Peto Ruiz, la persona detrás del éxito

Todos conocemos a nuestros deportistas exitosos, pero poco se sabe de la persona que los entrena. Ese es Peto Ruiz, el preparador físico responsable de los más importantes deportistas de la provincia. Ha entrenado a personajes de la talla de Narváez, Walter Matthysse y Vanshi. Hoy cuenta su historia.

En su lugar de trabajo, el Natatorio Municipal de Trelew y el gimnasio Ceyddet. A los 50 años, Peto no resiste la tentación de mantenerse activo.
20 JUL 2019 - 19:55 | Actualizado

Por Martín Tacón.

Peto Ruiz nos recibió en el gimnasio Ceyddet, donde trabaja a diario.

-Muchos deportistas que has entrenado han llegado al éxito. ¿Te sentís parte de ese éxito?

-No me adjudico méritos en los logros de los deportistas. Siempre estuve alejado de esa visión del entrenador que aglutina méritos. Me gusta armar equipos de trabajo donde el deportista se sienta acompañado en todo el proceso. Me gusta la formación de deportistas y me gusta trabajar en las etapas de iniciación. Es un campo que hemos sistematizado en algunos espacios, como por ejemplo en el Natatorio.

-¿Podés hacer una distinción entre los deportistas de elite y el resto?

-El nivel de relevancia que pueda darle la prensa a un deportista es distinta de la percepción que uno tiene. Hay muchos deportistas que no han tenido relevancia periodística pero los procesos han sido muy ricos y han evolucionado mucho en su desarrollo. Uno como docente no discrimina del que es campeón del mundo al que le tocó ser finalista. Cuando uno trabaja con deportistas de tantos niveles, no puede hacer una diferenciación por el logro deportivo, porque el logro está atado a los objetivos de cada uno y al perfil. En mi caso es imposible establecer un orden jerárquico.

-¿Con qué tipo de deportistas disfrutas trabajar?

-Yo disfruto con el deportista que es coherente con el objetivo que se plantea y el proceso que se lleva a cabo. Esa coherencia implica que cada etapa se cumpla como está programado y como él mismo se lo propuso. Como contrapartida, me genera muchísima desilusión cuando ocurre lo contrario, es decir, cuando el deportista se plantea un objetivo que se cree capaz de cumplir y potencialmente es capaz de hacerlo, y por ansiedad, el entorno u otras cuestiones se corre de foco y comienza a dispersarse su compromiso. Disfruto cuando el proceso se respeta. Disfruto muchísimo el día a día. Más que un logro deportivo, por ejemplo. Porque en el día a día uno va entendiendo cómo funcionan los métodos y la manera de desarrollar alguna capacidad. Si el día a día se cumple de la manera programada, ahí encuentro placer. Es difícil entrenar a alguien que se entrene dos veces por semana. En algunos deportes creen que eso los habilita a participar competitivamente en alto nivel. Entrenar dos veces por semana es deporte recreacional.

-¿Cuánto tiempo llevas entrenando a deportistas?

-Llevo 27 años como docente, preparador físico y entrenador. Disfruto el día a día, el crecimiento de los deportistas, los profes con los que compartimos y los entrenadores que se transforman en especialistas. Disfruto el proceso.

-Los deportistas siempre quieren volver a entrenar con vos. ¿Cuál es el secreto?

-Con los deportistas con los que trabajo generamos vínculos. Sobre todo con deportistas individuales, hace muchos años que compartimos el camino. El conocimiento mutuo genera confianza. Si se plantean objetivos y los objetivos se van cumpliendo, la relación se afianza. Y cuando ocurre algún tipo de obstáculo o algo que frene el proceso, encontramos la solución en conjunto y sabemos el punto que hay que ajustar.

En este punto de la entrevista, mientras conversábamos, Vanshi Thomas ingresó en el gimnasio. La atleta volvió a las pistas tras un largo período de inactividad. Ahora, de la mano de Peto Ruiz, Vanshi retornó a las competiciones.

-¿Cómo es el proceso de regreso a la actividad?

