“Mi exmarido me pegaba, me maltrataba psicológicamente y me entrenó para callar”

Luciana Huth, exesposa de un juez, denunció violencia de género.

“A los dos meses de estar casados empezó a ejercer violencia y discriminación hacia mi persona”, le contó Luciana a Jornada.
09 JUN 2015 - 21:31 | Actualizado

Me entrenó para callar”. Así definió Luciana Huth la pesadilla que vivió con suex marido durante los 7 meses que estuvo casada. El hombre es juez. Dice que le pegaba, la maltrataba psicológicamente y la obligaba a “callar”. Contó que son de religiones diferentes: ella evangelista y él católico. “En casa me llamaba “anticristo” y “Lilit”, que es la mujer de Satanás. Me decía que no servía como mujer porque fui operada de cáncer de útero”. Tiene, además, una hija discapacitada. Reclama que la denuncia, radicada en la Comisaría de la Mujer y en Fiscalía, no quede impune.

Luciana describió en una entrevista con Jornada la pesadilla de la que recién ahora está empezando a salir. “Todo comenzó cuando me hizo la propuesta de ir a vivir con él a la Cordillera. No estábamos casados, estábamos comenzando una pareja. Estaba apurado en llevarme. Tomaba el cargo en diciembre de 2013. Y nos fuimos a vivir juntos. Una casa muy alejada, en medio de la montaña, sin vecinos ni nadie. Ahí empezó su cambio de humor. Su manera de agredirme era muy particular”, relató.

Consignó que su exmarido tenía altibajos de humor. “Por momentos me hacía regalos. Por momentos me golpeaba, me decía que no servía como mujer. Me decía, por ejemplo en el supermercado, que “era un carro”. Había pastillas de un gato que tenían feo olor y me decía “es olor a rubia”. Esto hubo gente que lo vivió. Que se retiró de la mesa. Gente que lloró. Que escuchó. Cuento con ellos, espero que no tengan miedo de declarar”, expresó.

La joven mujer confirmó que en una ocasión la agresión pasó a mayores. “Me pegó una piña que me partió el labio y me aflojó el diente. Aparte me pegó un cachetazo. Fue a las 4 de la mañana. Contra la pared del baño, delante de mi hija que no habla. Me socorrió ella. Él se fue. Me dejó sola en la montaña. Volvió al mediodía. No sé dónde estuvo. No llamó para ver cómo estaba. Pero sí me pidió que no dijera nada cuando llegaba la familia”, recordó.

Luciana advirtió que su ex esposo no era, al principio, el tipo de persona en la que se convirtió y demostró ser después. “Yo me enamoré”, resumió. Reveló otra de las penosas situaciones por las que –en infortunio- le tocó pasar. “Yo no creo en Santos. Lo primero que me regaló fue una medalla de San Benito con la cruz del exorcismo. Yo lo tomé como un regalo. Me la puse para el lado que no correspondía. Eso fue un problema. Fue motivo de agresión. Fue un insulto. Nos ponía aceite en la frente a mí y a mi hija. Me entrenó para callar”, sostuvo.

Luciana es docente en la Escuela 165 de Trelew. Se fue a la Cordillera a vivir porque a su exmarido lo habían nombrado juez. Allí se casaron. “A los dos meses de estar casados empezó a ejercer violencia y discriminación hacia mi persona. Se extendió hacia las creencias, soy evangélica y él católico. Me llamaba, en el hogar, “Anticristo” y “Lilit”, que es la mujer de Satanás”, agregó. Dijo que todo el maltrato ejercido fue delante de su hija, que no habla. “Me degradaba y controlaba mediante amenazas, hostigamiento, descrédito y humillación. Me insultaba y tenía celos excesivos. Me ridiculizaba diciendo que como mujer no servía porque fui operada de cáncer de útero”, indicó.

Para finalizar, reiteró la necesidad de que lo denunciado no caiga en saco roto. “Él me obliga a un divorcio de común acuerdo. Yo no me casé por 7 meses nada más. A él le sirvió para mantenerse en su cargo y fingir que tenía una familia”, concluyó.

