Editorial / El Gobierno se vuelve a pelear con diputados mientras los problemas siguen sin resolverse

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06 JUL 2019 - 21:52 | Actualizado

Hacía tiempo que el gobernador Mariano Arcioni no agarraba el micrófono y bajaba línea contra sus adversarios favoritos: los diputados provinciales de la oposición. Fue el viernes, en la sorpresiva asunción de Andrés Meiszner como secretario de Trabajo.

Causó sorpresa porque nunca se informó que Sara Genaisir –que hacía pocas semanas había asumido- dejaba el puesto y, sobre todo, porque en las redacciones hubo que “googlear” bastante para saber que el nuevo funcionario provincial tiene una dilatada carrera en la función pública durante el kirchnerismo, siempre bajo el mando de su “padrino” político Aníbal Fernández. Claramente, el nuevo integrante del equipo oficial no se cuece al primer hervor, pero por ahora es un perfecto desconocido en Chubut.

En ese marco, Arcioni destrozó a los legisladores opositores porque, según dijo, “no nos autorizaron las compensaciones de partidas presupuestarias. La Legislatura quiere obstaculizar desde el primer día pero nosotros seguimos trabajando. Esa falta de aprobación y acompañamiento perjudica a todos los trabajadores del Estado porque no se pueden cargar sueldos”, dijo el mandatario.

Tal vez porque está en muchas cosas o porque le pasaron mal la información, Arcioni desconocía que los diputados sí le habían aprobado esas compensaciones. Como fuere, este nuevo enfrentamiento, que obviamente mereció duras respuestas de legisladores a través de los medios y de las redes sociales, volvió a poner en la agenda una pelea de compadritos que flaco favor le hace a la sociedad en su conjunto.

Es verdad que Arcioni ganó las elecciones –se encargó de recordárselo a los diputados en su discurso-, pero lo que está transcurriendo hoy es el último semestre del mandato de cuatro años que ganó junto Mario Das Neves, que él tiene que terminar. Todavía no tiene una Legislatura con mayoría, como la tendrá a partir del 10 de diciembre, y entonces tiene que seguir negociando con esta. Dinamitar los pocos puentes que quedan en medio de tantas dificultades económicas, financieras y políticas, y encima tratarlos de vagos a todos –aunque en algunos casos es la definición que mejor les cabe-, no parece ser una buena estrategia de Arcioni.

Súperministro

La llegada de Federico Massoni al Ministerio de Coordinación de Gabinete era cantada. Si había un funcionario que con aciertos y errores va siempre para adelante, ese es Massoni. Sólo un audaz como él fue capaz de no dudar para asumir en un cargo complejo, en el que deberá lidiar con un equipo de funcionarios en el que muy pocos encaran los problemas al medio y los resuelven.

La falta de muñeca y cintura política de la mayoría de los integrantes del Gabinete de Arcioni es bastante clara y sólo hay que remitirse a los hechos. Salvo Luis Tarrío, el ahora mandamás de Economía, que nunca le saca la cola a la jeringa, el resto deja mucho que desear. Aunque le dejaron muy pocas funciones porque se las llevó Massoni a Coordinación, es poco entendible que hayan designado a la ingeniera Mariana Vega al frente de una cartera siempre importante como la de Gobierno. Su paso por el Ministerio de Ambiente fue de todo menos destacado, y no son pocos los que recuerdan que Vega puso la cara y la firma para sostener al basural ilegal de la pesca de la firma Arcante, que finalmente la Justicia y el propio Ministerio de Ambiente tuvieron que mandar a clausurar porque era una vergüenza.

Horizonte complicado

Sin poder todavía dar una fecha concreta de pago de los salarios de los empleados públicos, con duros enfrentamientos con los sindicatos y Seros al borde del colapso por la fuerte presión de las corporaciones de la salud, el frente que le espera al Gobierno de acá a finales de año es muy complejo.

Que la situación es delicada ya lo sabían todos. Pero lo que no se puede es complejizar más el panorama con rencillas políticas que parecían perimidas y haciendo a cuentagotas los cambios que hay que hacer ahora.

Si Arcioni no relanza su Gobierno antes de diciembre corre el riesgo de seguir empantanado en los viejos problemas. Por supuesto que haber ganado las elecciones le da muchos derechos. Pero también las urnas le dieron muchas obligaciones que son irrenunciables. De lo contrario, asumirá su segundo mandato desgastado y con muchos más condicionamientos de lo que tiene hoy.