-La motivación siempre parte del deportista. Es importante en las etapas formativas que uno pueda contagiar al chico de que disfrute del movimiento. El placer del movimiento tiene que estar por delante del placer por ganar la medalla. Cuando uno genera el placer por tener un organismo saludable, y la posibilidad que nos da integrar todas las áreas en la preparación, porque no es solo lo biológico, lo metabólico, lo muscular, sino también la gestión de las emociones y todo el trabajo alrededor de la formación de un deportista, cuando uno planta esa semilla del placer por el movimiento en la etapa formativa, eso perdura. Uno de los objetivos que nos planteamos es que el deportista siga haciendo deporte y que se transforme en cultura. Eso es lo que sucede con Vanshi. Ella nunca deja de moverse porque disfruta moverse. Cuando decide retomar su carrera deportiva, lo que hicimos fue plantear objetivos. En eso estamos.

-¿Cuándo empezaste a hacer deporte?

-De chiquito. Yo soy un futbolista frustrado. Jugué en las juveniles de Independiente. Jugué en la Primera división de Caleta Olivia. De chico jugaba de defensor y de grande quise probar más arriba. Estaba cansado de que me echen la culpa (ríe). Hice vóley en la secundaria. Con los profesores que tuve en la ENET se hacía mucho deporte en esa época, en la década del 80. Siempre estuve de alguna manera vinculado con la educación física. Me gusta hacer cosas que no hago con mis deportistas: iba a boxeo, a tai chi chuan, hice yoga. Pero mi cable a tierra es la música.

-La música es otra de tus pasiones.

-Sí, es intentar que el espíritu esté integrado. La música para mí es más que un hobby: es una manera de ver la vida. Estoy todo el día con música, en el trabajo o cuando no estoy trabajando. Si estoy en mi casa, estoy con la guitarra. A mis hijos y a mi mujer también les gusta la música. Mi viejo toca el acordeón. Mi suegro es pianista. Mi familia tiene la música como una manera de vincularse. Mis mejores amigos son de la música. Tengo dos bandas, una banda de blues que tengo con mis amigos de la infancia, y una banda de rock, que estamos haciendo un disco con otros amigos.

-¿Están grabando?

-Me gusta concretar las cosas. Me gusta desarrollar la creatividad y plasmarla. No soy de andar volando con cosas utópicas. En la música nos gusta plasmar eso, para compartir. Hemos tocado en varios lados.

-¿En qué momento te dedicaste a entrenar?

-La ENET estaba llena de deportistas, todos nos movilizábamos a través del deporte. Estaba entre estudiar Medicina, que era una cosa que me gustaba, o Educación Física. Me quedé un año trabajando de electricista en una fábrica para juntar recursos, y al año siguiente me fui a Comodoro a estudiar Educación Física. Era el año 88. El primer año viví con mi tía y el segundo año nos daban una beca en el instituto con alojamiento en el albergue municipal de KM 3. Ahí compartimos con un grupo de amigos que nos fuimos acompañando. Si tengo que decir algo sobre mi carrera académica es que lo disfruté muchísimo y lo volvería a hacer.

-Por esos tiempos empezaste a preparar deportistas.

-Apenas me recibí empecé a trabajar, a fines del 93. Junto con Víctor Peluffo empezamos a trabajar en lo que sería el primer equipo de natación. En esa época arrancamos con la formación de deportistas a través de la natación. El proceso para trabajar la técnica de un nadador lo fui aprendiendo mientras estudiaba en Comodoro. La natación me atrapó desde el principio. Fue la materia que más me costó y eso hizo, de alguna manera, que me sintiera muy atraído. Con el correr de los años se ha ido potenciando este espacio y hoy tenemos un grupo de nadadores consolidado con un equipo multidisciplinario alrededor. Eso es lo que ofrecemos en la pileta y en el Ceyddet. Este es un espacio que hay que valorar porque no es normal: un chico que quiera hacer natación tiene entrenadores, preparadores físicos, un lugar para hacer el acondicionamiento, nutricionista, psicólogo deportivo, kinesiólogo, medico deportólogo. Lo que tenemos es casi ideal.

-¿Difiere el trabajo de acuerdo a la disciplina del deportista?

-Yo como entrenador me desarrollé en dos disciplinas: atletismo y natación. La natación, como la gimnasia y como el atletismo, la posibilidad de proyectarse a un nivel nacional o internacional está enmarcado porque hay que responder a determinados índices o marcas. Hay chicos que nunca iban a acceder a un Nacional en la natación, entonces nos pusimos a trabajar en alternativas y nos propusimos la idea de armar escuelas de triatlón en la ciudad. La idea era que ese chico no abandone la natación porque su techo como nadador era muy próximo. Dándole la chance del triatlón, lo manteníamos haciendo deporte. Pero como preparador físico fuimos trabajando en deportes de conjunto, como rugby y fútbol. En los últimos diez años armé equipos de trabajo en esos espacios. En boxeo estoy hace muchísimos años como preparador físico. Eso es lo lindo de esta profesión, nos da un espectro muy grande y vertientes donde desarrollarse.

