El abogado que fue condenado por hacer de campana y escapó vestido de enfermero

La historia del presidente del Colegio de Trelew. Integró una banda que robó un negocio y cayó preso. No aguantó el encierro y escapó durante un traslado a una clínica. Cuentan que es hombre de códigos: nunca dio el nombre de sus cómplices ni indicios ni pistas del delito.

Romero fue acusado de haber participado de un robo agravado por el uso de armas como partícipe necesario.
07 JUN 2015 - 21:45 | Actualizado

El cuatro de diciembre de 1998 fue un día clave para el abogado Omar Romero Bruno. El Superior Tribunal de Justicia de Formosa rechazó el pedido en casación que realizó su abogado y la pena de seis años de prisión quedó firme. Ese fue el día en que Romero decidió que no iba a pasar los seis años en la cárcel.

“Romero se hizo conocido en Formosa por haber escapado de la Alcaidía de Varones luego de ser condenado a seis años de prisión como cómplice en el asalto a un comercio pero lo más insólito del caso es que estando prófugo de la Justicia estudió y se recibió de abogado; y en esa condición un buen día regresó a Formosa pero solamente a pedir que le sobresean porque la sentencia ya estaba prescripta”, recordaron hace unos días los medios formoseños.

Romero fue acusado de haber participado de un robo agravado por el uso de armas como partícipe necesario. No fue chofer en el acto de cometer el delito sino que para la justicia formoseña ofició de “campana”. Es decir, vigilaba cerca del comercio asaltado para dar alerta a sus cómplices en caso que la cuestión se complique.

Hay que decir algo: Romero tenía códigos. “En aquella época, durante el juicio oral y público que lo tuvo como único acusado, nunca reveló los nombres de los integrantes de la banda. Tampoco admitió haber participado en el asalto al comercio ubicado en el barrio Virgen del Pilar por el cual finalmente fue condenado y a lo largo de todo el proceso judicial jamás dio indicios ni pistas”, dijeron los diarios de Formosa.

Como se sabe, hace unos días, Romero contó su historia pasada desconocida para todos los vecinos de Trelew. Reconoció que en su pasado fue condenado a seis años de prisión por robo a mano armada, en un episodio ocurrido en Formosa. Dijo que en su juventud se dedicaba a robar bancos y a financistas. Pero aclaró: “Tengo el orgullo de que nunca le robé a un trabajador ni a un kiosko. Mis objetivos eran los banco, financistas y usureros”.

La revelación de Romero se produjo en el medio de un escándalo que se desató en la sede Trelew de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco por supuesta adulteración de exámenes de algunos alumnos.

Romero dijo que no se arrepiente de su pasado ya que pagó con años de cárcel. Pero también reconoció que nunca cumplió la condena porque se fugó y que integró una banda delictiva que asaltaba bancos, financieras y personajes de la usura en el norte del país y Paraguay en una etapa “idealista de su vida”.

El titular del Colegio no negó el delito. Es más: agregó que a raíz de ello estuvo preso por un año y cuatro meses y tras el rechazo ante un recurso, se fugó hacia el sur del país. Estuvo prófugo el tiempo suficiente hasta que la causa prescribió.

En Trelew, Romero arregló radios, televisores y elementos electrónicos para financiar sus estudios en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de la Patagonia que a principios del 2000, lo encontró recibido con el mejor promedio hasta hoy jamás superado.

Romero aprendió el dolor del encierro. “Un espanto. La cárcel es la aniquilación de la conciencia. No sirve”, cuestionó para recriminar que “no sirve el sistema carcelario. No sirve para nada porque es una escuela del delito, se sale peor y eso desmejora el tejido social. Por eso, soy un convencido que ese esquema está perimido y así lo expreso en las charlas que hago”, dijo.

Pero de esa cárcel escapó y en enero de 1999 se fugó a Trelew donde realizó varios oficios para recibirse luego como abogado. “Cuando me notificaron que habían rechazado mi recurso, me escapé y me vine para el sur. Estuve prófugo varios años hasta que la causa prescribió. De alguna manera demostré que se podía vencer a un sistema perimido y que lo que hice lo pagué y por ello no tengo que rendirle cuentas a nadie, aunque parece que algunas personas creen que sí”.

El abogado y profesor de la universidad supo aprovechar la oportunidad que se le presentó para escapar de su encierro en la cárcel. Fue llevado a un sanatorio por un dolor en una pierna. Cuenta que no contaba con mucha custodia. Y que con ayuda, logró escapar: dicen que se vistió de enfermero y salió caminando tranquilamente por los pasillos del sanatorio. De película. Aunque pasó en la vida real. Después inició su fuga hacia el sur donde tras recibirse se hizo abogado penalista para defender sobre todo, a quienes son acusados de algún delito. Dicen que en esas defensas, se maneja como pez en el agua.

