La tasa de deforestación entre agosto de 2018 y julio de 2019 subió un 29,5% respecto al mismo periodo del año anterior, apuntó.
La metodología utilizada para esta estimación se conoce como Prodes y está basada en imágenes por satélite, reportó la agencia EFE, que recordó que esos datos llegaron a ser cuestionados públicamente el julio pasado por el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, y llevaron a la destitución del presidente del INPE.
El mandatario brasileño consideró que los datos presentados por este organismo estatal eran falsos y a su juicio fueron divulgados "de mala fe" por funcionarios públicos con intereses políticos, con la intención de perjudicar a su Gobierno.
La creciente tala en la Amazonia brasileña coincidió con un incremento de los incendios en la región, especialmente en agosto pasado -los peores en la última década-, hecho que convirtió a Brasil en el centro de críticas de ecologistas y líderes mundiales.
El crecimiento de la destrucción de la Amazonia es atribuida por los ecologistas a la retórica antiambientalista de Bolsonaro, quien llegó a proponer -entre otras cosas- disminuir la fiscalización ambiental en la región y reglamentar la minería en las reservas indígenas.
Según sus críticos, amparados por los discursos de Bolsonaro sobre la Amazonia, los madereros aumentaron la tala de los bosques y los agricultores la expansión de sus áreas de cultivo en la región.
El agravamiento de la deforestación llevó a algunas empresas a boicotear productos brasileños y amenazar con la suspensión de sus importaciones desde Brasil.
Francia e Irlanda, por ejemplo, condicionaron su apoyo a la ratificación del acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea a que Bolsonaro respete los compromisos ambientales que Brasil asumió en el Acuerdo de París.
La tasa de deforestación entre agosto de 2018 y julio de 2019 subió un 29,5% respecto al mismo periodo del año anterior, apuntó.
La metodología utilizada para esta estimación se conoce como Prodes y está basada en imágenes por satélite, reportó la agencia EFE, que recordó que esos datos llegaron a ser cuestionados públicamente el julio pasado por el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, y llevaron a la destitución del presidente del INPE.
El mandatario brasileño consideró que los datos presentados por este organismo estatal eran falsos y a su juicio fueron divulgados "de mala fe" por funcionarios públicos con intereses políticos, con la intención de perjudicar a su Gobierno.
La creciente tala en la Amazonia brasileña coincidió con un incremento de los incendios en la región, especialmente en agosto pasado -los peores en la última década-, hecho que convirtió a Brasil en el centro de críticas de ecologistas y líderes mundiales.
El crecimiento de la destrucción de la Amazonia es atribuida por los ecologistas a la retórica antiambientalista de Bolsonaro, quien llegó a proponer -entre otras cosas- disminuir la fiscalización ambiental en la región y reglamentar la minería en las reservas indígenas.
Según sus críticos, amparados por los discursos de Bolsonaro sobre la Amazonia, los madereros aumentaron la tala de los bosques y los agricultores la expansión de sus áreas de cultivo en la región.
El agravamiento de la deforestación llevó a algunas empresas a boicotear productos brasileños y amenazar con la suspensión de sus importaciones desde Brasil.
Francia e Irlanda, por ejemplo, condicionaron su apoyo a la ratificación del acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea a que Bolsonaro respete los compromisos ambientales que Brasil asumió en el Acuerdo de París.