemo, el protagonista de esta película. Con su monumental figura, con el frío que se siente de verlo, en la quietud del paisaje, en el silencio de ese cuadro de naturaleza, en su propio silencio y en su auto geografía. Se aparece Nemo con su ternura, con su niñez en los ojos, con ese padre que no lo acompañó, con las lentejuelas en el cuerpo y en los brazos abiertos como un pájaro dispuesto a volar.

Descueran animales con su tío, son expertos. Para llegar ahí es con ese botecito, o con un dron, con el que llegan cientos, miles de miradas, inimaginables miradas invadiendo su privacidad, su vida, su intimidad.

“No hablo porque no quiero hablar, qué problema voy a tener” dice Nemo y canta.

No tiene problema con la voz, su voz es privilegiada deliciosa, se la hurtaron, la encajaron en otra garganta, en otro cuerpo y sigue siendo su voz y por eso vuelve a cantar … “nadie sabe que estoy aquí, algún día las estrellas estarán sobre mí y llenarán lo que necesito sentir, escuchar mi voz más allá de mis ojos sentir el amor, sentir el viaje … “

¿Qué hacer con lo dañado? cómo vivir libremente si se está signado, marcado.

¿Cómo explicarle al mundo lo inexplicable? … mejor guardarse en algún lugar recóndito donde nadie sabe que se está ahí. Así el mundo termina olvidándose de historias pasadas y dolorosas.

Aunque la voz está, el arte está ahí, porque … es un artista y para expresarse canta.

¿Qué nos mueve? El amor, ¡sí! el amor que provoca esas actitudes insospechadas despierta los duendes dormidos, brinda ánimo, confianza, esperanza.

Aunque la voz llegó muy lejos en este mundo uno, la fibra es veloz y todo puede resurgir y replantearse y los curiosos y oportunistas aprovecharse.

Como todo conflicto puede ser una oportunidad, puede que sea la de reivindicarse, la de sanarse y la decirle al mundo su verdad, porque eso lo sana.

Víctimas y victimarios a veces se confunden, porque ambos tienen dolores atravesados.

Sanarse permite seguir viviendo más liviano, más libre, aunque regresemos a ese lugar donde nadie sabe que estamos y nosotros sí lo sabemos, eso es lo importante.

Porque el lugar ya no es de ocultamiento, es elegir estar ahí libremente y si vienen a verme no hay problema, estoy sanado entero soy yo mismo.

Escucho al Club del Río “… el mundo gira rápido a mi alrededor … llévame vida llévame, porque esta es la verdad, mantener la llama en la oscuridad…”

Los tiempos para decir, para expresar, para escuchar, para reclamar y restaurarse son tan individuales como delicados. Tan sutiles como necesarios para no esconderse más e iluminar la oscuridad.


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