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Romero fue acusado de haber participado de un robo agravado por el uso de armas como partícipe necesario.
07 JUN 2015 - 21:45

El cuatro de diciembre de 1998 fue un día clave para el abogado Omar Romero Bruno. El Superior Tribunal de Justicia de Formosa rechazó el pedido en casación que realizó su abogado y la pena de seis años de prisión quedó firme. Ese fue el día en que Romero decidió que no iba a pasar los seis años en la cárcel.

“Romero se hizo conocido en Formosa por haber escapado de la Alcaidía de Varones luego de ser condenado a seis años de prisión como cómplice en el asalto a un comercio pero lo más insólito del caso es que estando prófugo de la Justicia estudió y se recibió de abogado; y en esa condición un buen día regresó a Formosa pero solamente a pedir que le sobresean porque la sentencia ya estaba prescripta”, recordaron hace unos días los medios formoseños.

Romero fue acusado de haber participado de un robo agravado por el uso de armas como partícipe necesario. No fue chofer en el acto de cometer el delito sino que para la justicia formoseña ofició de “campana”. Es decir, vigilaba cerca del comercio asaltado para dar alerta a sus cómplices en caso que la cuestión se complique.

Hay que decir algo: Romero tenía códigos. “En aquella época, durante el juicio oral y público que lo tuvo como único acusado, nunca reveló los nombres de los integrantes de la banda. Tampoco admitió haber participado en el asalto al comercio ubicado en el barrio Virgen del Pilar por el cual finalmente fue condenado y a lo largo de todo el proceso judicial jamás dio indicios ni pistas”, dijeron los diarios de Formosa.

Como se sabe, hace unos días, Romero contó su historia pasada desconocida para todos los vecinos de Trelew. Reconoció que en su pasado fue condenado a seis años de prisión por robo a mano armada, en un episodio ocurrido en Formosa. Dijo que en su juventud se dedicaba a robar bancos y a financistas. Pero aclaró: “Tengo el orgullo de que nunca le robé a un trabajador ni a un kiosko. Mis objetivos eran los banco, financistas y usureros”.

La revelación de Romero se produjo en el medio de un escándalo que se desató en la sede Trelew de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco por supuesta adulteración de exámenes de algunos alumnos.

Romero dijo que no se arrepiente de su pasado ya que pagó con años de cárcel. Pero también reconoció que nunca cumplió la condena porque se fugó y que integró una banda delictiva que asaltaba bancos, financieras y personajes de la usura en el norte del país y Paraguay en una etapa “idealista de su vida”.

El titular del Colegio no negó el delito. Es más: agregó que a raíz de ello estuvo preso por un año y cuatro meses y tras el rechazo ante un recurso, se fugó hacia el sur del país. Estuvo prófugo el tiempo suficiente hasta que la causa prescribió.

En Trelew, Romero arregló radios, televisores y elementos electrónicos para financiar sus estudios en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de la Patagonia que a principios del 2000, lo encontró recibido con el mejor promedio hasta hoy jamás superado.

Romero aprendió el dolor del encierro. “Un espanto. La cárcel es la aniquilación de la conciencia. No sirve”, cuestionó para recriminar que “no sirve el sistema carcelario. No sirve para nada porque es una escuela del delito, se sale peor y eso desmejora el tejido social. Por eso, soy un convencido que ese esquema está perimido y así lo expreso en las charlas que hago”, dijo.

Pero de esa cárcel escapó y en enero de 1999 se fugó a Trelew donde realizó varios oficios para recibirse luego como abogado. “Cuando me notificaron que habían rechazado mi recurso, me escapé y me vine para el sur. Estuve prófugo varios años hasta que la causa prescribió. De alguna manera demostré que se podía vencer a un sistema perimido y que lo que hice lo pagué y por ello no tengo que rendirle cuentas a nadie, aunque parece que algunas personas creen que sí”.

El abogado y profesor de la universidad supo aprovechar la oportunidad que se le presentó para escapar de su encierro en la cárcel. Fue llevado a un sanatorio por un dolor en una pierna. Cuenta que no contaba con mucha custodia. Y que con ayuda, logró escapar: dicen que se vistió de enfermero y salió caminando tranquilamente por los pasillos del sanatorio. De película. Aunque pasó en la vida real. Después inició su fuga hacia el sur donde tras recibirse se hizo abogado penalista para defender sobre todo, a quienes son acusados de algún delito. Dicen que en esas defensas, se maneja como pez en el agua.


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