-Nombrame algunos deportistas que hayas entrenado.

-En boxeo, he trabajado con Omar Narváez desde el año 2009 a la fecha. Trabajé con Falucho Medina, Nelson Galdámez, Walter Matthysse. Con Soledad Matthysse en un proceso que tuve en sus peleas con Ogleidis Suárez y Jelena Mrdjenovich. Con Daniel Narváez, que tuvo dos chances mundialistas. Con Cristian Gramajo, Liz Crespo, el “Zurdo” Vázquez. Carlitos es un ejemplo de deportista que cualquier preparador físico quiere tener, es el tipo solidario y que no falta nunca, un tipo que respeta el proceso. No me quiero olvidar de Pachu Castillo, Jessica Leiva, William Scull y Lenier Peró. Este último tiempo, trabajar con Franquis Aldama e Iván Díaz, que están en Dream Box, tenemos un vínculo con Lenier, Pachu y Jessica y el nivel con que trabajan es altísimo. Ni hablar de lo que es Omar como boxeador y el nivel de formación que tiene. Él disfruta el día a día, le gusta seguir aprendiendo y genera muchos desafíos. También a su hijo, Ian.

En atletismo, Florencia Thomas, que ha sido campeona nacional de marcha y fue a un Sudamericano. Vanshi, tiene una carrera muy difícil de repetir. Facundo Parra, Sebastián Arrative, Junior Mansilla, Julio Llanquiman, Fiorella Malaspina, Jorge Costa en triatlón y Pablo Rodríguez.

Tenemos a Omar, que fue dos veces olímpico y campeón Panamericano, y a Leo Price, otro olímpico. Hay que ser respetuosos con ellos porque es lo máximo a lo que puede aspirar un deportista.

El equipo de natación de la década del 90 para acá ha tenido mucha relevancia y hemos podido proyectarnos a nivel nacional, como Franco Gutiérrez. Nos tocó tener una campeona Sudamericana, como Verónica Marco en 200 pecho.

-¿Qué te genera ver que los deportistas con los que trabajas cumplen sus sueños? ¿Compartís su felicidad?

-Uno siente felicidad porque los ve felices. Veo que disfrutan y eso es una misión cumplida. El placer no está en el logro en sí. Yo disfruto cuando evaluamos y el deportista mejora. Cuando ellos superan los protocolos de evaluación y mejoran, ahí está el placer. Eso significa que el camino elegido es el correcto.

-Te ha tocado acompañar a deportistas al exterior. ¿Qué has aprendido en tus viajes junto a ellos?

-Se aprende mucho. Con Vanshi, por ejemplo, fuimos a tres campeonatos mundiales, varios sudamericanos. Escuchar a entrenadores de otros países es un ámbito de crecimiento. Ver las estructuras de otros países, como Japón, Canadá, Estados Unidos, Polonia, República Checa, México o Brasil, que lo tenemos tan cerca. Ver cómo manejan las decisiones de infraestructura con mucha simpleza y sin lujos, vemos que el deportista tiene todos los medios para el desarrollo. Esas cosas impactan. Ahora Facundo Parra se va a un centro de alto rendimiento en España y tiene pileta olímpica y lo que tiene que tener un atleta para desarrollarse. En cuanto a estrategias y toma de decisiones, tengo muchos entrenadores más grandes que yo que son materia de consulta y son amigos que me dio el deporte. Eso es lo que más me llevo.

-Debes tener miles de anécdotas...

-Ni te cuento. Cuando Vanshi ganó los Odesur en Medellín, la vimos por computadora. Esa es una anécdota muy linda por el condimento emocional de estar lejos y ver cómo resuelve la carrera en el remate final. Cuando Verónica Marco se tuerce el tobillo el día previo a un Nacional en Paraná, la llevamos a un centro traumatológico, lo tenía inflamado como Diego en Italia 90. La anécdota es que al otro día no solo ganó sino que bajó su marca, y cuando volvió nunca dejó de entrenar. Facundo Parra en la escuela se fisuró un dedo, le pusieron un guantecito y nunca dejó de entrenar. Esas son cosas que a los chicos les sirve para entender la preseverancia en la formación deportiva. Eso después sin dudas lo trasladan a su carrera universitaria y a su profesión. Es una de las fortalezas del deporte.

