Mike Cooke: de los bosques de Robin Hood a embajador cultural de El Bolsón

Una joya del rock perdida en el sur .

Showman. Dos postales de Mike Cook, tocando su música a todo motor y disfrutando del verde de la cordillera patagónica.
14 JUL 2019 - 20:55 | Actualizado

Con más de 40 años de residencia en la Comarca Andina, Mike Cooke (67) es considerado el patriarca del rock and roll patagónico y alguna vez fue tapa de la revista Rolling Stone. Sus fans esperan cada verano las fiestas comarcales y hacen cientos de kilómetros para verlo tocar su guitarra y escuchar en su voz aguardentosa aquellos viejos clásicos en inglés que quedaron para siempre.

Durante los meses de invierno, hay que conformarse con verlo al frente de su banda en los pubs de la zona (“El Sol” es el “templo” donde el escenario lleva su nombre). Su nueva formación se llama The Mike Cooke Band y el próximo 20 de julio presentará su primer disco en la Casa del Bicentenario. “También estamos pensando en ampliar el círculo de presentaciones a otras ciudades de la región”, promete.

La semana pasada fue declarado por unanimidad del Concejo Deliberante como embajador cultural de El Bolsón. “Es una satisfacción enorme que las autoridades en su conjunto hayan tomado esta determinación, porque lo tiene ampliamente merecido”, valoró el concejal José Caliva durante la sesión.

Acerca de sus orígenes, Mike Cooke recordó que “mis abuelos vivían en el condado de Nottingham, la tierra de Robin Hood, y obviamente conocí el bosque de Sherwood. De hecho, visité el famoso roble donde dicen que guardaba sus botines. Hoy es un lugar turístico”.

En la adolescencia su madre formó pareja con un cineasta y se mudaron a un barrio de Londres, donde “éramos chicos vecinos con Mike Jagger, Roger Daltrey, Eric Clapton o Keith Richards, aunque no fuimos íntimos amigos, éramos todos músicos y nos cruzábamos a diario”.

En septiembre de 1973 llegó a El Bolsón, “en la misma época que Miguel Cantilo. Proveniente del centro de Londres, vine con mi familia a vivir a un rancho con piso de tierra y a empezar a forjar un porvenir con lo que podíamos, aunque la música siempre la llevaba adentro. Hice de todo, albañil, cabañero, ceramista, carpintero; no se podía vivir de la música y tenía varios hijos que mantener”, resalta.

Con el tiempo, volvió a Buenos Aires a probar suerte con la música, donde fue músico oficial de la Embajada de la India, tocando un sitar. “Estábamos en pleno proceso, era muy difícil, pero había un lugar (Café Einstein) donde nos juntábamos con Omar Chabán, Katja Alemann…, éramos los chicos del barrio, hacíamos cada despelote. Roberto Pettinato tocaba el saxo en Sumo, al principio lo tenían como medio tonto, pero en realidad aportó mucho a la banda de Luca Prodan, con quien teníamos una atracción especial, porque los dos habíamos recorrido el mundo y musicalmente conectamos al toque. No grabé con él porque una mujer me lo prohibió”, se ríe.

Lugar en el mundo

Con todo, insiste con que “mi lugar en el mundo siempre fue El Bolsón, jamás me arrepentí de haber venido. Había apenas 2.500 habitantes en toda la comarca. Las distancias parecían más grandes, sólo nos cruzábamos con los paisanos a caballo o en un carro con bueyes, quizás alguna camioneta. Ya en aquel momento vi que estos valles tenían un potencial impresionante. Sorprendentemente por aquellos años venían muchos extranjeros”.

Subraya enseguida que “aquello de droga, sexo y rock and roll sólo fue un gran mito, no veníamos con ese ideal hippie de los Estados Unidos, en realidad queríamos escapar de esa vorágine de las grandes ciudades. Acá nos encontramos con una vida mucho más natural, más comunitaria, más solidaria”, compara.

Entre las bandas que integró pasaron Cuero Caliente, Bolsón Blue Band y La Roca (aún vigente, con 23 años de trayectoria).

