Historias Mínimas / Las Susurradoras

27 ABR 2019 - 19:40 | Actualizado

Por Sergio Pravaz / Especial para Jornada

Las Abuelas Lee Cuentos son una brigada altamente entrenadas en un tipo de intervención que podríamos llamar de acción directa. Sus resultados generalmente son satisfactorios y operan sobre el espíritu de quien tiene la fortuna de cruzarse en su camino, o mejor dicho, de aquel que es captado por la atención de estos cuadros culturales cuya destreza especialísima es susurrar relatos breves o poemas al oído del transeúnte, más allá de ideología, credo religioso, sexo, color de piel, o mal humor contraído en la dura realidad de todos los días.

Ellas utilizan un arma diseñada para atacar en forma masiva con palabras que ingresan, susurradas por voces femeninas y sin resistencia alguna, al laberinto interno del oído para hacer su trabajo de zapa y rescatar una emoción, un recuerdo, un paisaje, una memoria, un suspiro, un fragmento de algo que duerme en la maraña de la conciencia y se activa a partir de este estímulo arrojado por estas abuelas cuyo compromiso y obstinación ya le hubiesen venido más que bien a Manuel Belgrano cuando arrancó para el norte con ese desvencijado y maltrecho ejército que le dieron para que haga milagros.

Se trata de un proyecto que lleva años laborando en este sentido pero en los últimos tiempos ha potenciado su accionar al asociarse con les Bugapianes, es decir, el equipo de trabajo de la Biblioteca Universitaria Gabriel A. Puentes, que son gente de la misma especie, con alto rodaje. Todes tienen tatuado en el borde interno de sus muslos esa frase célebre de Roberto Arlt que sentencia lo de la prepotencia del trabajo, el futuro y lo nuestro. Si no la conoce búsquela porque vale la pena tenerla presente y hacer un cuadrito con ella.

Bueno, es así que hoy estas señoras tienen una agenda tan ocupada como la de una cantante o una actriz; se la pasan recorriendo de manera incansable, escuelas, ferias de libros, centros comunitarios y demás lugares que anden necesitados de alimentar el espíritu, que es tan importante como llenar la panza, como sentenciara eficazmente Federico García Lorca en su discurso titulado Medio pan y un libro, de 1931, cuando lo invitaron a inaugurar una biblioteca en su pueblo natal, Fuente Vaqueros.

Siguiendo el hilo, las abuelas son 12 y si a eso le sumamos les Bugapianes que son 7, ahí nomás tenemos 19 porciones de trotyl con poder suficiente como para hacer estallar cualquier escenario, por grande que fuere.

Ellas no dejan detalle librado al azar, saben cómo hacer las cosas y sus asuntos revisten una gravedad similar a la de Tom Hanks cuando planificaba su salida de la isla en la película Naufrago.

Y eso es exactamente lo que sucedió hace unos días con un programa de trabajo ideado por una de las febriles mentes de esta cofradía que refiero, que tuvo por objeto celebrar el día del libro de una manera singular, muy apasionada y sumamente divertida.

A todo esto, debo agregar que fuimos convidados a participar les integrantes del taller de poesía Carpintería de palabras, que también auspicia la biblioteca Gabriel A. Puentes. Presurosos y entusiastas aceptamos el convite y nos dispusimos a colaborar en toda la logística necesaria.

Apenas pasado el mediodía de ese martes celebratorio, es decir el 23 de abril, comenzamos con los aprestos para llevar adelante la encomienda de ingresar de manera imprevista a diversas aulas de la Universidad Nacional de la Patagonia en la sede de Trelew para susurrar poemas y narraciones breves a través del arma secreta de las abuelas -cosa que también hicimos por los pasillos- y ante los variados y perplejos auditorios convidar la palabra de Oscar Wilde, Paco Urondo, Elizabeth Bishop, Ana María Shua, Augusto Monterroso, Glauce Baldovín, Julio Cortázar, Alejandra Pizarnik y Hamlet Lima Quintana, entre otros.

También estuvo con nosotres la joven y celebrada poeta gaimense, Geraldine Mac Burney, que de paso por el Valle para presentar su última obra ya que reside en el país de Gales, no demoró más de un segundo y medio en prenderse a esta magnífica iniciativa para sumarse como una más al contingente de susurradores que por un modesto momento tomaron por asalto a punta de poema los claustros y pasillos de la uni (como gustan nombrarla les jóvenes que la transitan).

La experiencia fue notable por la diversidad de aprendizajes y emociones que se soltaron, andaban por todos lados, por las escaleras, por las puertas, entre las ropas de la gente, en las mochilas, los bolsos, por todos lados saltaban, se cruzaban, se subían a un grupo, a un bigote, a una pelada y desde los hombros volvían a saltar para comenzar de nuevo.

Hay una frase maravillosa de León Felipe (gran poeta español) que sintetiza lo ocurrido en todos los claustros, aún en los más lejanos y es la siguiente: “Lo importante no es llegar ni solos ni pronto sino con todos y a tiempo”.