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En su lugar de trabajo, el Natatorio Municipal de Trelew y el gimnasio Ceyddet. A los 50 años, Peto no resiste la tentación de mantenerse activo.
20 JUL 2019 - 19:55

Por Martín Tacón.

Peto Ruiz nos recibió en el gimnasio Ceyddet, donde trabaja a diario.

-Muchos deportistas que has entrenado han llegado al éxito. ¿Te sentís parte de ese éxito?

-No me adjudico méritos en los logros de los deportistas. Siempre estuve alejado de esa visión del entrenador que aglutina méritos. Me gusta armar equipos de trabajo donde el deportista se sienta acompañado en todo el proceso. Me gusta la formación de deportistas y me gusta trabajar en las etapas de iniciación. Es un campo que hemos sistematizado en algunos espacios, como por ejemplo en el Natatorio.

-¿Podés hacer una distinción entre los deportistas de elite y el resto?

-El nivel de relevancia que pueda darle la prensa a un deportista es distinta de la percepción que uno tiene. Hay muchos deportistas que no han tenido relevancia periodística pero los procesos han sido muy ricos y han evolucionado mucho en su desarrollo. Uno como docente no discrimina del que es campeón del mundo al que le tocó ser finalista. Cuando uno trabaja con deportistas de tantos niveles, no puede hacer una diferenciación por el logro deportivo, porque el logro está atado a los objetivos de cada uno y al perfil. En mi caso es imposible establecer un orden jerárquico.

-¿Con qué tipo de deportistas disfrutas trabajar?

-Yo disfruto con el deportista que es coherente con el objetivo que se plantea y el proceso que se lleva a cabo. Esa coherencia implica que cada etapa se cumpla como está programado y como él mismo se lo propuso. Como contrapartida, me genera muchísima desilusión cuando ocurre lo contrario, es decir, cuando el deportista se plantea un objetivo que se cree capaz de cumplir y potencialmente es capaz de hacerlo, y por ansiedad, el entorno u otras cuestiones se corre de foco y comienza a dispersarse su compromiso. Disfruto cuando el proceso se respeta. Disfruto muchísimo el día a día. Más que un logro deportivo, por ejemplo. Porque en el día a día uno va entendiendo cómo funcionan los métodos y la manera de desarrollar alguna capacidad. Si el día a día se cumple de la manera programada, ahí encuentro placer. Es difícil entrenar a alguien que se entrene dos veces por semana. En algunos deportes creen que eso los habilita a participar competitivamente en alto nivel. Entrenar dos veces por semana es deporte recreacional.

-¿Cuánto tiempo llevas entrenando a deportistas?

-Llevo 27 años como docente, preparador físico y entrenador. Disfruto el día a día, el crecimiento de los deportistas, los profes con los que compartimos y los entrenadores que se transforman en especialistas. Disfruto el proceso.

-Los deportistas siempre quieren volver a entrenar con vos. ¿Cuál es el secreto?

-Con los deportistas con los que trabajo generamos vínculos. Sobre todo con deportistas individuales, hace muchos años que compartimos el camino. El conocimiento mutuo genera confianza. Si se plantean objetivos y los objetivos se van cumpliendo, la relación se afianza. Y cuando ocurre algún tipo de obstáculo o algo que frene el proceso, encontramos la solución en conjunto y sabemos el punto que hay que ajustar.

En este punto de la entrevista, mientras conversábamos, Vanshi Thomas ingresó en el gimnasio. La atleta volvió a las pistas tras un largo período de inactividad. Ahora, de la mano de Peto Ruiz, Vanshi retornó a las competiciones.

-¿Cómo es el proceso de regreso a la actividad?

-La motivación siempre parte del deportista. Es importante en las etapas formativas que uno pueda contagiar al chico de que disfrute del movimiento. El placer del movimiento tiene que estar por delante del placer por ganar la medalla. Cuando uno genera el placer por tener un organismo saludable, y la posibilidad que nos da integrar todas las áreas en la preparación, porque no es solo lo biológico, lo metabólico, lo muscular, sino también la gestión de las emociones y todo el trabajo alrededor de la formación de un deportista, cuando uno planta esa semilla del placer por el movimiento en la etapa formativa, eso perdura. Uno de los objetivos que nos planteamos es que el deportista siga haciendo deporte y que se transforme en cultura. Eso es lo que sucede con Vanshi. Ella nunca deja de moverse porque disfruta moverse. Cuando decide retomar su carrera deportiva, lo que hicimos fue plantear objetivos. En eso estamos.