“A los dos meses de estar casados empezó a ejercer violencia y discriminación hacia mi persona”, le contó Luciana a Jornada.
09 JUN 2015 - 21:31

Me entrenó para callar”. Así definió Luciana Huth la pesadilla que vivió con suex marido durante los 7 meses que estuvo casada. El hombre es juez. Dice que le pegaba, la maltrataba psicológicamente y la obligaba a “callar”. Contó que son de religiones diferentes: ella evangelista y él católico. “En casa me llamaba “anticristo” y “Lilit”, que es la mujer de Satanás. Me decía que no servía como mujer porque fui operada de cáncer de útero”. Tiene, además, una hija discapacitada. Reclama que la denuncia, radicada en la Comisaría de la Mujer y en Fiscalía, no quede impune.

Luciana describió en una entrevista con Jornada la pesadilla de la que recién ahora está empezando a salir. “Todo comenzó cuando me hizo la propuesta de ir a vivir con él a la Cordillera. No estábamos casados, estábamos comenzando una pareja. Estaba apurado en llevarme. Tomaba el cargo en diciembre de 2013. Y nos fuimos a vivir juntos. Una casa muy alejada, en medio de la montaña, sin vecinos ni nadie. Ahí empezó su cambio de humor. Su manera de agredirme era muy particular”, relató.

Consignó que su exmarido tenía altibajos de humor. “Por momentos me hacía regalos. Por momentos me golpeaba, me decía que no servía como mujer. Me decía, por ejemplo en el supermercado, que “era un carro”. Había pastillas de un gato que tenían feo olor y me decía “es olor a rubia”. Esto hubo gente que lo vivió. Que se retiró de la mesa. Gente que lloró. Que escuchó. Cuento con ellos, espero que no tengan miedo de declarar”, expresó.

La joven mujer confirmó que en una ocasión la agresión pasó a mayores. “Me pegó una piña que me partió el labio y me aflojó el diente. Aparte me pegó un cachetazo. Fue a las 4 de la mañana. Contra la pared del baño, delante de mi hija que no habla. Me socorrió ella. Él se fue. Me dejó sola en la montaña. Volvió al mediodía. No sé dónde estuvo. No llamó para ver cómo estaba. Pero sí me pidió que no dijera nada cuando llegaba la familia”, recordó.

Luciana advirtió que su ex esposo no era, al principio, el tipo de persona en la que se convirtió y demostró ser después. “Yo me enamoré”, resumió. Reveló otra de las penosas situaciones por las que –en infortunio- le tocó pasar. “Yo no creo en Santos. Lo primero que me regaló fue una medalla de San Benito con la cruz del exorcismo. Yo lo tomé como un regalo. Me la puse para el lado que no correspondía. Eso fue un problema. Fue motivo de agresión. Fue un insulto. Nos ponía aceite en la frente a mí y a mi hija. Me entrenó para callar”, sostuvo.

Luciana es docente en la Escuela 165 de Trelew. Se fue a la Cordillera a vivir porque a su exmarido lo habían nombrado juez. Allí se casaron. “A los dos meses de estar casados empezó a ejercer violencia y discriminación hacia mi persona. Se extendió hacia las creencias, soy evangélica y él católico. Me llamaba, en el hogar, “Anticristo” y “Lilit”, que es la mujer de Satanás”, agregó. Dijo que todo el maltrato ejercido fue delante de su hija, que no habla. “Me degradaba y controlaba mediante amenazas, hostigamiento, descrédito y humillación. Me insultaba y tenía celos excesivos. Me ridiculizaba diciendo que como mujer no servía porque fui operada de cáncer de útero”, indicó.

Para finalizar, reiteró la necesidad de que lo denunciado no caiga en saco roto. “Él me obliga a un divorcio de común acuerdo. Yo no me casé por 7 meses nada más. A él le sirvió para mantenerse en su cargo y fingir que tenía una familia”, concluyó.


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