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27 ABR 2019 - 19:40

Por Sergio Pravaz / Especial para Jornada

Las Abuelas Lee Cuentos son una brigada altamente entrenadas en un tipo de intervención que podríamos llamar de acción directa. Sus resultados generalmente son satisfactorios y operan sobre el espíritu de quien tiene la fortuna de cruzarse en su camino, o mejor dicho, de aquel que es captado por la atención de estos cuadros culturales cuya destreza especialísima es susurrar relatos breves o poemas al oído del transeúnte, más allá de ideología, credo religioso, sexo, color de piel, o mal humor contraído en la dura realidad de todos los días.

Ellas utilizan un arma diseñada para atacar en forma masiva con palabras que ingresan, susurradas por voces femeninas y sin resistencia alguna, al laberinto interno del oído para hacer su trabajo de zapa y rescatar una emoción, un recuerdo, un paisaje, una memoria, un suspiro, un fragmento de algo que duerme en la maraña de la conciencia y se activa a partir de este estímulo arrojado por estas abuelas cuyo compromiso y obstinación ya le hubiesen venido más que bien a Manuel Belgrano cuando arrancó para el norte con ese desvencijado y maltrecho ejército que le dieron para que haga milagros.

Se trata de un proyecto que lleva años laborando en este sentido pero en los últimos tiempos ha potenciado su accionar al asociarse con les Bugapianes, es decir, el equipo de trabajo de la Biblioteca Universitaria Gabriel A. Puentes, que son gente de la misma especie, con alto rodaje. Todes tienen tatuado en el borde interno de sus muslos esa frase célebre de Roberto Arlt que sentencia lo de la prepotencia del trabajo, el futuro y lo nuestro. Si no la conoce búsquela porque vale la pena tenerla presente y hacer un cuadrito con ella.

Bueno, es así que hoy estas señoras tienen una agenda tan ocupada como la de una cantante o una actriz; se la pasan recorriendo de manera incansable, escuelas, ferias de libros, centros comunitarios y demás lugares que anden necesitados de alimentar el espíritu, que es tan importante como llenar la panza, como sentenciara eficazmente Federico García Lorca en su discurso titulado Medio pan y un libro, de 1931, cuando lo invitaron a inaugurar una biblioteca en su pueblo natal, Fuente Vaqueros.

Siguiendo el hilo, las abuelas son 12 y si a eso le sumamos les Bugapianes que son 7, ahí nomás tenemos 19 porciones de trotyl con poder suficiente como para hacer estallar cualquier escenario, por grande que fuere.

Ellas no dejan detalle librado al azar, saben cómo hacer las cosas y sus asuntos revisten una gravedad similar a la de Tom Hanks cuando planificaba su salida de la isla en la película Naufrago.

Y eso es exactamente lo que sucedió hace unos días con un programa de trabajo ideado por una de las febriles mentes de esta cofradía que refiero, que tuvo por objeto celebrar el día del libro de una manera singular, muy apasionada y sumamente divertida.

A todo esto, debo agregar que fuimos convidados a participar les integrantes del taller de poesía Carpintería de palabras, que también auspicia la biblioteca Gabriel A. Puentes. Presurosos y entusiastas aceptamos el convite y nos dispusimos a colaborar en toda la logística necesaria.

Apenas pasado el mediodía de ese martes celebratorio, es decir el 23 de abril, comenzamos con los aprestos para llevar adelante la encomienda de ingresar de manera imprevista a diversas aulas de la Universidad Nacional de la Patagonia en la sede de Trelew para susurrar poemas y narraciones breves a través del arma secreta de las abuelas -cosa que también hicimos por los pasillos- y ante los variados y perplejos auditorios convidar la palabra de Oscar Wilde, Paco Urondo, Elizabeth Bishop, Ana María Shua, Augusto Monterroso, Glauce Baldovín, Julio Cortázar, Alejandra Pizarnik y Hamlet Lima Quintana, entre otros.

También estuvo con nosotres la joven y celebrada poeta gaimense, Geraldine Mac Burney, que de paso por el Valle para presentar su última obra ya que reside en el país de Gales, no demoró más de un segundo y medio en prenderse a esta magnífica iniciativa para sumarse como una más al contingente de susurradores que por un modesto momento tomaron por asalto a punta de poema los claustros y pasillos de la uni (como gustan nombrarla les jóvenes que la transitan).

La experiencia fue notable por la diversidad de aprendizajes y emociones que se soltaron, andaban por todos lados, por las escaleras, por las puertas, entre las ropas de la gente, en las mochilas, los bolsos, por todos lados saltaban, se cruzaban, se subían a un grupo, a un bigote, a una pelada y desde los hombros volvían a saltar para comenzar de nuevo.

Hay una frase maravillosa de León Felipe (gran poeta español) que sintetiza lo ocurrido en todos los claustros, aún en los más lejanos y es la siguiente: “Lo importante no es llegar ni solos ni pronto sino con todos y a tiempo”.


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