-¿Cuándo empezaste a hacer deporte?

-De chiquito. Yo soy un futbolista frustrado. Jugué en las juveniles de Independiente. Jugué en la Primera división de Caleta Olivia. De chico jugaba de defensor y de grande quise probar más arriba. Estaba cansado de que me echen la culpa (ríe). Hice vóley en la secundaria. Con los profesores que tuve en la ENET se hacía mucho deporte en esa época, en la década del 80. Siempre estuve de alguna manera vinculado con la educación física. Me gusta hacer cosas que no hago con mis deportistas: iba a boxeo, a tai chi chuan, hice yoga. Pero mi cable a tierra es la música.

-La música es otra de tus pasiones.

-Sí, es intentar que el espíritu esté integrado. La música para mí es más que un hobby: es una manera de ver la vida. Estoy todo el día con música, en el trabajo o cuando no estoy trabajando. Si estoy en mi casa, estoy con la guitarra. A mis hijos y a mi mujer también les gusta la música. Mi viejo toca el acordeón. Mi suegro es pianista. Mi familia tiene la música como una manera de vincularse. Mis mejores amigos son de la música. Tengo dos bandas, una banda de blues que tengo con mis amigos de la infancia, y una banda de rock, que estamos haciendo un disco con otros amigos.

-¿Están grabando?

-Me gusta concretar las cosas. Me gusta desarrollar la creatividad y plasmarla. No soy de andar volando con cosas utópicas. En la música nos gusta plasmar eso, para compartir. Hemos tocado en varios lados.

-¿En qué momento te dedicaste a entrenar?

-La ENET estaba llena de deportistas, todos nos movilizábamos a través del deporte. Estaba entre estudiar Medicina, que era una cosa que me gustaba, o Educación Física. Me quedé un año trabajando de electricista en una fábrica para juntar recursos, y al año siguiente me fui a Comodoro a estudiar Educación Física. Era el año 88. El primer año viví con mi tía y el segundo año nos daban una beca en el instituto con alojamiento en el albergue municipal de KM 3. Ahí compartimos con un grupo de amigos que nos fuimos acompañando. Si tengo que decir algo sobre mi carrera académica es que lo disfruté muchísimo y lo volvería a hacer.

-Por esos tiempos empezaste a preparar deportistas.

-Apenas me recibí empecé a trabajar, a fines del 93. Junto con Víctor Peluffo empezamos a trabajar en lo que sería el primer equipo de natación. En esa época arrancamos con la formación de deportistas a través de la natación. El proceso para trabajar la técnica de un nadador lo fui aprendiendo mientras estudiaba en Comodoro. La natación me atrapó desde el principio. Fue la materia que más me costó y eso hizo, de alguna manera, que me sintiera muy atraído. Con el correr de los años se ha ido potenciando este espacio y hoy tenemos un grupo de nadadores consolidado con un equipo multidisciplinario alrededor. Eso es lo que ofrecemos en la pileta y en el Ceyddet. Este es un espacio que hay que valorar porque no es normal: un chico que quiera hacer natación tiene entrenadores, preparadores físicos, un lugar para hacer el acondicionamiento, nutricionista, psicólogo deportivo, kinesiólogo, medico deportólogo. Lo que tenemos es casi ideal.

-¿Difiere el trabajo de acuerdo a la disciplina del deportista?

-Yo como entrenador me desarrollé en dos disciplinas: atletismo y natación. La natación, como la gimnasia y como el atletismo, la posibilidad de proyectarse a un nivel nacional o internacional está enmarcado porque hay que responder a determinados índices o marcas. Hay chicos que nunca iban a acceder a un Nacional en la natación, entonces nos pusimos a trabajar en alternativas y nos propusimos la idea de armar escuelas de triatlón en la ciudad. La idea era que ese chico no abandone la natación porque su techo como nadador era muy próximo. Dándole la chance del triatlón, lo manteníamos haciendo deporte. Pero como preparador físico fuimos trabajando en deportes de conjunto, como rugby y fútbol. En los últimos diez años armé equipos de trabajo en esos espacios. En boxeo estoy hace muchísimos años como preparador físico. Eso es lo lindo de esta profesión, nos da un espectro muy grande y vertientes donde desarrollarse.

