La guerra, desde el otro lado

Opinión / Cine.

29 SEP 2018 - 19:22 | Actualizado

Por Dino Berrettini*

Para construir una mirada crítica es preciso mirar con los ojos del otro. Y mirar con los ojos del enemigo sirve para tomar conciencia de que en la guerra ninguno de los bandos gana. Por eso en estos tiempos dicotómicos es esencial nutrirse del otro a fin de reflexionar acerca de lo lejano y cercano que transita esto en nosotros. Lo encontramos en dos simples ejemplos del cine de este milenio: “Mi mejor enemigo” (2005) de Alex Bowen, película chilena que narra el encuentro entre un pelotón chileno y uno argentino durante el conflicto limítrofe de Beagle en 1978, y “This is England” (2006) de Shane Meadows, largometraje inglés que relata la historia de un adolescente que ha perdido su padre en la guerra de Malvinas. Ambas, con sus particularidades, ilustran un mundo que no nos es ajeno porque los dramas humanos son universales y nos tocan a todos de una manera u otra, y sin poder elegir.

El arte genera un espacio donde no solamente las temáticas son un punto de encuentro sino, también, los recursos estilísticos. “Mi mejor enemigo” juega a trazar una línea limítrofe imposible de delimitar, tanto para el bando chileno como para el argentino. Siendo que la única línea que se nos presenta dentro de este vasto paisaje es la línea del horizonte, la que por cierto parece burlarse de la desolación de los soldados en la helada pampa patagónica. La historia nos la presenta en primera persona un soldado chileno, la misma que elige el gran Rodolfo Fogwill, poeta, sociólogo, temible polemista y redactor de los horóscopos de chicles Bazooka, para contarnos como se prende un cigarrillo o mira por la ventana durante sus recreos en Los Pichiciegos, excelsa novela que narra la supervivencia de un grupo de conscriptos que eligen desertar y esconderse en un refugio subterráneo, y de allí vigilan los pormenores del combate, comercian con el enemigo y discuten posibles finales de la dictadura.

En tanto los británicos en “This is England” presentan un universo igual de gris, encerrados entre departamentos y cafeterías que emulan las trincheras pero que en este caso, son ideológicas: resguardan los pensamientos nacionalistas y racistas de los skinheads. El valor testimonial es otro punto de encuentro aquí, ya que hay volcado en el largometraje inglés un alto contenido autobiográfico de parte del director, y lo biográfico está presente en los testimonios de los mismos Pichiciegos de Fogwill (aunque el autor nos lo dé de comer en formato de novela). Son desertores, escondidos en cuevas inubicables. Tal como les sucede a los soldados de “Guarisove” (1995) de Bruno Stagnaro, quienes son bautizados como los olvidados. Soldados olvidados por el Ejército Argentino, olvidados por el Estado, olvidados por una sociedad casi amnésica.

Así como todo río va hacia al mar, todas estas obras concluyen y confluyen en una misma geografía: ninguna guerra es provechosa. El problema radica en que los testigos no participan. Los que la pierden, desde lo práctico y desde lo formal, son quienes participan de ella, y rara vez pueden contar su versión.#

*Dino Berrettini es Lic. en Comunicación Audiovisual por la Universidad Nacional de La Plata. Trabaja como documentalista y sonidista de cine. Nació en Rawson y actualmente reside en Rosario.

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29 SEP 2018 - 19:22

Por Dino Berrettini*

Para construir una mirada crítica es preciso mirar con los ojos del otro. Y mirar con los ojos del enemigo sirve para tomar conciencia de que en la guerra ninguno de los bandos gana. Por eso en estos tiempos dicotómicos es esencial nutrirse del otro a fin de reflexionar acerca de lo lejano y cercano que transita esto en nosotros. Lo encontramos en dos simples ejemplos del cine de este milenio: “Mi mejor enemigo” (2005) de Alex Bowen, película chilena que narra el encuentro entre un pelotón chileno y uno argentino durante el conflicto limítrofe de Beagle en 1978, y “This is England” (2006) de Shane Meadows, largometraje inglés que relata la historia de un adolescente que ha perdido su padre en la guerra de Malvinas. Ambas, con sus particularidades, ilustran un mundo que no nos es ajeno porque los dramas humanos son universales y nos tocan a todos de una manera u otra, y sin poder elegir.

El arte genera un espacio donde no solamente las temáticas son un punto de encuentro sino, también, los recursos estilísticos. “Mi mejor enemigo” juega a trazar una línea limítrofe imposible de delimitar, tanto para el bando chileno como para el argentino. Siendo que la única línea que se nos presenta dentro de este vasto paisaje es la línea del horizonte, la que por cierto parece burlarse de la desolación de los soldados en la helada pampa patagónica. La historia nos la presenta en primera persona un soldado chileno, la misma que elige el gran Rodolfo Fogwill, poeta, sociólogo, temible polemista y redactor de los horóscopos de chicles Bazooka, para contarnos como se prende un cigarrillo o mira por la ventana durante sus recreos en Los Pichiciegos, excelsa novela que narra la supervivencia de un grupo de conscriptos que eligen desertar y esconderse en un refugio subterráneo, y de allí vigilan los pormenores del combate, comercian con el enemigo y discuten posibles finales de la dictadura.

En tanto los británicos en “This is England” presentan un universo igual de gris, encerrados entre departamentos y cafeterías que emulan las trincheras pero que en este caso, son ideológicas: resguardan los pensamientos nacionalistas y racistas de los skinheads. El valor testimonial es otro punto de encuentro aquí, ya que hay volcado en el largometraje inglés un alto contenido autobiográfico de parte del director, y lo biográfico está presente en los testimonios de los mismos Pichiciegos de Fogwill (aunque el autor nos lo dé de comer en formato de novela). Son desertores, escondidos en cuevas inubicables. Tal como les sucede a los soldados de “Guarisove” (1995) de Bruno Stagnaro, quienes son bautizados como los olvidados. Soldados olvidados por el Ejército Argentino, olvidados por el Estado, olvidados por una sociedad casi amnésica.

Así como todo río va hacia al mar, todas estas obras concluyen y confluyen en una misma geografía: ninguna guerra es provechosa. El problema radica en que los testigos no participan. Los que la pierden, desde lo práctico y desde lo formal, son quienes participan de ella, y rara vez pueden contar su versión.#

*Dino Berrettini es Lic. en Comunicación Audiovisual por la Universidad Nacional de La Plata. Trabaja como documentalista y sonidista de cine. Nació en Rawson y actualmente reside en Rosario.


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