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06 JUL 2019 - 21:52

Hacía tiempo que el gobernador Mariano Arcioni no agarraba el micrófono y bajaba línea contra sus adversarios favoritos: los diputados provinciales de la oposición. Fue el viernes, en la sorpresiva asunción de Andrés Meiszner como secretario de Trabajo.

Causó sorpresa porque nunca se informó que Sara Genaisir –que hacía pocas semanas había asumido- dejaba el puesto y, sobre todo, porque en las redacciones hubo que “googlear” bastante para saber que el nuevo funcionario provincial tiene una dilatada carrera en la función pública durante el kirchnerismo, siempre bajo el mando de su “padrino” político Aníbal Fernández. Claramente, el nuevo integrante del equipo oficial no se cuece al primer hervor, pero por ahora es un perfecto desconocido en Chubut.

En ese marco, Arcioni destrozó a los legisladores opositores porque, según dijo, “no nos autorizaron las compensaciones de partidas presupuestarias. La Legislatura quiere obstaculizar desde el primer día pero nosotros seguimos trabajando. Esa falta de aprobación y acompañamiento perjudica a todos los trabajadores del Estado porque no se pueden cargar sueldos”, dijo el mandatario.

Tal vez porque está en muchas cosas o porque le pasaron mal la información, Arcioni desconocía que los diputados sí le habían aprobado esas compensaciones. Como fuere, este nuevo enfrentamiento, que obviamente mereció duras respuestas de legisladores a través de los medios y de las redes sociales, volvió a poner en la agenda una pelea de compadritos que flaco favor le hace a la sociedad en su conjunto.

Es verdad que Arcioni ganó las elecciones –se encargó de recordárselo a los diputados en su discurso-, pero lo que está transcurriendo hoy es el último semestre del mandato de cuatro años que ganó junto Mario Das Neves, que él tiene que terminar. Todavía no tiene una Legislatura con mayoría, como la tendrá a partir del 10 de diciembre, y entonces tiene que seguir negociando con esta. Dinamitar los pocos puentes que quedan en medio de tantas dificultades económicas, financieras y políticas, y encima tratarlos de vagos a todos –aunque en algunos casos es la definición que mejor les cabe-, no parece ser una buena estrategia de Arcioni.

Súperministro

La llegada de Federico Massoni al Ministerio de Coordinación de Gabinete era cantada. Si había un funcionario que con aciertos y errores va siempre para adelante, ese es Massoni. Sólo un audaz como él fue capaz de no dudar para asumir en un cargo complejo, en el que deberá lidiar con un equipo de funcionarios en el que muy pocos encaran los problemas al medio y los resuelven.

La falta de muñeca y cintura política de la mayoría de los integrantes del Gabinete de Arcioni es bastante clara y sólo hay que remitirse a los hechos. Salvo Luis Tarrío, el ahora mandamás de Economía, que nunca le saca la cola a la jeringa, el resto deja mucho que desear. Aunque le dejaron muy pocas funciones porque se las llevó Massoni a Coordinación, es poco entendible que hayan designado a la ingeniera Mariana Vega al frente de una cartera siempre importante como la de Gobierno. Su paso por el Ministerio de Ambiente fue de todo menos destacado, y no son pocos los que recuerdan que Vega puso la cara y la firma para sostener al basural ilegal de la pesca de la firma Arcante, que finalmente la Justicia y el propio Ministerio de Ambiente tuvieron que mandar a clausurar porque era una vergüenza.

Horizonte complicado

Sin poder todavía dar una fecha concreta de pago de los salarios de los empleados públicos, con duros enfrentamientos con los sindicatos y Seros al borde del colapso por la fuerte presión de las corporaciones de la salud, el frente que le espera al Gobierno de acá a finales de año es muy complejo.

Que la situación es delicada ya lo sabían todos. Pero lo que no se puede es complejizar más el panorama con rencillas políticas que parecían perimidas y haciendo a cuentagotas los cambios que hay que hacer ahora.

Si Arcioni no relanza su Gobierno antes de diciembre corre el riesgo de seguir empantanado en los viejos problemas. Por supuesto que haber ganado las elecciones le da muchos derechos. Pero también las urnas le dieron muchas obligaciones que son irrenunciables. De lo contrario, asumirá su segundo mandato desgastado y con muchos más condicionamientos de lo que tiene hoy.


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