Aunque casi consagrado, Trump sigue criticando a líderes republicanos

El magnate Donald Trump continuó hoy atacando a líderes del Partido Republicano, pese a que en los últimos días alcanzó el número de delegados necesario para convertirse en el candidato presidencial de la oposición y llamó a la unidad para ganar en las próximas elecciones de noviembre.

29 MAY 2016 - 14:02 | Actualizado

Poco le duró el tono conciliador y cauto del jueves pasado al multimillonario ya que hoy volvió a arremeter contra el último candidato presidencial del partido y el ex gobernador de Massachusetts, Mitt Romney.

"Pobre Mitt Romney. Tengo un negocio que vale más dinero que él. (...) Mírenlo, camina como un pingüino", se despachó Trump en uno de sus discursos de campaña en Anaheim, en California, uno de los estados que elegirá sus delegados en la última jornada de primarias el próximo 7 de junio.

"Entiendo a los perdedores. Uno puede hacer un montón de dinero con los perdedores", agregó, en referencia a la derrota republicana ante Barack Obama en 2012, según la agencia de noticias EFE.

En el mismo discurso, Trump tampoco se olvidó del otro importante referente de los republicanos que se niega a apoyar al magnate y su apuesta por la Casa Blanca: el ex gobernador de Florida y ex presidenciable, Jeb Bush.

Destacó la "falta de energía" del dirigente, que pese a ser el favorito del aparato partidario, no logró ganar ni una sola primaria.

El ex precandidato, al igual que su padre y su hermano mayor -los ex presidentes George Bush- se ha mantenido muy crítico del discurso anti migratorio, racista y anti musulmán de Trump, aún luego de bajarse de la carrera presidencial.

Tanto Romney como la familia Bush son parte del establishment conservador de Estados Unidos, pero ninguno ocupa actualmente un cargo. Distinto es el caso de la actual gobernadora de Nuevo México, la republicana Susana Martínez, la más reciente destinataria de la artillería verbal de Trump.

Recientemente el magnate recorrió ese estado del sur haciendo campaña y Martínez, quien ya había rechazado públicamente sus declaraciones racistas sobre los mexicanos que entran al país y sobre los inmigrantes que viven hace años en Estados Unidos, se negó a aparecer junto con él.

En una aparente respuesta a esa ausencia, Trump cargó contra la gobernadora y la acusó de "no estar haciendo su trabajo" y la criticó por "permitir la entrada a refugiados sirios".

"Es culpa de su gobernadora. Tenemos que conseguir que su gobernadora se ponga en marcha. Ella tiene que hacer un mejor trabajo, ¿no?", reiteró una y otra vez Trump, quien además bromeó con la idea de presentarse él mismo como candidato a reemplazarla.

Atacar a Martínez le podría costar caro al casi candidato presidencial ya que la gobernadora representa una de las grandes esperanzas del Partido Republicano.

No sólo es la primera mujer latina gobernadora de todo el país, sino que además preside la Asociación de Gobernadores Republicanos.

Por eso, el presidente de la Cámara de Representantes y el dirigente republicano más importante en el Congreso, Paul Ryan, no dudó en apoyar a Martínez, de destacar su "calidad política" y hasta la calificó de "gran amiga".

El apoyo de Ryan es fundamental para Trump y para su campaña de cara a las elecciones generales de noviembre próximo.

En las últimas semanas aceptó reunirse en Washington con el magnate y prometió trabajar por la unidad partidaria; sin embargo, pese a los reclamos públicos del líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, y el presidente del comité nacional de la fuerza política, Reince Priebus, se negó a apoyarlo.

En tanto, la tensión también crece dentro del Partido Demócrata.

La cúpula partidaria se negó hoy a reemplazar dos puestos clave en la Convención Nacional que decidirá al candidato presidencial oficialista, como había pedido el precandidato y senador Bernie Sanders, por considerar que los actuales funcionarios son parciales a favor de su rival, Hillary Clinton.

Sanders había pedido ayer que el partido reemplazara al gobernador de Connecticut, Dannel Malloy, y al congresista de Massachusetts, Barney Frank, como parte del equipo redactor de la plataforma demócrata en la convención, la declaración de principios y políticas que definirá el rumbo de la fuerza política en la elección y durante los próximos cuatro años.

"El gobernador Malloy y el señor Frank han sido ambos agresivos atacantes y operativos de la campaña de Clinton", denunció ayer el abogado de la campaña de Sanders Brad Deutsch en una carta al Partido Demócrata.

Desde el comienzo de la campaña electoral, el equipo de Sanders ha denunciado la parcialidad del aparato partidario a favor de la ex secretaria de Estado, ex senadora y ex primera dama. Prueba de ello es que Clinton logró garantizar su victoria en las primarias gracias al apoyo mayoritario de los llamados superdelegados, dirigentes que representan al partido pese a no haber sido elegido en las internas.

