Por una sociedad con perspectiva de género

El editorial de “El Día G”.

18 OCT 2016 - 21:40 | Actualizado

Por Esteban Gallo

Por una decisión que adoptó el Concejo Deliberante de Puerto Madryn, la comuna de esa ciudad no podrá organizar ni patrocinar ningún concurso de belleza, elección de reinas o eventos de similares características. La discusión se viene planteando en todo el país y son varias las ciudades que decidieron transitar por el mismo camino.

La determinación de los ediles generó voces de protesta en las redes sociales pues algunos consideran que con esta postura resultan avasalladas las libertades individuales. Otros críticos sostienen que la medida atenta contra la voluntad de muchas jóvenes que tienen deseos de participar en estos espectáculos.

Pero acá no está en discusión si las chicas quieren o no quieren participar. Lo que se está definiendo es el rol que va a cumplir el Estado en la construcción de una sociedad con perspectiva de género. Y es una respuesta concreta a lo que vienen reclamando las ONG y las instituciones que trabajan en la defensa de los derechos de las mujeres.

No se trata de una postura antojadiza y tirada de los pelos. Hay una ley de Protección Integral de las Mujeres contra la Violencia que da respaldo legal a lo resuelto por los concejales de Madryn. La Ley 26.485 hace hincapié en la violencia simbólica que se ejerce cuando se transmiten mensajes que alientan la desigualdad, la discriminación y la subordinación de la mujer a los patrones patriarcales y consumistas existentes. ¿Por qué se habla con tanta insistencia en los últimos años de la cosificación de la mujer? Porque hay una sociedad que pretende ir hacia otra dirección, valorando a las personas por lo que verdaderamente son, quebrando con los estereotipos que discriminan, desvalorizan y dejan expuesta a la mujer a situaciones de mayor violencia.

La mujer no es un objeto y lo cierto es que eventos sociales de esta naturaleza, por más buenas intenciones que tengan, colocan a la mujer en ese lugar, como si sus méritos estuvieran ligados exclusivamente a la apariencia física.

Esta es la cuestión de fondo que se plantea cuando se realiza la marcha “Ni Una Menos”. Lo que se busca es que los diferentes estamentos de la sociedad puedan reflexionar sobre estos asuntos para que podamos evolucionar hacia una nueva cultura, con una concepción menos superficial, más sana y menos discriminatoria.

No es casualidad que los municipios que se ponen a la cabeza de estos cambios sean aquellos que están decididamente comprometidos en la lucha contra la droga, la trata de personas, la violencia de género y otros males que azotan a nuestra sociedad.

Hace 40 años atrás se elegía a la reina y en algunas ocasiones se elegía también a la más fea de la fiesta. Dicen que las menos agraciadas a la hora de la elección se escondían en el baño para no ser víctimas de tan odioso señalamiento. Hoy a nadie se le pasaría por la cabeza someter a una persona a semejante calvario. Las mentes se van abriendo, los patrones culturales van cambiando. Dentro de 20 años, tal vez a nuestros hijos o nuestros nietos les cueste entender que en nuestros tiempos se premiaba a una persona por su aspecto exterior.

Eso querrá decir que nuestros gobernantes finalmente habrán tenido pleno éxito en inculcar las cualidades que realmente valen la pena. Hay cientos de jóvenes comprometidos, sin diferenciación de sexo, en los ámbitos de la cultura, el deporte, el campo social, la política, trabajando a destajo para construir una sociedad mejor.

Son los que han logrado cultivar el altruismo, la perseverancia, la solidaridad, la abnegación, el amor al prójimo, la honestidad.

Ahí tiene que estar el Estado. Apuntalando los valores que verdaderamente cambian la historia de nuestra gente.

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18 OCT 2016 - 21:40

Por Esteban Gallo

Por una decisión que adoptó el Concejo Deliberante de Puerto Madryn, la comuna de esa ciudad no podrá organizar ni patrocinar ningún concurso de belleza, elección de reinas o eventos de similares características. La discusión se viene planteando en todo el país y son varias las ciudades que decidieron transitar por el mismo camino.

La determinación de los ediles generó voces de protesta en las redes sociales pues algunos consideran que con esta postura resultan avasalladas las libertades individuales. Otros críticos sostienen que la medida atenta contra la voluntad de muchas jóvenes que tienen deseos de participar en estos espectáculos.

Pero acá no está en discusión si las chicas quieren o no quieren participar. Lo que se está definiendo es el rol que va a cumplir el Estado en la construcción de una sociedad con perspectiva de género. Y es una respuesta concreta a lo que vienen reclamando las ONG y las instituciones que trabajan en la defensa de los derechos de las mujeres.

No se trata de una postura antojadiza y tirada de los pelos. Hay una ley de Protección Integral de las Mujeres contra la Violencia que da respaldo legal a lo resuelto por los concejales de Madryn. La Ley 26.485 hace hincapié en la violencia simbólica que se ejerce cuando se transmiten mensajes que alientan la desigualdad, la discriminación y la subordinación de la mujer a los patrones patriarcales y consumistas existentes. ¿Por qué se habla con tanta insistencia en los últimos años de la cosificación de la mujer? Porque hay una sociedad que pretende ir hacia otra dirección, valorando a las personas por lo que verdaderamente son, quebrando con los estereotipos que discriminan, desvalorizan y dejan expuesta a la mujer a situaciones de mayor violencia.

La mujer no es un objeto y lo cierto es que eventos sociales de esta naturaleza, por más buenas intenciones que tengan, colocan a la mujer en ese lugar, como si sus méritos estuvieran ligados exclusivamente a la apariencia física.

Esta es la cuestión de fondo que se plantea cuando se realiza la marcha “Ni Una Menos”. Lo que se busca es que los diferentes estamentos de la sociedad puedan reflexionar sobre estos asuntos para que podamos evolucionar hacia una nueva cultura, con una concepción menos superficial, más sana y menos discriminatoria.

No es casualidad que los municipios que se ponen a la cabeza de estos cambios sean aquellos que están decididamente comprometidos en la lucha contra la droga, la trata de personas, la violencia de género y otros males que azotan a nuestra sociedad.

Hace 40 años atrás se elegía a la reina y en algunas ocasiones se elegía también a la más fea de la fiesta. Dicen que las menos agraciadas a la hora de la elección se escondían en el baño para no ser víctimas de tan odioso señalamiento. Hoy a nadie se le pasaría por la cabeza someter a una persona a semejante calvario. Las mentes se van abriendo, los patrones culturales van cambiando. Dentro de 20 años, tal vez a nuestros hijos o nuestros nietos les cueste entender que en nuestros tiempos se premiaba a una persona por su aspecto exterior.

Eso querrá decir que nuestros gobernantes finalmente habrán tenido pleno éxito en inculcar las cualidades que realmente valen la pena. Hay cientos de jóvenes comprometidos, sin diferenciación de sexo, en los ámbitos de la cultura, el deporte, el campo social, la política, trabajando a destajo para construir una sociedad mejor.

Son los que han logrado cultivar el altruismo, la perseverancia, la solidaridad, la abnegación, el amor al prójimo, la honestidad.

Ahí tiene que estar el Estado. Apuntalando los valores que verdaderamente cambian la historia de nuestra gente.


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