-Nombrame algunos deportistas que hayas entrenado.

-En boxeo, he trabajado con Omar Narváez desde el año 2009 a la fecha. Trabajé con Falucho Medina, Nelson Galdámez, Walter Matthysse. Con Soledad Matthysse en un proceso que tuve en sus peleas con Ogleidis Suárez y Jelena Mrdjenovich. Con Daniel Narváez, que tuvo dos chances mundialistas. Con Cristian Gramajo, Liz Crespo, el “Zurdo” Vázquez. Carlitos es un ejemplo de deportista que cualquier preparador físico quiere tener, es el tipo solidario y que no falta nunca, un tipo que respeta el proceso. No me quiero olvidar de Pachu Castillo, Jessica Leiva, William Scull y Lenier Peró. Este último tiempo, trabajar con Franquis Aldama e Iván Díaz, que están en Dream Box, tenemos un vínculo con Lenier, Pachu y Jessica y el nivel con que trabajan es altísimo. Ni hablar de lo que es Omar como boxeador y el nivel de formación que tiene. Él disfruta el día a día, le gusta seguir aprendiendo y genera muchos desafíos. También a su hijo, Ian.

En atletismo, Florencia Thomas, que ha sido campeona nacional de marcha y fue a un Sudamericano. Vanshi, tiene una carrera muy difícil de repetir. Facundo Parra, Sebastián Arrative, Junior Mansilla, Julio Llanquiman, Fiorella Malaspina, Jorge Costa en triatlón y Pablo Rodríguez.

Tenemos a Omar, que fue dos veces olímpico y campeón Panamericano, y a Leo Price, otro olímpico. Hay que ser respetuosos con ellos porque es lo máximo a lo que puede aspirar un deportista.

El equipo de natación de la década del 90 para acá ha tenido mucha relevancia y hemos podido proyectarnos a nivel nacional, como Franco Gutiérrez. Nos tocó tener una campeona Sudamericana, como Verónica Marco en 200 pecho.

-¿Qué te genera ver que los deportistas con los que trabajas cumplen sus sueños? ¿Compartís su felicidad?

-Uno siente felicidad porque los ve felices. Veo que disfrutan y eso es una misión cumplida. El placer no está en el logro en sí. Yo disfruto cuando evaluamos y el deportista mejora. Cuando ellos superan los protocolos de evaluación y mejoran, ahí está el placer. Eso significa que el camino elegido es el correcto.

-Te ha tocado acompañar a deportistas al exterior. ¿Qué has aprendido en tus viajes junto a ellos?

-Se aprende mucho. Con Vanshi, por ejemplo, fuimos a tres campeonatos mundiales, varios sudamericanos. Escuchar a entrenadores de otros países es un ámbito de crecimiento. Ver las estructuras de otros países, como Japón, Canadá, Estados Unidos, Polonia, República Checa, México o Brasil, que lo tenemos tan cerca. Ver cómo manejan las decisiones de infraestructura con mucha simpleza y sin lujos, vemos que el deportista tiene todos los medios para el desarrollo. Esas cosas impactan. Ahora Facundo Parra se va a un centro de alto rendimiento en España y tiene pileta olímpica y lo que tiene que tener un atleta para desarrollarse. En cuanto a estrategias y toma de decisiones, tengo muchos entrenadores más grandes que yo que son materia de consulta y son amigos que me dio el deporte. Eso es lo que más me llevo.

-Debes tener miles de anécdotas...

-Ni te cuento. Cuando Vanshi ganó los Odesur en Medellín, la vimos por computadora. Esa es una anécdota muy linda por el condimento emocional de estar lejos y ver cómo resuelve la carrera en el remate final. Cuando Verónica Marco se tuerce el tobillo el día previo a un Nacional en Paraná, la llevamos a un centro traumatológico, lo tenía inflamado como Diego en Italia 90. La anécdota es que al otro día no solo ganó sino que bajó su marca, y cuando volvió nunca dejó de entrenar. Facundo Parra en la escuela se fisuró un dedo, le pusieron un guantecito y nunca dejó de entrenar. Esas son cosas que a los chicos les sirve para entender la preseverancia en la formación deportiva. Eso después sin dudas lo trasladan a su carrera universitaria y a su profesión. Es una de las fortalezas del deporte.


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