En la actualidad, su hijo Francisco Cooke (director de LRA57 Radio Nacional El Bolsón), lo acompaña como guitarrista en la nueva formación; mientras que su hija Valentina Cooke es una reconocida cantante argentina que está forjando su propio camino. “La mejor herencia que les puedo dejar es la música”, asevera Mike Cooke, la joya perdida del rock en el sur argentino.

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Durante los meses de invierno, hay que conformarse con verlo al frente de su banda en los pubs de la zona (“El Sol” es el “templo” donde el escenario lleva su nombre). Su nueva formación se llama The Mike Cooke Band y el próximo 20 de julio presentará su primer disco en la Casa del Bicentenario. “También estamos pensando en ampliar el círculo de presentaciones a otras ciudades de la región”, promete.

La semana pasada fue declarado por unanimidad del Concejo Deliberante como embajador cultural de El Bolsón. “Es una satisfacción enorme que las autoridades en su conjunto hayan tomado esta determinación, porque lo tiene ampliamente merecido”, valoró el concejal José Caliva durante la sesión.

Acerca de sus orígenes, Mike Cooke recordó que “mis abuelos vivían en el condado de Nottingham, la tierra de Robin Hood, y obviamente conocí el bosque de Sherwood. De hecho, visité el famoso roble donde dicen que guardaba sus botines. Hoy es un lugar turístico”.

En la adolescencia su madre formó pareja con un cineasta y se mudaron a un barrio de Londres, donde “éramos chicos vecinos con Mike Jagger, Roger Daltrey, Eric Clapton o Keith Richards, aunque no fuimos íntimos amigos, éramos todos músicos y nos cruzábamos a diario”.

En septiembre de 1973 llegó a El Bolsón, “en la misma época que Miguel Cantilo. Proveniente del centro de Londres, vine con mi familia a vivir a un rancho con piso de tierra y a empezar a forjar un porvenir con lo que podíamos, aunque la música siempre la llevaba adentro. Hice de todo, albañil, cabañero, ceramista, carpintero; no se podía vivir de la música y tenía varios hijos que mantener”, resalta.

Con el tiempo, volvió a Buenos Aires a probar suerte con la música, donde fue músico oficial de la Embajada de la India, tocando un sitar. “Estábamos en pleno proceso, era muy difícil, pero había un lugar (Café Einstein) donde nos juntábamos con Omar Chabán, Katja Alemann…, éramos los chicos del barrio, hacíamos cada despelote. Roberto Pettinato tocaba el saxo en Sumo, al principio lo tenían como medio tonto, pero en realidad aportó mucho a la banda de Luca Prodan, con quien teníamos una atracción especial, porque los dos habíamos recorrido el mundo y musicalmente conectamos al toque. No grabé con él porque una mujer me lo prohibió”, se ríe.

Lugar en el mundo

Con todo, insiste con que “mi lugar en el mundo siempre fue El Bolsón, jamás me arrepentí de haber venido. Había apenas 2.500 habitantes en toda la comarca. Las distancias parecían más grandes, sólo nos cruzábamos con los paisanos a caballo o en un carro con bueyes, quizás alguna camioneta. Ya en aquel momento vi que estos valles tenían un potencial impresionante. Sorprendentemente por aquellos años venían muchos extranjeros”.

Subraya enseguida que “aquello de droga, sexo y rock and roll sólo fue un gran mito, no veníamos con ese ideal hippie de los Estados Unidos, en realidad queríamos escapar de esa vorágine de las grandes ciudades. Acá nos encontramos con una vida mucho más natural, más comunitaria, más solidaria”, compara.

Entre las bandas que integró pasaron Cuero Caliente, Bolsón Blue Band y La Roca (aún vigente, con 23 años de trayectoria).

En la actualidad, su hijo Francisco Cooke (director de LRA57 Radio Nacional El Bolsón), lo acompaña como guitarrista en la nueva formación; mientras que su hija Valentina Cooke es una reconocida cantante argentina que está forjando su propio camino. “La mejor herencia que les puedo dejar es la música”, asevera Mike Cooke, la joya perdida del rock en el sur argentino.


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