El presidente de Burundi reapareció en un acto después del fallido golpe

Pierre Nkurunziza, se mostró en público hoy por primera vez desde el fallido golpe de Estado del miércoles pasado en un acto de campaña por su re reelección en la capital del país y en vez de hablar de la crisis interna, alertó sobre la amenaza islamista del grupo somalí Al Shabaab.

18 MAY 2015 - 11:16 | Actualizado

Al mismo tiempo, el vocero de la Presidencia, Willy Nyamitwe, adelantó en una conferencia de prensa que el gobierno podría retrasar las elecciones generales previstas para finales del próximo mes, las mismas que provocaron una crisis política, masivas protestas y una represión policial, que dio pie y sirvió de justificativo para el golpe de Estado fallido.

Tanto el presidente como su vocero concentraron hoy sus preocupaciones inmediatas en la milicia extremista somalí, Al Shabaab, y no en el conflicto interno que sacude al país.

Nkurunziza aprovechó que su partido, el Consejo Nacional para la Defensa de la Democracia , retomó la campaña electoral y se sumó a un acto en el distrito capitalino de Kamenge. Ese fue el lugar que eligió para su primera aparición y mensaje públicos después de que casi es derrocado por parte del Ejército.

Más tarde, dio una conferencia de prensa en el Palacio Presiencial, en la que se mostró "muy preocupado" por la amenaza que representa la rama de Al Qaeda en Somalia, la milicia Al Shabaab y aseguró que "toman muy en serio esa amenaza", según reprodujo la agencia de noticias EFE.

El mandatario no explicó si la milicia tiene presencia en el país ni dio evidencias de alguna amenaza directa o inminente contra el territorio burundés.

La única vinculación conocida con la milicia extremista es que Burundi aporta soldados a la misión de paz de la ONU, dirigida por la Unión África, que ayuda a Somalia a combatir a Al Shabaab en su territorio.

En los últimos años, el grupo islamista atacó objetivos en Kenia y Uganda, otros dos miembros del contingente desplegado por orden de Naciones Unidas.

El presidente de Burundi volvió el viernes pasado a la capital tras permanecer fuera del país durante los dos días que duró el intento golpista a cargo del ex general Godefroid Niyombare, que encontró al mandatario en una cumbre de líderes de la región en la vecina Tanzania.

A su retorno, el mandatario advirtió que "no habrá piedad para los enemigos de la democracia" y llamó a los burundeses a participar en las elecciones de junio. Más tarde, todos los líderes de la intentona fueron detenidos.

La actual crisis política se desencadenó el 25 de abril pasado cuando el oficialismo anunció que Nkurunziza se presentaría a la re reelección en las presidenciales de finales de junio.

La Constitución de Burundi establece que un presidente puede ser electo por sufragio directo hasta dos mandatos. Sin embargo, el Tribunal Constitucional avaló el argumento del partido de Nkurunziza de que su primer mandato no debe contarse porque fue electo por el Parlamento y no directamente por el pueblo.

Pese a este fallo, la resistencia a una re reelección creció en las calles y en algunos cuarteles del segundo país más pobre del mundo.

Las protestas crecieron y con ellas la represión y los enfrentamientos. En total se estima que al menos 20 civiles y 12 soldados golpistas murieron en las manifestaciones previas y durante el golpe. Además, más de 100.000 burundeses abandonaron el país por miedo a que se reedite una violencia sectaria masiva entre hutus y tutsis, como sucedió en la vecina Ruanda durante el genocidio de 1994.

Con poco más de 10 millones de habitantes, Burundi aún se recupera de la terrible guerra civil que devastó al país en los años 90 y que causó 300.000 muertos.

18 MAY 2015 - 11:16

Al mismo tiempo, el vocero de la Presidencia, Willy Nyamitwe, adelantó en una conferencia de prensa que el gobierno podría retrasar las elecciones generales previstas para finales del próximo mes, las mismas que provocaron una crisis política, masivas protestas y una represión policial, que dio pie y sirvió de justificativo para el golpe de Estado fallido.

Tanto el presidente como su vocero concentraron hoy sus preocupaciones inmediatas en la milicia extremista somalí, Al Shabaab, y no en el conflicto interno que sacude al país.

Nkurunziza aprovechó que su partido, el Consejo Nacional para la Defensa de la Democracia , retomó la campaña electoral y se sumó a un acto en el distrito capitalino de Kamenge. Ese fue el lugar que eligió para su primera aparición y mensaje públicos después de que casi es derrocado por parte del Ejército.

Más tarde, dio una conferencia de prensa en el Palacio Presiencial, en la que se mostró "muy preocupado" por la amenaza que representa la rama de Al Qaeda en Somalia, la milicia Al Shabaab y aseguró que "toman muy en serio esa amenaza", según reprodujo la agencia de noticias EFE.

El mandatario no explicó si la milicia tiene presencia en el país ni dio evidencias de alguna amenaza directa o inminente contra el territorio burundés.

La única vinculación conocida con la milicia extremista es que Burundi aporta soldados a la misión de paz de la ONU, dirigida por la Unión África, que ayuda a Somalia a combatir a Al Shabaab en su territorio.

En los últimos años, el grupo islamista atacó objetivos en Kenia y Uganda, otros dos miembros del contingente desplegado por orden de Naciones Unidas.

El presidente de Burundi volvió el viernes pasado a la capital tras permanecer fuera del país durante los dos días que duró el intento golpista a cargo del ex general Godefroid Niyombare, que encontró al mandatario en una cumbre de líderes de la región en la vecina Tanzania.

A su retorno, el mandatario advirtió que "no habrá piedad para los enemigos de la democracia" y llamó a los burundeses a participar en las elecciones de junio. Más tarde, todos los líderes de la intentona fueron detenidos.

La actual crisis política se desencadenó el 25 de abril pasado cuando el oficialismo anunció que Nkurunziza se presentaría a la re reelección en las presidenciales de finales de junio.

La Constitución de Burundi establece que un presidente puede ser electo por sufragio directo hasta dos mandatos. Sin embargo, el Tribunal Constitucional avaló el argumento del partido de Nkurunziza de que su primer mandato no debe contarse porque fue electo por el Parlamento y no directamente por el pueblo.

Pese a este fallo, la resistencia a una re reelección creció en las calles y en algunos cuarteles del segundo país más pobre del mundo.

Las protestas crecieron y con ellas la represión y los enfrentamientos. En total se estima que al menos 20 civiles y 12 soldados golpistas murieron en las manifestaciones previas y durante el golpe. Además, más de 100.000 burundeses abandonaron el país por miedo a que se reedite una violencia sectaria masiva entre hutus y tutsis, como sucedió en la vecina Ruanda durante el genocidio de 1994.

Con poco más de 10 millones de habitantes, Burundi aún se recupera de la terrible guerra civil que devastó al país en los años 90 y que causó 300.000 muertos.


NOTICIAS RELACIONADAS