Un madrynense, récord nacional en apnea

Logró 84 metros luego de repetidas inmersiones. “Hice previamente una de 75 metros, otra de 78 y de 81”, expresó al explicar la secuencia que lo llevó a quedarse con el récord de la competencia internacional que se llevó a cabo en la isla de Roatán, de Honduras. El deportista agradeció el apoyo recibido.

Alejandro Andrés en plena faena de competición en la isla Roatán (Honduras)
13 JUN 2016 - 10:27 | Actualizado

Alejandro Andrés tiene 43 años. Es de Puerto Madryn y la semana pasada rompió el record de inmersión en buceo libre para Argentina. Logró los 84 metros en el Certamen Internacional de “Apnea Profunda”. Fue en la Isla Roatán de Honduras. Otras veces llegó a los 80 metros de profundidad pero esta vez un desafío personal lo llevó a superarlo. Implementó una técnica que difiere de la tradicional para cuidar su salud. “Estoy muy contento y se lo dedico a mi familia”, dijo.

Practica un deporte poco conocido llamado “Freediving” o buceo libre, en el que se busca alcanzar tanto distancias como tiempo y profundidad buceando a pulmón (conteniendo la respiración). El buceo en apnea consiste en sumergirse bajo el agua utilizando distintas técnicas de relajación y respiración previas.

Reside en la ciudad portuaria desde hace 20 años. Es instructor de buceo libre a nivel recreativo. Aclara que no se dedica tanto a enseñar para competencias. Asegura que mucha gente se dedica a la actividad de bucear libre, los buzos en general. Su escuela, está en el natatorio del club Puerto Madryn. Recibe gente de distintos países. “Hubo mucha gente que me ayudó. Viajar me requiere mucho dinero. Me ayudaron económicamente, gente anónima. Pinino que me dio una mano muy grande para que yo pueda representar. Mucha gente que me apoya en los altibajos anímicos: afectan mucho en este deporte. Nadie me acompaña. Soy yo y mi bolso. Se lo dedico a mi familia que aguantó que me vaya. Meses de preparación previa. Horas en el gimnasio y pileta” resumió en una entrevista a Jornada, a horas de su regreso a casa.

Relató cómo fue su experiencia previa a alcanzar el récord argentino. “Estuve casi un mes en la isla. Me llevó un tiempo prepararme y adaptar mi cuerpo para soportar la profundidad. Requiere una adaptación previa. No es solo una cuestión física de ir y llegar, sino que el cuerpo tiene poder adaptarse y soportar la presión. Estoy muy contento. No estaba seguro de poder repetir lo que ya había logrado hace dos años atrás: 80 metros. Esta vez quería comprobar si había tenido un golpe de suerte hace dos años o si realmente estaba en ese nivel, que es muy alto. Lo mejoré. Aplicando técnicas menos tradicionales y un poco más puristas”, agregó.

Alejandro explicó que cambió su forma de bucear para hacerlo de manera natural y sana para su cuerpo. “Como cualquier deporte, hay cosas que hacen mal al cuerpo pero mejoran la performance. Decidí cuidarme. Se me hizo más difícil pero me fue bien”, reveló.

Admitió que en los días de preparación tuvo altibajos. “La maniobra que rechacé, es la que mediante un movimiento de la boca insertamos aire a presión en los pulmones. Al hacer eso, nos brinda como beneficio inmediato compensar los oídos a mayor profundidad. Uno de los grandes limitantes para llegar a la profundidad es que el aire se comprime y necesitamos enviar aire al oído medio para evitar lesión. Al comprimirse tanto, ya no queda aire. Pero aumenta riesgo de lesión pulmonar y efectos a largo plazo que no son deseables. Decidí no hacerla. Por una cuestión de salud. De bucear de una manera más purista pero se complicaba más la profundidad. Requiere más práctica y técnica. Estuve luchando internamente luchando si hacer lo que hacían todos o ser fiel a mis principios. Fue un proceso. Me quitaba posibilidad de medalla”, concluyó.


 

Alejandro Andrés en plena faena de competición en la isla Roatán (Honduras)
13 JUN 2016 - 10:27

Alejandro Andrés tiene 43 años. Es de Puerto Madryn y la semana pasada rompió el record de inmersión en buceo libre para Argentina. Logró los 84 metros en el Certamen Internacional de “Apnea Profunda”. Fue en la Isla Roatán de Honduras. Otras veces llegó a los 80 metros de profundidad pero esta vez un desafío personal lo llevó a superarlo. Implementó una técnica que difiere de la tradicional para cuidar su salud. “Estoy muy contento y se lo dedico a mi familia”, dijo.

Practica un deporte poco conocido llamado “Freediving” o buceo libre, en el que se busca alcanzar tanto distancias como tiempo y profundidad buceando a pulmón (conteniendo la respiración). El buceo en apnea consiste en sumergirse bajo el agua utilizando distintas técnicas de relajación y respiración previas.

Reside en la ciudad portuaria desde hace 20 años. Es instructor de buceo libre a nivel recreativo. Aclara que no se dedica tanto a enseñar para competencias. Asegura que mucha gente se dedica a la actividad de bucear libre, los buzos en general. Su escuela, está en el natatorio del club Puerto Madryn. Recibe gente de distintos países. “Hubo mucha gente que me ayudó. Viajar me requiere mucho dinero. Me ayudaron económicamente, gente anónima. Pinino que me dio una mano muy grande para que yo pueda representar. Mucha gente que me apoya en los altibajos anímicos: afectan mucho en este deporte. Nadie me acompaña. Soy yo y mi bolso. Se lo dedico a mi familia que aguantó que me vaya. Meses de preparación previa. Horas en el gimnasio y pileta” resumió en una entrevista a Jornada, a horas de su regreso a casa.

Relató cómo fue su experiencia previa a alcanzar el récord argentino. “Estuve casi un mes en la isla. Me llevó un tiempo prepararme y adaptar mi cuerpo para soportar la profundidad. Requiere una adaptación previa. No es solo una cuestión física de ir y llegar, sino que el cuerpo tiene poder adaptarse y soportar la presión. Estoy muy contento. No estaba seguro de poder repetir lo que ya había logrado hace dos años atrás: 80 metros. Esta vez quería comprobar si había tenido un golpe de suerte hace dos años o si realmente estaba en ese nivel, que es muy alto. Lo mejoré. Aplicando técnicas menos tradicionales y un poco más puristas”, agregó.

Alejandro explicó que cambió su forma de bucear para hacerlo de manera natural y sana para su cuerpo. “Como cualquier deporte, hay cosas que hacen mal al cuerpo pero mejoran la performance. Decidí cuidarme. Se me hizo más difícil pero me fue bien”, reveló.

Admitió que en los días de preparación tuvo altibajos. “La maniobra que rechacé, es la que mediante un movimiento de la boca insertamos aire a presión en los pulmones. Al hacer eso, nos brinda como beneficio inmediato compensar los oídos a mayor profundidad. Uno de los grandes limitantes para llegar a la profundidad es que el aire se comprime y necesitamos enviar aire al oído medio para evitar lesión. Al comprimirse tanto, ya no queda aire. Pero aumenta riesgo de lesión pulmonar y efectos a largo plazo que no son deseables. Decidí no hacerla. Por una cuestión de salud. De bucear de una manera más purista pero se complicaba más la profundidad. Requiere más práctica y técnica. Estuve luchando internamente luchando si hacer lo que hacían todos o ser fiel a mis principios. Fue un proceso. Me quitaba posibilidad de medalla”, concluyó.


 


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