Historias del Crimen/ El acto de Actis y su muerte

Por Daniel Schulman, especial para Jornada.

29 OCT 2016 - 21:23 | Actualizado

Por Daniel Schulman / Psicólogo forense

Corría el año 1976, y la dictadura ya había asaltado la Constitución Nacional y se preparaba para seguir haciendo mierda el país, mucho más de lo que ya estaba.

Entre todas esas cosas enquilombadas que venían sucediendo, había una luz de esperanza para los milicos por si la cosa se les ponía peliaguda: el Mundial de Fútbol del año `78. Ese Mundial iba a ser lo que desviara la atención de la sociedad y le diera un respiro u oxígeno a la junta militar, como así también podrían utilizarlo políticamente como proyección de propaganda malintencionada hacia el resto del mundo.

No obstante esta cuestión, a contramano de lo que se creía, ya se había elegido como país sede del Mundial a Argentina, mucho antes de que los militares impusieran el peor golpe de estado de nuestra historia, por lo que una vez asumidos, ese tema ya estaba resuelto.

Y fue Massera, una vez más, quien supo ver el caudal político que ese evento le podría granjear a la junta militar y sus camaradas de armas, como así también a su persona y a sus sueños de carrera política y aspiraciones presidenciales.

Entonces, fue prioridad desde el comienzo en que se instaló la junta militar, meterle fichas a la organización del Mundial de Fútbol, y exhibir y proyectar una imagen de país que no se condecía con lo que sucedía en las catacumbas de todos los centros de detención clandestinos.

El organismo que se encargó desde el primer momento de esta organización fue el EAM – 78 (Ente Autárquico Mundial `78), conformado por militares de alto rango que tuvieron como misión proyectar las obras de remodelación de los estadios donde se jugarían los partidos mundialistas, la construcción de los estadios nuevos para esos fines (como sucedió con el estadio de Mar del Plata, el estadio de Córdoba, y el estadio de Mendoza, todos denominados con el calificativo de “mundialistas”), como así también otras obras se infraestructura que se consideraban necesarias para que el evento se pudiera operativizar de la mejor manera posible.

El primer director o jefe de este ente autárquico fue el Gral. Omar Actis, un tipo que venía del Ejército, de bajo perfil y pocas aspiraciones políticas, como así también sindicado por muchos de sus camaradas de armas como honesto y “agarrado”. O sea, que era un tipo que no era de billetera fácil, sino que antes de firmar un cheque se empaparía bien de cómo venía la mano.

Actis también tenía un poroto a favor que inclinó la balanza a la hora de su designación: había sido jugador de la tercera de River durante la década del `40, antes de meterse de lleno en la carrera militar. Así que al menos consideraban sus superiores que “algo” del paño del fútbol conocería.

La cuestión es que nunca faltan los que tienen el serrucho bajo el brazo, y el contraalmirante Lacoste era el segundo del ente autárquico. Fiel socio de Massera, siempre estuvo agazapado desde la creación del ente para desencumbrar a Actis.

Durante las primeras reuniones del organismo, Actis se mostró sobrio y firme respecto del uso de los fondos disponibles y de la necesidad de pelear los precios a los proveedores y eventualmente “regatear” alguna de esas cuestiones.

Y Lacoste, claro, se mostraba más flexible respecto de estas cosas… Prefería obras macroscópicas y exorbitantes, y gastos a la altura de esas obras.

Los roces no tardaron en llegar.

El EAM – 78 tenía previsto un plazo determinado para presentar su plan de desarrollo y obras, y así fue que en agosto de 1976, cuando Omar Actis se dirigía a dar una conferencia de prensa en la que informaría todo el plan de ingeniería e infraestructura, su vehículo fue atacado por varios sujetos y acribillado por múltiples impactos de proyectiles.

Rápido de reflejos, desde el gobierno de facto ensayaron un comunicado en el que le recriminaban la muerte de Actis a los monotoneros, y los montoneros hicieron lo propio, aduciendo que ellos no tenían nada que ver en el asunto.

El reproche por la autoría de la muerte se lo patearon entre los militares y los montoneros durante un par de semanas, hasta que la novedad se decantó y quien asumió la dirección del EAM – 78 fue precisamente el mismísimo Lacoste, ese socio fiel de Massera. El almirante, de a poquito, iba moviendo sus fichas en aras de jaquear a los del ejército.

La hipótesis, igualmente, que más valor cobró fue que a Actis lo mató una patota de la ESMA.

Otra cosa interesante de toda esta cuestión fue lo que vino después. Lacoste nunca presentó el balance por los 517 millones de dólares que se gastaron por la organización del Mundial; cuando con Actis se había proyectado una inversión del 10%.

Y otro dato de color: Lacoste fue el mentor de otro histórico que dejaría su huella en el fútbol argentino, esa huella que al día de hoy es un camino sinuoso y casi intransitable. Estoy hablando de Julio Grondona, nombrado presidente de la AFA en 1979 directamente por Lacoste, quien también, antes que Grondona, llegó a ser vicepresidente de la FIFA gracias a su amistad personal con Joao Havelange, y artífice de la sociedad de esos dos personajes.