29 MAY 2016 - 14:02

Poco le duró el tono conciliador y cauto del jueves pasado al multimillonario ya que hoy volvió a arremeter contra el último candidato presidencial del partido y el ex gobernador de Massachusetts, Mitt Romney.

"Pobre Mitt Romney. Tengo un negocio que vale más dinero que él. (...) Mírenlo, camina como un pingüino", se despachó Trump en uno de sus discursos de campaña en Anaheim, en California, uno de los estados que elegirá sus delegados en la última jornada de primarias el próximo 7 de junio.

"Entiendo a los perdedores. Uno puede hacer un montón de dinero con los perdedores", agregó, en referencia a la derrota republicana ante Barack Obama en 2012, según la agencia de noticias EFE.

En el mismo discurso, Trump tampoco se olvidó del otro importante referente de los republicanos que se niega a apoyar al magnate y su apuesta por la Casa Blanca: el ex gobernador de Florida y ex presidenciable, Jeb Bush.

Destacó la "falta de energía" del dirigente, que pese a ser el favorito del aparato partidario, no logró ganar ni una sola primaria.

El ex precandidato, al igual que su padre y su hermano mayor -los ex presidentes George Bush- se ha mantenido muy crítico del discurso anti migratorio, racista y anti musulmán de Trump, aún luego de bajarse de la carrera presidencial.

Tanto Romney como la familia Bush son parte del establishment conservador de Estados Unidos, pero ninguno ocupa actualmente un cargo. Distinto es el caso de la actual gobernadora de Nuevo México, la republicana Susana Martínez, la más reciente destinataria de la artillería verbal de Trump.

Recientemente el magnate recorrió ese estado del sur haciendo campaña y Martínez, quien ya había rechazado públicamente sus declaraciones racistas sobre los mexicanos que entran al país y sobre los inmigrantes que viven hace años en Estados Unidos, se negó a aparecer junto con él.

En una aparente respuesta a esa ausencia, Trump cargó contra la gobernadora y la acusó de "no estar haciendo su trabajo" y la criticó por "permitir la entrada a refugiados sirios".

"Es culpa de su gobernadora. Tenemos que conseguir que su gobernadora se ponga en marcha. Ella tiene que hacer un mejor trabajo, ¿no?", reiteró una y otra vez Trump, quien además bromeó con la idea de presentarse él mismo como candidato a reemplazarla.

Atacar a Martínez le podría costar caro al casi candidato presidencial ya que la gobernadora representa una de las grandes esperanzas del Partido Republicano.

No sólo es la primera mujer latina gobernadora de todo el país, sino que además preside la Asociación de Gobernadores Republicanos.

Por eso, el presidente de la Cámara de Representantes y el dirigente republicano más importante en el Congreso, Paul Ryan, no dudó en apoyar a Martínez, de destacar su "calidad política" y hasta la calificó de "gran amiga".

El apoyo de Ryan es fundamental para Trump y para su campaña de cara a las elecciones generales de noviembre próximo.

En las últimas semanas aceptó reunirse en Washington con el magnate y prometió trabajar por la unidad partidaria; sin embargo, pese a los reclamos públicos del líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, y el presidente del comité nacional de la fuerza política, Reince Priebus, se negó a apoyarlo.

En tanto, la tensión también crece dentro del Partido Demócrata.

La cúpula partidaria se negó hoy a reemplazar dos puestos clave en la Convención Nacional que decidirá al candidato presidencial oficialista, como había pedido el precandidato y senador Bernie Sanders, por considerar que los actuales funcionarios son parciales a favor de su rival, Hillary Clinton.

Sanders había pedido ayer que el partido reemplazara al gobernador de Connecticut, Dannel Malloy, y al congresista de Massachusetts, Barney Frank, como parte del equipo redactor de la plataforma demócrata en la convención, la declaración de principios y políticas que definirá el rumbo de la fuerza política en la elección y durante los próximos cuatro años.

"El gobernador Malloy y el señor Frank han sido ambos agresivos atacantes y operativos de la campaña de Clinton", denunció ayer el abogado de la campaña de Sanders Brad Deutsch en una carta al Partido Demócrata.

Desde el comienzo de la campaña electoral, el equipo de Sanders ha denunciado la parcialidad del aparato partidario a favor de la ex secretaria de Estado, ex senadora y ex primera dama. Prueba de ello es que Clinton logró garantizar su victoria en las primarias gracias al apoyo mayoritario de los llamados superdelegados, dirigentes que representan al partido pese a no haber sido elegido en las internas.


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