Si Actis no hubiera muerto, muy probablemente hoy la AFA no sería el cambalache que es.#

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29 OCT 2016 - 21:23

Por Daniel Schulman / Psicólogo forense

Corría el año 1976, y la dictadura ya había asaltado la Constitución Nacional y se preparaba para seguir haciendo mierda el país, mucho más de lo que ya estaba.

Entre todas esas cosas enquilombadas que venían sucediendo, había una luz de esperanza para los milicos por si la cosa se les ponía peliaguda: el Mundial de Fútbol del año `78. Ese Mundial iba a ser lo que desviara la atención de la sociedad y le diera un respiro u oxígeno a la junta militar, como así también podrían utilizarlo políticamente como proyección de propaganda malintencionada hacia el resto del mundo.

No obstante esta cuestión, a contramano de lo que se creía, ya se había elegido como país sede del Mundial a Argentina, mucho antes de que los militares impusieran el peor golpe de estado de nuestra historia, por lo que una vez asumidos, ese tema ya estaba resuelto.

Y fue Massera, una vez más, quien supo ver el caudal político que ese evento le podría granjear a la junta militar y sus camaradas de armas, como así también a su persona y a sus sueños de carrera política y aspiraciones presidenciales.

Entonces, fue prioridad desde el comienzo en que se instaló la junta militar, meterle fichas a la organización del Mundial de Fútbol, y exhibir y proyectar una imagen de país que no se condecía con lo que sucedía en las catacumbas de todos los centros de detención clandestinos.

El organismo que se encargó desde el primer momento de esta organización fue el EAM – 78 (Ente Autárquico Mundial `78), conformado por militares de alto rango que tuvieron como misión proyectar las obras de remodelación de los estadios donde se jugarían los partidos mundialistas, la construcción de los estadios nuevos para esos fines (como sucedió con el estadio de Mar del Plata, el estadio de Córdoba, y el estadio de Mendoza, todos denominados con el calificativo de “mundialistas”), como así también otras obras se infraestructura que se consideraban necesarias para que el evento se pudiera operativizar de la mejor manera posible.

El primer director o jefe de este ente autárquico fue el Gral. Omar Actis, un tipo que venía del Ejército, de bajo perfil y pocas aspiraciones políticas, como así también sindicado por muchos de sus camaradas de armas como honesto y “agarrado”. O sea, que era un tipo que no era de billetera fácil, sino que antes de firmar un cheque se empaparía bien de cómo venía la mano.

Actis también tenía un poroto a favor que inclinó la balanza a la hora de su designación: había sido jugador de la tercera de River durante la década del `40, antes de meterse de lleno en la carrera militar. Así que al menos consideraban sus superiores que “algo” del paño del fútbol conocería.

La cuestión es que nunca faltan los que tienen el serrucho bajo el brazo, y el contraalmirante Lacoste era el segundo del ente autárquico. Fiel socio de Massera, siempre estuvo agazapado desde la creación del ente para desencumbrar a Actis.

Durante las primeras reuniones del organismo, Actis se mostró sobrio y firme respecto del uso de los fondos disponibles y de la necesidad de pelear los precios a los proveedores y eventualmente “regatear” alguna de esas cuestiones.

Y Lacoste, claro, se mostraba más flexible respecto de estas cosas… Prefería obras macroscópicas y exorbitantes, y gastos a la altura de esas obras.

Los roces no tardaron en llegar.

El EAM – 78 tenía previsto un plazo determinado para presentar su plan de desarrollo y obras, y así fue que en agosto de 1976, cuando Omar Actis se dirigía a dar una conferencia de prensa en la que informaría todo el plan de ingeniería e infraestructura, su vehículo fue atacado por varios sujetos y acribillado por múltiples impactos de proyectiles.

Rápido de reflejos, desde el gobierno de facto ensayaron un comunicado en el que le recriminaban la muerte de Actis a los monotoneros, y los montoneros hicieron lo propio, aduciendo que ellos no tenían nada que ver en el asunto.

El reproche por la autoría de la muerte se lo patearon entre los militares y los montoneros durante un par de semanas, hasta que la novedad se decantó y quien asumió la dirección del EAM – 78 fue precisamente el mismísimo Lacoste, ese socio fiel de Massera. El almirante, de a poquito, iba moviendo sus fichas en aras de jaquear a los del ejército.

La hipótesis, igualmente, que más valor cobró fue que a Actis lo mató una patota de la ESMA.

Otra cosa interesante de toda esta cuestión fue lo que vino después. Lacoste nunca presentó el balance por los 517 millones de dólares que se gastaron por la organización del Mundial; cuando con Actis se había proyectado una inversión del 10%.

Y otro dato de color: Lacoste fue el mentor de otro histórico que dejaría su huella en el fútbol argentino, esa huella que al día de hoy es un camino sinuoso y casi intransitable. Estoy hablando de Julio Grondona, nombrado presidente de la AFA en 1979 directamente por Lacoste, quien también, antes que Grondona, llegó a ser vicepresidente de la FIFA gracias a su amistad personal con Joao Havelange, y artífice de la sociedad de esos dos personajes.

Si Actis no hubiera muerto, muy probablemente hoy la AFA no sería el cambalache que es.#


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